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Lobbismo o ‘house of cards’ a la boliviana: Gabriela y Evo

Lo cierto es que Gabriela Zapata tuvo una relación amorosa con Evo Morales, relación de la cual nació en 2007 un niño que luego murió. Es verdad que Zapata se convirtió en gerente comercial del consorcio chino CAMC, corporación que recibió megacontratos del Estado boliviano. El papel que Zapata juega es evidentemente el de lobbista de los chinos.

Evo Morales, en su primera intervención al respecto, el viernes, preguntó: “¿dónde hay tráfico de influencias?” Y se contestó a sí mismo que es una guerra sucia.

Lo cierto es que la respuesta del Presidente fue flácida. Es verdad que su descargo ganó laxitud desde que se puso a increpar a la oposición por no tener proyecto de país (¿?).

El Presidente no aclaró nada. Paradoja: la duda es clara: ¿por qué la empresa en que trabaja su expareja recibe megacontratos del Estado? ¿Por qué eso no puede ser llamado tráfico de influencias? Aún así ya no sea su pareja y aún así no la haya visto desde 2007 continúa siendo su expareja.

La polémica sobre la veracidad de las fotografías de Facebook es irrelevante, lo que se tiene que explicar con papeles es por qué la empresa donde trabaja la expareja es favorecida con contratos estatales o demostrar que son contratos anteriores a 2007. No se hizo así.

Como mínimo, esta señora es la lobbista de CAMC en Bolivia. El lobbismo no es del todo ilegal y, por ejemplo, domina la manera de hacer política en Estados Unidos.

El lobbismo y la millonaria comisión que recibe un lobbista por lograr algún megacontrato con un Estado no es ilegal, pero cuando novelones de este tamaño se interponen, la duda queda. Morales debió desmentir con contundencia, no reclamar a la oposición de que no tenga proyecto: ¿por qué la empresa china en que trabaja su expareja y madre de su niño fallecido recibe megaproyectos? Más aún, ¿por qué se siguió dando contratos a CAMC cuando se vio que este consorcio no
cumple con los plazos de ejecución de obras nunca?

La respuesta de Morales, blanda, solo deja preguntas. Queda recurrir al símil. Cuando las decisiones del destino del Imperio Romano fueron tomadas en medio de intrincados laberintos amorosos, cuando el rigor de la casa Julia fue sustituido por enredos de alcoba dignos de una “Comedia de confusiones” fue el día en que el Imperio se abismó.