Wednesday 2 Oct 2024 | Actualizado a 20:48 PM

Agricultura familiar y de ‘subsistencia’: ficción y realidad

‘La marginalización de la agricultura campesina e indígena’, libro de la Fundación Tierra, se sustenta en una ficción sobre la marginalización de la agricultura campesina e indígena con base en datos y análisis parciales.

/ 31 de mayo de 2015 / 04:02

La agricultura familiar, comunitaria, campesina, indígena, de pequeños productores es y ha sido objeto de análisis sociológicos y económicos, aunque lo que más se discute es su aporte a la seguridad alimentaria.

La FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, por sus siglas en inglés) destaca que Argentina, Brasil, Nicaragua, Bolivia, Ecuador, Guatemala y El Salvador han superado la retórica y puesto en práctica políticas importantes de promoción de la agricultura familiar. (“Una mirada integral a las políticas públicas de agricultura familiar, seguridad alimentaria, nutrición y salud pública en las Américas: Acercando agendas de trabajo en las Naciones Unidas”. FAO, 2014)

El Centro de Investigación y Promoción del Campesinado (Cipca)   sostiene que 81% de los ingresos de las unidades productivas campesinas indígenas en Bolivia proviene de las actividades agropecuarias, agricultura, ganadería, silvicultura, pesca, caza y forestal; el 19% restante se divide en 9% de ingresos provenientes de la venta de fuerza de trabajo y 10% de otros ingresos, mostrando así la importancia de la actividad agropecuaria en la vida de las poblaciones rurales.

Parte de estos análisis cuestionan también el estancamiento del crecimiento de la población rural y los procesos de migración, dejando a las áreas rurales en un supuesto abandono y con grave riesgo para la función productiva de campesinos e indígenas.

La investigación realizada por la Fundación Tierra (FT), publicada en el libro La marginalización de la agricultura campesina e indígena (Gonzalo Colque, Miguel Urioste, José Luis Eyzaguirre, marzo 2015), habla del éxodo de los campesinos hacia las ciudades y de su integración en otras actividades económicas por falta de apoyo estatal, lo que estaría permitiendo que la agroindustria y las importaciones sustituyan el aporte que hacían a la seguridad alimentaria. Estas dramáticas aseveraciones proponen que los pequeños productores campesinos e indígenas estarían desapareciendo porque la actividad agropecuaria ya no es rentable o porque los modelos de producción agroindustrial los habrían absorbido.

A fin de corroborar la situación descrita por la FT, me puse a buscar información que dé cuenta de la situación de la pequeña producción familiar, campesina e indígena en Bolivia. He aquí algunos resultados interesantes:

Primero, sobre la pobreza rural, la publicación citada sostiene que para 2001 el 84,1% de la población rural estaba en situación de pobreza y que para 2012 este porcentaje se redujo apenas al 71,5%. Según datos del INE, el dato del 84% corresponde a 1999, y el último año del que se tiene información es 2011 con un 61,35% de población rural en situación de pobreza. Como se puede apreciar, la FT sube los niveles de pobreza en más de 10%, este “error” llama la atención ya que en su contextualización, el documento induce a conclusiones exageradas.

Segundo, sobre la marginalización de la agricultura campesina e indígena, la FT expresa que la superficie cultivada por los agricultores de subsistencia estaría en un promedio de 1,5 hectáreas (ha) cultivadas. Esta clasificación resulta arbitraria ya que no se indica, por ejemplo, que una unidad productiva con las características descritas puede tener diferentes niveles de ingreso, dependiendo de su ubicación y del producto cultivado, entre otras variables.

Como ejemplo del crecimiento de la superficie cultivada en el altiplano y valles con productos que provienen de la agricultura familiar, según el INE, los cultivos de tubérculos y hortalizas han subido de 177.123 ha a 240.340 ha desde 1990 hasta 2012 en La Paz, Oruro, Potosí, Chuquisaca y Cochabamba, es decir en un 36%. Este crecimiento también se registra en otros cultivos de la agricultura familiar.

Esto se puede evaluar también a través de la transformación de la estructura de la tenencia de la tierra. De acuerdo con el INRA (Cumbre Agropecuaria, Santa Cruz, abril 2015), los campesinos, interculturales y los Territorios Indígena Originario Campesinos cuentan hoy con mayor superficie de tierras (ver gráfico) con relación a cuatro décadas atrás y las grandes y medianas empresas han pasado del 68% al 9% de tierra en propiedad (39,2 millones de ha en 1992 a 6,7 en 2015).

Tercero, sobre si es cierto que los agricultores familiares y “de subsistencia” han disminuido su aporte a la producción de alimentos, como sostiene la FT, acudiremos primero a un estudio de Cipca de 2014, que señala que en Bolivia hay 775.000 Unidades Productivas Agropecuarias (UPA), el 94% representadas por productores indígena originario campesinos, que contribuyen con 36,8% a la demanda interna de alimentos, cuando el sector productivo empresarial y semiempresarial lo hace con 44%, y la importación cubre el restante 19,2%.

Estos datos muestran una correlación con una publicación del periódico La Prensa de junio de 2014, en la que la FAO sostiene que la agricultura familiar en Bolivia aporta con 70% de la producción de arroz, 45% de la producción de hortalizas, 70% de maíz, 40% de leche, y casi 100% de papa y yuca. El análisis que hace la FT (página 102 del citado texto) es muy superficial cuando señala, por ejemplo, que los alimentos que se producen en Santa Cruz están siendo apropiados por la agroempresa, ya que en el caso del arroz, aunque la producción se dé en Santa Cruz, los productores son agricultores familiares.

De la misma manera, sobre el concepto de “agricultura de subsistencia”, que el texto asocia a la agricultura de autoconsumo, es necesario precisar que la pequeña agricultura y la producción familiar del altiplano y valles se caracterizaron siempre por intercambios realizados por productores de diversos pisos ecológicos, aún en épocas precoloniales, intercambios que hoy se materializan mediante transacciones mercantiles, sin que esto signifique sumisión al capitalismo o al mercado.

Cuarto, sobre si los pequeños productores campesinos e indígenas fueron excluidos o marginalizados de las políticas de fomento del desarrollo agropecuario en Bolivia, veremos cifras extractadas de documentos oficiales e investigaciones independientes que muestran la relevancia que tienen en la política pública los programas de apoyo a la pequeña producción y la inversión en sistemas de riego.

El documento “Informe técnico de gestión 2014”, publicado por el Ministerio de Desarrollo Rural y Tierras muestra algunos resultados sobre los programas de apoyo a la agricultura campesina, indígena y familiar. (Ver el detalle en el Cuadro 1)

El informe de Rendición de Cuentas del Viceministerio de Recursos Hídricos y Cuencas muestra que la cobertura en riego en Bolivia entre 2000 y 2005 alcanzaba apenas a 15.374 familias, y entre 2006 y 2014 benefició a 101.806 familias, con un crecimiento de la cobertura de más del 600%. El Cuadro 2 muestra la inversión y cobertura del Proyecto Mi Riego (creado en 2011) entre las gestiones 2011-2014.

De acuerdo con el Inventario Nacional de Sistemas de Riego presentado en 2013 por el Ministerio de Medio Ambiente y Agua (todos los sistemas de riego de proyectos rurales, incluyendo a Mi Riego), en el país existen 5.669 sistemas que benefician a 283.000 familias y alcanzan 303.000 ha en Chuquisaca, Cochabamba, La Paz, Oruro, Potosí, Santa Cruz y Tarija.

Los programas Mi Agua I, II y III también aportan al desarrollo de sistemas de riego rurales: 43.036 ha con riego entre 2011 y 2014, con una inversión de poco más de 1.627 millones de bolivianos. Respecto a la cobertura del Seguro Agrario (creado en 2011), proporcionada por el Instituto del Seguro Agrario (Insa), hasta 2014 ésta ha alcanzado a 106.053 familias beneficiadas, habiendo hecho efectivo el pago de indemnizaciones a 23.425 familias. Este seguro cubre hasta 1 ha de cultivos: se destina a pequeños productores, familiares.

Quinto, sobre la conclusión de que el campesinado está desapareciendo: ésta no condice con los datos del INE (cartilla “Un pincelazo a las estadísticas”) a 2012: pese a que la mayor parte de la población está radicada en el área urbana, el mayor porcentaje del empleo corresponde a la Agricultura, Ganadería, Caza, Pesca y Silvicultura, que ocupan a un 26,6% de las mujeres y 31,2% de los hombres.

Con relación a los flujos migratorios de las poblaciones rurales, Armando Bartra, sociólogo y economista mexicano, sostuvo en una entrevista realizada por La Razón (Animal Político del 17 de mayo) que el concepto de campesino no es excluyente de las poblaciones urbanas, pese a la disminución de estas poblaciones por las políticas de mercado, éstas han logrado establecerse en las ciudades sin perder su identidad y paradigmas y siguen siendo un aporte importante a la seguridad alimentaria.

Un análisis técnico de esta temática no puede dejar de lado que la falta de diversificación de la producción y la sustitución de cultivos tradicionales por otros destinados al mercado externo o agroindustrial son fenómenos que atingen a todos los productores y que se reflejan a nivel mundial.

Como conclusión, el libro sobre La marginalización de la agricultura campesina e indígena presentado por la FT se sustenta en una ficción sobre la marginalización de la agricultura campesina e indígena en base a datos y análisis que, como se ha visto, son parciales. Sin embargo, aporta recomendaciones todavía válidas, especialmente sobre las políticas complementarias para que los pequeños productores y los medianos y empresarios agroindustriales diversifiquen la producción y tengan un rol cada vez más importante en el aporte a la seguridad y soberanía alimentaria.

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Marchas, disputas y desconexiones

La socióloga Marité Zegada y el politólogo Carlos Saavedra analizan la pugna al interior del MAS y la situación de las oposiciones en la coyuntura.

/ 28 de septiembre de 2024 / 21:14

La reciente marcha del sector evista del Movimiento al Socialismo (MAS) que llegó a La Paz el pasado 23 de septiembre ha dejado un panorama complejo en la política boliviana, especialmente en la disputa interna del partido gobernante. Según los análisis del politólogo Carlos Saavedra y la socióloga Marité Zegada, esta movilización, lejos de resolver las tensiones entre las facciones evista y arcista, ha profundizado el desgaste del MAS como fuerza política, sin que ninguna de las partes logre imponerse de manera clara y definitiva.

Saavedra señala que el MAS atraviesa una etapa crítica, vaciado de contenido y sin un proyecto político a futuro. Las diferencias entre las facciones del partido, explica, no son ideológicas, sino que giran en torno a la disputa por el control del poder. Por su parte, Zegada observa que, aunque la facción arcista tiene la ventaja de controlar el aparato estatal, enfrenta el desafío de una situación económica complicada, mientras que los evistas no han logrado capitalizar sus demandas.

Ambos analistas coinciden en que la marcha ha puesto de relieve las profundas divisiones internas del MAS y la falta de una visión unificada. Esto, junto con la ausencia de una propuesta de renovación o actualización del proyecto político, genera un panorama incierto para el futuro del partido y del sistema político en Bolivia, que enfrenta además urgencias económicas y sociales que requieren atención inmediata.

Marcha y resultados

«Creo que está en un momento caminando hacia la nada en términos políticos porque el MAS está vaciado de contenido, vaciado de horizonte de futuro», afirma Saavedra. Esta falta de visión a largo plazo se refleja en una disputa que, según el analista, se centra meramente en el poder, sin diferencias ideológicas sustanciales entre las facciones.

«Esta pelea termina mostrando al final la peor parte de una disputa que es por mero poder. No se están disputando horizontes de sentido diferentes entre una u otra facción. Están disputando quiénes son candidatos, quiénes asumen espacios de poder», explica Saavedra. Esta situación contrasta con el pasado del MAS, cuando el partido lideraba transformaciones profundas en el orden simbólico, político e histórico del país.

Por su parte, Marité Zegada coincide en que la marcha ha evidenciado las profundas divisiones dentro del MAS, sin que ninguna de las facciones logre una victoria contundente. «En esta pulseta política entre liderazgos, no solo están involucrados los líderes, sino también dirigencias políticas e incluso organizaciones sociales», señala Zegada. La analista destaca que el arcismo, al estar instalado en el poder, tiene la ventaja del manejo del recurso estatal y sus instituciones, pero enfrenta el desafío de la crítica situación económica del país.

Desgaste

Zegada observa que la marcha evista comenzó con un discurso maximalista, exigiendo la renuncia de Arce y el adelanto de elecciones, pero con el tiempo este discurso fue menguando. «Se dieron cuenta de que, si no tomaban una bandera que legitimara ese discurso, como pedir que se arregle la carencia de combustibles, la escasez de dólares, el aumento de la canasta familiar, temas que son en este momento una urgencia social nacional, no tendrían éxito», explica.

Ambos expertos coinciden en que la marcha y sus resultados han puesto de manifiesto el desgaste del MAS como opción política. Saavedra señala que «el bloque nacional popular se ve debilitado porque no ha sido capaz de construir una promesa del Estado plurinacional 2.0, que incorpore un nuevo momento de la política, que lea las nuevas causas, que interprete a las nuevas generaciones».

Zegada, por su lado, advierte que este desgaste podría tener consecuencias electorales significativas. «Si pensamos que el MAS tiene ese porcentaje de adhesión dura todavía, porque creo que, en el fondo, a pesar de tanto desgaste, ese bloque, ese sector social que apostaría por una salida nacional popular, como lo que el MAS ha significado desde inicio de este siglo, no se ha terminado de desgastar», explica. Sin embargo, la división interna del partido podría reducir sus posibilidades electorales, especialmente considerando el sistema de segunda vuelta en Bolivia, advierte.

Porvenir

En cuanto al futuro del MAS y la resolución de esta disputa interna, los analistas ven un panorama incierto. Saavedra identifica tres liderazgos principales en el MAS: Evo Morales, Luis Arce y Andrónico Rodríguez. Señala que dos de estos líderes han mostrado apertura al diálogo, mientras que Morales parece mantenerse firme en su posición. «De los tres liderazgos, siento que en dos hay posibilidades de generar escenarios políticos que construyan consensos al interior del MAS. Pero, para ser franco, veo a Evo absolutamente enfrascado con que, si no es él, no es nadie», asevera Saavedra.

Zegada, por su parte, plantea varias posibilidades para el futuro del MAS, incluyendo una posible rearticulación del partido o incluso una articulación de una fracción del MAS con alguna opción opositora. Sin embargo, destaca que lo más deseable desde el punto de vista institucional sería que el presidente Arce complete su mandato, manteniendo la estabilidad institucional que tanto ha costado sostener en Bolivia.

Así, la marcha evista, lejos de resolver la disputa interna del MAS, parece haber profundizado el desgaste del partido y evidenciado la falta de un proyecto político claro para el futuro de Bolivia. Tanto Saavedra como Zegada coinciden en que este escenario plantea desafíos significativos no solo para el MAS, sino para todo el sistema político boliviano, en un momento en que el país enfrenta urgencias económicas y sociales que requieren atención inmediata.

Oposiciones

Con todo, la marcha del sector evista no solo ha puesto de manifiesto las tensiones internas del partido gobernante, sino que también ha arrojado luz sobre la situación actual de las oposiciones en Bolivia. Según los análisis de Saavedra y Zegada, las fuerzas opositoras se encuentran en una encrucijada, caracterizada por la falta de un proyecto político claro y la persistencia de un discurso principalmente antimasista.

Carlos Saavedra señala que el problema fundamental de las oposiciones en Bolivia es su falta de propuesta y visión de futuro. «Yo planteaba la hipótesis de que hace un tiempo, posiblemente después del 2019, el MAS ha entrado en una etapa de vacío constitutivo y de horizonte de sentido, de horizonte de futuro. Yo creo que la oposición tiene vacío constitutivo y horizonte de futuro desde hace 20 años. Ese es su problema», afirma Saavedra.

Esta ausencia de un proyecto político definido ha llevado a que las oposiciones se mantengan en una posición reactiva, centrándose principalmente en criticar al MAS sin ofrecer una alternativa clara. «El problema es que no tiene proyecto político, proyecto de país. La oposición sobrevive a partir de una función antimasista, pero no basta con el antimasismo, sino que no se ha revelado nunca de manera clara cuál es su proyecto de país en lo cultural, en lo político, en lo económico, en lo social», explica el politólogo.

Antimasismo

Marité Zegada coincide con esta evaluación. «La oposición se ha enfrascado en un discurso o en una lógica solamente antimasista. No voy a decir antievista porque ya el MAS ha sido más amplio que Evo, pero el discurso de las oposiciones, de las muchas que hay, se ha centrado en un discurso antimasista», explica Zegada.

Esta fijación en el antimasismo ha llevado a que las oposiciones no logren conectar con los cambios sociales y económicos que ha experimentado Bolivia en las últimas dos décadas. Zegada señala la emergencia de nuevos sectores sociales que no se sienten representados por las opciones políticas actuales: «No hay un discurso que interpele a esa nueva sociedad boliviana que se ha ido desarrollando en estos últimos años. Tiene componentes novedosos y también una emergencia de una clase social media con otros intereses que no son necesariamente del socialismo del siglo XXI».

Desconexiones

Saavedra advierte sobre los riesgos de esta falta de propuesta por parte de las oposiciones. «Es más, creo que muchas veces en la limitación que se tiene por querer construir alternativas políticas se quiere calcar fórmulas de afuera, se quiere calcar lo que pasó con Milei, se quiere calcar lo que ha pasado en otros lugares, pero al final, si se me permite el término, la oposición no termina de parir un proyecto político alternativo de poder», señala el analista.

Ambos expertos coinciden en que sería un error histórico que las oposiciones plantearan un simple retorno al pasado, ignorando los cambios sociales y políticos que ha experimentado Bolivia en las últimas dos décadas. Zegada afirma: «Creo que sería absolutamente ahistórico plantear un retorno al pasado. No creo que ni Tuto Quiroga ni Doria Medina, que son los líderes más antiguos que están todavía en el escenario de la oposición, puedan volver atrás o invisibilizar todos los logros que se han dado con el MAS».

La analista destaca que hay aspectos del proceso de cambio liderado por el MAS que son irreversibles y que cualquier proyecto político futuro deberá tener en cuenta. «Hay cosas que han avanzado mucho en los últimos años, que quizás la oposición ahora no está valorando adecuadamente y, por lo tanto, no es capaz de interpelar a esta sociedad», explica Zegada.

Representación

Esta desconexión entre las oposiciones y la sociedad boliviana actual ha llevado a un vacío de representación política que, según los analistas, podría ser peligroso. Zegada advierte sobre la posibilidad de que surjan «líderes funcionales» que ocupen ese espacio vacío: «Creo que los que aparecen son los que alguna vez un hombre llamaba los ‘líderes funcionales’. Mientras no haya una alternativa real, aparecen estos líderes funcionales que de pronto ocupan ese campo, pero no son lo ideal para el país».

Saavedra, por su parte, señala que esta situación podría abrir la puerta a «aventuras políticas» potencialmente peligrosas para la democracia boliviana. «Es bien peligroso porque puede ser el escenario ideal para aventuras políticas que después terminan siendo muy complicadas», advierte.

La situación actual de las oposiciones en Bolivia, evidenciada por la reciente marcha del MAS evista, revela una crisis de propuesta y representación. Mientras el MAS se enfrenta a sus propias divisiones internas, las oposiciones no han logrado articular un proyecto político alternativo que conecte con la nueva realidad social y económica del país. Esta situación plantea desafíos significativos para el futuro de la democracia boliviana, en un momento en que el país requiere de propuestas claras y visiones de futuro para enfrentar sus urgencias económicas y sociales.

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Iglesia Católica y matrimonio igualitario

El autor sostiene que, durante siglos, la Iglesia Católica solía bendecir uniones entre personas del mismo sexo.

/ 28 de septiembre de 2024 / 21:08

El norteamericano John Boswell, catedrático de historia en la prestigiosa universidad de Yale, hizo un descubrimiento desconcertante. Buscando y rebuscando en bibliotecas de monasterios medievales, incluidos los archivos vaticanos, el historiador Boswell encontró unos 80 manuscritos originales que demuestran que la Iglesia Católica bendijo durante siglos a las parejas homosexuales. Estas antiguas ceremonias se conocían como “ritos de hermanamiento”. Eran, claramente, bodas de homosexuales. Matrimonios igualitarios, como diríamos hoy, que se celebraron entre los siglos 3 y 13.

Las iglesias cristianas, ahora tan intolerantes con los homosexuales, tan homofóbicas, antes aceptaban esas relaciones con naturalidad, incluso las bendecían invocando a San Sergio y San Baco, dos militares romanos que se convirtieron a la fe cristiana y la iglesia los recibió con el rito del hermanamiento. El emperador romano los mandó a matar y la Iglesia los declaró mártires, santos. Santos gays.

Boswell incluso encontró la oración matrimonial que se rezaba en las ceremonias de unión de parejas del mismo sexo en la Europa cristiana hasta bien entrado el siglo 14:

Oh Dios que hiciste a la Humanidad a tu imagen y semejanza y que aprobaste la unión de tus Santos Mártires Sergio y Baco, bendice a estos servidores (aquí se decían los nombres de los dos varones que se casaban), unidos no por la naturaleza, sino por la fidelidad. Permíteles, Señor, amarse el uno al otro y poder continuar juntos todos los días de sus vidas. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Así que, tomando en cuenta la cantidad de siglos (hasta el 13), podemos afirmar que en la mayor parte de su historia la Iglesia Católica aprobó y realizó matrimonios igualitarios. (Por eso, el título sensacionalista de este artículo).

Recientemente, del Vaticano sacó un documento titulado “Varón y mujer los creó”, haciendo referencia al capítulo 1 del Génesis. Los fabricó varón y mujer, pero no nos dejó manual de instrucciones. Debido a este olvido divino, los primeros varones y las primeras mujeres comenzaron a experimentar diferentes tipos de relaciones y a constituir diferentes tipos de familias. Por ejemplo, estos:

Ya estoy escuchando el rasgar de las vestiduras. ¡Están ensuciando el sagrado valor de la familia! ¡La familia, la institución fundamental de la sociedad, su núcleo básico!

A estos defensores de la “familia” les vendría bien conocer la etimología de esta palabra.

“Familia” viene del latín famulus. Y famulus significa sirviente, esclavo. La familia, en la vieja Roma, era el conjunto de parientes, criados, esclavos, esposa, hijos e hijas, que “pertenecían” al padre, al patriarca. La familia era el patrimonio, la propiedad, del padre.

Padre y patrón era lo mismo.

El padre-patrón tenía derecho a todo. Podía comprar y vender esclavos. Podía abusar de

las sirvientas, de las hijas, de cualquier mujer. O de cualquier varón. Disponía del dinero y no daba cuenta de gastos e ingresos a nadie, menos a su esposa.

¿Disponía o dispone? ¿Ese modelo de familia es cosa del pasado? ¿O sigue existiendo

hoy, en América Latina y en otros continentes?

Los antiderechos también se sorprenderían al saber que para Jesús de Nazaret la familia tenía un valor muy relativo. Una vez, hablando en Cafaranaúm, vinieron a buscarle su madre María y sus hermanos Jacobo, José, Simón y Judas. Estaban molestos con las cosas que decía el profeta galileo. Alguien le avisó:

―Tu madre y tus hermanos están afuera y quieren hablar contigo.

―¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos? ―Jesús extendió su mano

hacia la multitud que le escuchaba―. ¡Ustedes son mi madre y mis hermanos! Porque

quien trabaja por el Reino de Dios, ése es mi hermano y mi hermana y mi madre.

Jesús no creía en la familia, sino en la comunidad. Y la comunidad se construye con lazos

de amor, no de sangre.

Esa fue la axiología de Jesús, los valores en los que siempre creyó. Y son también los

valores fundamentales de un Estado laico y de una persona con mente laica.

Estamos muy felices con la reciente aprobación del matrimonio igualitario en Ecuador. Sergio y Baco también lo estarían. Y Jesús de Nazaret, el profeta de la no discriminación.

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Derecho a la protesta

En el contexto actual se hace necesario un Estado constitucional que garantice el ejercicio pleno de las libertades civiles y políticas, incluído el disenso con el poder establecido.

/ 28 de septiembre de 2024 / 20:59

Es inentendible el concepto del poder del pueblo que tienen los actores políticos hoy, en funciones de coyuntura. Desde los detentadores en las esferas del poder hasta los sujetos «defensores» de la democracia, todo emerge en un escenario de ejercicio legítimo del derecho a la protesta social.

Quienes un día cuestionan duramente el derecho a la protesta llegan inclusive a criminalizarla, instruir investigaciones de persecución penal selectiva o denunciar internacionalmente «golpes de Estado» inexistentes. Ante ello, en su nivel de ejecución, hay algunos jueces «inconstitucionales» que se prestan a la funcionalidad de los intereses del poder, emitiendo fallos «a la carta». El Estado tiene el deber de garantizar el ejercicio de los derechos humanos, no de restringirlos.

Por otro lado, es impensable que el ejercicio constitucional de un derecho a la protesta, mediante una marcha, pueda derivar en la interrupción democrática de un período presidencial constitucional ni subvertir el orden democrático-estatal en el país.

Estado

Tenemos una democracia muy joven, pero cada vez más vilipendiada por los azotes de una sociedad abigarrada que no define su horizonte social de organicidad respecto a su relación con el Estado, cuando los detentadores eventuales del poder impiden avizorar una cultura de paz y de restitución del Estado social, constitucional y democrático de derecho.

Sin embargo, haber encarcelado a cuatro ciudadanos que ejercieron su derecho constitucional a la protesta es un despropósito, una incongruencia de un sistema judicial indolente, que en vez de proteger, en nombre del Estado, los derechos, los menoscaba, restringe y atenta contra los derechos humanos. Ese lamentable episodio de criminalización y judicialización de la protesta social es otra prueba fidedigna del Estado inconstitucional de derecho en el que, a pesar de las reticencias y negaciones, nos encontramos. Por ello, hoy el desafío es restituir ese Estado constitucional de derecho, necesario para garantizar la democracia plena en nuestro país.

Ante las debilidades estructurales del propio Estado y gran parte de sus actores, hoy se debe dimensionar plenamente el entendimiento de la legitimidad del derecho a la protesta social. Para ello, no deja de ser altamente importante la doctrina del profesor Roberto Gargarella en su obra El Derecho a la Protesta, el Primer Derecho.

Garantías

Frente a la protección normativa nacional e internacional, es jurídicamente inviable que el propio Estado persiga penalmente o intervenga coercitivamente en una protesta social pacífica, cuando debería ser el principal garante del ejercicio legítimo del derecho a la protesta en una sociedad democrática.

A propósito de un cierre dogmático desde el derecho constitucional, el profesor argentino plantea una discusión jurídica en situaciones socialmente delicadas, que deben considerar variables de análisis de transversalidad desde el Estado y sus actores sociales sobre el derecho a la protesta. Así tenemos: el cuidado extremo en desplazar derechos para proteger otros, adecuando debidamente en su momento y lugar los argumentos sobre los efectos de crecimiento económico; meditar los razonamientos para remover un derecho cercano al nervio democrático frente a otro, advirtiendo preeminencias; reconocer la primacía de la Constitución sobre las normas civiles y penales vigentes; evaluar el rol del Estado en la construcción de situaciones de marginación social; ponderar las dificultades que enfrentan algunos grupos para expresar sus válidas quejas en público, y atenderlas; y advertir la importancia democrática de preservar la expresión de crítica social.

Protesta

Una forma legítima de ejercer el derecho a la protesta social es, desde luego, el derecho de reunión, donde se ejerce de forma innata la libertad de expresión del ser humano, siempre que se realice de forma pacífica, sin armas y sin afectar desproporcionadamente otros derechos fundamentales. El derecho a la protesta es entonces el ejercicio conjunto de los derechos de reunión y libertad de expresión; todos ellos, parte constituyente del sistema democrático de la región. Por ello, su protección normativa tanto nacional como internacionalmente está por encima de toda interpretación judicial departamental de jueces (in)constitucionales.

La Declaración Universal de Derechos Humanos, en su Artículo 19, establece que todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión, y este derecho incluye no ser molestado a causa de sus opiniones. Asimismo, el Artículo 20 dispone que toda persona tiene derecho a la libertad de reunión y de asociación pacífica. Estas son otras normas de protección internacional del ejercicio del derecho a la protesta.

La Convención Americana sobre Derechos Humanos y las normas dispositivas de este instrumento internacional se encuentran en los Artículos 13, sobre la libertad de pensamiento y expresión; 15, sobre el derecho de reunión pacífica y sin armas; y 16, sobre el derecho de todas las personas a asociarse libremente con fines ideológicos, religiosos, políticos, económicos, laborales, sociales, culturales, deportivos o de cualquier otra índole. Estos artículos regulan el derecho a la protesta.

Libertades

En cuanto al Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, los Artículos 19, que establece el derecho a la libertad de expresión, y 21, que reconoce el derecho de reunión pacífica, garantizan la protesta social en los Estados como ejercicio de sus ciudadanos.

De igual modo, nuestra Constitución resguarda en su Artículo 21, sobre Derechos Civiles y Políticos, el derecho a la libertad de reunión y asociación, en forma pública o privada, con fines lícitos (numeral 4), y a expresar y difundir libremente pensamientos u opiniones por cualquier medio de comunicación, de forma oral, escrita o visual, individual o colectiva (numeral 5). Asimismo, el Parágrafo II del Artículo 106 dispone una garantía estatal por la cual las bolivianas y los bolivianos tienen derecho a ejercer su libertad de expresión.

Por ello, el Estado se constituye en el principal garante del ejercicio del derecho legítimo a la protesta, como parte de las libertades fundamentales democráticas, en tanto y en cuanto ésta sea pacífica, sin armas y sin afectaciones desproporcionadamente restrictivas a los derechos de otras personas.

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Las hilachas de Peñaranda

Una respuesta a la polémica planteada por Raúl Peñaranda y un llamado a la regeneración de la Asociación de Periodistas de La Paz.

/ 28 de septiembre de 2024 / 20:52

El ciudadano Raúl Peñaranda Undurraga (RaPU) se mandó un artículo infamatorio “en respuesta” –dice– a mi columna crítica sobre la Asociación de Periodistas de La Paz (APLP). No le gustan los desafíos institucionales que planteo. Y tampoco el debate. Por ello, en lugar de ocuparse del mensaje, pretende descalificar al mensajero. Típico.

Ante las mentiras y silencios del señor PU, diré algunas cosas sobre las primarias partidarias para luego retomar la urgente convocatoria a regenerar la APLP. Empecemos con la vileza, que tiene algunos repetidores.

Como vicepresidente del TSE impulsé con plena convicción la construcción participativa del proyecto de Ley de Organizaciones Políticas (LOP). Luego de amplia deliberación y el diseño técnico de una propuesta, la enviamos en junio de 2018 a la Asamblea Legislativa. Fue un gran avance en comparación con la Ley de Partidos Políticos de Banzer.

Como parte de los mecanismos de democracia interna, se incluyeron primarias para binomios presidenciales. Para evitar su uso instrumental en los comicios de 2019 –como finalmente ocurrió– se puso una salvaguarda: las primarias debían implementarse “de manera progresiva, como máximo antes de las elecciones 2024”.

Hasta ahí todo bien. O más o menos: una gran omisión fue no haber definido de manera explícita en el proyecto que las primarias debían ser competitivas (parecía obvio) y con binomios paritarios. Como sea, la bancada mayoritaria del oficialismo aprobó la LOP modificando la disposición transitoria para que las primarias se estrenen en 2019. Era la forma de anticipar y legitimar el binomio Evo-Álvaro, en medio de la disputa sobre la reelección tras el desconocimiento del referendo vinculante de 2016.

RaPU insinúa que yo coordiné esos cambios con la bancada masista. Nada menos. ¿Cuáles son sus fuentes? “Hay quienes señalan” y “es muy probable” (ufa). Algo así solo puede ser obra de un principiante de periodismo o, está visto, de un veterano manipulador. Así tejió este señor su librito de intervención política (Control remoto) que critiqué hace unos años por su evidencia remota. Recordemos algunas de sus “fuentes” consultadas: “parece evidente, se supone, conocen del caso, estuvieron presentes, se supo después, una fuente contó, según dijo, los allegados, se cree, no se puede saber, alguien que conoce, esos rumores, es posible…” ¡Qué tal! Es su modus operandi para deslizar falsedades (la posverdad/mentira y la poscensura como vocación).

Vayamos al “tema crucial”. El señor PU afirma con mendacidad que yo promoví “que el reglamento de la ley permitiera la presentación de una sola candidatura por partido o frente” (sic). Para empezar, no existe reglamento de la ley. Debe estar refiriéndose al “Reglamento específico de las primarias para las elecciones 2019”. En su confusión, ni siquiera se tomó la molestia de leerlo. En las sucesivas versiones del Reglamento, elaborado por el equipo técnico y avalado por un informe jurídico, no hay nada parecido a que “debían presentarse por lo menos dos candidaturas para habilitarse una primaria partidaria”. No pues, eso lo definió la Ley.

Más todavía. Como consta en el Acta 058/2018 de la sesión de Sala Plena (26 de septiembre, cuando se aprobó el Reglamento), la disidencia de tres vocales no tiene nada que ver con el número de binomios, sino con otros dos artículos: el 19-II, que establece que un candidato solo puede registrarse en un binomio y en un partido (no parece razonable que un mismo candidato compita en más de un binomio y en más de un partido); y, en especial, el 40-I, que establece que la legitimidad para plantear demandas de inhabilitación corresponde a los militantes (no parece razonable que un actor externo intervenga en una primaria cerrada). Documentos matan infundios.

Por si fuera poco, Peñaranda sostiene que “para allanar todavía más las cosas al MAS” (sic), yo alenté otro reglamento a fin de permitir que se bajara el porcentaje de firmas de los libros que debían ser verificados. ¿De qué reglamento habla? Solo existe una Resolución (0516/2018) que deja sin efecto un Reglamento transitorio para la actualización de registros de militantes. Y se aprobó en una Sala Plena en la que yo estuve ausente.

Así que las “maniobras” y “logros” (las comillas son suyas) que me atribuye RaPU se desmoronan en medio de falsedades (los cadáveres en el armario solo habitan en sus obsesiones/pesadillas). En el colmo del delirio, llega a endosarme el costo de unas primarias realizadas… ¡cuatro meses después de mi renuncia al TSE! (ni siquiera estuve cuando se emitió la convocatoria).

¿Por qué PU saliva tanta patraña en mi contra? Pretende fallidamente restarme legitimidad para “criticar a una digna entidad como la APLP” (suspiros). Autoritario, no tolera que me atreva a plantear algunos mínimos de regeneración en una entidad venida a menos. Y hace berrinche cuando se lo exhibe como “infalible” operador mediático de la oposición.

Al censor le fue mal. Vuelvo a la Asociación. En mi columna no me referí a la gestión de Peñaranda como presidente del directorio primero porque no me importa y, en particular, porque se trata de instituciones, no de personas. Sintetizo pues el diagnóstico para retomar los cuatro desafíos.

Primero, es una Asociación con déficit de democracia interna. Las “elecciones” internas son más parecidas a un pasanaku que a un proceso democrático. Con una sola fórmula no existe competencia. ¿En serio el justificativo de PU es que “no hay muchos candidatos para la presidencia, demanda arduo trabajo y es ad honorem”? Qué flojera. Es un problema estructural que he cuestionado desde hace más de una década. Desafío uno: democratizar la APLP.

Segundo, es una Asociación esmirriada. ¿Se habrá preguntado RaPU por qué menos de una centena de “afiliados activos” votan? ¿Por qué la Asociación sigue tan encogida pese a los 106 juntes de su gestión? Soy parte del 80 por ciento de miembros que, por diferentes motivos, se alejaron de la APLP. Por algo será. En mi caso, no quiero estar en una entidad que NO me representa, ni pagaría 50 centavos de cuota para volver a una institución desacreditada (y no de ahora). No es pasividad, sino repulsión. Desafío dos: repoblar la APLP con participación.

Tercero, es una Asociación excluyente y dividida. La APLP está lejos de ser la casa común de las y los periodistas. Se asemeja más a una trinchera de unos cuantos, con arreglo a su agenda e intereses. No hablo de diferencias políticas e ideológicas, normales y saludables en democracia, sino de una fractura polarizada entre parcelas. Peñaranda es activo impulsor de esa lógica amigo/enemigo en el campo mediático. Y la usa para sus vendettas. Desafío tres: unificar la APLP con diversidad y pluralismo.

Cuarto, es una Asociación ensimismada. Hubo un tiempo en que la APLP gozaba de gran prestigio y su palabra y eventos plurales eran relevantes en la conversación pública. Ahora tenemos una entidad más bien opaca, con camiseta raída, complaciente. Menos mal que hay una generosa historia institucional, que enorgullece. Y sobran colegas decentes, valiosos y bien intencionados. Desafío cuatro: reponer la cualidad deliberativa.

En un reciente “Piedra, papel y tinta” de La Razón, tuvimos una cordial y honesta conversación con Raúl Novillo, flamante presidente de la Asociación. Reconoció con altura el diagnóstico crítico y asumió los desafíos. Comprobamos así que la regeneración es no solo necesaria, sino también posible. Me anoto con gusto. La premisa es que la APLP se mire al espejo y, en lugar de espuma y murallas, aliente el debate interno sin cobardías, silencios ni exclusiones.

Aquí cierro mi intervención sobre el tema, que firmo exclusivamente como miembro distanciado de la Asociación. No haré por supuesto ninguna referencia al prontuario político de Peñaranda. Ni menos a su situación laboral (no es mi culpa). Es miserable llevar al plano personal una disputa de ideas. Más bien ya no estamos en la universidad. No será necesario que el hoy señor PU salga huyendo.

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Las hilachas de Peñaranda

El ciudadano Raúl Peñaranda Undurraga (RaPU) se mandó un artículo infamatorio “en respuesta” –dice– a mi columna crítica sobre la Asociación de Periodistas de La Paz (APLP). No le gustan los desafíos institucionales (nada personal) que planteo.

El emblema de la Asociación de Periodistas de La Paz (APLP).

/ 25 de septiembre de 2024 / 16:09

El ciudadano Raúl Peñaranda Undurraga (RaPU) se mandó un artículo infamatorio “en respuesta” –dice– a mi columna crítica sobre la Asociación de Periodistas de La Paz (APLP). No le gustan los desafíos institucionales (nada personal) que planteo. Y tampoco el debate. Por ello, en lugar de ocuparse del mensaje, pretende descalificar al mensajero. Típico.

Ante las mentiras y silencios del señor PU, diré algunas cosas sobre las primarias partidarias para luego retomar la urgente convocatoria a regenerar la APLP, hoy tan venida a menos. Empecemos con la vileza, que tiene algunos repetidores.

Como vicepresidente del TSE impulsé con plena convicción el proceso de construcción participativa del proyecto de Ley de Organizaciones Políticas (LOP). Luego de un amplio recorrido deliberativo y el diseño técnico de la propuesta, en junio de 2018 la enviamos formalmente a la Asamblea Legislativa. Fue un gran avance normativo en comparación con la Ley de Partidos Políticos de Banzer (1999).

Como parte de los mecanismos de democracia interna, el proyecto incluyó las primarias para la elección de binomios presidenciales. Para evitar su uso instrumental en los comicios de 2019 –como finalmente ocurrió– se puso una salvaguarda: las primarias debían implementarse “de manera progresiva, como máximo antes de las elecciones 2024”.

Hasta ahí todo bien. O más o menos: una gran omisión fue no haber definido de manera explícita en el proyecto que las primarias debían ser competitivas (parecía obvio) y con binomios paritarios. Como sea, la bancada mayoritaria del oficialismo aprobó la LOP modificando la disposición transitoria a fin de que las primarias se estrenen en 2019. Era la forma de anticipar y legitimar el binomio Evo-Álvaro, en medio de la disputa sobre la reelección tras el desconocimiento del resultado vinculante del referendo de 2016.

RaPU insinúa que yo coordiné esos cambios con la bancada masista. Nada menos. ¿Cuáles son sus fuentes? “Hay quienes señalan” y “es muy probable” (ufa). Algo así solo puede ser obra de un principiante de periodismo o, está visto, de un veterano manipulador. Así tejió este señor su librito de intervención política (Control remoto) que hace unos años critiqué por su evidencia remota. Recordemos algunas de sus “fuentes” consultadas: “los periodistas, distintos entrevistados, parece evidente, se supone, se estima, conocen del caso, estuvieron presentes, se supo después, una fuente contó, según dijo, los allegados, se cree, no se puede saber, alguien que conoce, esos rumores, deben tener documentos, es posible…” ¡Qué tal! Es un modus operandi para deslizar falsedades (la posverdad/mentira y la poscensura como vocación).

Vayamos al “tema crucial”. El señor PU afirma con mendacidad que yo promoví “que el reglamento de la ley permitiera la presentación de una sola candidatura por partido o frente” (sic). Para empezar, no existe reglamento de la ley (de Organizaciones Políticas). Debe estar refiriéndose al “Reglamento específico de las primarias para las elecciones 2019”. En su confusión, ni siquiera se tomó la molestia de leerlo. En las sucesivas versiones del reglamento, elaborado por el equipo técnico y avalado por un informe jurídico, no hay nada parecido a que “debían presentarse por lo menos dos candidaturas para habilitarse una primaria partidaria”. No pues, eso lo definió la ley.

Más todavía. Como consta en el acta de la sesión ordinaria de Sala Plena (058/2018, del 26 de septiembre, cuando se aprobó el reglamento), la disidencia de tres vocales no tiene nada que ver con el número de binomios, sino con otros dos artículos: el 19, II, que establece que un candidato solo puede registrarse en un binomio y en un partido (no parece razonable que un mismo candidato compita en más de un binomio y en más de un partido); y, en especial, el 40,I, que establece que la legitimidad para plantear demandas de inhabilitación corresponde a los militantes (no parece razonable que un actor externo intervenga en una primaria cerrada). Documentos matan infundios.

Por si fuera poco, Peñaranda sostiene que “para allanar todavía más las cosas al MAS” (sic), yo alenté otro reglamento a fin de permitir que se bajara el porcentaje de firmas de los libros que debían ser verificados. ¿De qué reglamento habla? Solo existe una Resolución de Sala Plena (0516/2018) que deja sin efecto un reglamento transitorio para la actualización de registros de militantes. Y se aprobó en una sesión de Sala Plena en la que yo estuve ausente.

Así que las “maniobras” y “logros” (las comillas son suyas) que me atribuye RaPU en su artículo se desmoronan en medio de falsedades (los cadáveres en el armario solo habitan en sus obsesiones/pesadillas). En el colmo del delirio, llega a endosarme el costo económico de unas primarias realizadas… ¡cuatro meses después de mi renuncia al TSE! (ni siquiera estuve cuando se emitió la convocatoria).

¿Por qué PU saliva tanta patraña en mi contra? Pretende fallidamente restarme legitimidad para “criticar a una digna entidad como la APLP” (suspiros). No tolera que me atreva a plantear algunos mínimos de regeneración en una entidad maltrecha. Y hace berrinche cuando se pone en evidencia su desempeño como “infalible” operador mediático de la oposición.

Puede leer: La APLP ante el espejo

Al censor le fue mal. Vuelvo a la Asociación. En mi columna no me referí a la gestión de Peñaranda como presidente del directorio primero porque no me importa y, en especial, porque se trata de instituciones, no de personas. Sintetizo pues el diagnóstico de la APLP para retomar los cuatro desafíos.

Primero, es una Asociación con déficit de democracia interna. Las “elecciones” de directorio son más parecidas a un pasanaku que a un proceso democrático. Cuando PU escribe sobre las primarias partidarias está retratando su “elección” como presidente de la APLP: “la votación no tuvo oficio ni beneficio. Con un solo candidato por partido no hubo competencia y antes siquiera de la votación ya se sabía quiénes se habilitarían como candidatos”. ¿En serio su justificativo es que en la Asociación “no hay muchos candidatos para la presidencia, demanda arduo trabajo y es ad honorem”? Qué flojera. No es algo pasajero, sino una cuestión estructural. He cuestionado los problemas de legitimidad en la APLP desde hace más de una década. Desafío uno: democratizar la APLP.

Segundo, es una Asociación esmirriada. ¿Se habrá preguntado RaPU por qué menos de una centena de “afiliados activos” votan? ¿Por qué la Asociación sigue tan encogida pese a los 106 juntes de su gestión? Soy parte del ochenta por ciento de miembros registrados que, por diferentes motivos, se alejaron de la APLP. Por algo será. En mi caso, no quiero estar en una entidad que NO me representa, ni pagaría 50 centavos de cuota para volver a una institución lamentablemente descalificada (y no de ahora). No es pasividad, sino repulsión. Desafío dos: repoblar la APLP con participación.

Tercero, es una Asociación excluyente y dividida. Reitero mi sentimiento: la APLP está lejos de ser la casa común de las y los periodistas. Se asemeja más a una trinchera de unos cuantos, con arreglo a su agenda e intereses. No hablo de diferencias políticas e ideológicas, que son normales y saludables en democracia, sino de una suerte de fractura polarizada entre parcelas. Peñaranda es activo impulsor de esa lógica divisoria amigo/enemigo en el campo mediático. Y la usa para sus vendettas. Desafío tres: unificar la APLP con diversidad y pluralismo.

Cuarto, es una Asociación ensimismada. Hubo un tiempo en que la APLP gozaba de gran prestigio y su palabra y eventos plurales eran relevantes en la conversación pública. Ahora tenemos una entidad más bien opaca, con camiseta raída, demasiado complaciente. Menos mal que hay una generosa historia institucional, que enorgullece. Y sobran colegas decentes, valiosos y bien intencionados (como varios integrantes de anteriores y del actual directorio). Desafío cuatro: reponer la cualidad deliberativa en el gremio.

En un reciente Piedra, Papel y Tinta” de La Razón, tuvimos una honesta y cordial conversación con Raúl Novillo, flamante presidente de la Asociación. Reconoció y asumió con altura el diagnóstico crítico y los desafíos que acabo de señalar. Comprobamos así que la regeneración es no solo necesaria, sino también posible. Me anoto con gusto. La premisa es que la APLP se mire al espejo y, en lugar de echar espuma y alzar murallas, aliente el debate interno sin cobardías, silencios ni exclusiones.

Aquí cierro mi intervención sobre el tema, que firmo exclusivamente como miembro distanciado de la APLP. No haré por supuesto ninguna referencia al prontuario político de Peñaranda. Ni menos a su situación laboral (no es mi culpa). Es miserable llevar al plano personal una disputa de ideas. Más bien ya no estamos en la universidad. No será necesario que el hoy señor PU salga huyendo, como siempre.

*José Luis Exeni es comunicador

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