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Por qué es necesario entender la crisis china?

Es probable que muchas personas nos hagamos esta pregunta, más aún cuando ese país se encuentra aproximadamente a 17.500 kilómetros de distancia (línea aérea) del nuestro. Es una sociedad de diferente cultura, con 1.401.586.000 de habitantes, lo que representa cerca del 20% de la población mundial, siendo 130 veces mayor que la de Bolivia.

Esta gran nación, de un tiempo a esta parte se constituyó en la locomotora que arrastra a la economía mundial.  Efectivamente, en las últimas décadas ha experimentado un crecimiento considerable, para luego declinar paulatinamente, conducta reflejada en su Producto Interno Bruto (PIB), cuyas tasas medias giraron alrededor del 11,4% (promedio interanual 2005-2009), para luego constreñirse en el siguiente quinquenio al 8,5% (alcanzando en 2010 el 10,4% el punto más alto del último lustro y el más bajo en 2014, con 7,3%). En ésta y la próxima gestión se prevén índices más bajos de 6,8% y 6,3%, según el Fondo Monetario Internacional (FMI). Ahora bien, ¿qué factores explicarían este rumbo? Veamos:

El primer cimiento de ese comportamiento fue, sin lugar a dudas, su industria (en 2013 aportó aproximadamente el 48% al PIB y representaba algo más del 40% de la estructura productiva de este país), al interior de ella los factores tecnológico y de construcción (plantas industriales y viviendas, por ejemplo) actuaron como dispositivos dinamizadores.

El segundo fundamento se sostiene en la migración campo-ciudad: alrededor de 260 millones de aldeanos abandonaron sus hogares, a partir de 1984, de manera intensiva, para incorporarse como mano de obra excedentaria, particularmente en el sector secundario, pero con bajos niveles salariales, lo que dio lugar a la contracción de costos de sus productos, haciendo que los mismos sean competitivos, en cuanto a precios, en el ámbito internacional.

Esta sería una de las partes del boom. La otra, ligada a esta materia, vendría a ser las cuentas nacionales empleadas, que conceptualmente es un registro contable de las transacciones realizadas por los distintos agentes formales que intervienen en la economía. Precisamente, el desplazamiento de la fuerza de trabajo del sector rural a los centros urbanos dio lugar a que las actividades efectuadas por ese contingente social se asienten en la contabilidad nacional (anteriormente no estaban incorporadas). Procedimiento estadístico que dio lugar a que la variación del PIB alcance dos dígitos, mecanismo que llega a su fin por la disminución de la oferta laboral.

Finalmente, esta táctica se respaldó en el comercio con el resto del mundo, destinando gran parte de los excedentes económicos a la inversión. Así, las tasas de crecimiento de las ventas externas tuvieron un curso fluctuante: en 2011 con el 15% con relación a 2010; en 2012 con el 17% frente al año anterior; en 2013 creció pero solo hasta el 4%; y en 2014 se evidencia un pequeño repunte hasta el 6% ante 2013; en todo caso, porcentajes inferiores al lustro pasado.

En cuanto a las importaciones, también sintieron un descenso: mientras en 2011 se ubicó en 19% con alusión a 2010; en 2012 se instaló en 13% en comparación al periodo anterior; para pasar a 4% en 2013 y en 2014 a 0,5%. Ahí se observa que China durante los últimos años compró menos; constricción que afectó a los demás países, aunque siempre tuvo una balanza comercial positiva.

Como se puede apreciar, el comercio exterior fue uno de sus fuertes y esta corriente se ha ido debilitando, principalmente a raíz de la crisis de Estados Unidos que empezó con los créditos e hipotecas denominados subprime (2008 con un PIB de -0,3% y cuyas secuelas aún se sienten), que llevó consigo a los países europeos y otros.

Desde ese hito, la recuperación estadounidense, en cuanto a PIB, fue leve y lenta: 2,5% (2010); 1,6% (2011); 2,3% (2012); 1,5% (2013) y 2,4% (2014), con una proyección, según el FMI, de 2,6% y 2,2% (2015-2016, respectivamente); lo propio sucedió en la eurozona: 2,1%; 1,6%; -0,8%; -0,3%; 0,9%, en los mismos años, con una estimación, conforme la misma fuente, de 1,5% para esta gestión y 1,6% para 2016; hecho que dio lugar a que los dos bloques disminuyan sus tasas de exportación e importación hacia y de ese país, con referencia a tiempos precedentes.

Estos escenarios nada alentadores explicarían el germen de la ralentización china. Razones suficientes para que sus estrategas estén reorientando sus expectativas al consumo interno, aplicando políticas de incentivo, tarea que no es fácil ya que es una sociedad que tiene fuertes restricciones, por ejemplo, el porcentaje del PIB dedicado al consumo es muy bajo en comparación a la inversión, y la estructura de los servicios sociales no responde a las necesidades del grueso de la gente. Para enfrentar esta situación, la solución pasa por invertir menos y consumir más y esto exige profundizar reformas, especialmente en el área social.

Consecuentemente, estos aspectos establecen una nueva realidad en el escenario internacional. No olvidemos que es gran consumidor de materias primas, particularmente no renovables (cerca de la mitad de la demanda mundial de los principales minerales es atribuible a este país, constituyéndose en una importante fuente de impulso al crecimiento mundial desde 2002); por tal razón, su encogimiento económico preocupa porque va generando cifras negativas en los precios de los commodities en general y metales en especial. Se proyecta que las cotizaciones de estos últimos bajen en 22% al cerrar esta gestión y 9% en 2016 (FMI).

Por lo tanto, lo que ocurra con ese coloso es importante para el mundo. En el caso nuestro, la penetración a ese mercado fue ascendente en el último lustro: 61% en 2011 en correspondencia a 2010; -6% en 2012 con mención a 2011; 2% en 2013 y finalmente 36% en 2014. Más aun cuando del valor total de las exportaciones nacionales, tomando solo como ejemplo 2013 y 2014 (el 91% y el 95%, respectivamente), proviene del rubro minerales y metales, especialmente estaño, plata y zinc que explican el 83% y 78% de esos porcentajes, que incumben a las gestiones señaladas, los restos recaen en otros minerales.

Además de un total de 259 países con quienes realizamos movimientos de mercaderías, China ocupa el octavo lugar, entonces podemos colegir que esa economía más pronto que tarde tendrá una fuerte gravitación en el país. No por nada los demás Estados quieren posicionar sus productos en ese mercado gigante.

En cuanto a las compras que realizamos, esta variable se alzó en 2011 en el orden del 70%; en 2012 en 17%; en 2013 en 13% y finalmente en 2014 en 24%, siempre con referencia a los años precedentes. Por otro lado, de 247 países de donde Bolivia importa, China se constituye en el segundo después de Brasil.  Por los aspectos resaltados, es necesario conocer lo que pase con esa economía.