Hay poderosas razones históricas, políticas, económicas y democráticas en el Sí. Este proceso de cambio que lidera Evo Morales  pertenece a los miles de bolivianos y bolivianas que sobrevivieron a una ciudadanía clandestina; no aparecían en libros de historia ni en los manifiestos de los partidos de izquierda de viejo cuño que ahora  se hacen  llamar “nueva izquierda”.   

Sin los indios que defienden al gobierno de Evo Morales, porque este proceso les costó sangre, otra izquierda no es posible ni otra democracia, más aún: otra nación no es posible como lo vimos en aquel remedo de República con historia secular de castas señoriales, de despojos, olvido y marginación de pueblos indígenas hasta que ellos mismos accedieron al poder en 2006.

El referéndum del 21 de febrero para reformar el artículo 168 de la Constitución Política del Estado (CPE), y que consulta si un buen gobierno puede, mediante el voto, ser elegido por tres veces consecutivas en las urnas; 15 años  y no 10 como lo es ahora, no es un mero acto electoral. 

Los que pregonan que 10 años es demasiado y 15 una eternización en el poder no soportan un gobierno de indios; quieren revocarlo con cualquier motivo y mentira. La alternancia que funge como parámetro de calidad democrática era, hace una década, una forma de rotación política para saquear un Estado con estigma de ingobernable, inviable y fallido por culpa de ellos mismos. 

El Sí define el avance: para el Sí, el referéndum es el escenario en el que se juegan dos estrategias antagónicas y se define el retroceso o el avance sostenido del pueblo boliviano, advierte Franz Barrios Villegas, prestigioso intelectual. 

La razón política de fondo del Sí es que el pueblo boliviano se ha convertido, desde diciembre de 2005, en el único sujeto histórico con potestad de decidir su futuro, tras consolidar e imponer una verdadera democracia directa y participativa mediante el voto ciudadano para elegir representantes y el referéndum para decidir directamente sobre aspectos fundamentales del país, dice Barrios, sin filiación al Movimiento Al Socialismo (MAS) ni ningún cargo en el Gobierno. Considera absurdo que el mismo pueblo se autolimite en el ejercicio de sus decisiones soberanas y renuncie a su facultad de modificar algún artículo, ley vigente o la misma CPE. 

Evo y Álvaro, escollos para resucitar partidocracia: el liderazgo de Evo y Álvaro se ha convertido en el principal escollo para las pretensiones políticas de los viejos líderes del No que buscan resucitar la partidocracia pactada, asegura Barrios. Sin un liderazgo de las mismas características entre los viejos políticos, hoy en la lona, se recurre a dañar por todos los medios posibles la imagen y la proyección de ambos líderes.

Los únicos recursos discursivos del No en la coyuntura son superficiales: la supuesta ambición de Evo y Álvaro para perpetuarse en el poder, el principio de alternancia que antes servía para hacer funcionar su “democracia” pactada y la ilusión de ganar tiempo para “fabricar” nuevos liderazgos desde la oposición, apunta.

Sí para preservar la continuidad estratégica: en cambio, las razones políticas para el Sí se fundamentan en el proceso de cambio que vive el país,  la demostración incuestionable de una buena gestión pública en el nuevo Estado Plurinacional y la necesidad de seguir contando con dos conductores excepcionales como lo son nuestros presidente Evo Morales y el vicepresidente Álvaro García Linera.

En síntesis, la triple línea de continuidad estratégica a preservar, resume Barrios, es: liderazgo genuino, gestión pública sobresaliente y consolidación del proceso de cambio; un hilo conductor con el que se ha logrado todo en el país. Con el Sí, proceso de transformaciones sigue adelante: el Sí apunta a  la continuidad del proceso de transformaciones históricas que ha emprendido el pueblo boliviano y a su profundización. 

El cambio social, sostiene, provocó la emergencia de pueblos originarios, organizaciones sociales excluidas, fuerzas laborales del campo y la ciudad, y el surgimiento del sujeto histórico. Posibilitó poder soberano y democracia participativa y directa, y,  por decisión popular, un camino abierto a las grandes transformaciones sociales, ideológico-culturales, económicas y políticas, agrega.

Votar por el Sí es afianzar, ante las fuerzas retrógradas, que el cambio social es una decisión del pueblo boliviano para que el proceso de transformaciones no se revierta tal como en Argentina.

Sí por la estabilidad económica y crecimiento: en el voto ciudadano por el Sí se afirmará la continuidad y profundización del cambio económico que abrió un camino de grandes y profundas transformaciones estructurales, indica Barrios, con la recuperación de la propiedad y dominio de los recursos naturales en beneficio de todo el pueblo; la vigencia de un nuevo modelo económico (social comunitario y productivo); definición de marcos referenciales de planificación estratégica y el desarrollo de una gestión pública que orienta la  inversión estatal en desarrollo productivo y redistribución social.

Así se entiende, a juicio del intelectual, la hazaña de consolidar nuestra economía a niveles extraordinarios de sostenibilidad, estabilidad y crecimiento progresivo en 10 años, y dejar de ser el país más pobre de América Latina. Afirma Barrios que “513 años de explotación nos expuso ante el mundo entero como una colectividad miserable, ignorante e inviable”. Hoy Bolivia es un referente mundial.

Sí para que no vuelva la democracia de impostura: el voto por el Sí es una respuesta clara y contundente para que nunca más vuelva el Estado que aparentaba gobernar a todos, “el Estado michi”, con su democracia de impostura, juego pactado de la partidocracia, ineptitud del aparato estatal para resolver los problemas de la sociedad, puntualiza.

Es un Sí al Estado plurinacional, compuesto, horizontal, autonómico y descentralizado, parido históricamente por la misma sociedad en su conjunto y que supera la separación entre Estado y Sociedad. Se trata de un Sí a la democracia directa, a la continuidad de la buena gestión pública y a la construcción  de un nuevo sistema político, un Sí con conciencia revolucionaria para defender la decisión del pueblo que ha transformado en pocos años la realidad nacional convirtiéndola en un referente mundial.

En 180 años de conducción, asegura el intelectual, dirigentes, partidos y aparato estatal no pudieron llegar ni al 1% de lo que se ha logrado en estos últimos 10 años. Por todo eso, el voto es por el Sí.