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Una mirada a Bolivia, Chile y Perú ante el fin del mundo

Joaquín Sabina escribió La del pirata cojo para ponerse en el ropaje de otras gentes. Al escuchar esta canción emerge, en este texto, un mundo más apocalíptico que posiblemente ya es visualizado en las pesadillas de los expertos. Además, sale gratis soñar.

Pongamos que han transcurrido 80 años desde el día que comenzó el ambicioso, pero retrasado, proyecto de unir el Atlántico con el Pacífico a través de un ferrocarril. Estados Unidos y Europa se habían integrado así en el lejano siglo XIX. América del Sur respira integración plena con al menos siete líneas de tren que surcan la geografía continental; la región respira bonanza, alimentada por sus recursos naturales y el florecimiento de una nueva industria limpia a partir de las ingentes reservas de litio que existen en el salar de Uyuni. El clima ha cambiado en favor del Altiplano que hoy es un productivo vergel; no ocurre lo mismo en Europa y el resto del hemisferio norte, donde los mares han triunfado sobre las tierras bajas al influjo de la desaparición de los hielos del Ártico.

En el sur, el siempre agitado Pacífico ha sido finalmente el motor de la integración de Bolivia, Chile y Perú. Muchos analistas atribuyen el milagro al apogeo de la explotación e industrialización del litio. Hay cadenas productivas de artefactos electrónicos que se producen en cadena entre los tres países y que son animadas por empresas que se habían formado a inicios del siglo XXI en China, uno de las potencias que ha recibido el mayor impacto de la crisis energética que devino del agotamiento de las reservas de petróleo y gas natural.

En seis años más, la humanidad celebrará el ingreso al siglo XXII y los ingresos de Bolivia ascenderán a 3,8 trillones de dólares (nomenclatura en inglés) por año solo por la explotación del carbonato de litio. Los expertos creen que las reservas de este elemento alcanzan para unos 300 años más y no existe un sustituto.

Han pasado 80 años desde 2014 y los historiadores recuerdan que la cantidad de los recursos naturales que posee Bolivia han tensionado, en muchos casos, las relaciones con sus vecinos, tal como ocurrió con la crisis de octubre de 2003 a raíz de las reservas de gas natural que luego ayudaron al país a saltar a la era de la petroquímica. Hubo tensiones con el litio, pero la diplomacia supo resolverlas y se ratificó la vieja declaración de la Unasur que considera que ésta es una región de paz. Termina la canción, pero podría ser el legado de nuestra generación.