El ejercicio del poder nos muestra cómo somos
A mediados de mayo, Rolando Villena cesará en su función de Defensor del Pueblo. Acaba completamente distanciado del Gobierno que lo apoyó en su elección, en 2010. Acaso algo inevitable a cualquier Defensor.
Rolando Villena Villegas fue elegido Defensor del Pueblo el 13 de mayo de 2010, en la plena consolidación del gobierno del Movimiento Al Socialismo (MAS), que en diciembre de 2009 había ganado la elección con el histórico 64% de la votación. Su elección fue decisión de la nueva mayoría parlamentaria de entonces: en la evaluación meritocrática fue el tercero, con 52 puntos, luego de Waldo Albarracín que tenía 73,5, y de Roberto Quiroz, que llegó a 63,5 puntos.
Su posesión se produjo tras tan solo cinco días después de que en Caranavi, producto de la represión policial a un bloqueo de caminos, murieran dos pobladores del lugar. Luego vendría Chaparina (septiembre de 2011); una vez que la razón de ser del Defensor son los derechos humanos, era inevitable el distanciamiento con el Ejecutivo. El poder, el ejercerlo en lo cotidiano, “desnuda” a las personas y las muestra tal cual son, reflexiona el hoy saliente titular de la Defensoría del Pueblo.
— Las fricciones vienen desde temprano. En una entrevista en radio Compañera, usted reveló que el Presidente en una reunión en 2012 le había dicho: “yo soy el único que manda en este país”.
— Está en la lectura que hace el Presidente de la Defensoría del Pueblo, no obstante el tremendo potencial que él tiene, porque ha sido formado en las lides sindicales, ha sido perseguido; y la Asamblea de Derechos Humanos de Bolivia ha estado muy cerca de él para defender sus derechos, lo mismo en el campo ecuménico, la Iglesia Católica, mi iglesia, la metodista, hemos acompañado todo ese proceso de formación de líderes cocaleros; una etapa muy dura, y de esa escuela proviene nuestro Presidente; eso debió quedar como raigambre en su concepción de lo que él esperaría de una Defensoría del Pueblo; lamentablemente, esa vez que fuimos, habíamos ido muy preparados para compartir con él y con los ministros nuestro plan estratégico institucional 2012-2016. Pero así fue, un trago amargo, contradictorio también; sin embargo, estamos donde estamos porque hemos sabido resistir, no porque hubiéramos perdido la vergüenza, sino porque nuestras convicciones nos han mantenido siempre firmes.
— Pero ¿en qué contexto lo dijo, en respuesta a qué?
— Bueno, ya en una anterior ocasión el Vicepresidente en una conversación que tuve con él me dijo, ‘Defensor, ¿usted considera que el presidente Evo Morales vaya a ser un violador de los derechos humanos, tomando en cuenta su trayectoria en la causa de los derechos humanos? Yo le dije, en términos de lo que esperamos, evidentemente nunca. Pero la realidad nos coloca en otro escenario, porque el ejercicio del poder nos pone, cuando no estamos preparados, a prueba de fuego, al desnudo, y nos muestra cómo somos.
— Ahora, desde el lado más bien conceptual, en su misma posesión, el Vicepresidente quiso marcar una base de razonamiento: el Estado somos todos; así, el Defensor tiene que ser parte de la defensa del Estado, creo que dijo…
— Lo dijo, lo dijo específicamente.
— Y es que uno quiere entender sus razones…
— Todos somos Estado, pero si todos somos Estado, dónde está la sociedad. Somos todos Estado desde el punto de vista conceptual, digamos, como nación, como país; pero hay instancias que nos diferencian. El Estado tiene sus propios mecanismos para defenderse; empero, el pueblo, el de todos los días, el pueblo conculcado en sus derechos humanos, mujeres violentadas, niñas traumatizadas para toda su vida por efecto de la vulneración de sus derechos, pueblos indígenas, personas con discapacidad, etcétera; todos ellos constituyen, sin duda, el elemento más importante para reconocer en ellos que son sujetos de derecho; aquí está la gran diferencia: si bien la Constitución Política del Estado nos considera a todos sujetos de derecho, ¿cuándo lo somos en verdad?, cuando el Estado los reconoce y los respeta.
— Los indígenas, la octava y novena marchas del TIPNIS parece que han sido un parte aguas…
— Exactamente, ha sido un parte aguas, desde ahí podemos hablar de un antes y un después. Ha sido muy doloroso todo eso, porque no había necesidad de haberlos sometido a ese tipo de situaciones; porque si uno ha olvidado los orígenes de su vida, de su trayectoria como líder sindical, como líder político, estando en el poder, más allá de si es presidente, gobernador o alcalde, entonces estamos negando nuestra misma identidad. No era necesario todo aquello. Yo le dije al Presidente, en una nota muy respetuosa, que no promulgue la Ley 222, porque acabaría dividiendo a los pueblos indígenas y a los propios bolivianos.
— 222, ¿se refiere a la ley de la consulta en el TIPNIS?
— Sí, exactamente. Y a partir de eso, todo lo que después viene está en la misma lógica. Los pueblos indígenas en tanto sujetos de derecho no son reconocidos como tales sujetos políticos; simplemente son personas que son convocadas para justificar una medida que ya de antemano está tomada. Por eso el derecho a la consulta previa, libre e informada, es un componente fundamental para que la participación en democracia sea mucho más rica, además de inclusiva; porque ningún pueblo indígena está en contra del desarrollo, todos quieren mejorar, pero dicen “tómenme en cuenta”.
— Ya en el ejercicio de su función, parece que las instituciones más duras siguen siendo la Policía y las Fuerzas Armadas.
— Evidentemente, esas dos instituciones del Estado, que representan al Estado como las instituciones del orden, todavía no se han inscrito en la línea de lo que nuestra Constitución sanciona: que nuestro Estado, aparte de ser unitario y soberano, es pacifista; no se ha trabajado nada en la línea de la cultura de los derechos humanos desde las Fuerzas Armadas, desde la Policía. Para hacer un diagnóstico se han resistido permanentemente, no obstante, a nivel de las comandancias departamentales, hay que valorar hubo una apertura. Lo bueno es que después de tanto bregar, el actual ministro de Defensa, (Reymi) Ferreira, por primera vez ha admitido que hay problemas de violación a los derechos humanos al interior de las Fuerzas Armadas; y da un paso más: y dice ‘hay torturas también’.
— Ratifica algo en que ustedes ya habían insistido.
— No ha rebatido nuestro informe, nuestra preocupación sobre los hechos de sangre; pero eso ya es una señal, como la gota de agua con la piedra; esa perseverancia a veces tozuda, machacona de hacer lo mismo; ya dicen: ‘vamos a tomar en cuenta’, ‘vamos a trabajar’; porque no hay contradicción entre la formación militar o policial y la doctrina de los derechos humanos; nosotros estamos demostrando que eso es compatible. Hay algunos que dicen que es incompatible; me decía un capitán en Sanandita, cuando la primera intervención defensorial sobre el deceso violento del subteniente Poma: ‘Defensor, desde que hay derechos humanos aquí hay problemas en las Fuerzas Armadas; antes no, nadie se quejaba’, porque no habían derechos.
— ¿No es un tema de visión? ¿Recuerda a los suboficiales que se rebelaron reclamando contra la discriminación? Parece nomás un tema estructural.
— Es un tema estructural, porque ahí la consigna, como idea fuerza es ‘subordinación y constancia’; entonces, ningún grupo, por descontento que estuviera puede insubordinarse; y si no puede, entonces se conculcan sus derechos humanos; y han tenido la valentía de hacer un movimiento; y ha sido bueno eso, porque desde el interior de las Fuerzas Armadas se ha generado, de alguna manera, un espacio para que la gente diga: ‘me siento infeliz, se están conculcando mis derechos y no podemos permitir que esto continúe como algo natural’.
— De la Policía, usted dijo que tiene una visión militarista.
— Lamentablemente, nuestra Policía es eso, en su formación y concepción es una policía militarizada; para nuestra época, cuando tenemos que construir culturas no solo de diálogo, sino de derechos humanos, cuán importante es que la Policía también se inscriba en este proceso de transformación de mentalidad.
— ¿Cuál es el alcance de la declaración que hizo, “espero que mi sucesor sea independiente”?
— El camino que hemos hecho hasta ahora, a lo largo de los 18 años de vida que tiene el Defensor del Pueblo; después, a partir de mi gestión, como Defensoría del Pueblo con un servidor, el Defensor del Pueblo, ha costado mucho la consolidación. Aún no está en la línea de la sostenibilidad; nos preocupa que esto no acabe consolidándose, o que de pronto haya un freno en seco, y se vaya retrocediendo; eso sería gravísimo.
— Claro, porque la Defensoría por su naturaleza misma se enfrenta al Estado.
— Claro, yo digo “se enfrenta a los excesos del poder”. Vamos a estar siempre de acuerdo con un Estado que promueva medidas económicas de desarrollo, de participación política en todos los ámbitos, pero con el sustrato, la base, del respeto a los derechos humanos, y esto en la medida en que aprendamos que los derechos humanos son integrales; en la medida también en que aprendamos de los pueblos indígenas que, como los guaraníes, dicen: ‘los derechos humanos son como el sol’, el sol es integral, holístico; tenemos que aprender, tanto gobernantes como gobernados, que ese sol es para todos.
— Defensor, ustedes están presentando una “ley de refundación del Defensor del Pueblo”.
— Lo primero, señalar que la actual ley, la 1818, no está en la línea de la Constitución; nosotros hemos trabajado con una ley que ha sido rebasada por la realidad, rebasada por las ideas fuerza, conductoras, de la Constitución; hemos resultado fuera de lugar. Ahora, nuestra propuesta se inscribe en esa línea; estamos diciendo: refundemos la institución en esta nueva dirección; lo que hemos avanzado en la línea de la consolidación de los derechos, ojalá que cada vez de menos a más, sea así. Esto nos va permitir que tengamos una institución en que se garantice, donde el Estado garantice, pero también la sociedad, la independencia funcional de la institución, y también la independencia funcional del servidor, del Defensor o de la Defensora.
— ¿Se incorpora esto de lo plurinacional?
— Evidentemente, porque estamos en este afán de refundar la institución. Respondiendo a una visión estratégica sumamente clara, pero también desde la diversidad, tendríamos también representantes defensoriales de pueblos indígenas, y donde no hay pueblos indígenas, (representantes) de otros grupos, ciudades intermedias; los municipios también están dando su cuota aparte para que haya una representación más genuina.
— En cuanto a la eficacia del Defensor, ¿cuánto más se puede?
— Lo que nunca va dejar de hacer la Defensoría del Pueblo es su capacidad de persuasión; no se debe dar a la Defensoría del Pueblo una función coercitiva, cosa que ya han pedido varios sectores, ‘ustedes están machacando con lo mismo, y no hay nada; entonces, así para qué; tiene que ser para que se cumpla’. Ahora, estamos pensando que la nueva norma debe contemplar no solo el seguimiento de las recomendaciones; tiene que haber una estrategia para el cumplimiento de esas recomendaciones; si eso se hace, la articulación entre la exigibilidad y la justiciabilidad se van a abrazar, van ir de la mano.
— También mecanismos mucho más operativos.
— Exactamente, otro es ejercitar también mecanismos de coordinación.
— Lo último. El Vicepresidente dijo que la suya ha sido la gestión “más lamentable en toda la historia de la Defensoría”…
— Eso que lo conteste la gente, las personas, nuestro pueblo; no voy a entrar en polémica, él es Vicepresidente, es la segunda autoridad en el país; son excesos en sus apreciaciones, pero no voy a entrar en polémica, porque la historia le dirá, estoy casi seguro, lo contrario.
Datos
Nombre: Rolando Villena Villegas
Nació: El 23 de julio de 1947, en Potosí
Cargo: Defensor del Pueblo
Perfil
Nacido en en Potosí, radica en la ciudad de La Paz desde hace más de 35 años. Es teólogo de profesión y obispo de la Iglesia Evangélica Metodista en Bolivia. Fue presidente de la Asamblea Permanente de Derechos Humanos de Bolivia (APDHB), institución en la que trabajó entre 2006 y 2009. Desde muy joven comenzó su labor en la defensa de los derechos humanos, lo que combinó con su trabajo en la Iglesia Metodista.