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Los excesos en el caso Zapata

Claro que informativamente ha sido, y por buen tiempo seguirá siendo, uno de los casos más sonados, pues implica nada menos que al Jefe del Estado, al primer hombre de este país  en toda una década. Claro que lo que diga o no diga, estornude o no estornude (como dice una de nuestras entrevistadas), se levante o se siente la protagonista de este hecho (Gabriela Zapata) es un dato de información que ningún periodista estará dispuesto a dejar de lado.

Pero precisamente ahí está la frontera que el o la periodista deberá saber manejar: ¿cómo el afán periodístico no deberá convertirse en simple morbo, la búsqueda de los hechos en puras especulaciones?; todos sabemos, esto no es nada fácil, más cuando se lo hace en plena carrera a campo traviesa compitiendo contra los demás colegas, que igual confabulan contra uno.

Pues bien, en la presente entrega, Animal Político le ofrece la reflexión sobre los excesos que se están cometiendo en el denominado caso Zapata, empezando —¿por qué no?— con los propios, los de los medios de información. Cómo también los informadores han contribuido a que dicha trama hoy sea más conocida como el “culebrón” (encima suena tan feo esta palabra) que como el “caso del Estado contra Zapata”.

Excesos, en fin, también de los propios implicados en el asunto (oficialismo y oposición). Mientras unos, el oficialismo, acusan de que, por ejemplo, la prensa-partido opositora lo único que hace es tergiversar, poner las noticias o dichos fuera de contexto, o incluso negarse a reconocer errores o hacer rectificaciones; los otros, la oposición, más bien apuntan a que el partido de gobierno lo único que hace es tratar de desviar la atención con el solo fin de alejar de todo riesgo al Presidente.

En fin, lo lamentable es que al parecer al final en esta guerra de excesos ya viene siendo lastimada la dignidad de la mujer y, si hay niño, mucho peor: se lo está estigmatizando por muchos años hacia adelante.

El editor