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París, cumbre geopolítica

Tiene lugar estos días (del 30 de noviembre al 11 de diciembre) la XXI reunión de la Conferencia de Estados Parte de la Convención sobre Cambio Climático (COP) en París. La cumbre climática que, en lo fundamental, busca un acuerdo global para que el calentamiento del planeta no pase de los 2 grados centígrados. Un aspecto que por lo general se pasa por alto es que esta cita mundial en primer lugar es una “convención”, esto es, una forma del sistema de Naciones Unidas vinculante y obligatoria; de modo que lo que allí se decida, el acuerdo que se alcance, será de cumplimiento obligado para todos los países signatarios.

Se juega mucho en la cumbre COP21 de París: la reducción de gases de efecto invernadero; el financiamiento de los esfuerzos que se hagan de mitigación y adaptación al cambio climático; los mecanismos de revisión y seguimiento de los acuerdos que se deban implementar, entre otros aspectos.

Una de las nociones más importantes que se aplicará en la cita mundial es la de “responsabilidad común pero diferenciada”, que significa que si bien todos los países están involucrados en el calentamiento global, cada uno tiene su particular cuota en las acciones que se deban llevar adelante para enfrentar la mencionada adversidad planetaria.

El tema es cómo se determina esa cuota entre los países desarrollados, los emergentes y los en desarrollo, en la medida en que existen factores estructurales que de todos modos ordenan el debate. Tal como hace notar un reciente estudio de la organización no gubernamental internacional Oxfam, el 10% más rico del planeta genera nada menos que el 49% de la contaminación global; en tanto que, en paralelo, el 50% de la humanidad incide en el 10% de la mancha  de la contaminación.

Pese a todos los miramientos, animadversiones y hasta odios que pueden haber entre los países, el hecho objetivo es que urge la cooperación.   

El editor