Sacha Llorenti: G77: Santa Cruz fijó la ‘hoja de ruta’ de los países en desarrollo
Tarea central del G77 en 2015 será coordinar debates, encuentros y posiciones respecto a la reunión contra el calentamiento global que tendrá lugar en París (Francia) en diciembre de 2015. En esto, previamente Bolivia organizará un encuentro de organizaciones sociales.
El país asumió la presidencia del G77+China en un momento clave: cuando en la Organización de Naciones Unidas (ONU) se debate la nueva agenda global de desarrollo y cuando se termina de definir los acuerdos internacionales sobre el cambio climático, específicamente acerca de la forma de contrarrestar las consecuencias del efecto invernadero. El representante permanente y embajador de Bolivia en las Naciones Unidas, Sacha Llorenti, evalúa la labor del grupo bajo la presidencia boliviana durante 2014.
Llorenti, que ya se encuentra en Nueva York (Estados Unidos), sede de la ONU, respondió por escrito a las interrogantes de Animal Político. Una de las mayores certezas del embajador y del Gobierno es la decisiva importancia que en la historia reciente del grupo tiene la Declaración de Santa Cruz. Se trata de un documento firmado después de nueve años de la última reunión del G77 en 2005 y, para la autoridad diplomática, hoy es una auténtica “hoja de ruta” para los países en desarrollo frente a las diversas cuestiones regionales y globales que deben encarar.
— ¿Cuáles fueron las principales tareas que Bolivia asumió al recibir la presidencia del G77+China?
— Es importante reiterar que el G77 es el Grupo de Estados más grande de la Organización de Naciones Unidas (ONU). Si bien cuando se fundó contaba con 77 miembros, ahora tiene 134. Esto significa más de dos tercios de la membresía de la ONU. En este contexto, la presidencia del G77 implica la conducción de ese bloque de países al interior de la ONU. Bolivia representó a 134 países, coordinó sus posiciones, negoció a nombre de ellos. Aproximadamente, 60 resoluciones de la ONU fueron presentadas por Bolivia a nombre del grupo y fueron negociadas con el resto de la membresía bajo la conducción de Bolivia. Todo esto expresa la confianza de los países del Sur en el liderazgo y capacidad de Bolivia para representarlos en los más importantes foros de la diplomacia multilateral.
— ¿En qué coyuntura del G77 asumió Bolivia su presidencia?
— Bolivia también asumió la presidencia del grupo en 1990; sin embargo, era otro el momento y la coyuntura histórica. Durante ese tiempo, el Muro de Berlín había caído y se desmoronaba inexorablemente el bloque de la Unión Soviética. Entonces, el paradigma del neoliberalismo se había impuesto y con ello las posibilidades de consolidar una alternativa desde el Sur eran casi imposibles. En 2014, la coyuntura es distinta: existe un renacimiento del Sur, se logró desmantelar el discurso y la práctica neoliberales y se van consolidando nuevos paradigmas de desarrollo. Bolivia asumió la presidencia del G77 en un momento clave, en medio del debate de la nueva agenda de desarrollo del sistema de Naciones Unidas y de las negociaciones sobre Cambio Climático. En esa dinámica, el liderazgo del presidente Evo Morales logró, no cabe duda, relanzar y darle una dimensión protagónica al G77.
— ¿Qué aspectos centrales destaca de la Declaración de Santa Cruz? ¿Tendrá un especial significado en la historia reciente del grupo?
— La anterior cumbre de Jefas y Jefes de Estado del G77 fue en 2005 y la que tenía que celebrarse en 2010 fue cancelada. Gracias a la decisión de Bolivia se pudo realizar la cumbre de Santa Cruz, que permitió posicionar al grupo en temas centrales del debate internacional. La Declaración de Santa Cruz es el documento más importante del G77 y se ha convertido en la hoja de ruta de sus posiciones. Esa declaración no es un documento de “papel mojado”; por el contrario, gracias a la dimensión de los temas que abarca, el G77 ha podido tomar posiciones muy claras sobre varios temas. Por ejemplo: el necesario cambio de los patrones de consumo y producción; el reconocimiento del paradigma del Vivir Bien con un desarrollo integral encaminado a alcanzar las necesidades materiales, culturales y espirituales de las sociedades en el contexto de armonía con la naturaleza; la reafirmación del derecho de los pueblos y de las naciones a la soberanía permanente sobre sus riquezas y recursos naturales; una posición muy clara en contra del bloqueo de los Estados Unidos contra Cuba; un fuerte rechazo a las listas y certificaciones unilaterales contra los países en desarrollo. Debemos resaltar que estableció la línea para los países del Sur frente a la negociación de la Agenda post 2015.
— ¿Cómo ve y qué hizo el G77 con relación a la deuda de los países en desarrollo, a propósito de los recientes “fondos buitre”?
— La ilegítima arremetida de los “fondos buitre” contra Argentina provocó una profunda reflexión en el grupo sobre la urgente democratización de las instituciones financieras internacionales y sobre las consecuencias de las crisis de la deuda, que suelen ser costosas y perturbadoras sobre todo para los países en desarrollo. Es así que el G77 se pronunció con mucha claridad en la Declaración de Santa Cruz señalando: “La importancia de no permitir que los ‘fondos buitre’ paralicen las actividades de reestructuración de la deuda de los países en desarrollo ni priven a los Estados de su derecho a proteger a su pueblo conforme al derecho internacional”.
Muchos países desarrollados se opusieron a tratar este tema en la Asamblea General de la ONU y preferían hacerlo en el Fondo Monetario Internacional (FMI). Esa posición resulta ser antidemocrática, debido a que en la Asamblea General cada país está en igualdad de condiciones con respecto a cualquier otro, cada Estado tiene un voto; esto no sucede en el FMI. Pese a eso, el G77 se mantuvo firme y planteó un proyecto de resolución para el establecimiento de un marco jurídico multilateral para los procesos de reestructuración de la deuda soberana. Esta histórica resolución no solo ataca las raíces del problema de la deuda, sino que revitaliza la labor de la Asamblea General. Los países del Sur hicieron prevalecer sus intereses más allá de las presiones.
— En conflictos de larga data, como la cuestión palestina, ¿qué pudo hacer el grupo?
— Durante 2014, el G77 tuvo una posición clara de fuerte condena a las acciones de Israel contra el pueblo palestino. Tanto las agresiones militares contra civiles, instalaciones de Naciones Unidas, hospitales, infraestructura de educación y de suministro de energía y agua, como en la exigencia del retiro de Israel de los territorios palestinos ocupados. El grupo promovió por primera vez una resolución acerca de la soberanía de Palestina sobre sus recursos naturales, así como de la condena a la violación de los derechos humanos económicos, sociales y culturales por parte de Israel contra Palestina.
— ¿En 2014 cómo encaró el grupo el tema del cambio climático y las cumbres que hubo al respecto?
— El presidente Evo Morales jugó un rol protagónico representando al G77 y China tanto en la Cumbre sobre Cambio Climático, que se desa- rrolló en Nueva York en septiembre de 2014, como en la COP de Lima. En ambos casos, la posición del grupo se manifestó en torno a la necesidad de establecer la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático con una visión de solidaridad, cooperación, justicia y equidad. El Presidente hizo hincapié en que la Convención debe respetar principios tales como el de las Responsabilidades comunes pero diferenciadas, y que el nuevo acuerdo debe incluir elementos como la adaptación, la provisión de financiamiento y de tecnología. Las voces de Bolivia y del G77 fueron, sin duda, las más claras sobre los desafíos que tiene la humanidad en relación con el cambio climático.
— ¿Qué incidencia tendrá la cumbre de movimientos sociales (en Bolivia, en 2015) sobre el cambio climático?
— La convocatoria hecha por el presidente Morales no solo es oportuna sino que imprescindible. Los debates que deben concluir en París (Francia) a finales de 2015 marcarán los límites y alcances de la acción global para enfrentar los efectos del cambio climático. Sin duda, el G77 tendrá un rol importante en esta cumbre de movimientos sociales, sobre todo teniendo en mente que los países en desarrollo siguen siendo los que más sufren los efectos del cambio climático, a través de desastres naturales.
— Según la experiencia boliviana de la presidencia del G77+China, ¿qué fortalezas y qué debilidades ve en el grupo?
— La gran fortaleza del grupo radica en que se basa en los principios de unidad, complementariedad, cooperación y solidaridad. Por eso puede avanzar y se convierte en un gran contrapeso al intento de imposición de algunos países desarrollados. Probablemente, la desventaja radica en que, dada la diversidad geográfica, política, cultural e ideológica, los consensos son difíciles de alcanzar. Sin embargo, lo logrado con la Declaración de Santa Cruz y lo avanzado en otros temas permite al grupo dar pasos concretos en los próximos años. Bolivia plantea, entre otras iniciativas, la creación de un Instituto para la Descolonización y la Integración Sur-Sur, con el propósito de efectuar estudios interdisciplinarios sobre el colonialismo y sus efectos en el desarrollo de los pueblos, sobre potenciales escenarios de integración y complementariedad económica y social entre los pueblos del sur, así como la apertura de espacios institucionales que fomenten el conocimiento e intercambio de experiencias entre nuestros pueblos.
— ¿La enseñanza para el país?
— Para el país ha sido una experiencia extraordinaria, no solo por haber sido sede de la cumbre, por la relevancia internacional que adquiere, sino también porque ha sido una importante escuela para nuestros diplomáticos. Este logro solo puede entenderse gracias al liderazgo del presidente Evo Morales y del trabajo del canciller David Choquehuanca.
Perfil
Nombre: Sacha Sergio Llorenti Soliz
Nació: 13 de marzo de 1972
Cargo: Representante y embajador de Bolivia en la ONU
Datos
Llorenti fue activista de Derechos Humanos; en el gobierno de Evo Morales fue viceministro de Coordinación con los Movimientos Sociales y ministro de Gobierno; renunció a este último cargo días después de la represión a indígenas del Territorio Indígena Parque Nacional Isiboro Sécure (TIPNIS), en septiembre de 2011.