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René Zavaleta Mercado recuperado

El tomo III de la Obra completa de René Zavaleta Mercado, dividido en dos volúmenes, reúne en un poco más de 1.400 páginas sus notas de prensa y otros escritos, hasta hoy dispersos. Son estos en su mayoría textos de corto y mediano aliento que configuran una especie de diario de los dos oficios que ocuparon la vida profesional de Zavaleta Mercado: la docencia e investigación y el periodismo. Actividades que estuvieron, además y en su caso, casi siempre referidas al análisis —narrativo y conceptual— de la política, esa “historia inmediata”, ese “aire de todos”.

Zavaleta Mercado, periodista. En 1978, en una entrevista que se puede leer en el segundo de los volúmenes del tomo III, Zavaleta Mercado recuerda: “Viví pues entonces del periodismo [luego de que fuera empujado, con su familia, hacia el exilio en 1964], tal como había hecho en Bolivia antes de ser diputado y ministro. Pero ni entonces ni nunca he dejado de escribir en periódicos y revistas. Si apunto esto es para quejarme de algo. Jamás he logrado que se mencione mi nombre entre los de los periodistas bolivianos. En determinado momento, ingrato por demás, se impidió mi sindicalización, aunque, como está a la vista, esta es mi segunda profesión”.

El volumen 1 del tomo III congrega pues, para que estén otra vez a la vista, los trabajos y los días de la “segunda profesión” de Zavaleta. Entrenado primero en el matutino uruguayo La Mañana y poco después —junto a Augusto Céspedes— en el diario del MNR La Nación, Zavaleta devino pronto, muy temprano, uno de los mejores columnistas políticos de la historia del periodismo boliviano (y no por nada fueron columnistas políticos algunos de los escritores que más admiró: Tamayo, Montenegro, Céspedes).

El Zavaleta Mercado periodista trabajó según ciclos temáticos e históricos. En La Nación, por ejemplo, se especializó durante 1959 y 1960 en el comentario de cuatro sagas: la muerte del líder falangista Óscar Únzaga de la Vega (y los juicios e investigaciones desencadenados por esa muerte, que describió como el “resultado de veinte años de intoxicación mítica”), la diversa suerte de las figuras de la oposición rosquera, episodios del “movimiento cívico” cruceño liderado por Melchor Pinto Parada y, finalmente, los vicios de un sindicalismo que juzgó como oscilante entre los dogmas de un marxismo de cocina y un salarialismo irresponsable (encarnados por Juan Lechín, “marxista ocasional y cabaretero impenitente”).

En sus trabajos posteriores a La Nación, Zavaleta se definirá como un analista político especializado en el Cono Sur, que en su caso quiso decir —sobre todo— Bolivia, Argentina y Chile, pero también Uruguay, Brasil y Perú. De estos países, son tres los grandes núcleos históricos o concentraciones cronológicas que discute en su periodismo (un periodismo que, a diferencia de tantos, hoy, medio siglo después de escrito, se puede leer con provecho y disfrute): la serie de golpes —respaldados por Estados Unidos— que depusieron gobiernos legítimos entre 1963 y 1965 (y que instituyeron dictaduras militares); la segunda ola de dictaduras —otra vez apoyadas por Estados Unidos— de la primera mitad de los años setenta (Banzer en Bolivia, Pinochet en Chile, etcétera). Y, finalmente, hacia el final de su vida, el análisis del fin —o el comienzo del fin— de esas dictaduras.

Se ordenan cronológicamente estas notas de prensa, desde las primeras  —publicadas en 1954 por la prensa paceña, cuando Zavaleta Mercado tenía 16 años— hasta sus dos últimas, de 1983, para el periódico mexicano Uno más uno. En esos treinta años de trabajo periodístico, el grueso de la producción de Zavaleta Mercado apareció en Marcha (Montevideo, 1956-1972), La Nación (La Paz, 1957-1963), El Día (México, 1965-1966) y Excélsior (México, 1974-1976). Se rescatan además notas que, hasta hoy, no habían sido identificadas en ninguna de las listas hemerográficas existentes y que fueron publicadas en Nova (La Paz, 1962-1963), La Calle. Segunda época (1963) y Clarín Internacional (1968).

Una nota final sobre asuntos de estilo: como pronto podrá comprobar el lector, el Zavaleta Mercado de estas notas de prensa es el mismo de los ensayos y los libros de largo aliento. Es decir, uno que no escribió de otra manera sino según aquella que quería ser fiel al “arte de la digresión compleja”. Para los que creen que la redundancia pedagógica es un deber del que escribe y que la complejidad una suerte de afrenta al que lee, este volumen no será ningún consuelo: constatación acaso de que no habrá nunca para ellos un Zavaleta “fácil”.

El Zavaleta Mercado de los “otros escritos”. El volumen 2 del tomo III de la Obra completa de René Zavaleta Mercado reúne materiales de diverso origen y destino: entrevistas a Zavaleta (que cubren más de veinte años: 1962-1984), poemas dispersos, textos parcial o totalmente inéditos (la mayor parte provenientes del archivo de la familia Zavaleta-Reyles), apuntes de clases (recibidas y dadas), proyectos de investigación e informes, intervenciones parlamentarias y algunos documentos (ruinas estos últimos de lo que Zavaleta describió como “los padecimientos de la militancia”). Su sola enumeración debería ya sugerir que esta es una compilación que no aspira a ser definitiva (aunque se  haya intentado que lo sea) y que, de hecho, estamos seguros de que las futuras ediciones de este volumen incorporarán nuevos textos y materiales.

A diferencia de los otros dos tomos de esta Obra completa, este es uno en construcción. Eso quiere decir simplemente que incluye todas las notas de prensa y escritos dispersos que pudimos encontrar, en un esfuerzo colectivo. Pero que, al mismo tiempo, por una aconsejable paciencia filológica, el editor tiene la esperanza de que otros textos (hallados o atribuidos) engrosarán sus páginas en futuras reimpresiones.

La suerte de nuestros clásicos. Las 2.800 páginas de los tres tomos de la Obra completa de Zavaleta Mercado recuperan la escritura del que acaso haya sido el mayor ensayista boliviano del siglo XX. Debemos por eso celebrar el hecho de su aparición, recordando de paso que derivan del esfuerzo de una familia, la Zavaleta Reyles, y de una editorial, Plural editores, que han hecho esto a pulmón, sin apoyos de ningún tipo salvo su voluntad de contribuir a la cultura boliviana. Y mientras celebramos, tal vez sea aconsejable no perder de vista que esta Obra completa es una anomalía y que casi todos nuestros grandes ensayistas no han sido recuperados y que, de hecho, no pocos de nuestros clásicos son clásicos inéditos. Esta no es una exageración: parte considerable de la obra de Franz Tamayo y Augusto Céspedes, por ejemplo, duerme hemerotecas. Y no existe una edición de la obra completa del mayor escritor boliviano del siglo XIX: Gabriel René-Moreno.