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Tema accesorio o de fondo?

La categoría “descolonización” es constitucional, esto quiere decir que está en la superestructura jurídica del Estado y, por esa razón, debiera ser una aspiración, un “deber ser” en el imaginario colectivo.
Los juristas utilizamos la categoría “realidad objetiva” para señalar las conductas como se manifiestan en lo cotidiano, más allá de la teoría. Con relación a la descolonización, la realidad objetiva nos demuestra que no ha logrado los resultados pretendidos por sus proponentes, lo que se ha acompañado con críticas.

Hemos visto que no bastan leyes contra el feminicidio para que la violencia implícita y explícita contra las mujeres se haya modificado. Lo mismo ocurre con la categoría “institucionalidad jurídica”. El propio Presidente ha reconocido que fue un error la incorporación de la elección de magistrados y que lo hecho hasta ahora forma parte de sus frustraciones.

Se trabajó intensamente para incorporar la categoría “justicia comunitaria” en sus diversas manifestaciones y el primer tiempo del debate fue para explicar “qué no era justicia comunitaria”, por su asimilación con actos de azotes y castigos corporales. Sus defensores dicen que no se ha avanzado casi nada.

Si todo esto es cierto, no es entonces la categoría “descolonización” la que está fallando o no se está cumpliendo, es la construcción material de un modelo de aplicación de justicia con sus componentes ideológicos y técnicos.

La soberbia innovativa de nuestros constituyentes les hizo olvidar la experiencia universal en una materia con eficacia desde las Tablas de la Ley de Moisés o el Código de Hammurabi. La justicia, para ser tal, no debe ser venganza, debe ser equilibrada y debe responder a proporciones de sentido común. Trasladado a nuestros tiempos, que la Justicia debe hacer respetar el derecho del débil frente al poderoso sea económica o políticamente, garantizar la integridad de las personas restableciendo la conculcación de sus derechos fundamentales y, finalmente, hacer respetar el pacto existente sobre la proyección externa de sus bienes y patrimonio resultados de un trabajo digno. Si a estas realidades le sumo mi aporte, mi diferencia, podrá existir un equilibrio de comprensión valórica, y no a la inversa. Nuestros modelos de aplicación de justicia, si son contrarios a lo que la humanidad ha avanzado y se expresa en convenciones internacionales, no serán justicia.

Debido proceso, presunción de inocencia, irretroactividad de las normas, jueces independientes, son algunas categorías repetidas en el mundo de las que no podemos sustraernos. En antropología jurídica estudiamos la Ley del Talión, el Abandono Noxal o de la Paz, hasta llegar a la designación de jueces, que antes respondían exclusivamente a mandatos divinos, hasta separarlos de las manifestaciones del poder para que así pudieran cumplir su tarea con algún atisbo de imparcialidad.

Los Códigos Banzer en materia penal castigaban con el doble de la pena al que cometía abigeato que al que ejecutaba un rapto. Y ampliaba en un tercio de la pena, si el animal era de raza. La repetición coloquial en el saludo de no ser ladrón, mentiroso y perezoso es otra constatación empírica de realidades objetivas. Se interpelaban esas conductas por su práctica recurrente, pues de no haberlo sido, no se justificaría la respuesta.

Estamos, entonces, para ser sinceros, frente a un intríngulis entre la sociedad y el Estado, un nudo gordiano que si no lo resolvemos en su origen podrá servir para mantener discursos que no se expresarán con realidades objetivas.

En periodo de encuestas políticas, preguntar qué es la descolonización tendría muchos NS/NR (no sabe, no responde) en relación con preguntar si la Justicia es justa, transparente, proba, honesta y libre de presiones políticas y económicas…

Y he llevado la descolonización al campo de la aplicación de justicia porque es ahí donde se resolverá finalmente.

El axioma “lo accesorio sigue a lo principal” abriría el debate si la justicia está como está porque es colonial, o porque no estamos sabiendo resolver los temas de fondo. La primera respuesta es que Bolivia es el único país del mundo en el que hemos elegido a los administradores de justicia. Incluida la lectura de los fallos en la hoja de coca. Creo que debemos buscar la respuesta en donde están los problemas de fondo. Dios nos dé sabiduría y nos encuentre libres de culpa.