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Objeción y servicio militar obligatorio

Hace poco, un joven en edad de cumplir con sus obligaciones militares interpuso un recurso para no prestar el servicio militar con base en sus creencias éticas presentadas como pacifistas y refractarias a la armas. Al contrario de lo que la mayoría de la gente cree, o que algunos se empeñan en afirmar, no está en discusión el servicio militar obligatorio (SMO) como tal, sino lo que se plantea es si es aceptable o no que un joven logre la libreta (de servicio militar) sin hacer el servicio, argumentando las razones anteriormente citadas.

No sé los motivos por los que el juez competente directamente admitió dicho recurso, a pesar de estar en contra de la Constitución, ahora compete al Tribunal Constitucional Plurinacional dirimir el asunto. Considerando que resulta claro que la Ley de Leyes declara al servicio militar como obligatorio para todos los jóvenes bolivianos, lo más probable es que decida que el recurso no tiene mayor fundamento.

Sin embargo, es necesario aclarar algunos puntos acerca del servicio militar obligatorio. La necesidad de defensa nació con las primeras agrupaciones sociales del hombre, inicialmente contra los animales depredadores y posteriormente contra otros humanos, siempre en la búsqueda de territorio y recursos.

Esto obligó a diversificar las tareas: unos dirigían, otros producían y otros defendían, esta defensa involucraba a todos en caso de peligro, de allí nace la verdadera noción de defensa nacional, es decir, que al ser una persona parte de la sociedad, está obligada a respetar sus leyes, contribuir a ella y a su economía y defenderla con armas en la mano en caso necesario.

Esto debe quedar claro para los bolivianos: detrás de cada derecho existe una obligación. Algunos sectores defienden rabiosamente los derechos de las personas, pero se olvidan de las obligaciones, imprescindibles para el mantenimiento de una sociedad civilizada.

Cuando se habla de sustituir el SMO por uno voluntario, es decir, con soldados profesionales, se desconoce evidentemente la realidad de Bolivia; los que han sustituido este servicio por profesionales son los países que tienen en común dos cosas: o tienen un exceso de población o tienen un exceso de dinero o ambas cosas, situación en la que evidentemente Bolivia no entra.

Por otro lado, algunos cuestionan el porqué de tener un ejército si somos un país pacifista, olvidando que la única forma de mantener esa paz es preparase para defenderla, un ejemplo claro es Suiza, nación neutral y pacifista que invierte en sus Fuerzas Armadas 6.000 millones de dólares por año, con un servicio militar obligatorio para todos los varones y un mantenimiento de entrenamiento en la reserva hasta los 42 años, esto le ha permitido vivir en paz los últimos 150 años, incluyendo los días terribles de las dos guerras mundiales.

Pero lo más importante para los bolivianos es comprender que nuestra situación geopolítica y geográfica es sumamente vulnerable a cualquier acción armada de nuestros vecinos, sobre todo por nuestra posición central en Sudamérica y porque la mayoría de nuestras riquezas naturales está en la periferia. Basta leer nuestra historia para ver que somos el país sudamericano con mayor cantidad de guerras internacionales, siempre debidas al apetito de nuestros vecinos y a la conclusión de que ellos se expanden hacia los países que oponen menor resistencia.

Especial atención nos debe ser fijada en el caso de Chile, país que no solo nos agredió militarmente con el único objetivo de depredar nuestros recursos naturales, sino que nos amenaza continuamente. El suponer que las maniobras en la frontera no son una seria advertencia del uso de su fuerza militar es desconocer la historia y creer que el arribo del Cochrane y el O’Higgins (buques de guerra chilenos) a Antofagasta en enero de 1879 no fue el preludio de la invasión.

El SMO ha sido durante muchos años el verdadero motor y sostén de la integración de Bolivia, allí los soldados conscriptos conocían por primera vez las selvas del oriente y norte o el Chaco; mediante el mismo también se aventuraban a llegar de nuevo a estas tierras despobladas ya con sus familias; esta es la verdadera razón por la que ahora, por primera vez, las tres zonas geográficas bolivianas están armónicamente distribuidas en cuanto a habitantes se refiere.

Por otro lado, el servir a la patria tiene excelentes beneficios para la juventud: es la última escuela donde forjan su carácter y maduran su cuerpo, aprendiendo a valorar lo que es la familia y el cariño de los padres; permite cultivar nuevas amistades que generalmente duran toda una vida; promueve el orgullo típico de llevar sus habilidades al máximo de su capacidad, cosa que solo la instrucción militar ofrece; además de permitirle acceso a títulos de técnicos medios, capacitarlos en primeros auxilios y fomentar un puro patriotismo, logrando para la patria generaciones de jóvenes fuertes y con vocación de servicio a la sociedad.

Estos valores que el servicio inculca, unidos a la disciplina moral y física que se adquiere en el cuartel, han convertido al SMO en una respetable institución boliviana, donde aquellos que han cumplido sus deberes impulsan a sus hijos a seguir el ejemplo, y aquellos que no lo hicieron reconocen las ventajas que se les presenta al vestir el uniforme. Por ello, resulta curioso que los enemigos mortales del SMO sean generalmente aquellos que no cumplieron con sus deberes militares y, por tanto, hablan o critican por terceras personas o lo que es peor, sin base alguna.

El SMO boliviano es una de las instituciones más flexibles del Estado, una persona puede hacer el servicio y elegir la Fuerza, elegir el arma e incluso la guarnición, lógicamente dependiendo de los cupos. Por otro lado, puede hacer el servicio premilitar si está cursando el bachillerato, si tiene problemas físicos, puede ser elegible como auxiliar o postergado, se homologa el servicio en los servicios de rescate y otras ramas afines.

En síntesis, si el joven en cuestión objeta las armas, puede servir en una unidad administrativa, ir al SAR o simplemente no ir al cuartel, para después optar por la libreta de redención, es decir, pagar el impuesto a la defensa no ya con su servicio, sino con su dinero; regalar la libreta a un objetor sería claramente una ofensa a los que con su tiempo, sudor y patriotismo la obtuvieron por su esfuerzo.

Debemos tomar con seriedad la Defensa Nacional, los políticos, sean del gobierno o de la oposición, y el Alto Mando deben exigir el cumplimiento de la promesa presidencial de crear un fondo de defensa y dotar a las Fuerzas Armadas de las armas necesarias para tener una disuasión creíble, que nos permita enfrentar cualquier situación que ponga en riesgo nuestra integridad territorial o soberanía; no hacerlo sería una gravísima violación al juramento prestado para defender a la sociedad y la patria boliviana.