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El ‘libre tránsito’ no deja de ser una falacia

Por los datos que ofrecen quienes de cotidiano viven el transporte de mercadería boliviana y hacia Bolivia a través de territorio chileno, se puede afirmar que es por lo menos dudoso dicho “libre tránsito”; es más, por las acciones administrativas y operativas de control del comercio en el país vecino, se podría hablar hasta de hostigamiento; es lo que se concluye del testimonio del presidente de la Cámara Nacional de Exportadores de Bolivia (Caneb), Guillermo Pou Munt.

El comercio exportador e importador de Bolivia a través de Chile enfrenta tres obstáculos, destaca Pou Munt: uno, todas las verificaciones y controles que efectúa la Aduana de Chile sobre la carga boliviana, pese a que es carga que está en tránsito al puerto y que, en rigor, no tiene nada que ver con Chile. Así, señala el empresario, “no debería estar sujeta ni a formularios, ni a controles, ni a registros de verificación, más que simplemente se anote el camión que entra y el camión que sale. Aduana es el punto realmente complejo que se dedica a establecer una serie de requisitos y cosas, sabiendo que eso tiene consecuencias en los tiempos de tránsito y genera demoras en los camiones”, reclama.

En El Libro del Mar publicado por el Gobierno se lee: “La autonomía boliviana en estos puertos (los chilenos) se ve constantemente limitada debido a que las autoridades intervienen la carga boliviana con controles discrecionales, escaneos y aforos de acuerdo con sus criterios y a su conveniencia. Los costos de esta intervención chilena recaen sobre los exportadores e importadores bolivianos. Se cobra por cada contenedor examinado entre 125 y 800 dólares”.

El segundo gran problema, continúa Pou Munt, es el puerto mismo (Arica). El puerto ya ha quedado pequeño y no tiene suficiente maquinaria ni equipo para movilizar la carga, además que falta espacio, señala el exportador. “Además, la autoridad de narcóticos chilena aplica una serie de controles a la mercadería boliviana, pese a que está en tránsito por Chile; no hay mercadería que se vaya a quedar en ese país”.

Al respecto, para El Libro del Mar a la fecha existe un monopolio del servicio portuario: “Chile otorga de forma exclusiva las operaciones de porteo en los puertos de Arica y Antofagasta a las empresas concesionarias privadas, de esta manera el Estado boliviano se ve impedido de escoger a otros operadores que le ofrezcan tarifas y condiciones más convenientes al verse obligado a utilizar los servicios de un operador monopólico”.

AISLAMIENTO. El Estado chileno, además, denuncia el Gobierno, hace tiempo pretende “eliminar la presencia de Bolivia en sus puertos, relocalizando las oficinas de la aduana boliviana a recintos extraportuarios”, como Portezuelo (ubicado a 30 kilómetros de Antofagasta), y Alto Hospicio (a 13,5 kilómetros de Iquique). 

Y el tercer obstáculo que destaca Pou Mont es ya el tema de las carreteras y de las normas de tránsito. “Es cierto que cada país tiene su propia norma de tránsito y eso se tiene que respetar; sin embargo, primero, pese a que la carga boliviana prácticamente es la razón de ser del puerto de Arica, la carretera (hacia Bolivia) es un desastre, terriblemente angosta, en pésimas condiciones”. A esto se suman, añade, algunas normas de tránsito “absurdas”, como prohibir dar la vuelta en una carretera “donde no hay espacios para dar la vuelta”.

También se establecieron una serie de restricciones para que los camiones bolivianos puedan circular por Chile, “pese a que son tránsitos muy específicos de Bolivia a Arica, no son camiones que están ingresando a circular por Chile”, explica el empresario.

Estos factores confluyen a generar barreras al libre tránsito; “en realidad, no hay libre tránsito, es un tránsito condicionado, burocrático, sujeto a revisiones en Chile, pese a que la carga boliviana, que no está destinada a Chile, no debería ser objeto de esos controles ni estar sujeta a estas demoras”, afirma el exportador.

Para entender la dimensión del problema de que se habla, Pou Mont informa que por los puertos chilenos pasa casi un millón de toneladas de mercadería boliviana al año. “Alrededor de 250 camiones diarios de exportación van hacia el puerto de Arica”, asegura.

Para ilustrar lo pesado de la burocracia en el tránsito hacia los puertos, cuenta el empresario, “de último, la Aduana de Chile se inventó un formulario que el camionero boliviano tiene que llenar en el lado boliviano para ingresar al lado chileno; un formulario en que especifique qué carga está llevando. Si el formulario está mal llenado, el camionero boliviano tiene que volver al lado boliviano para buscar otro formulario”.

Con respecto a posibles, y sobre todo viables soluciones, el presidente de los exportadores nacionales propone que, “para empezar, de entrada tienen que eliminarse todos los controles extraordinarios sobre el tránsito de la carga boliviana, desde la frontera hasta el puerto chileno. Porque ni la Aduana chilena, ni narcóticos, ni nadie deberían actuar generando trámites que en la práctica impiden el libre tránsito de nuestra carga”.

La segunda medida es que en los puertos chilenos se tiene que invertir, para que pueda servir a la carga boliviana, tomando en cuenta el mayor crecimiento que hubo en los últimos años. Finalmente, en tercer orden, “Chile, en vez de estar jugando con ferrocarriles que sabe que no sirven (el ferrocarril Arica-La Paz, que por lo demás está paralizado), debería mejorar la carretera.

La reforma del sistema portuario “sería una muestra de buena voluntad de parte de Chile hacia el libre tránsito que pregona, un acuerdo que dice que quiere cumplir. En el lado de Bolivia, la mejor circunstancia es tener un acceso soberano al mar en alguna parte de la costa”, anota el empresario.