Icono del sitio La Razón

Johnny Peralta: Los zapatistas son lo más auténtico hoy día

A fines de los 80 y principios de los 90, Johnny Justino Peralta Espinoza fue uno de los dirigentes de las denominadas Fuerzas Armadas de Liberación Zárate Willka, FAL-Zárate Willka, que junto al Ejército Guerrillero Túpac Katari (EGTK) y la Comisión Néstor Paz Zamora (CNPZ) protagonizaron el peculiar momento de la historia contemporánea del país en que emergieron los grupos armados. Las FAL-Zárate Willka fueron creadas en 1985 y luego de una serie de acciones que llevan adelante, empiezan a ser desarticuladas por las fuerzas policiales a principios de los 90. Johnny Peralta es detenido y permanece en prisión 15 años; cumplida su condena, cuenta, es puesto en libertad en 2008. “Fui el último preso político” en salir en libertad, y en pleno proceso de cambio, afirma. En los años siguientes Peralta estuvo con los indignados en España, en una comunidad zapatista en México; en la sierra peruana y con una agrupación de mujeres indígenas productoras de banano orgánico en Ecuador.

— ¿Cómo han surgido las FAL-Zárate Willka?

— Yo vengo de haber formado dos grupos guerrilleros. Yo me sumé al Ejército de Liberación Nacional (ELN) en 1979, antes del golpe de (Alberto) Natusch Busch; el que me tomó juramento en una casa clandestina en el Cementerio fue Antonio Peredo Leigue. En el ELN un grupo de compañeros vimos la insuficiencia de que en ese entonces no quería desarrollar la lucha armada, y segundo, seguía asumiendo a la clase obrera como el sujeto histórico de cualquier proceso revolucionario en el país; por eso, del 79 al 84 el ELN prácticamente se diluye, y el 85, con un grupo de compañeros que nos salimos del ELN y con otros más, fundamos las Fuerzas Armadas de Liberación Zárate Willka.

— El 85 es decisivo, porque empieza el neoliberalismo…

— El 85 también se emite el Decreto 21060, inicia el neoliberalismo y 20.000 obreros y mineros son puestos en la calle; es ahí donde nos damos cuenta, de manera real, que prácticamente el sujeto obrero estaba totalmente desarticulado y con pocas posibilidades de rearticularse en el corto tiempo; y, bueno, la realidad es tan sabia que a nosotros nos hace mirar hacia el lugar indígena; siempre han estado ahí, desde Tomás Katari, y dijimos “son ellos los que van a liberar a nuestro país, ellos los que ponen el hombro, el sudor, su sangre para que exista nuestra nación”. Y es entonces que nosotros nos volcamos a organizarnos; también hubo el EGTK, que empiezan a organizarse en función de las comunidades indígenas, como nosotros; el CNPZ, que tiene una actividad más urbana.

— Si algo caracterizaba al Zárate Willka era su abierto repudio a Estados Unidos.

— Con el tiempo evaluamos, quizás fuimos muy radicales en nuestro accionar; pero sí, todos nuestros objetivos político-militares fueron orientados a afectar intereses norteamericanos; esa fue la característica del Zárate Willka, antiimperialismo a muerte. Hoy escucho muchas voces de nuestro gobierno, de repetir anticapitalismo, antiimperialismo, y no estamos haciendo casi nada; tendríamos que dar algunos pasos para construir un Estado poscapitalista dentro de esta revolución democrática y cultural.

— ¿Por qué aquella vez la lucha armada, y no la electoral?

— Aquel momento vimos que a partir del 85 íbamos a tener mucha pobreza en nuestro país, sectores totalmente desarticulados, sin identificación de clase; dijimos que nuestros aliados estratégicos iban a ser los pobres y los indios, dejamos de lado el discurso clasista; y esos aliados no tenían ninguna posibilidad de acceder al poder o al gobierno a partir de la vía electoral; después eso se confirmó: el poder fue monopolizado por los partidos políticos neoliberales. Lo que pasa es que no tuvimos el tiempo suficiente para fortalecernos; desde el 85, nuestra organización fue detectada el 90; duramos cinco años, y el 90 poco a poco fuimos desarticulados, detenidos, torturados y encarcelados.

— Hay una crítica que se hacía aquella vez, con relación al “éxito” de Sendero Luminoso en Perú. Aquello de la llamada “frontera aymara”, que no eran las mismas condiciones sociales y culturales para que aquí prenda la lucha armada; finalmente aquí hubo reforma agraria…

— Sí, esa crítica ya la hicieron al Che, que por qué tomó la decisión de venir a Bolivia cuando ya se realizó la reforma agraria; sin embargo, yo creo que por la vía electoral o por la lucha armada si en nuestro país no logramos resolver el problema de la autonomía indígena, jamás vamos a poder liberarnos. Si quieres cambiar estructuralmente las comunidades indígenas, el área económica del gobierno tiene que cambiar su enfoque desarrollista, con proyectos económicos productivos comunitarios; esto sería dar un paso hacia el poscapitalismo, un paso anticapitalista.

— Pero, ¿podemos decir eso a 10 años del proceso de cambio?

— Todo esto no se está haciendo; en las comunidades del área andina que yo he visitado, todavía la lucha contra las desigualdades sociales es una tarea por hacer; desigualdades que impiden tener autonomías indígenas para construir el Estado Plurinacional; el Estado de las 36 nacionalidades; solo si hacemos esto nos vamos a encontrar en la democracia intercultural, en condiciones de igualdad. Ahora, no podemos construir una autonomía indígena desde el lenguaje y la experiencia colonialista, republicano, q’ara; la autonomía indígena se tiene que construir con su propio lenguaje y experiencia, para ser auténtica; por eso los zapatistas durante diez años se han preparado de manera silenciosa y han salido a hablar con el “mal gobierno” mexicano en condiciones de igualdad, en base a tres palabritas, sencillas: dignidad, autonomía y libertad, pero desde su experiencia y con su propio lenguaje. Los zapatistas son lo más auténtico, lo más humano y lo más humilde que hoy se está gestando en el mundo, y de eso tendríamos que aprender alguito.

— ¿Cómo ubica al MAS y su triunfo, el proceso de cambio?

— Yo creo que ha habido una especie de acumulación en el movimiento obrero, indígena y popular, pero el que triunfa en 2006, producto de las guerras del agua y del gas, es el movimiento indígena, y lo hace de una manera tan clara que los demás partidos comunistas, guevaristas y otros se disuelven per se, porque ya no tenían nada que decir ante esa nueva realidad, y se suben al carro del movimiento indígena.

— Movimiento cocalero…

— Lo veo mucho más amplio, y de manera nítida, el movimiento indígena aymara; hoy noto una debilidad en nuestro proceso de cambio. Ahí arriba, en las cumbres del poder, lo que domina es la imposición de una verdad extraída tal vez de la racionalidad; ¿qué es eso?, es epistemología. En el país hay muchos epistemólogos, que dicen que yo extraigo una verdad mediante mi racionalidad y la impongo a los demás; sin embargo, la lógica aymara india extrae el conocimiento desde su experiencia, por eso decimos yatiña; y es desde su experiencia que este sujeto indio aymara ha sido persistente en su lucha por la liberación; y es este sujeto el sostén político de nuestro proceso de cambio: después del referéndum, me hubiera gustado mucho escuchar a nuestro presidente Evo que lo diga de manera concreta, clara y tajante: “nuestro sostén político estratégico, histórico, son los movimientos indios aymaras y quechuas”, los que no van a abandonar nuestro proceso de cambio.

— Movimiento indígena con liderazgo nacional luego.

— Estaba bien en ese momento la incorporación de clases medias, pero con las clases medias se olvidó también hacer un trabajo político; se pensó que a través de la mediación prebendal, el doble aguinaldo, etc., las clases medias iban a estar convencidas y concientizadas de apoyar hasta sus últimas consecuencias el proceso de cambio; hoy en día, las clases medias han volteado el resultado del referéndum…

— ¿Qué piensa de Álvaro García Linera?

— Qué pienso de Álvaro García… Yo he estado cinco años preso con él; el día que se fue en libertad, nos reunimos en mi celda, él estaba sentado en una cama, yo en otra, y Raúl García estaba parado, en Chonchocoro. Ahí renovamos conjuros, promesas de que íbamos a seguir en la lucha, pero fundamentalmente en la lucha con los movimientos indios. Yo creo que todo el mundo tiene derecho a cambiar, siempre que lo haga con dignidad; una vez que salió de la cárcel, él comenzó a cambiar, está en su derecho, se sigue ratificando como un marxista, y tiene capacidad, pero no está haciendo lo suficiente para que los movimientos indios se constituyan y sigan siendo el sujeto histórico. Él ha cambiado, tiene otra teoría, la teoría de las etapas, plantea el socialismo comunitario como horizonte, quiere que el capitalismo esté en todos los rincones de nuestro país, y después dar el salto. Es su propuesta y se la respeta. Lo que yo lamento de Álvaro es que cuando han surgido voces discrepantes él haya catalogado a esas voces como “librepensantes”; y es que en él pesa mucho la epistemología, la imposición de una sola verdad a partir del uso de su razón; en el mundo indio aymara se escuchan otras voces, miles de voces; en el mundo occidental es un filósofo, un político el que intenta imponer su interpretación de la realidad. En el mundo occidental, la verdad nos lleva al consenso; en el mundo indio aymara es al revés: al escuchar tantas voces, se enriquece el debate, el consenso nos lleva a la verdad; yo creo que él tendría que volver a esos orígenes, de escuchar al movimiento indio; no lo está haciendo.

— Se nota que no ve bien lo del “socialismo comunitario”.

— No. En la posesión, Evo plateaba un horizonte civilizatorio, el Vivir bien; y al día siguiente, nuestro Vice le respondía desde el Congreso, diciendo que el nuevo horizonte es el socialismo comunitario. Bienvenido el debate, cuantas más voces, mejor. La cuestión no es decir estoy con el socialismo comunitario o con el Vivir bien; tampoco es el afán de descubrimiento a través de la teoría, el problema tiene que ver con una voluntad de imaginación de nuestro país hacia más allá; cómo nos lo imaginamos desde el Vivir bien o desde el socialismo comunitario, o desde el comunismo; es una cuestión de imaginación el construir un país, no una de descubrimiento, porque nada de esto está en manuales.

— ¿El MAS es el partido a construir?

— El MAS no es partido, porque no tiene una ideología, no forma cuadros y no da dirección política; hay que crear otro partido; hace un año escuché al Presidente que quizás habría que dejar al MAS. Rafo Puente dice que el MAS es una piedra en el camino; hay que construir otro partido, incorporar a los movimientos indios, pero de otra característica, (debe ser) revolucionario, democrático, indianista.

— ¿Hoy es el tiempo de la “vía electoral”?

— Convencido al cien por ciento; la vía electoral sigue siendo la salida para construir nuevos países poscapitalistas. Sigo creyendo en el proceso de cambio, la única vía para dejar de ser pobres, para construir un proyecto de vida compartido, por el que merece dar la vida, lo digo por mis antecedentes.

— ¿Por qué los zapatistas están entre “lo más auténtico”?

— He escuchado mucho el “mandar obedeciendo”; ésta sí que es palabra fuerte. Pero ¿por qué eso se hace realidad con los zapatistas y no en esta realidad? Porque los zapatistas son también un poquito anarquistas, porque ellos no quieren el poder, por eso el mandar obedeciendo allí es una realidad evidente, cotidiana. Lo que yo rescato de los zapatistas es una palabra muy sencilla: humildad, y eso cuesta.

Datos

Nombre: Johnny Justino Peralta Espinoza

Nació: 14 de abril de 1958

Profesión: Es egresado de Economía y tiene algunos estudios en Sociología.

Perfil

Una de sus mayores penas en su actividad política es la muerte de su hermano Juan Domingo, ultimado por agentes policiales, supuestamente porque se lo confundió con Johnny. Hoy, con su compañera vasca, Johnny tiene un hijo; se llama John Ekaits, ‘Juan Tormenta’.