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Beni y sus (her) ‘mozos’ matices electorales

Diez mozos nomás manejan todo. Así definió Julia A., la administración local del Beni y su capital Trinidad un día antes de los comicios subnacionales del pasado 29 de marzo. Es el sentimiento oculto de muchos benianokollas que se filtra entre los humedales de esa tierra tropical polarizada por dos bandos: los azules y los verdes, aunque también existen los rosados.

Julia es una paceña que reside en Trinidad hace más de 20 años. Sus retinas han sido testigo del paso recurrente de las mismas autoridades —los mozos— en cargos jerárquicos del gobierno local.

Aún así, confía en la democracia aunque no se la ve entusiasmada para ejercer su derecho a elegir a sus autoridades. Al final, señala, su voto no cuenta para nada. “Entre ellos nomás se reparten los cargos”, dice.

La realidad beniana es particular. Allá el apellido “Suárez” es el pan de cada día; se acostumbra dar “tolerancia” hasta las 07.00 al auto de buen gobierno el día de los comicios. Hasta las 09.00 los electores pueden transportarse a los recintos electorales sin problemas y si uno pide un reporte al Tránsito a esa hora, “todo está sin novedad”.

Las normas se cumplen, claro está, de eso no existen dudas, por lo menos las electorales. Las mesas de sufragio laboran ocho horas, el horario que establece la ley. “¡Ay de aquel que se pase un solo minuto!”, para eso están las excusas.

Es raro. En otras capitales los trámites de excusas de electores que no sufragaron se realizan un día después de los comicios, puesto que solo “los ciudadanos en tránsito” a otras regiones pueden hacerlo el mismo día. “Han cerrado mi mesa; si vas después de las tres, ya no hay dónde votar. Todas las veces pasa lo mismo”, afirma Lucy mientras hace la fila para recabar una constancia de “no sufragio”. Eso explica el reporte preliminar de los medios de comunicación locales: de unos 230 habilitados, solo 190 votaron. Ese es el común.

La realidad beniana definitivamente es particular. Al iniciar la jornada, la primera autoridad electoral, soslayando la confianza en sus funcionarios, encomendó al divino Creador el desarrollo de los comicios. Seguro la Semana Santa respaldó este exhorto. No importa, todo se soluciona. Sino, pregúntenle al mototaxista que se abastece de gasolina en una esquina. “¡Botella de dos litros y listo, así nomás es aquí!”, mientras los “mozos” estén vigentes.