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Bolivia es un país enclaustrado, no mediterráneo

Con la participación del presidente Evo Morales en la Segunda Conferencia de la Organización de las Naciones Unidas sobre los Países en Desarrollo Sin Litoral (la pasada semana, en Viena, Austria) ha vuelto a la agenda noticiosa la cuestión marítima, pero en el contexto de este otro escenario: el de los países mediterráneos, sin acceso directo a costa marina. Mayor presencia del tema marítimo, además, por el anuncio que días después hizo el presidente Evo Morales, en sentido de que en la reunión de Viena se propuso que Bolivia se haga cargo de la “presidencia pro témpore” del grupo y que su próxima reunión sea en el país.

Tanto excancilleres y analistas como actuales autoridades coinciden en precisar en todo momento que la situación de Bolivia dentro del grupo es especial: si bien comparte las reivindicaciones de estos países mediterráneos, de un trato preferencial por parte de la comunidad internacional por no tener salida al mar, nunca se dejó de recordar que el “encierro entre dos tierras” (que eso significa “mediterráneo” según la Academia Española de la Lengua), no le es propio al país, sino que es una situación que le fue impuesta y que, lo más importante, se la considera transitoria, circunstancial, temporal, que algún momento pasará. Esta es, precisamente, la reivindicación del derecho de retorno soberano al mar.

La “situación de Bolivia no es comparable con la de los otros países sin litoral, porque nosotros nacimos con una costa soberana, amplia, en la que ejercimos soberanía durante 54 años, sin que nadie objetara la presencia soberana de Bolivia en el océano Pacífico. Esta no es la situación de los otros países sin litoral, que nacieron así a la vida independiente, encerrados geográficamente”, remarca la diferencia el excanciller Javier Murillo de la Rocha.

Desde hace 50 años, desde 1964, recuerda por su parte el excanciller Armando Loayza, Bolivia (mediante el canciller de entonces Fellman Velarde) impulsó el establecimiento en las Naciones Unidas del derecho de los países sin litoral, o sea, la formulación de “medidas especiales para superar su situación de desventaja”; desde entonces, Bolivia siempre participó del grupo, que nació con 19 miembros, a los que luego se fueron sumando países producto de la desintegración de otros (como la ex Unión Soviética).

Pero siempre ha sido la “doctrina” de Bolivia —enfatiza el diplomático Loayza— el diferenciarse de dicha comunidad de naciones, en el sentido en que el país participa y se solidariza con el grupo, pero que espera,  tarde o temprano, reasumir la condición de país ribereño al mar, de volver al mar.

Así, la declaración del presidente Morales en la conferencia de Viena, cuando dijo que la mediterraneidad de Bolivia es “temporal” (Bolivia “no es un Estado sin litoral, sino un país que ha sido privado temporalmente de su acceso a los mares y a su propia costa”), no es ningún argumento aislado o fuera de contexto; al contrario, se trata de la reiteración de la doctrina boliviana al respecto: la permanente reivindicación boliviana de ejercer su derecho de retorno soberano a la costa del Pacífico.

Para Loayza, es importante que el presidente Morales haya participado de la Conferencia de países sin litoral, sobre todo para exponer la problemática boliviana, aunque, propiamente —no deja de apuntar— el tema bilateral con Chile, y sobre todo la demanda en La Haya contra este país, “no corresponde” ser tratado por el grupo de los sin litoral, pues se trata de otra agenda: de los países sin costa que tratan de mejorar sus condiciones de libre tránsito.

Para el excanciller Murillo, la confusión entre una y otra agenda (entre la reivindicación marítima y la exigencia del libre tránsito) puede incluso perjudicar al país: “Bolivia no debe asimilarse de una manera absoluta a esa condición de mediterraneidad (de los países sin litoral), porque nosotros no nacimos así a la vida independiente, sino que se nos fue impuesto a través de una guerra expoliatoria que perpetró Chile (…) Es una diferencia que siempre hemos hecho en estas reuniones con los países sin litoral; nosotros nos consideramos circunstancialmente parte de los países encerrados; porque si nosotros nos asimilamos plenamente a los países sin litoral, querría decir que estamos aceptando ante la comunidad internacional que somos un país que siempre tuvimos esa condición mediterránea, y eso no es así”.

Con relación a que Bolivia sea sede de una próxima conferencia de los países en desarrollo sin litoral o que encabece el grupo, la especialista en derecho internacional Karen Longaric llama la atención sobre el cuidado que como Estado se debe tener de no promover ninguna inclusión oficial de la demanda marítima en las resoluciones del grupo; esto, más que ayudar, perjudicaría, advierte.

“No creo conveniente introducir el tema de la demanda de Bolivia al océano Pacífico formalmente en este ámbito; formalmente significa una resolución; esto es otra cosa, absolutamente diferente; no es pertinente; son otros los propósitos: identifica a varios países que tienen una preocupación, los altos costes del transporte en el comercio internacional”.

La agrupación de países sin litoral esencialmente tiene una motivación económica: la de contrarrestar la desventaja en la que se encuentran al no tener costa. Se sabe, señala Longaric, que el transporte marítimo de carga es el más barato con relación al aéreo y al terrestre; de aquí que es estratégico para el desarrollo de un país abaratar dicho costo adicional del transporte de sus mercancías. “Es una motivación esencialmente económica, para que estos países sin litoral puedan encontrar nuevas formas de romper esas enormes asimetrías que tienen frente a los países con litoral”, concluye.

En la segunda conferencia de Viena, la propia Secretaría General de la ONU reconoció que los países en desarrollo sin litoral ven disminuido su progreso hasta en 20% a causa de su mediterraneidad. De ahí que la principal reivindicación de estos países es mejorar las condiciones del libre tránsito desde y hacia el mar, y que también ellos puedan explotar los recursos marinos y oceánicos en las costas de “sus” países ribereños.

Desde 1982 existe la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar (Convemar), la llamada “Constitución de los océanos”, la más importante después de la Carta de las Naciones Unidas, según los expertos. Fue aprobada tras nueve años de trabajo, el 30 de abril de 1982, en Nueva York (Estados Unidos); en diciembre de ese mismo año, fue “abierta a su firma” por parte de los Estados (en Bahía Montego, Jamaica), y entró en vigor el 16 de noviembre de 1994.

En este importante documento se establece el derecho internacional del mar; entre otros aspectos: los límites de la zonas marítimas, la zona económica exclusiva de los países ribereños, la plataforma continental y el alta mar, los derechos de navegación en estrechos, los Estados archipelágicos, la paz y seguridad en los océanos y mares, la conservación y gestión de los recursos marinos vivos, la investigación científica, y los procedimientos para la resolución de controversias.

De las 16 partes que conforman la Convemar, la décima está dedicada exclusivamente al (título de dicha parte) “Derecho de acceso al mar y desde el mar de los estados sin litoral y libertad de tránsito”.  Esta Parte X, que “consagra el acceso libre al mar y desde el mar”, insiste en recordar Loayza, en buena parte es obra de las delegaciones bolivianas: “Ahí hay todo un capítulo relativo a los países sin litoral, en el cual trabajó muchísimo Bolivia”.

Aquí, el excanciller hace casi un homenaje a uno de los líderes históricos de la Revolución de 1952, Walter Guevara Arce. “Le voy a decir una cosa que mucha gente olvida. A partir de 1972, duró diez años de trabajo la Convemar; y el que lideró la posición y estableció las bases de las reclamaciones de los países sin litoral, fue el embajador boliviano en las Naciones Unidas, Walter Guevara Arce. En Naciones Unidas se le sigue reconociendo un rol pionero y de gran guía a nuestro embajador, que fue coordinador de los países sin litoral, entre el 70-71”. Lo mismo se puede decir de la labor del excanciller Gustavo Medeiros, apunta.

Así, Bolivia ha tenido permanente presencia, y siempre se ha sostenido que es un país privado de su antigua costa, que se lo convirtió en un país sin litoral. Incluso esta doctrina está consagrada en la nueva Constitución, destaca Loayza, cuando se afirma el derecho del país a su soberanía en el océano Pacífico.

Rasgos y carencias de los países sin litoral

En el mundo hay al menos 40 países sin litoral marítimo. En Viena, Austria, se reunieron los 32 países en desarrollo sin costa. Es la segunda vez que el grupo se reúne; la primera conferencia de estas naciones fue en 2003, en Kazajistán.  Los 32 Estados (entre los que están Bolivia y Paraguay) acogen a unos 450 millones de habitantes, pero participan con solo 1,2% del comercio mundial.

En Viena, la semana pasada, este grupo de países asumió el denominado “Programa de acción de Viena”, una “hoja de ruta”, según la agencia de noticias EFE, para la próxima década con el objetivo de mejorar el acceso a los mercados mundiales de dichos 32 países en desarrollo que carecen de litoral.

El subsecretario general de Naciones Unidas, Gyan Chandra Acharya, dijo que entre el 40 y 45% de los habitantes de estos países ganan solo 1,5 dólares diarios.  El funcionario internacional añadió que los países sin salida al mar pierden 20% de su potencial económico por su situación de mediterraneidad y que esto frena, además, su desarrollo económico y social. En la conferencia de Viena, efectuada la semana pasada, varios países, Paraguay entre ellos, insistieron en que se otorgue ventajas comerciales a los países sin costa.

Al respecto, el subsecretario de la ONU, Acharya, señaló que la ventaja comercial es una idea “lógica”, pero reconoció que las negociaciones en la Organización Mundial del Comercio (OMC) al respecto no han fructificado hasta ahora. “Si lo que estamos haciendo es crear un espacio justo para la competitividad a escala global, todo el mundo debe partir de una situación similar”, declaró Acharya a la agencia de noticias EFE.

Armada prepara plan

En el acto de celebración del 188 aniversario de la Armada Boliviana, el jueves 6, su comandante, el vicealmirante Gonzalo Alcón, anunció que su institución prepara un estudio sobre la forma en que el país puede aprovechar las condiciones económicas que ofrece la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar (Convemar) a los países sin litoral.

“La Armada Boliviana viene encarando, con un equipo, un estudio respecto a la situación de nuestro país, como país sin litoral, al amparo de la Convemar. Es necesario que nuestro Estado pueda liderar este bloque de países o una organización de Estados sin litoral que permita, precisamente, materializar las facultades que están en la Convemar”, dijo Alcón.

El comandante de la Armada Boliviana anunció además que “en días posteriores” se hará llegar al Ejecutivo una propuesta producto de dicho estudio.  A los países sin litoral (Bolivia y Paraguay en la región) la Convemar les ofrece sobre todo facilidades en el libre tránsito de sus mercaderías a través de países ribereños, además de la posibilidad de actividad pesquera en aguas de dichos países.

Convemar, el rol clave del ‘país de tránsito’

En la Parte X de la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar, a la par de establecerse la categoría “Estado sin litoral”, lo mismo de importante es el término “Estado de tránsito”. Mientras el primero es un Estado que no tiene costa marítima, el de tránsito es un Estado “situado entre un Estado sin litoral y el mar, a través de cuyo territorio pase el tráfico en tránsito”.

Si bien en la primera parte del artículo 125 de la Convemar se establece que “los Estados sin litoral gozarán de libertad de tránsito a través del territorio de los Estados de tránsito por todos los medios de transporte”, en la segunda parte se determina que “las condiciones y modalidades para el ejercicio de la libertad de tránsito serán convenidas entre los Estados sin litoral y los Estado de tránsito”; aún más, en el tercer segmento del mismo artículo los Estados de tránsito pueden condicionar dicho derecho: “Los Estados de tránsito, en ejercicio de su plena soberanía sobre su territorio, tendrán derecho a tomar todas las medidas necesarias para asegurar que los derechos y facilidades estipulados para los Estados sin litoral no lesionen en forma alguna sus intereses legítimos”.

Los “Estados ribereños” más prácticos para Bolivia son Perú y Chile. Perú no suscribió la Convemar, aunque para el excanciller Armando Loayza esto no impidió que establezca facilidades para Bolivia mediante específicos tratados bilaterales. En todo caso, el país ribereño por excelencia hacia el Pacífico es Chile.     

La Convemar también considera los derechos de los países sin litoral en el artículo 69, sobre el “Derecho de los Estados sin litoral”. En esta parte, se determina que los Estados sin costa puedan acceder a la explotación económica en el mar territorial de “su” Estado ribereño: Los sin litoral “tendrán derecho a participar, sobre una base equitativa, en la explotación de una parte apropiada del excedente de recursos vivos de las zonas económicas exclusivas de los Estados ribereños de la misma subregión o región (…)”.

Aunque esa explotación económica (pesca) en las aguas exclusivas del país ribereño adjunto al Estado sin litoral, está sujeta a “la necesidad de evitar efectos perjudiciales para las comunidades pesqueras o las industrias pesqueras del Estado ribereño”.