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Soledad es la mujer menos sola de El Alto

La Sole tiene una camioneta de esas que en mi vida podré comprar. Es un coche costoso y todoterreno que le ha servido en su campaña política y que, debo confesarlo, ha sido mi envidia. Tuve la suerte de conocer a la Sole (demás está decir que hablamos de Soledad Chapetón, la próxima alcaldesa alteña) durante un extenso reportaje del Animal Electoral, cuando la treinteañera mujer optaba por una curul para Unidad Demócrata (UD).

 Entonces no quería saber de postularse a la Alcaldía porque estaba segura de lograr aquella senaduría, que después fue a parar al Movimiento Al Socialismo (MAS). Fue, ni duda cabe, un golpe bajo para ella.

Pero su derrota se convirtió en un triunfo y nada más y nada menos que ganándole al MAS en su propia cancha. Recuperando una frase de Martín Fierro: “Yo soy toro en mi rodeo y torazo en rodeo ajeno”. Y la Sole ha destrozado, corneado y ha dejado en estado semiinconsciente al MAS… allí donde antes era su feudo.

Lo mejor de la Sole es que vive entre sombras y luces, es más humana de lo que parece. No es una fanática capaz de mover a las huestes para colgar al presidente Morales, ni un ícono en contra del machismo o cosas así.

Es —opino desde mis charlas con ella en una jornada de al menos diez horas— una mujer todoterreno, de ésas que son capaces de pintarse los labios dentro de un vehículo en movimiento o de comer en un mercado sin hacer ninguna mueca de desagrado. Es también, creo, sencilla por la cuna de donde viene.

Sin embargo, se ha convertido en una piedra tamaño dedo gordo en el pie del Gobierno, que ha anunciado, sin ningún rubor en el rostro, que no trabajará con ella.

Eso es no saber perder. Eso es igual a llevarme la pelota porque me han hecho una jugada magistral. Eso no es de caballeros, pues. Peor aún son las amenazas que le han llovido a la Sole. Incluso durante la campaña política le han sacado trapitos al sol de la forma más ruin.

Aclaro que no hubiera votado por la Sole. Lo único que me gusta de ella es ese automóvil costoso en el que va a todos lados. Pero eso no importa, lo que debe interesar es que ella no está sola. Al menos uno de cada dos alteños la eligió y eso hay que respetarlo.