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Buscar la reelección, un debate a fondo de la democracia boliviana

Las organizaciones sociales orgánicas al Movimiento Al Socialismo (MAS) y sus militantes no debaten si se modificará o dejará intacta la Constitución Política del Estado (CPE) de 2009, discuten si la modificación debe allanar el camino a una repostulación indefinida o a una adicional, con límite, para Presidente y Vicepresidente del Estado; una repostulación, naturalmente, que busca una futura reelección.

Se reconoce que este debate, aunque al parecer solo sea de forma, es de capital importancia para el futuro inmediato de la democracia y del país y, sin duda, su discusión encontrará su lugar en diferentes espacios de la opinión pública; sin embargo, aparentemente se ha dejado de lado el significado de la reelección en general para el país, para la democracia, para el sistema de partidos, para la manera de hacer política en Bolivia y para la propia construcción del Estado Plurinacional.

Un hecho probable en este tema, por ejemplo, es que si la modificación de la CPE tiene lugar, en el futuro vendrán otros políticos de otros partidos que podrán quedarse, constitucionalmente, lustros en el poder. Habría que preguntarse si eso es deseable, conociendo la débil institucionalidad estatal y sabiendo lo sencillo que ha sido para distintos Ejecutivos de los gobiernos de turno cooptar al resto de los poderes, merced a la mencionada debilidad.

Lo anterior se dice con una mirada prospectiva, hacia adelante; no obstante, si se vuelca la vista a la historia de Bolivia, destaca lo que muchos analistas (entre ellos la exsenadora Érika Brockmann) llaman el “imaginario” caudillista de la política boliviana. La historia lo demuestra una y otra vez. Los partidos tienen la vida de su caudillo: muerto (biológica o políticamente) el caudillo, muerto el partido.

ANTECEDENTE. Hay que ver —con el objetivo de hacer consideraciones sobre las maneras de hacer política en Bolivia— un par de ejemplos concretos del “prorroguismo” en la historia. Empero, como bien dice el sociólogo Fernando Mayorga, en ningún caso la historia implica de por sí un determinismo, el hecho de que la historia siempre tienda a repetirse. No se quiere decir, en absoluto, que lo que se narra a continuación es lo que va a suceder en caso de que se viabilice una reelección hoy, sino que no se puede abordar el tema de la actual pretendida repostulación sin ver, si quiera por encima, los casos del pasado de la política boliviana.

¿Cómo terminó sus días el mariscal Andrés de Santa Cruz (de quien en cinco días se recuerdan los 150 años de su muerte) tras estar cerca de diez años en el poder (hasta 1839)? Pasó de la adulación al repudio; de que el Congreso le regale por ley la hacienda Chica en Luribay (La Paz), a la condena total, también por ley. Después de haber acumulado Santa Cruz un poder inimaginable, el Congreso boliviano, que antes lo adulaba, lo atacó con la mayor de las virulencias. Así, en la inauguración del Congreso de 1839, todos los diputados denostaron al Mariscal. Se promulgó una ley que dice: “Se declara a don Andrés de Santa Cruz, presidente que fue de Bolivia, insigne traidor a la patria, indigno del nombre de boliviano, borrado de las listas civil y militar de la República y puesto fuera de la ley desde el momento en que pise su territorio” (Crónicas Parlamentarias, Moisés Alcázar).

Isidoro Belzu también intentó perpetuarse en el poder poniendo a su yerno Jorge Córdova (mandato de 1855 a 1857). Esto no gustó nada a sus detractores que hicieron un golpe de Estado. Luego del golpe tuvo lugar la matanza de Yáñez en la cárcel del Loreto (hoy Asamblea Legislativa), donde se ejecutaron a 60 seguidores de Belzu y al mismo Córdova. El número de muertos es enorme para la densidad demográfica de La Paz del siglo XIX.

Otro caso fue el de Víctor Paz Estenssoro en 1964. Tras modificar la Constitución para buscar una tercera reelección (la cual “ganó”), juró en agosto de ese año. Esto dio a René Barrientos Ortuño (su Vicepresidente) el pretexto que necesitaba para golpear y valió a Paz el rechazo y resentimiento del resto de los líderes emenerristas, quienes le dieron la espalda. Un caso parecido fue el de Hernando Siles, presidente de 1926 a 1930. Intentar prorrogar su administración motivó a Carlos Blanco Galindo a derrocarlo por la fuerza. Se recuerda estos casos solo por ser los que más se adecuan a in-tenciones en el pasado de permanecer en el poder.

PARTIDOS. Las referidas consideraciones históricas, no obstante, pueda que no hablen de manera, sino indirecta del caso actual, pero sí hablan directamente de los modos de hacer política que han tenido sus diversas expresiones, además del comportamiento o actitud de políticos durante diferentes “sistemas de partidos” (si es que se es flexible con el uso de esta noción) y distintas democracias, en épocas disímiles.

Entonces, ¿cómo ver el caso actual? El analista Julio Aliaga lo observa desde una conducta de los partidos vinculada al caudillismo y a su vocación de poder una vez en el gobierno. Esta conducta sería una constante entre 1952 y la actualidad. Mientras que Fernando Mayorga lo analiza desde la debilidad o absoluta desaparición del sistema de partidos, mediante una observación del panorama regional de las reelecciones. Un punto en común en los dos entrevistados es que una buscada reelección es vista desde la falta de institucionalidad partidaria; empero, el enfoque de ambos se opone.

Para Aliaga, la historia de 1952 a nuestros días muestra una constante: los partidos que han llegado al poder tienden a modificar su manera de hacer política en función a “reproducirse” en este poder. Él llama a esa conducta “movimientismos”, lo cuales llegan al poder con una serie de reivindicaciones de cambio estructural; pero, una vez en el lugar de poder las abandonan privilegiando las demandas circunstanciales en busca de mantener una popularidad que les permita permanecer en el Gobierno. Según el analista, esto es lo que perdió al Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR), al Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR, partido en el que militó) y “le está sucediendo al Movimiento Al Socialismo”. Para sostener la aseveración, Aliaga pone el ejemplo de lo que llama la “obsesión” del MAS por penetrar electoralmente en el oriente. En busca de llegar a ese electorado, el partido de gobierno ha pactado “con los gamonales de siempre, ha abandonado el indigenismo y la defensa de la Madre Tierra”. Los “movimientismos” se vinculan, según este sociólogo, a una “cultura política caudillista” de la zona andina (Bolivia, Perú, Ecuador y Colombia, especifica). El caudillismo y la vocación de poder son las constantes de la historia política, asevera.

Asimismo, es ampliamente reconocido que la primacía del líder carismático es un síntoma de una institucionalidad partidaria débil. Mayorga, en cambio, apunta que la “vocación de poder” es una característica del ser humano y no aporta mucho a una lectura de posibles reelecciones.

“Lo que está en discusión es la caracterización del proceso político del proceso de cambio, ver qué matiz político se ha forjado, qué implicaciones tiene esto en términos de la construcción del Estado Plurinacional, más que ciertos códigos supuestamente inmutables de la democracia representativa”.

La búsqueda de una futura reelección es algo “generalizado” en la región, solo que con algunas “distintas postulaciones institucionales”: algunas persiguen la reelección discontinua, otras la indefinida; unas la buscan mediante cambios constitucionales, otras, vía referéndum, y otras, desde el Congreso.  “El tema ha estado presente sobre todo en aquellos países en que se ha diluido o debilitado el sistema de partidos”, apunta Mayorga.

En Bolivia, el sistema de partidos, de acuerdo con Mayorga, se ha diluido y su reconfiguración no se ha dado aún. En cambio, en aquellos casos nacionales, donde todavía hay institucionalidad partidista (Brasil y Chile) hubo arreglos políticos institucionales para mantener la lógica de la repostulación discontinua. En ambos países, sus presidentes en determinado momento tenían muy elevados índices de popularidad, pero no optaron por una reforma constitucional para buscar su reelección.

En otros casos, se hizo una reforma constitucional por la mayoría política que ostentaban, como es el caso de Hugo Chávez en Venezuela (tras dos intentos) y Rafael Correa en Ecuador (mediante mayoría congresal); no fue posible en Argentina con Cristina Fernández de Kirchner, detalla.

“No es una particularidad de Bolivia”, destaca. Explicar esto mediante el caudillismo “no es necesariamente pertinente”, aunque hay varios datos de la historia que avalan esa hipótesis —apunta— no significa que vaya a repetirse. También hay que recordar que el primer borrador de la CPE incluía la reelección o postulación a reelección indefinida, y que fue eliminada en la negociación de 2008 en la Asamblea Legislativa Plurinacional.

¿Cómo se rutiniza (se hace rutinario) el liderazgo carismático? Mayorga dice que Evo Morales “tiene una presencia fuerte en el escenario internacional y altermundista y tiene mayores gamas para rutinizar su liderazgo, pero el MAS ha decidido por la vía de la reelección en el marco de la reforma constitucional”.

¿Quién pide una nueva postulación a la reelección? “El pueblo”, señalan los voceros del MAS. Sin embargo, aquí hay que apuntar lo que Mayorga hace notar para dar cuenta de la complejidad de la organización partidaria del MAS. Existe una ‘hibridación’, mezcla o combinación del liderazgo de Evo Morales, lo que se ve, por ejemplo, en su difusa situación, cuando al mismo tiempo es Presidente del Estado, presidente de su partido y presidente simbólico de las seis Federaciones del Trópico de Cochabamba.

Dicho esto, ¿quién pide la reforma constitucional para la repostulación de Evo Morales? Los movimientos sociales del Pacto de Unidad, quienes también ocupan una posición difusa entre ser organizaciones corporativas de gremios específicos y, además, participar del Estado (muchos de sus dirigentes son funcionarios de gobierno, diputados o senadores) y, a un mismo tiempo, son militantes del MAS. El sujeto “pueblo”, que pide la postulación del Presidente para ser reelecto, entonces, se complejiza y se torna ambiguo.

Está en debate si será indefinida o no: Evo Morales, presidente

Está en debate de los movimientos sociales, si será por cinco años más, diez años, indefinido. Yo no quiero meterme a este debate. Saben mi posición”. En esa conferencia del 7 de septiembre, Morales insistió en que la propuesta no fue inducida “ni manipulada” por el partido de gobierno, sino que fue una decisión de la Coordinadora Nacional por el Cambio (Conalcam).

Quién pide la reforma para la reelección?: Fernando Mayorga, sociólogo

La fuente discursiva (de la repostulación) busca legitimidad, entonces proviene de las organizaciones sociales; se institucionaliza a través de la bancada parlamentaria (frontera entre sindicato y partido); pero el origen discursivo tiene que ser la organización social para dar legitimidad social a la propuesta, aunque su formulación jurídica se haga en la bancada. Luego va al cuerpo electoral.

‘Caudillismo’ en la política boliviana: Julio Aliaga,  sociólogo

Es el caudillismo autoritario de la cultura política boliviana. Cuando se han bajado las banderas del indigenismo, socialismo y no queda nada, solo queda “matar a tu madre para ir al baile de los huerfanitos”.  Es decir, vacíos de contenido a cambio de popularidad, sumados a vacíos democráticos y ascenso social son el cuadro perfecto para la reelección de cualquier caudillo, no solo de Evo.

Precisiones del Vicepresidente: Álvaro García Linera, vicepresidente

Yo recomendaría que la palabra precisa no sea “reelección” sino “repostulación”, porque la elección es para que la gente decida con el voto si lo elige o no. Lo que las organizaciones están debatiendo a nivel de las comunidades es la repostulación, ésa creo que es la mejor palabra que habría que debatir. (Durante el acto de inauguración del Congreso de “Bartolinas” en Santa Cruz).