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Waldo Albarracín: Las FFAA aún le deben una disculpa al país por lo de Todos Santos

El golpe de Estado del 1 de noviembre de 1979, indica René Zavaleta Mercado (Las masas en noviembre, en Bolivia, hoy, Siglo XXI, México, 1983) acaso haya que entenderlo como una muestra más de cierta rutina de tutelaje que las Fuerzas Armadas notoriamente ejercían (¿ejercen?) sobre el país: “la idea tutelar es la más gratificante entre todas para los militares de Bolivia”, destaca el pensador.

Esa convicción de ser la autoridad paterna (de ser los llamados a tutelar) ante el pueblo boliviano, es lo que en mucho explica el golpe y la masacre de Todos Santos, propone el ex Defensor del Pueblo Waldo Albarracín: con mayor o menor desembozo, “las Fuerzas Armadas asumían que eran las dueñas del Estado” y que nada de lo que pasaba en política debía estar fuera de su “simpatía”. Contra lo que algunos militares decían, que sobre todo el golpe de noviembre del 79 fue más obra de algunos sectores de la institución que del conjunto de la fuerza armada, Albarracín insiste en que la asonada básicamente fue un hecho institucional, de un solo cuerpo institucional; de aquí que, afirma, como cuerpo la institución armada le debe una disculpa al país, tanto por la represión que cobró vidas como por aquella vergüenza nacional que pasó Bolivia por el hecho de que al día siguiente de la victoria diplomática en la Asamblea General de la Organización de Estados Americanos (OEA) en el tema marítimo, los delegados de los países de la región tuvieron que abandonar el país en medio de tanques. Tras 35 años de la masacre de Todos Santos, aún hay “cuestiones pendientes”, remarca el también expresidente de la Asamblea de Derechos Humanos.

— Alguien dijo que el de Natusch es el “golpe de la impunidad”.

— La década de los 70 a 80 era un momento en que todavía las Fuerzas Armadas asumían que eran las dueñas del Estado y que, por tanto, cualquier gobierno debería gozar de su simpatía; y si esto no era factible, entonces tomaban el poder; por eso es que en esa época se vivía con la permanente incertidumbre de si va a haber o no golpe de Estado.

— Un golpe al día siguiente de la Asamblea de la OEA (Organización de Estados Americanos).

— Es algo que permite hasta hoy día interpelar a las Fuerzas Armadas. Todos los días, los militares cantan el himno nacional; en sus papeles, como membrete tienen una consigna que dice ‘El mar nos pertenece por derecho, recuperarlo es un deber’. Una consigna que los militares deberían ser los primeros en hacer respetar; pero, mira la contradicción con el golpe de Natusch: Wálter Guevara Arce fue el único presidente que logró una importante victoria diplomática respecto a la causa marítima. A fines de octubre se realizó la reunión de la OEA en Bolivia, en el hotel Sheraton; en esa reunión, la OEA convirtió el problema bilateral en un problema multilateral, que la causa marítima boliviana es un problema multilateral, y promovió una actitud de solidaridad con Bolivia, reivindicando su derecho al mar; obviamente, el único que se opuso fue Chile.  Esa victoria diplomática debió ser celebrada por los militares; sin embargo, contradictoriamente, ni bien concluye la reunión de la OEA, los ‘patriotas militares’ le dan el golpe de Estado al único presidente que había logrado esta victoria. Al día siguiente, en lugar de que los periódicos internacionales resalten la victoria diplomática boliviana en la OEA, concentran su atención en el golpe de Estado.

— La imagen del papelón…

— Ése es un hecho por el que hasta ahora los militares no le han respondido al país. Salen con el argumento de que ‘son responsabilidades individuales’; no hay tal, porque es un tema institucional. Insisto: los militares, por el golpe del 1 de noviembre de 1979, deberían pedirle perdón a Bolivia, al pueblo boliviano; además de pedirle perdón por la masacre y por la violación de los derechos humanos; nunca lo han hecho, es un tema de honestidad intelectual, de moral y de conciencia.

— ¿Y en verdad no era cosa solo de sectores, porque finalmente el golpe apenas duró 15 días?

— Los golpes de Estado no surgían por la locura de tres tipos, porque si ése fuera el caso, los mismos militares se hubiesen encargado de encarcelarlos o de neutralizarlos; esos golpes se han dado porque hubo un consentimiento institucional, una decisión institucional de las Fuerzas Armadas, que permanentemente buscaban pretextos para golpear: luchar contra el comunismo, contra el extremismo; la posición de las FFAA para dar los golpes en la mayoría de los casos fue una posición de ultraderecha, casi vinculada a la causa norteamericana, antipopular.

— Pero desde el 10 de octubre de 1982 (retorno de la democracia) sí ha experimentado cambios la institución armada.

— Diría que sí ha experimentado cambios, pero insuficientes, porque a más de 30 años de democracia, las Fuerzas Armadas tendrían que haber consolidado en su estructura una visión más democrática de la institución como tal, tendrían que haber extinguido un conjunto de prácticas que todavía subsisten, como la tortura, bajo el argumento de una buena preparación militar. Las FFAA jamás públicamente se han reivindicado con la sociedad civil, jamás le han pedido perdón al pueblo boliviano por los miles de bolivianos expulsados, confinados, encarcelados, torturados, por los desaparecidos; jamás le han pedido perdón por el tema marítimo. Mantienen como en un cofre la información respecto a todo ese material represivo acumulado; lo que hasta ahora le pide el pueblo: la desclasificación de los archivos. Inexplicablemente, Bolivia es uno de los pocos países que se niega rotundamente a esa desclasificación. Esta es otra prueba contundente de su falta de convicción democrática.

— Pero algo se avanzó…

— La parte positiva. Ya no hay ni siquiera como tentación la intención de tomar el poder; creo que el juicio a Luis García Meza y la sentencia condenatoria en su contra ha sentado un precedente importante, una  advertencia; entonces, no se animan a golpear porque saben que pueden terminar en Chonchocoro.

— ¿A 35 años, cree que aún es oportuna una comisión de la verdad o una instancia similar?

— Es una asignatura pendiente, porque todos los países lo han hecho, incluso con situaciones mucho más graves que la boliviana. En Chile hubo 10.000 desaparecidos, 30.000 en Argentina, pero tuvieron la voluntad política y la convicción democrática de hurgar el pasado en función de resolver asignaturas pendientes, no para vivir del pasado, sino justamente para construir un mejor futuro; no se puede construir un futuro sobre la base de un conjunto de impunidades.

— ¿Una posible reforma?

— Una comisión que actúe con la mayor objetividad posible, sin afanes de venganza ni de lucro, sino de saldar cuentas con el pasado y de sentar un precedente para que en el futuro nunca más vivamos coyunturas tan dolorosas. Lo mínimo que tendría que acontecer es que el Estado se haga cargo de una justa indemnización (a las víctimas de las dictaduras) y de un resarcimiento moral; y que la principal protagonista de estos hechos, las Fuerzas Armadas, sea transformada de la forma más honesta posible; hoy todavía subsisten muchas lógicas, formas de pensar y actuaciones en la institución que como que reverdecen las inconductas del pasado.

— ¿Una agenda inmediata?

— Deben involucrarse de la manera más abierta en la democracia; extinguir toda práctica autoritaria al interior de todos sus órganos; pedirle perdón al país, creo que eso sería un gesto muy digno que sería aplaudido por la población, y no pretender justificar todo lo que se ha hecho, o deslindar responsabilidades porque no es un tema individual, sino una deuda institucional que tienen las Fuerzas Armadas con el país.

— ¿Y la responsabilidad civil?

— Hay una responsabilidad política; el propio MNR la tiene, porque así como no hay que negar sus méritos al ser protagonista de abril del 52, su posterior comportamiento político es desastroso: primero participa del golpe del 71 y cogobierna con una de las dictaduras más inhumanas; luego en el golpe de Natusch, militantes del MNR, y algunas células en el golpe de García Meza.

— ¿Como Defensor, qué ha visto?

— Quejas de diferentes clases, desde la discriminación contra personas con un color determinado, a personas que puedan ser homosexuales, o incluso alguien que pueda tener VIH, pasando por una serie de abusos. Sucede este tipo de situaciones porque la mentalidad no ha cambiado, porque ellos creen que la humillación del ser humano es parte de la formación militar, cuando eso ya debe quedar en el pasado. Pero también hay una responsabilidad de los gobiernos, porque finalmente las FFAA constitucionalmente dependen del Órgano Ejecutivo, el Presidente es el Capitán General de las FFAA, entonces, la línea democrática tiene que emanar desde arriba, y como son órganos de obediencia jerárquica no tendrían por qué cuestionar. Si desde arriba se ordena que se desclasifiquen los archivos, se tiene que cumplir.

— ¿El ‘patria o muerte venceremos’ no le dice nada?

— Existe una actitud oportunista, porque muchos que han liderado los golpes, para congraciarse con Estados Unidos hablaban pestes del comunismo, y de pronto ahora, bajo el gobierno de Evo Morales, sintomáticamente se han vuelto socialistas; me parece una actitud oportunista, de querer congraciarse con el poder político.

— Tras 35 años, ¿hay algún tema concreto vigente?

— Hay temas pendientes. No olvidemos que los crímenes de lesa humanidad son imprescriptibles. Yo he planteado una demanda, porque un dirigente político de esa época, Neptal Viris (Eduardo Urquieta Morales), fue detenido arbitrariamente, llevado al Cementerio, atado a la reja, y lo empezaron a castigar con chicote, hasta dejarlo inconsciente, (le dispararon en las piernas), luego se llevaron el cuerpo al Estado Mayor; finalmente lo asesinaron. He planteado hace algún tiempo una querella ante el Ministerio Público, pero hasta ahora no pasa nada; las FFAA incluso se han negado a dar información sobre estos hechos.

— ¿Hay una línea de continuidad entre las FFAA de ayer y de hoy?

— A eso me refiero. Hay una especie de comportamiento corporativo para una protección mutua; las nuevas generaciones son muy protectivas de las anteriores, y eso tiene que cambiar. Ahora, debe haber militares patriotas, honestos, sí. A ellos hay que darles la oportunidad, militares con convicción democrática, que apuesten a la igualdad de derechos, y apunten a la protección de los más débiles, que contribuyan al desarrollo del país, creo que existen muchos de ellos y creo que es este tipo de militares que tienen que tener mayor cobertura hoy día. Ojalá en el nuevo gobierno se les dé la oportunidad, en beneficio no solo de la institución armada, sino del país en su conjunto.

Datos

Nombre: Waldo Albarracín

Nació: 20-09-1962

Profesión: Abogado

Cargo: Rector de la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA)

Perfil

Licenciado en Derecho por la UMSA. Tiene una maestría en Derecho Constitucional. Expresidente de la Asamblea de Derechos Humanos de Bolivia. Entre 2003 y 2008 asumió el cargo de Defensor del Pueblo. Actualmente es rector de la UMSA.