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Esteban Ticona: Fausto Reinaga es una invitación a repensar el mundo

En abril, el historiador Esteban Ticona presentó su libro El indianismo de Fausto Reinaga (Producciones Cima, La Paz); solo una coincidencia, dice, con la publicación en esas semanas de las Obras Completas del pensador indianista (a cargo de la Vicepresidencia del Estado). Coincidencia porque Ticona viene estudiando desde hace años el pensamiento del amauta; su libro acaso sea uno de los más completos acercamientos a la obra de Reinaga. Estudioso de la trayectoria intelectual, política, cultural y hasta psicológica de “don Fausto” (como habitualmente le llama), Ticona arriesga varias hipótesis sobre Reinaga que, sin caer en la apología, tratan de hacer ver lo valioso, útil y renovador que sería una relectura, un redescubrimiento del pensamiento del acaso mayor indianista que tuvo el país hasta ahora. 

— Ubíquenos a Fausto Reinaga como corriente de pensamiento.

— Casi todas sus obras tuvieron una repercusión muy fuerte, pero la obra cumbre (La revolución india), cuando Reinaga se transforma en el pensador indio, tiene que ver con el indianismo; esa etapa para mí es la más auténtica, profunda e importante, no solo para Bolivia, sino con una proyección internacional, incluso hasta hoy.

— Estamos hablando de los 70…

— Fines de los 60, principios de los 70. La revolución india se publica el año 70, aunque ya años previos un poco ya estaba transitando.

— ¿Cree que La revolución india es una crítica al nacionalismo revolucionario del 52?

— Yo diría que La revolución india es como una síntesis del indianismo. Probablemente por esa síntesis es que tiene una repercusión muy fuerte; está hablando de un contexto nacional e internacional; está planteando sus propias visiones, incluso sus propias categorías analíticas. Ahí está el concepto de “las dos Bolivias”, y toda una conceptualización bastante original, que hasta ahora yo diría se usa muy poco en las ciencias sociales, los conceptos de q’ara, misti, como categorías analíticas.

— Se separa del nacionalismo…

— Se separa del nacionalismo, pero también del marxismo. Está construyendo ahí lo que él llamaba “otro pensamiento”, un pensamiento propio, que tiene, diría, distintas fases, una primera basada en el indianismo; otra, que es la que a mí me hace pensar mucho, que él llama “amautismo”, cuando se desprende del indianismo; el “amautismo” es una construcción ya para un contexto internacional, global, que tiene dos bases: una, el pensamiento civilizatorio de los pueblos indios, y la otra, el conocimiento universal, pero no cualquiera, él está hablando de la “ciencia liberadora”.

— Raza, racismo, que la lucha y liberación pasa por lo racial; de ahí que se le acuse de racista…

— Lo que pasa es que don Fausto está viendo una sociedad todavía colonizada, que tiene una mirada racializada de la sociedad, o sea, los colonizadores están mirando a partir de una estratificación social pero a la vez muy racial. Cuando don Fausto está leyendo Bolivia y el mundo, se está encontrando con ese panorama y le entra a una discusión de la racialización, y ahí choca con posiciones que no creían o no podían explicar (este hecho), por ejemplo, el marxismo. Ciertas corrientes de izquierda aislaban del debate a don Fausto y ahí es cuando le empiezan a tildar (de racista), diría de manera absurda, porque si uno lee sus libros, en varios trabajos, él se declara una persona antirracista.

— “Lo indio no es color del cuero, sino del alma, de las ideas” (su expresión); eso dice mucho…

— Así es. Y cita varios casos de blancos con alma india; quizás ahí el indianismo no tiene que ver tanto con un asunto de etnicidades. El indianismo, en sentido político, tiene que ver con una reivindicación de pueblos, estos pueblos colonizados que están buscando una liberación, una descolonización, se podría decir en el contexto actual; ese es yo creo el gran aporte de don Fausto: politizar el indianismo, como una corriente política. El indianismo estaba en la literatura, en un marco más culturalista. Sin embargo, cuando don Fausto comienza a trabajar de manera analítica-conceptual, para él el indio es un sujeto político, y un sujeto político capaz de poder liberarse a sí mismo; entonces, hay una visión muy autónoma; para mí, ése es el gran aporte de don Fausto.

— ¿Y el sujeto social, el movimiento indio, que “acompañaba” esta elaboración de Reinaga?

— Está naciendo la CSUTCB, el 79; y la CSUTCB lo primero que va a plantear es una autonomía organizativa, porque se desprende de todas las políticas sindicalistas dependistas, supeditadas al Estado; está surgiendo, yo diría, la primera generación de líderes aymaras post 52; don Fausto se convierte como el padre. Una coyuntura especial, donde se están transformando varias cosas: ya no es el sindicalismo emenerrista-dependista, sino más bien lo que después se ha llamado el “sindicalismo aymara”, que se va a construir con una identidad propia. El 71 está en una etapa absolutamente interesante, en alguno de sus trabajos cuenta don Fausto cómo tenía vínculos con Juan José Torres, la idea de algunos sectores militares que querían indianizarse, cita a varios generales; pero vino el golpe de Banzer y truncó todo.

— Reinaga dice que tuvo que pensar en quechua y escribir en castellano. Una suerte de esquizofrenia que parece otro nudo de su producción.

— Es la posición del colonizado; la posición del colonizado intelectual; quizás ahí recoge lo que hacía Franz Fanon, pensador de origen argelino, negro, psiquiatra político, pero que escribió en francés, y esta era una manera de apropiarse de las armas del colonizador; don Fausto hizo lo mismo. Para luchar contra ese sistema colonial, convirtió en una de sus armas la pluma, escribir, la reflexión y los libros. Cada libro, él se daba cuenta, era un arma poderosa, y en mi trabajo veo un poco las grandes dificultades que tenía para construir esas armas que eran los libros: nunca encontraba un editor que le auspicie o que una librería le ponga en escaparate. Pero se apropió de un arma poderosa que tiene el colonizador, y con esa misma arma ayudó a reflexionar sobre el sistema colonial.

— Ahora, la respuesta de la intelectualidad, dice usted en su texto, fue el silencio…

— Pero además hay que pensar en la gente de los 60, cuando él ya se autodenomina indio; y que tengas un filósofo, un escritor indio, para su época era como un shock; pensaban que el indio era para hacer trabajos brutos o para cosas manuales, pero no para pensar. Y (ahí estaba) don Fausto, no solo escribiendo, sino interpelando a los “grandes escritores” de la época (Fernando Diez de Medina, Porfirio Díaz Machicao); don Fausto le dedicó un libro a don Fernando, que es una interpelación durísima, pero don Fernando nunca le respondió y, claro, ahí la respuesta era el silencio absoluto: yo supongo que era como decir “bueno, qué podemos responder a un indio”.

— Parece que otro “problema” era la lógica expositiva de Fausto Reinaga; tenía un estilo, una forma de decir las cosas que también chocaba.

— Sí. Y es que don Fausto no viene del mundo académico, viene, yo diría, del mundo de los movimientos sociales; sus textos tienen la combinación de reflejar la realidad escribiendo de una manera especial, por un lado, pero esto tiene un subcomponente, que es la acción. Leyendo a Reinaga uno no puede quedar supeditado a una mera contemplación de la realidad; a mí particularmente siempre me llamó a la acción, a la práctica. Como dijo el vicepresidente Álvaro García Linera en la presentación de las Obras Completas: “Aquel que lea a Reinaga, después de leerlo, ya no será esa persona de antes”.

— El “amautismo”, él lo postula como “otra lógica”, “otra manera de ver las cosas”, diferente al pensamiento occidental. ¿Es tanto?

— Don Fausto parte de la visión andina, la visión de los ayllus, de las comunidades. Incluso en algún trabajo intenta hacer una etnografía de alguna comunidad; y, claro, lo que está exponiéndonos es esa mirada, esa relación que tienen el hombre y la mujer andina con la naturaleza. Lo que saca de ahí es una mirada epistemológica distinta a occidente. El “amautismo” tiene un sustrato en las civilizaciones andinas, aunque no exclusivamente; no menciona, pero se ubica en un contexto del gran Abya Yala, del continente (americano); su concepción de vida era con relación a la Pachamama, a la Madre Tierra. A eso le va a añadir todo lo que significó la conquista del ser humano, desde el punto de vista científico. A Einsten lo cita en varios de sus trabajos. Cuando el hombre llega a la Luna, el 69, Fausto queda impactado; se pregunta ¿qué es el mundo?, una cosa chiquita; en realidad, lo que nos está diciendo es que el ser humano, si bien importante, tiene que darse cuenta de que es parte de esa naturaleza grande. Cuando habla de “amautismo” está fusionando este pensamiento del gran Abya Yala con el pensamiento científico, pero no de cualquier ciencia, se da cuenta de que la ciencia no es neutra, y comienza a hablar de la ciencia salvadora. A partir de ahí comienza a hablar del mundo, del peligro que tiene la madre naturaleza, de la bomba atómica; comienza a cuestionar el  desarrollismo socialista; ve con ojos propios este desarrollo sin límites, capitalista y socialista, que lo que hacía era arrancar (destruir) con todo el sistema natural.

— ¿Qué ideas de Reinaga tienen hoy continuidad?

— Uno es lo que hoy se llama el sumaj kausay, el sumaj qamaña (el “vivir bien”), que él llamaba pensamiento amáutico. El tema de la descolonización, aunque don Fausto no usa este término, usa más el término de liberación, es clarificador, pues a veces él hacía la misma crítica a los indios. Reinaga era muy crítico, critica a los dirigentes que se subordinaban; en algún momento el indio, decía, puede estar en condiciones de estar oprimiendo a su propio hermano. En lo internacional, está su crítica a los organismos multilaterales; critica furibundo a la ONU, hace 30 años está hablando lo que hoy día se llama (la cooperación) Sur-Sur. Su concepto epistemológico es bastante interesante: partir de que nosotros somos parte de la naturaleza, que contradice la lógica de que nosotros tenemos que dominar la naturaleza, la centralidad del hombre. Invita a pensar.

— ¿En qué está el debate actual sobre la obra de Fausto Reinaga?

— Para mí hay un reavivamiento fuerte de don Fausto, con una difusión de sus obras; tendría que haber respuesta de mucha gente, de generaciones jóvenes, para releerlo, para criticarlo. En el ámbito internacional, sé de gente de México, Ecuador, de varios países que están siguiendo su obra; a mí me escriben preguntando cómo podrían conseguir sus libros; hay unas ganas de conocer, de redescubrir algo que estaba medio oculto, es una invitación para releer, para seguir repensando; don Fausto es una invitación a repensar el mundo, Bolivia, con profundidad.

— En Animal Político dijimos “Reinaga está vigente porque los conflictos que él vio siguen vigentes”.

— Pero además yo diría que el sujeto político que buscaba don Fausto que sea actor está más dinámico que en otros años; el sujeto indio; eso es lo que quería en gran medida don Fausto; esa es la gran contribución: empoderar al indio para que sea un sujeto político, que tenga la capacidad de transformar, de descolonizar.

Datos

Nombre: Esteban Ticona Alejo

Profesión: Sociólogo y antropólogo. Doctor en Estudios Culturales

Cargo: Docente universitario

Perfil

Algunas de sus obras: Saberes, conocimientos y prácticas anticoloniales del pueblo aymara-quechua (2010); Lecturas para la descolonización (2005); Memoria, política y antropología en los Andes Bolivianos (2002); Organización y liderazgo aymara. La experiencia indígena en la política boliviana, 1979-1996 (2000). Es cofundador del Taller de Historia Oral Andina (THOA).