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El MAS no ve necesario repensar su estrategia

El Movimiento Al Socialismo (MAS) se siente muy seguro y no ve ninguna amenaza en la convergencia que se generó la semana pasada entre dos expresidentes, un exvicepresidente y tres líderes de oposición, por lo que se centrará en la ejecución de su plan de gobierno y mantendrá intacta su estrategia política con miras a las elecciones presidenciales de 2019.

Para el diputado oficialista Javier Zavaleta, los líderes políticos y exautoridades de Estado reunidos la anterior semana para emitir una declaración conjunta constituyeron un protopartido (efímera asociación política) que carece de lo esencial, es decir, una visión de país conjunta y un programa de gobierno unitario.

Por ello, según el asambleísta, como este bloque no muestra un nuevo planteamiento de país, ni una nueva corriente ideológica, el partido en función de gobierno mantendrá intacta su estrategia y política con miras al cumplimiento de su Agenda Patriótica 2025 y a continuar con el modelo económico de redistribución de la riqueza.

“Una nueva corriente ideológica, un nuevo planteamiento político, podría requerir una estrategia novedosa de parte nuestra, pero (esta “coalición”) no nos muestra nada nuevo, es más de lo mismo”.

En su criterio, lo más probable es que si este bloque llegara al poder, volverían al país las privatizaciones, la liberalización de la economía, se impulsaría al empresariado boliviano como el motor del crecimiento económico y se reivindicarían las exportaciones de materias primas.

“Seguramente antepondrán los intereses partidarios, familiares y grupales o empresariales a los intereses de los sectores más empobrecidos; seguramente quitarán los bonos que nosotros hemos instalado. Entonces nuestra estrategia es la misma en función a que esa nueva agrupación no nos muestra nada nuevo ni en términos ideológicos ni en términos políticos”, dice Zavaleta.

Helena Argirakis, analista en materia política, también coincide en que el bloque opositor —cuyos líderes son personalidades políticas de antaño— lo único que le ofrece al país es el retorno al pasado.

“Ese proyecto ya se conoce, ya se sabe, básicamente con las variaciones de que antes se podía hablar de una frontera, unas reglas de juego enmarcadas en la institucionalidad y la legalidad, y ahora están empezando a incursionar en nuevos escenarios que son parapolíticos, escenarios que tienen que ver con las redes sociales, vinculados al ámbito internacional, pero de todos modos el proyecto en sí mismo es un retorno al neoliberalismo”, asevera.

Y lo que agrava la forma de administración que tiene este bloque, dice Argirakis, es que el neoliberalismo que impera en el mundo es mucho más agresivo, violento y de saqueo. En ese escenario, cree que uno de los primeros hechos que vaya a desempolvar este proyecto de oposiciones sea una reforma a la Constitución Política del Estado para quitar el candado al proceso de nacionalización que se inició en 2006.

Y añade que el juego político en los próximos años se moverá entre quienes defienden la soberanía nacional o quienes están subordinados a los intereses transnacionales.

Fueron los resultados del 21 de febrero de 2016 los que empujaron a la oposición a pensar en que era necesario unir fuerzas para poder disputarle la presidencia a Evo Morales en caso de que éste se presente a una nueva elección, en el entendido de que el No a la reforma constitucional, propuesta por el oficialismo para posibilitar una nueva candidatura del presidente Evo Morales, se impuso con el 51,3% de los votos, frente a un 48,7% que votó por el Sí.

Basados en ese resultado, en la oposición hay coincidencia en que en determinado momento tendrán que tender puentes, pero lo que todavía no tiene norte es en torno a quién se unificarán ni cuál será su programa de gobierno.

En ese camino, el diputado y secretario nacional del Movimiento Demócrata Social (Demócratas), Gonzalo Barrientos, explica que su organización política está institucionalizándose internamente y que desde el próximo año elaborará un programa de gobierno. Asegura que si bien el 12 de abril se realizó ese primer encuentro entre líderes de oposición y exaltas autoridades de Estado, ello no quiere decir que necesariamente vaya a gestarse una alianza con miras a los próximos comicios.

“Lo que estamos haciendo es trabajar para tener un partido fuerte que le haga frente al MAS, que le ponga freno a estos excesos, en democracia. El trabajo de institucionalización lo vamos a terminar hasta agosto, de ahí y hasta fin de año abordaremos otros aspectos, y al año próximo a elaborar nuestro programa de gobierno”, adelanta.

La diputada Jimena Costa (Unidad Demócrata) ya había advertido que en los comicios de 2019 la oposición no tiene que hacerle frente al presidente Morales, sino a su proyecto político, cuya visión es “centralista y concentradora de poder”. Consideró que el planteamiento de los opositores debe estar orientado a transformar el modelo de desarrollo extractivista que aplica el oficialismo.

“Ese es el gran reto que tiene la oposición más allá de los liderazgos. Por supuesto esa tarea sería mucho más sencilla con un liderazgo de renovación que convoque a la ciudadanía y que a ésta le dé ganas de apoyar”, manifestó.

Según datos del Tribunal Supremo Electoral (TSE), desde 2005, cuando el MAS logró lo que ningún otro partido, es decir, ganar los comicios con más del 50% de votos, los opositores no solo no pudieron revertir ese resultado, sino que su votación, en conjunto, se vio mermada en las elecciones posteriores, es decir, de 2009 y de 2014.

El mejor respaldo lo obtuvo en 2005, cuando, en conjunto, lograron el 46,4% de votos, y aunque en la siguiente justa electoral el apoyo bajó al 36,6%, en 2014 se recuperó y logró el 38,63%. Para hacerle frente al partido oficialista, en los comicios de 2005 participaron siete frentes políticos de oposición; un número igual en 2009 y cinco en 2014.

Si bien la diferencia entre el MAS y sus oponentes fue del 7,4% en 2005; 27,5 en 2009 y 22,73% en 2014, ese margen se agranda a la hora de compararlo con los votos obtenidos de manera individual por cada partido.

Solo para graficar, en 2005, la alianza Podemos, que postuló al expresidente Jorge Quiroga (2001-2002) fue el oponente más votado y logró 28,6%, con una diferencia de 25,2% respecto al MAS. En 2009, el pacto Plan Progreso Bolivia-Convergencia Nacional (PPB-CN), que llevó como candidato a Manfred Reyes Villa, obtuvo 26,7% de la votación, es decir, 37,3% por debajo del partido gobernante. En la última elección, de 2014, Unidad Demócrata, que postuló a Samuel Doria Medina, sumó 24,23% de votos, con una distancia de 37,13 respecto del frente oficialista.