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80 años del alto al fuego

Hoy 14 de junio se cumplen 80 años del alto al fuego definitivo de la Guerra del Chaco, contienda bélica que involucró a Bolivia y Paraguay. Ha sido la contienda más grande en lo militar que ha soportado Bolivia en toda su historia y su última guerra internacional hasta la fecha. Bolivia, después de la Guerra del Pacífico, sostuvo dos guerras internacionales más: la Guerra del Acre entre 1899 y 1903, y la Guerra del Chaco, en la que toda la sociedad boliviana en todas sus capas, clases sociales, razas y etnias participaron bajo una sola bandera.

La Guerra del Chaco fue la contienda bélica donde se experimentó con nuevas armas, como los morteros, lanzallamas, ametralladoras y tanques. Allí por primera vez en Sudamérica se produjo el combate aéreo.  Si bien el historiador Roberto Querejazu afirmaba que en el Chaco murieron 50.000 bolivianos, nuevas investigaciones producto del estudio de la documentación de los archivos históricos del Estado Mayor muestran que no pasaron de los 32.000.

El teórico, filósofo y tratadista militar alemán Carl Von Clausewitz decía: “El fenómeno de la guerra no solo se circunscribe al hecho armado como tal, sino también al político; el de conseguir los mejores resultados en las negociaciones”.

Por eso es que, se puede decir, la Guerra del Chaco duró seis años: tres en el campo de batalla y tres en las negociaciones y juegos geoestratégicos y diplomáticos que de igual forma trabajaron Bolivia y el Paraguay, incluso con movilizaciones subrepticias y amenazas de reiniciar nuevamente la guerra.

La historia de la Guerra del Chaco, como casi en todos los episodios bolivianos, ha sido presa también de los inventores de las “leyendas negras”, que se han encargado de crear irresponsablemente héroes y villanos.
Las distintas corrientes bolivianas de las posguerra se dedicaron a establecer en el imaginario colectivo y sobre todo en el de los propios excombatientes que: “fue un error de la diplomacia boliviana y en especial de Tomás Manuel Elío el haber promovido el cese al fuego el 14 de junio de 1935, cuando circulaban versiones de que “el Ejército boliviano estaba con fuerza e ímpetu para seguir avanzando”, o algunas aún más aventuradas: “que el Ejército boliviano estaba a las puertas de Asunción”.

Pero ahora, 80 años después y gracias a los documentos del Archivo del Estado Mayor, podemos establecer que si bien el Ejército paraguayo estaba totalmente agotado, el boliviano también llegaba a su límite. La gran batalla de Villamontes se había encargado de desgastar a los dos ejércitos.
Bolivia no es un país expansionista y no quiso expandirse, pero después de la guerra contra Chile y la pérdida de sus puertos en el océano Pacífico, el salir al Atlántico se convirtió en una necesidad y no así en un capricho, como se dijo en los años de la misma guerra.

La zona del Chaco como tal no tenía dueños legítimos, era zona en litigio por ambos países. Tanto Bolivia como Paraguay afirmaban tener la documentación suficiente que legitimaba la propiedad de ambos, como se puede ver en mapas de Bolivia y Paraguay los años previos a la guerra.

En 1932 Bolivia tenía como objetivo político: “salir al río Paraguay y sentar soberanía en estos territorios en disputa”, y Paraguay quería evitar de cualquier manera que Bolivia salga por este río, siguiendo así los dictados de geopolítica, siendo su objetivo “sentar presencia sobre los territorios en disputa”. Acá es importante puntualizar que Argentina apoyó a Paraguay, afirmando que no permitiría que existiera otro tributario más al río Paraguay, refiriéndose a Bolivia.

Y ya en 1934, después de la derrota boliviana en Campo Vía y cuando Paraguay comenzaba a acercarse a los contrafuertes de la serranía y la cordillera, el Gobierno paraguayo cambiaría de objetivos: ahora “el fin era adueñarse de las petroleras”.

Por tanto, el objetivo boliviano también cambió: ahora se trataba de defender y evitar que caigan las petroleras en manos del enemigo. Después de la batalla de Villamontes se declararía el cese al fuego,  al mediodía del 14 de junio de 1935, con el rótulo de: “Sin vencedores ni vencidos”.

Este slogan aún hoy día es discutible por muchos autores. Las corrientes revisionistas de ambos países están empezando a sostener la tesis de que “quien logró sus objetivos… fue Bolivia y no el Paraguay”.
Clausewitz en su concepto de polaridad decía: “Lo que pierde uno es lo que gana el otro, o lo que gana uno es lo que pierde el otro”; el perdedor obtiene lo que se llama suma cero o sea que pierde todo, y el ganador gana todo.   Bolivia se quedó con el 25% del territorio en litigio y Paraguay con el 75%, por lo tanto no fue suma cero, sino suma no-cero; este análisis corrobora también la declaración: “Sin vencedores ni vencidos”.

Es importante recordar que antes de la guerra, no solo Asunción se oponía a que Bolivia salga al río Paraguay, también lo hacían Brasil y Argentina; como dijera un diplomático boliviano durante el conflicto: “El hilo se cortó por la línea más delgada, el Paraguay”, y Bolivia ya no se enfrentó a la Argentina ni al Brasil. Bolivia retuvo su riqueza petrolera y su salida al río Paraguay.

En 1935, después del cese al fuego, Bolivia desmovilizó 55.000 hombres y Paraguay, 46.000. Según el Pacto de cese al fuego, cada uno debía conservar un máximo de 5.000 hombres en la nueva frontera.

La Paz del Chaco, firmada el 21 de julio de 1938, fue producto de una movilización que se produjo entre enero y febrero de ese año. El Archivo de la Cancillería muestra que Bolivia multiplicó esa cantidad de hombres que debía tener en la frontera a 22.000; la medida fue ordenada por el presidente Germán Busch Becerra. Bolivia no cumplió con el número estipulado de efectivos que debía tener en la frontera.

Hoy se sigue viendo a Germán Busch como el “gran capitán del Chaco” o “el presidente precursor de la Revolución Nacional”, pero su mayor mérito fue conseguir el acceso al río Paraguay.

No debemos olvidar que el Ejército paraguayo después del cese al fuego estaba ocupando la carretera Villamontes-Santa Cruz en la región de Boyuibe y no pensaba recular sus filas hasta la actual frontera, y mucho menos permitiría que Bolivia tenga un puerto sobre el río Paraguay.

Hasta 1938, Paraguay desmovilizó 40.000 hombres. Arturo Bray, excombatiente y uno se los historiadores paraguayos más serios, explica que “el Paraguay quiso movilizar la misma cantidad de efectivos como lo hizo Bolivia”, pero no lo logró por una sencilla razón: “una comisión española republicana compró de forma secreta el armamento paraguayo que tanto se requería en la Guerra Civil Española. Este hecho destapó un escándalo de corrupción de algunos malos funcionarios del Gobierno y el Ejército paraguayo”; los más de 40.000 hombres desmovilizados ya no contaban con el material bélico para iniciar nuevas acciones contra Bolivia.

La movilización subrepticia de 1938 fue un esfuerzo descomunal para el Estado boliviano pues tuvo que mantener a más de 20.000 hombres en la frontera, además de la tremenda deuda que se estaba pagando en la posguerra; pero Paraguay ya no pudo movilizar la misma cantidad y eso le significó “levantar las manos”.  Esta acción del gobierno de Germán Busch y sus diplomáticos fue una diestra jugada geoestratégica. Con esto, cumplido en 1938, Bolivia logró sus objetivos planteados antes de la guerra; Paraguay no.