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Revocar a Chapetón

Sin periodo de gracia. Los dirigentes de la Federación de Juntas Vecinales de El Alto esperaron a la flamante alcaldesa, Soledad Chapetón, con una posición irreductible: quieren seguir designando, ellos mismos, a los subalcaldes. Alegan a su favor el ejercicio de “usos y costumbres”. Argumentan que así se hizo desde hace tres lustros. Y amenazan con tomar oficinas, bloquear, hacer paro, enloquecer si Chapetón no retrocede. Vaya estreno de la autoridad electa.

Entre sus medidas de presión, los dirigentes amenazan con revocar el mandato de Chapetón, iniciado hace pocos días. Y hasta están recolectando inútilmente firmas —dicen, muestran— para el efecto. Qué tal. Su acción precoz tendrá que esperar. La norma establece que la iniciativa popular para la revocatoria aplica cuando ha transcurrido la mitad del periodo de mandato. ¿Quieren revocar a la Alcaldesa? Guarden su bravata/ímpetu, si acaso, señores, hasta noviembre de 2017.

Como la revocatoria no procede, algunos dirigentes alteños quisieran derrocar a la nueva autoridad. Olvidan muy pronto que Chapetón ganó las elecciones. Y con mayoría absoluta de votos. Tendrán que sentarse a dialogar. La Alcaldesa ondea la ley, que le faculta la designación de subalcaldes. Los dirigentes se aferran a la tradición. Desde hace tiempo hemos aprendido en Bolivia que la política institucional tiende a negociar, conciliarse, con la política en las calles.

La Fejuve de El Alto es una organización no solo robusta, sino emblemática. Fue determinante en las movilizaciones de octubre de 2003 en defensa del gas. Pero algunos dirigentes corruptos la pervirtieron. Claro que es fundamental preservar y fortalecer los mecanismos de participación y decisión ciudadana, incluidos los usos y costumbres, que son un derecho ciudadano, de indígenas y no indígenas. Resulta abominable, en cambio, utilizar instrumentalmente lo orgánico para obtener cuotas de poder y lotearse beneficios privados.

Toca a las y los vecinos alteños, en cuyo nombre los dirigentes reclaman el usufructo de las subalcaldías, (re)poner las cosas en su lugar.