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Medios, entre ser una caja de resonancia y proponer agenda

No es nuevo el problema, pero sí tiene sus “matices plurinacionales”. El actual proceso electoral, el primero en el marco institucional del nuevo Estado Plurinacional, también plantea el rol que están jugando y que podrían jugar, que es deseable que jueguen, los medios de comunicación y la labor periodística. Coinciden todos: de nuevo se plantea el viejo dilema de la relación con los partidos políticos, o ser su caja de resonancia o también proponer —imponer, digámoslo de una vez— agenda en el tratamiento de los temas públicos. 

Sin duda la provocación inmediata para pensar estas cosas la dio la Fundación UNIR Bolivia la pasada semana, con la publicación de los resultados de la encuesta Tu palabra sobre las noticias: Elecciones Generales 2014. En una provocativa lectura de dicho estudio (ver artículo de la página 10), uno de sus responsables, Erick Torrico Villanueva, es lapidario: los medios antes que manejar una “agenda electoral ciudadana” (esa interesada, por ejemplo, en los programas de gobierno y el perfil y trayectoria de los candidatos), más andan preocupados en seguir la vida y trasvida de los “políticos en competencia”, la comidilla de ataques y contraataques, golpe y contragolpe; esto no está mal, seguro; pero sobre lo que Torrico llama la atención es que ese dejar de lado la agenda ciudadana no es otra cosa que “un incentivo para la desvalorización de la democracia”; socavar el ideal del “voto informado”, sacrificándolo en aras del “voto masa”.

Críticos, la comunicadora Sandra Aliaga Bruch y el docente universitario en opinión pública Róger Cortez Hurtado coinciden en que hoy es evidente una mayoritaria actitud pasiva de los medios ante la agenda informativa que proponen o viven los partidos y organizaciones políticas.

Para el comunicador y docente universitario Antonio Gómez Mallea hay un factor social y político que explica esto: el actual ambiente político está marcado por el extremo partido grande versus partidos pequeños.

“Los medios están marcando cierta agenda, pero están limitados por la polarización (entre el Movimiento Al Socialismo, MAS, y los demás partidos) y el anuncio de la cuasi victoria del MAS, esto limita mucho las cosas, los medios difícilmente podrían reaccionar contra eso. Están tratando de ir por otro lado, por ejemplo el debate local, de las agendas locales,  pero con relativo éxito”, destaca Gómez.

Pero esto si bien explica, no justifica, señala Cortez. Los medios hoy están “sin capacidad de discernimiento, de iniciativa, colgados de manera comercial o inercial al ritmo propuesto de los partidos y sobre todo de la agenda que impone el hoy partido mayoritario”, el MAS.

Ciertamente es inevitable la cobertura que deben hacer los medios de eso que se llama agenda política, escandalosa o no, esa que impone, por ejemplo, una denuncia, la declaración directa de un candidato acerca de lo que dijo otro (como cuando el presidente Evo Morales comentó una declaración de Samuel Doria Medina), o el caso de agresiones o actitudes discriminatorias contra las mujeres por parte de postulantes. Ante todo esto Cortez convoca a que la prensa sepa diferenciar entre esto que llama “escena” (los ataques y contraataques entre los partidos) de otras posibilidades más propias e independientes, profesionalmente hablando, de enfoque.

ESCENA. Los medios por lo común siguen “la escena, predispuesta para generar una sensación de aturdimiento de parte del público, de los electores; pero, en cambio, también tienen la posibilidad, a partir de que la ‘escena’ solo es una porción de la realidad, de sumergirse en ella o de adoptar otro criterio, no están obligados” a seguir la pauta dictada por lo político.

Sin dejar de tomar distancia de la forma en que puedan tener los políticos de hacer campaña, de darse golpes unos a otros, sin dejar de reflejarlo, plantear cuestiones acaso de más largo aliento, temas de “agenda urgente”, añade Gómez.

Por ejemplo, destaca Cortez, lo que se juega en estas elecciones no es el gobierno del MAS, su permanencia, “la gran farsa de la escena es precisamente alentar esta idea, todo el despliegue de encuestas apuesta sobre este falso supuesto, de que está en juego el gobierno”; hay información factual, dura —insiste— que da pie para afirmar que no está en peligro el gobierno. Por ello, por qué no seguir el hecho, por ejemplo, de que al parecer estamos entrando a la coyuntura regional de las vacas flacas, que “está girando la balanza económica, va a haber menos recursos, y podemos inquirir sobre eso a los sujetos; el principal recurso (los hidrocarburos) está en mengua; (por esto, como periodistas) no estamos obligados a seguir la danza” dictada desde el quehacer político.

Temas que están ahí, apunta Gómez, como algo tan cotidiano pero tan vigente como es la Policía Boliviana y su reforma (a propósito de los últimos sucesos sangrientos en el penal de El Abra de Cochabamba). O aspectos más globales que no por ello menos concretos, como la herencia y persistencia de hábitos sociales patriarcales en casi todas las instituciones públicas y privadas del país, anota Aliaga.

“No nos estamos dando cuenta —añade Gómez desde Cochabamba— de que en este momento se disputan no solo estas elecciones, sino la agenda de desarrollo hasta el Bicentenario, en 2025; de ganar Evo con 66% se va a confirmar su proyecto hasta 2025, como él quiere”.

CONTRAAGENDA. El trabajo, finalmente, de una suerte de “contraagenda” que restituya temas sociales de utilidad inmediata y en el largo plazo al público usuario de los medios.
“Los medios no contribuyen a que los ciudadanos sistematicen información, que estén advertidos sobre el curso de los problemas, sino que proporcionan lo que les piden sus fuentes, las políticas”. Esta es la tendencia a revertir, destaca Cortez.

Apelando más a la actitud de los periodistas ante la agenda que tratan de imponer los candidatos (hablar solo de los temas que ellos quieran), Aliaga llama a que en tiempo electoral el primer deber de los medios es tratar de que candidatos y candidatas respondan o expongan con seriedad e información lo suyo; “no permitir que mientan a la población o que la mamen”: dejar pasar retóricas que manipulen hechos, la historia reciente, el pasado de cada político…

O persistir en el prejuicio. Ver como naturales, por ejemplo, actitudes machistas o patriarcales; o no dejar de recordarle el pasado a cualquier aspirante que hoy se precia de ejemplo de moralidad, o rectitud en la línea política, etcétera.

Un tema de especial preocupación que cita Aliaga es la devaluación de la credibilidad en que está cayendo la labor informativa. Aparte de que la confrontación política y su peculiar estilo boliviano trata de imponer la agenda a los medios, los periodistas tienen el particular desafío de defender la solidez de su información. “Cada vez es más difícil sentirse bien informada a través de los medios, ¿será necesario que confirme este dato o estarán diciendo la verdad? Antes, era común decir ‘¡cómo vas a dudar, si está en el periódico, si lo dice la radio!’, ahora no; aunque esto también pasa en otros países, hay una aprehensión generalizada con los medios”, reclama Aliaga.

En lo relativo a las encuestas y su uso, Cortez llama la atención sobre un hecho estructural. Ya no es problema tanto de si las encuestas son pagadas o por los partidos o por los medios. Lo que se debe ver es que ya es una tendencia comunicacional en el mundo que haya una alianza fáctica entre medios y empresas encuestadoras, y no solo en los tiempos electorales, pues este mecanismo de medición o retrato del estado de opinión de la gente, es una manera específica de gestión de información: “No es reciente la coalición medios-empresas de encuestas porque en esta potenciación entre medios y empresas encuestadoras cobra un peso específico el manejo de la opinión pública”. Aquí, dice, hay que reconocerle la labor pionera al jesuita Eduardo Pérez, que a radio Fides agregó una de las primeras empresas encuestadoras permanentes.

SICOLOGÍA. Con respecto al uso de las encuestas, Aliaga advierte el escenario ciertamente ficticio, “psicológico”, al que pueden llevar los porcentajes para uno y otro candidato. “Las encuestas generan una tendencia psicológica de no desperdiciar el voto en quienes no tienen posibilidades. Se escoge entre Tuto y Samuel, pero ya no importa qué proponen, sino quién tiene mayores posibilidades de restarle la mayoría absoluta a Evo Morales; todo se vuelve un juego de cálculo, aunque la población tiene diferentes mecanismos de interpretar la realidad” (que no siguen siempre a las encuestas para decidir su voto).

En cuanto a los espacios de debate político-electoral que están abriendo los medios de comunicación, Gómez recuerda la limitación estructural del momento: la negativa a debatir por parte del partido mandante del actual escenario, el MAS. “Evo dominando la intención de voto (y no queriendo debatir) y sus adversarios queriendo debatir solo con él, limita en mucho el debate electoral; los medios la tienen muy complicada” para generar interés masivo sobre las discusiones.

Agrega el docente universitario que si algo se extraña hoy en los medios de comunicación con relación al pasado inmediato es la ausencia de líderes de opinión periodistas…

Para Aliaga, si bien es cierto que hay “esfuerzos interesantes” en cuanto a debates en medios, no se puede dejar pasar aquellos en los que el programa más se parece a un reality show que a un intercambio de ideas: entrevistas exclusivas a lo personal, hacia las cosas “chiquitas”, no a las propuestas del postulante; o aquel programa en que el aspirante sacaba “bolos” de una bolsa para saber qué pregunta le tocó… “¡si una no se cortaba las venas ese rato es solo porque no había gillete a mano!”.

Y, claro, los tres analistas coinciden: el tema es la preparación del entrevistador…

Periodistas candidatos reclaman equilibrio

José Alberto Gonzales, candidato a senador por el Movimiento Al Socialismo (MAS), y Antonio Vargas, a diputado por el Movimiento Sin Miedo (MSM), por distintas razones coinciden en que los medios deben apostar cada vez más por el equilibrio a la hora del tratamiento informativo electoral. Aunque el popular Gringo Gonzales no encuentra mayor diferencia con el pasado en la cobertura del proceso eleccionario.

Una vez que el hecho noticioso suele ser el “espectacular”, en el sentido de lo llamativo, para el caso, las denuncias, el ataque y contraataque, para Gonzales este hecho es normal. “Lo que imagino es que los editores definen la agenda un poco también en función de la expectativa de la gente”; si bien hay programas y espacios en que es el periodista el que más bien impone los temas a hablar, por lo común “son los políticos los que van marcando el compás en el tema, las pugnas, las diferencias, los chisporroteos que suelen surgir en las campañas”.

En los debates a los que asistió Gonzales, reclama, es más o menos “todos contra Evo”: “se distribuye el tiempo y a cada candidato le tocan tres minutos, a primera vista eso es muy democrático, justo, equitativo, pero resulta que al final, cuando haces el balance, la oposición hace 12 minutos para destrozarlo al Presidente y al candidato, y al candidato le quedan tres minutos para tratar de responder a semejante arremetida”.

Para el exdirectivo de la Asociación de Periodistas de La Paz, aspirante a diputado del Movimiento Sin Miedo, Antonio Vargas, la agenda política está marcada por un escenario dividido entre medios estatales más aquellos que insiste en denominar “paraestatales” frente a los que “siguen la agenda de la oposición”.

“La mayor parte de los medios de comunicación ¿dónde están? Los medios de comunicación estatales utilizados por el Gobierno, como extensiones de su aparato de propaganda, sumados a los medios ‘paraestatales’, están haciéndole el codillo al candidato dirigente, presidente Evo Morales, en donde naturalmente la gran perdedora es la ciudadanía”, destaca.  En general, afirma, los medios están “diseñados para ser el reflejo de lo que pasa en el sistema político, en tanto éste tiene que ver con el manejo de lo público, como sucede en otros países”.

Promover los espacios informativos, de debate: Sandra Aliaga, comunicadora e investigadora

Cosas que me han parecido interesantes; por ejemplo, el foro político que está transmitiendo canal 13; los debates de candidatos a presidente y vicepresidente que hará la Asociación de Periodistas de La Paz, un acierto porque son espacios más informativos, no son los sensacionalistas donde hacen que los postulantes se insulten, esos que más parecen reality shows.

Lo deseable siempre  es el voto informado: Róger Cortez, docente en Opinión Pública

El voto informado es la utopía, el anhelo u objetivo, y se espera que la mayor parte comparta esta noción. Utopía porque la avidez por definiciones programáticas, aun en países con larga tradición democrática, es menor; en Bolivia, en 2005 y 2009 ha habido esa avidez de definiciones programáticas, es excepcional; pero tengo la impresión de que esa demanda hoy no es la misma.

Debería haber una encuestadora estatal: Antonio Gómez Mallea, docente   universitario

Echamos de menos una gran encuestadora nacional. En Colombia hay el Centro Nacional de Consultoría, que es estatal pero con independencia; en Bolivia todavía     tenemos que depender de las encuestadoras privadas, que hacen  encuestas cerradas. No se desconfía de su trabajo, pero al tener limitados recursos y a veces algunas carencias, no dan una foto muy detallada.

En debates, todos son contra el MAS: José Alberto Gonzales, candidato a  senador por el MAS

Quienes estamos de candidatos por el oficialismo nos vemos en una enorme desventaja, porque generalmente son tres o cuatro opositores que, matices más matices menos, coinciden prácticamente en lo mismo;  da la impresión    de que todos se ponen de acuerdo para primero tratar de desprestigiar al Presidente y al proceso, y luego abrir fuego contra el candidato.

Las encuestas son propagandísticas: Antonio Vargas, aspirante a diputado por el MSM

El manejo de las encuestas naturalmente tiene para mí serias deficiencias sobre todo de tipo estadístico; no tenemos una muestra claramente definida, tenemos preguntas que inducen a una respuesta, vale decir que tienen sesgo; las encuestas manejadas sobre todo en estos medios estatales y “paraestatales” cumplen una misión simplemente propagandística.