Luis Arce Catacora: Volvimos a darle su verdadero sentido al Estado
El tema de esta plática con el Ministro de Economía es su reciente libro ‘El modelo económico social comunitario productivo boliviano’. Allí, afirma y desarrolla el principio de que la economía no es sino la generación del excedente y la manera de distribuirlo.
A fines de 2015, el ministro de Economía y Finanzas Públicas, Luis Alberto Arce Catacora, publicó su libro El modelo económico social comunitario productivo boliviano, texto de 425 páginas dividido en tres partes: la percepción de lo que fue el modelo neoliberal en Bolivia, 1985-2005; lo que es el modelo económico social comunitario productivo, 2006-2014; y sus resultados económicos y sociales.
El ministro, que junto al canciller David Choquehuanca acompañó en la misma cartera los 10 años del gobierno del presidente Evo Morales, explica en la entrevista lo que puede considerarse el nudo de la política económica aplicada por el actual régimen: “El Estado, siempre el Estado”.
— Su libro parte de que la economía en el fondo es aún la querella por el excedente, por el control y uso del excedente. Una visión, se diría, casi de guerra.
— No; muy sencillo, compañero. Esto parte de la definición de un modelo económico, que es cómo se produce el excedente y cómo se lo distribuye. En el viejo modelo neoliberal, la producción del excedente era generada por los recursos naturales que estaban en manos de las transnacionales. Éramos todos los bolivianos los que generábamos el excedente, pero la apropiación era de las transnacionales. En nuestro modelo, la generación del excedente la trabajamos todos los bolivianos, y hay un proceso redistributivo entre la sociedad de ese excedente.
— Le digo eso porque en otras visiones de la economía el tema es otro: la administración eficiente de la riqueza, de los recursos como capital, etc.
— ¿Por qué? Yo le voy a decir por qué…
— El punto parece ser que ahí hay una visión ideológica…
— Exactamente. El concepto de excedente es un concepto marxista. Por eso los neoliberales nunca van a entender, o no quieren entender, la visión que nosotros tenemos. El excedente y su distribución parten del materialismo dialéctico, del materialismo histórico. En cambio, ellos nunca hablan del excedente, de su redistribución, sino que hablan de que tiene que haber condiciones para la inversión, para la competitividad, para la globalización; los conceptos engloban la lucha de poderes: el capital transnacional, la concentración de la riqueza en pocas manos; de eso estamos discutiendo.
— En su libro habla de dos grandes sectores de la economía, el “estratégico generador del excedente”, constituido principalmente por hidrocarburos, minería y electricidad, y el resto, los sectores “generadores de empleo e ingresos”, y que lo que se busca es “trasladar” el excedente del primero al segundo. ¿Cómo se hace esto?
— Ése es el tema. Alguien tiene que hacer eso; por supuesto que el mercado nunca lo va a hacer, porque no le interesa; tiene que ser el Estado. Y ya hemos empezado desde 2006, primero a construir lo que en economía se llama la base económica o la industria pesada; es decir, sacar el mineral, dividirlo y transformarlo; sacar el gas, dividirlo y transformarlo, para que sobre esa industria básica, que es la producción de la materia prima, entre en escena la industria vertical, la industria liviana; cosa que puede hacer el sector privado, siempre se le ha desafiado a que pueda industrializar, y si no, por supuesto que el Estado lo tiene que hacer.
— Pero usted habla de “traslado” de recursos, y en ese resto de la economía están los empresarios privados, las otras formas de economía…
— Se está haciendo ya. Hay varias medidas de redistribución. Primero, por eso se entiende la nacionalización, teníamos que recuperar todo eso para que el Estado tenga recursos que pueda llevar hacia el otro elemento que usted menciona, la resolución de los problemas sociales, por un lado, y la construcción de la nueva economía, por otro. El Estado boliviano invierte en la industrialización de sus recursos naturales, y fomenta al sector privado, tanto al tradicional como al cooperativo, a la economía comunitaria, para que pueda integrarse; y lo hemos hecho de varias maneras, fíjese: en una primera instancia, hemos dotado de tractores, porque al principio es así, hasta que (los productores) reaccionen; y luego, crédito; al sector privado le hemos dado las mejores condiciones financieras para que tengan crédito y pueda desarrollar en el tema productivo; y hoy tiene las mejores condiciones, que nunca han tenido, y eso felizmente lo han reconocido los empresarios privados.
— Otro tema de su libro es la estabilidad; la que en la época neoliberal era —dice usted— objeto de culto pero en detrimento del crecimiento; pero en el modelo económico social comunitario es un bien público de primer orden.
— Así es. Hay que aclarar que la estabilidad económica, la estabilidad macroeconómica, no son un patrimonio neoliberal; desde el señor Adam Smith, antes aún, los fisiócratas, Marx, todos parten de la idea de que se necesita ciertos equilibrios o ciertos desequilibrios para el crecimiento, pero que tienen que estar establecidos, y no son patrimonio de los neoliberales. Al margen de estos temas, que son interesantes de discutir, nosotros partimos de un gran supuesto: cuando la economía está en desequilibrio, cuando hay desfases fiscales, monetarios e inflacionarios, los que más sufren son los pobres, y nuestro gobierno siempre va a precautelar el bolsillo de los pobres, por eso es que nosotros somos cuidadosos en el manejo económico para, por una parte, no generar hiperinflaciones; y, por otra, mostrar que nosotros sabemos manejar la economía, porque nos tildaban que “en todos los países de América Latina donde la izquierda es gobierno se maneja mal la economía”, eso es falso. Y hemos mostrado la estabilidad como un precepto fundamental, filosófico, de principio, de precautelar el bolsillo de la gente más pobre; para ellos (los neoliberales, la estabilidad) era el horizonte, para nosotros es el piso, lo que es una gran diferencia.
— Ustedes relacionan mucho la estabilidad con la demanda interna, que si la crisis no nos toca fuerte es por este mercado interno.
— Nosotros somos la antítesis del modelo neoliberal: ellos querían crecer solo con base en las exportaciones; y nosotros decimos no, hay que utilizar los dos motores. Pero el manejo económico es algo más complejo: lo que hacemos no se limita a controlar la estabilidad, las cuentas fiscales, monetarias; adicionalmente también se controla el crecimiento de la demanda interna; se controla los motorcitos internos que tiene la economía para crecer, empujándolos vía créditos; transferencias condicionadas, (los bonos) Juancito Pinto, Renta Dignidad; una serie de elementos que van manejando la demanda, el consumo de la gente; por otro lado, fomentamos la producción de servicios básicos, de alimentos, para que aquel incremento de la demanda tenga su contrapeso en productos (oferta); entonces, hay que graduar el tema de la oferta con el tema de la demanda más el equilibrio macroeconómico. Todas las semanas, el Ministro de Economía tiene una reunión en la que toma examen a todas las instituciones que tienen que ver con esto, para que vayan alineándose hacia donde estamos yendo.
— Esto tiene que ver con el rol dirigente, que ya no solo es regulador del Estado que ustedes postulan. Lo del Estado como la locomotora que arrastra al resto; la imposición de ciertos monopolios estatales; que el Estado pueda ser de todo, empresario, inversionista, banquero, productor, y lo que fuere necesario.
— No existe en la historia de la humanidad un país exitoso cuyo Estado no haya estado detrás.
— Contra el prejuicio neoliberal, de que el Estado siempre deba estar arrinconado…
— Ni en Estados Unidos; en la crisis de 2008, ¿quién ha salido a salvar a los yanquis? El Estado, estatizando. Tanto que se criticaba, que ha estatizado una compañía de seguros, el Estado ha sacado sus paquetes; el “hospital de empresas” de Goni (Gonzalo Sánchez de Lozada) para salvar a los bancos; el Estado, siempre el Estado. No existe una experiencia en el planeta donde el Estado no haya tenido el rol protagónico; nosotros en realidad le volvemos a dar el verdadero sentido al Estado. ¿Qué es el Estado? El Estado somos todos nosotros; no son las paredes ni el Palacio de Gobierno. Esto es importante, porque los únicos que quieren mejorar, salir de la pobreza, tener mejor educación, salud, somos nosotros, no el mercado. Al mercado no le interesa que tú seas analfabeto, que no tengas salud; le interesa el bolsillo. Veinte años de neoliberalismo, cuando se ha creído que el mercado tenía que hacer las cosas; falso. No hizo nada, y más bien deterioró y empeoró las condiciones de vida: desempleo, marginación. En cambio, entra el Estado y el Estado planifica, el Estado tiene una mirada de largo plazo, no solo en el tema económico; ahí lo ves al presidente Evo mirando el tema del mar, la energía eléctrica, las carreteras. El Estado, cuando tiene una mirada correcta de desarrollo, de preocuparse por la gente, va a tomar acciones en esa línea, y no ese “estadito” que antes teníamos, que en realidad era el instrumento para que las oligarquías, los grupos vinculados al poder, se enriquezcan, cuando el resto de la gente no tenía capacidad de compra.
— Se llama “modelo social comunitario”. ¿Dónde está lo comunitario, que no se lo percibe mucho en el libro?
— Dos elementos de lo comunitario. Primero, los principios. Recogemos los principios de nuestros pueblos originarios; la más clara es la Ley de Pensiones. En ésta hemos incorporado la renta solidaria; tenemos las subvenciones cruzadas: usted en la ciudad paga más por la luz eléctrica que el compañero que vive en el campo; ese tipo de cosas. Empezamos a poner las cosas en orden y en su magnitud; no solamente igualdad, sino justicia. El otro elemento es lo que usted ya se ha dado cuenta: lo comunitario en primer lugar cuida lo común, la comunidad, lo social, y después se está fijando en grupos o en personas; lo comunitario es decirle al empresario privado: “Señor, no me interesa a mí su bolsillo, me interesa que la gente tenga azúcar”.
— En el libro no están algunas experiencias negativas, como el denominado “gasolinazo”.
— Es que no ha sido una experiencia negativa.
— Pero no lo toca.
— No, porque es una medida frustrada pero que tenía un altísimo contenido social. En ese momento estábamos con una subvención (al precio de los hidrocarburos) de 600 millones, llegamos a más de 1.000 millones. ¿Se imagina usted qué hubiéramos hecho con 1.000 millones de dólares? Cuando el barril de petróleo estaba 110 dólares, hemos perdido 1.100 millones de dólares en subvención; cuando lanzamos la medida, eran 600 millones y veíamos que iba a subir, y por eso decíamos: “mejor, tomemos la medida”; porque si la subvención beneficiaría exclusivamente a los bolivianos, aunque sea a los ricos, como en este caso, quizás hubiéramos dicho que siga nomás; pero el tema era que estábamos beneficiando a los países vecinos. Era una medida que apuntaba a ahorrar al país y a generar ingresos que no se vayan afuera; no nos equivocamos en la medida, pero retrocedimos por un tema social, porque había información de que la gente, y usted sabe, el MSM (Movimiento Sin Miedo) y otros estaban detrás de la movilización, buscaban un muerto, querían una bandera para bajar al presidente Evo. Dijimos: ¿qué es más importante? (Y respondimos:) el beneficio social, que continúe el presidente Evo, que continúe este modelo económico; es mucho más importante que una medida, y retrocedimos.
Datos
Nombre: Luis Alberto Arce Catacora
Nació: La Paz, 28 de septiembre de 1963.
Cargo: Ministro de Economía desde 2006.
Perfil
Máster en Ciencias Económicas por la Universidad de Warwick. En la presentación de su libro se afirma que “los trabajos de investigación académica de Luis Arce y Carlos Villegas sobre la realidad económica y social boliviana se constituyeron en la base teórica del Modelo Económico Social Comunitario Productivo (MESCP)”, aplicado por el Gobierno.