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‘Bancate’ esta columna que está de lo más ‘chida’

Mi abuela pronunciaba la “rr” apretando los dientes, aplacando las mandíbulas, exponiendo los pómulos al máximo, dejando escapar un soplo de aire por esos orificios que le oxigenaban los pulmones y el cerebro. Pero hoy empiezo a extrañar esa “rr”. No solo porque ella ya se ha marchado, sino porque aquella era la dicción tan particular en la La Paz de antaño que hoy empieza a mutar.

Me parece que los primeros en coadyuvar en su conversión fueron los pertenecientes a las clases de abolengo que, renegadas por integrar una sociedad de raíces vernáculas, quisieron cercenar aquella hermosa dicción por una menos “naca”. Y ahí nació la “erue”, como pronunciada por un francoparlante en plan de aprender el español. No es la única en sufrir discriminación. Hay un sinfín de palabras del arraigo paceño que empiezan a tomar distancia de nuestro acontecer diario.

Y en su lugar se instalan otras muy ajenas pero que suenan muy “cool”. “Aguante”, “bancar”, “pirado”, “chido”, entre otras, han empezado a formar parte del léxico de las clases media-altas que difícilmente adoptarán algún término del lumpen paceño o derivado de algún idioma nativo. Por el prejuicio. Porque parte de la sociedad sigue pensando que lo foráneo es siempre mejor. Y por eso dicen comer sushi, paella, arepa, ignorando la ranga y el ispi, o beber mojito y fernet cuando contamos con el sabroso singani. Pero el gastronómico es otro tema. El asunto es que esta asimilación surge principalmente desde los medios de comunicación y desde las redes sociales, donde se supone frecuentan individuos con aceptables niveles de estudio, como oficinistas, burócratas y demás, en contraposición al lloqalla de la esquina que debe ganarse la vida trabajando y no tiene tiempo para la navegación frente a una computadora.

Las lenguas evolucionan por diversas razones; el psicólogo George Boeree, en sus Teorías de la personalidad, decía que las lenguas también cambian por la influencia de la moda. “La pronunciación de la z en el español de Castilla se debió a que los cortesanos imitaban el ceceo de un joven rey”. Es decir que no se imita a cualquiera y al parecer hay una estrecha relación con lo que se aspira ser. Carlos Montenegro decía que el boliviano es un actor en búsqueda de personaje. Yo extraño la “rr”.