Emir Sader: En Brasil la salida es elecciones directas ya
Según todo lo previsible, Dilma Rousseff será suspendida en los siguientes días; gran parte de la opinión pública brasileña se inclina porque la salida de la crisis sea la convocatoria a elecciones adelantadas; esta es la batalla que se viene.
Aunque no deja de tener su riesgo, para la izquierda brasileña la salida a la actual crisis política es “volver al soberano”, que la presidenta Dilma Rousseff renuncie y se adelanten las elecciones generales. El politólogo marxista brasileño Emir Sader afirma que en dichos comicios se vería cómo la gente aún confía en el expresidente Luiz Inácio Lula. La derecha allí, destaca, más bien teme el acto electoral, por las reiteradas derrotas que sufrieron sus candidatos frente a Lula; por esto hoy apuesta a tomar el poder a través de un “golpe de Estado blanco”, mediante el impeachment a la Mandataria. Elecciones directas ya, afirma, pero de inmediato reconoce que para esto se tendría que lograr el apoyo del Congreso; es ésta la batalla que se avecina, indica, dada la virtual suspensión de la Presidenta.
— El ajustado triunfo de Rousseff en las elecciones, ¿no anunciaba lo que está pasando ahora?
— Por primera vez un presidente brasileño, es el caso de Dilma, ganó con todo el gran empresariado en contra. Siempre hubo división, pero esta vez todo estaba en contra: incluso (ese empresariado) fue un factor para financiar un Congreso extremadamente de derecha; los lobbys copan todo el Congreso; el lobby del agronegocio es enorme, y (solo) hay tres representantes de trabajadores rurales, como si la gente del campo fuera la minoría. Y así pasa con montón de otros sectores, evangélicos, conservadores.
— Se habla de un “golpe” utilizando a la Justicia.
— Ellos perdieron cuatro elecciones seguidas, y con el riesgo de perder la próxima frente a Lula, ahora resolvieron buscar un atajo para llegar al Gobierno, sacar al Partido de los Trabajadores (PT) del poder, pero no por elecciones, porque perderían. El impeachment está contemplado en la normativa, pero por “crimen de responsabilidad”, que en este caso para nada está configurado. (Lo de Dilma) es una transferencia de recursos dentro del presupuesto, que todos lo hacen, que no gana nada el Gobierno, recursos para políticas sociales. Es un golpe porque no hay crimen de responsabilidad.
— De todos modos, es evidente la debilidad del bloque de poder en el Gobierno; el PT se quedó solo.
— La izquierda nunca fue mayoría en Brasil. Lula logró articular una alianza con partidos de centro y con sectores del empresariado; mientras la coyuntura internacional era favorable, de alguna manera todos ganaron; la novedad era que los pobres ganaron mucho más de lo que antes podían ganar. Pero cambió la coyuntura internacional y eso se fue alterando. Cambió la composición del Congreso y eso favoreció la articulación de la derecha; el PMDB (Partido del Movimiento Democrático Brasileño, exaliado del PT) se alió con el PSDB (Partido de la Social Democracia Brasileña), partido de derecha, neoliberal, y ahí desequilibró, el Gobierno quedó aislado.
— Es recurrente la acusación de corrupción en el Gobierno.
— Lula sigue viviendo en el departamento en que vivía antes de ser presidente, en la periferia de Sao Paulo, donde fue obrero y líder sindical. Claro, hubo empresas que ganaron plata de Petrobras; no fue capaz de bloquear eso; sabemos que las licitaciones suelen corromper a los funcionarios, solo que en Petrobras son enormes por las dimensiones de la empresa; entonces, el error fue no haber bloqueado eso, sí; pero no hay enriquecimiento personal.
— ¿Qué piensa de aquello de que los gobiernos progresistas llegan a su fin porque se acabó la llamada “década dorada” de los altos precios de las materias primas?
— Claro que hay problemas en todos los países, mayores o menores; ahora, no es un fin de ciclo; sería un fin de ciclo cuando éste se agota y hay alternativas de superación; pero por el lado de la derecha no hay ninguna superación, todos sus planteamientos son retrocesos. Fue superación, agotamiento de ciclo, cuando fue el neoliberalismo, que era conservador, pero aquella vez el ciclo desarrollista se agotó. Ahora no, lo más avanzado son estas fuerzas y gobiernos (progresistas o de izquierda), que tienen condiciones de readecuarse y dar continuidad a estos procesos. Fin de ciclo significa que se han agotado, y cuando se agotan, surgen alternativas; pero ahora no hay alternativas.
— Le digo esto porque se habla de cambio de modelo. Lo que está haciendo Macri…
— Sí, pero eso es retomar el modelo, los economistas que están ahí son los mismos economistas neoliberales del anterior país; no es superación, es recomposición conservadora.
— También se cuestiona que se agotó el sistema de redistribución de recursos a programas sociales, a gasto social.
— No se ha agotado, porque América Latina es el continente más desigual del mundo; con todos los avances que hemos hecho contra el consenso internacional, pues en el mundo sigue vigente el neoliberalismo, sigue aumentando la desigualdad, la miseria, la pobreza, la exclusión; aquí fuimos contra esa tempestad, y aun así, hay cantidad de problemas sociales pendientes por resolver. Si dijéramos, alguna vez en Brasil: “ya somos un país de clase media”, qué carajo están diciendo ahí… Mejoró un montón de cosas, pero hay que mejorar muchísimo más. Como dice Lula: los pobres son solución, no son problema; distribuyendo la renta entre ellos, ellos no van a poner la plata en HSBC (Banco británico multinacional) o en Papeles de Panamá; va a consumir, a generar de manera virtuosa impuestos, empleos, etcétera; entonces, ése no es un mecanismo agotado, al contrario, la distribución de renta es virtuosa, dinámica.
— También se critica que ese gasto social consume recursos que podían ir a incentivar la productividad en la economía.
— Aquí en Brasil, la intermediación financiera se lleva 15% del Producto Interno Bruto, plata inútil, predatoria, porque los bancos no financian más la producción, el consumo, la investigación, viven de compra y venta de papeles; viven de endeudamiento de gobiernos, empresas y personas. El capital financiero es especulativo; el obstáculo más grande en lo económico son ellos; la plata existe, pero está girando en el circuito especulativo, o está en los paraísos fiscales. Los recursos que faltan no son los que van a los programas sociales; ésos son recursos que incluso vuelven a la economía mediante impuestos; lo que falta está en la especulación financiera; recursos generados en el país y que no vuelven para la sociedad. Al final del día, cada vez que la televisión dice que “la bolsa de valores vendió no sé cuánto”, no se ha producido ni un bien ni un empleo; es vender y comprar papeles, que no genera nada para la sociedad.
— ¿Está Brasil, como otros países, con un aumento de su clase media?
— Ahora el sector intermedio es mayoría; solo que hay una desigualdad acumulada a lo largo del tiempo, se refleja en el tipo de habitación, de sanidad, de seguridad, salud, educación, cosas que se tarda mucho en superar; la clase media tiene otro nivel; no se puede pensar solo en la distribución de renta contemporánea, hay que pensar en las condiciones de vida, transporte; todo eso hace la diferencia; entonces, Brasil está lejísimos de ser un país de clase media.
— Boaventura de Sousa Santos dice que lo mejor en este momento sería que Dilma renuncie y llame a elecciones, y ahí apostar al triunfo de Lula.
— Que Dilma llame a elecciones no significa que se vayan a convocar; el Congreso tiene que apoyar. Ella está comprometida a luchar por su mandato hasta el final, y Lula también. Entonces, no son ellos que ahora pueden plantear elecciones; yo creo que es la gran orientación, porque ayudaría a deslegitimar el Gobierno que no tendrá ningún voto, y el pueblo no puede aceptar un Presidente que no ha sido elegido mediante el voto popular. La agenda positiva es elecciones directas ya.
— ¿Pero políticamente puede hacerse eso?
— El tema es que el Congreso tendría que apoyar…
— Porque ellos están yendo por el golpe.
— Y es un golpe blanco. ¿Cuál es la alternativa? Que el pueblo vote, si es Dilma, Lula u otro, que el pueblo decida. Las encuestas dan que más del 70% quiere eso (elecciones). Ahora, como en Europa, todos los que aplican la austeridad tienen pánico de las elecciones porque pierden; quien vaya a quebrar las políticas sociales, por ejemplo, perdería de lejos.
— ¿El PT está solo?
—No, tiene alianzas de la izquierda, pero no es suficiente; lo que es fuerte es Lula, va mucho más allá del PT. El PT fue muy criminalizado por la derecha, hubo casos particulares (de corrupción); pero el tema no es el PT, es Lula.
— Así, el objetivo de todo esto es Lula…
— Sí, van a intentar criminalizarlo para sacarlo de la vida política.
—La derecha como que ha aprendido, y hará todo para que no vuelvan gobiernos progresistas.
— Sí, está claro; en el caso de Argentina, atacar a Cristina; Brasil es un poco distinto: Lula es candidato, y ha de volver.
Datos
Nombre: Emir Sader Simon
Nació: 13 de julio de 1943
Profesión: Sociólogo y politólogo marxista
Perfil
Emir Sader Simon es profesor en la Facultad de Filosofía, Letras y Ciencias Humanas en la Universidad de San Pablo. Sociólogo, es secretario general del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (Clacso).
El silencio cómplice de Obama y Hillary en la crisis de Brasil
Nunca Estados Unidos ha estado tan aislado en el continente como en este siglo. Desde que Lula fue elegido presidente en 2002, el país frenó la firma del ALCA (Área de Libre Comercio de las Américas), se inició la consolidación y expansión de los proyectos de integración regional. La elección de Néstor Kirchner en Argentina en 2003 permitió que los dos más importantes gobiernos de América del Sur fueran un eje alrededor del cual se fortaleció Mercosur, creó Unasur, el Consejo Sudamericano de Defensa, hasta la Celac, lo que terminó con la Doctrina Monroe en América Latina.
Frente a esas realidades, Estados Unidos ha tratado de incentivar polos alternativos, como la Alianza para el Pacífico, sin gran éxito. Después de intentar erigir a México como alternativa neoliberal en la región, vio al gobierno de Peña Nieto fracasar rápidamente; lo mismo pasó con Sebastián Piñera en Chile.
Mientras tanto, actuaba en los márgenes posibles, como los golpes blancos en Honduras y Paraguay. En Honduras el rol de Hillary Clinton fue decisivo, como se le increpó en las primarias demócratas, cuando ella confirmó su participación en el golpe.
Frente a dicho aislamiento, Estados Unidos buscaba convivir con los gobiernos de Brasil. Obama se valía de su fair play, exaltar a Lula como the guy (el chico), frente a la proyección internacional del presidente brasileño, pero tuvo dificultades con Dilma para justificar las escuchas ilegales en el Gobierno de Brasil. Hillary visitó a Dilma, supuestamente para aprender el éxito de las políticas sociales, y darle un barniz progresista a su campaña de lograr el apoyo entre los negros y los latinos, para triunfar en las primarias.
La inesperada elección de Macri abrió las puertas para el sueño norteamericano de romper el eje Brasil-Argentina. Después de negarse a intervenir para evitar el absurdo de un juez norteamericano en favor de los “fondos buitre”, Obama corrió a visitar al Mandatario argentino para expresar la identidad de Estados Unidos con la nueva política económica de dicho Gobierno.
Frente al golpe en Brasil, el silencio tanto del gobernante norteamericano como de la favorita para sucederlo es ensordecedor. Mientras quieren aparecer como defensores de la democracia en Venezuela y Cuba, Obama y Hillary no logran esconder que su silencio es señal de aprobación del intento de sacar al PT del Gobierno.
El sueño de reconstituir un eje neoliberal en el corazón de Sudamérica, como fueron los gobiernos de Cardoso y Menem, parece volverse realidad. Sería el punto de apoyo para aislar y buscar derrotar a los gobiernos de Venezuela, Bolivia y Ecuador.
Una complicidad escandalosa con los golpistas demuestra cómo el Imperio siempre supo que el Gobierno brasileño es esencial para la resistencia a su dominio de la región. Pero el prestigio de Estados Unidos en el continente está definitivamente afectado. La política norteamericana nunca se ha dejado de embarcar en las aventuras golpistas en la región; las vergonzosas actitudes de Obama y Hillary lo comprueban.