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El cambio climático, una invención devastadora?

Los ojos del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, quien acaba de sacar a su país del Acuerdo de París (AP), el cambio climático ha sido poco menos que inventado por un grupo de científicos, casi como una moda intelectual y todo el acuerdo resultante del debate político relacionado con este tema tiene solo costos económicos para su país.

Por consiguiente en esta línea de razonamiento, los eventos climáticos extremos son vistos como sucesos regulares en la historia del planeta sujetos a variaciones climáticas normales. Todo es normal excepto algún posible impacto generado por la acción del “hombre”. El hombre no habría incidido sobre el clima y, si lo hizo, podría atribuírsele algún impacto, pero no es devastador.

Las imágenes de los daños y  pérdidas generados por eventos climáticos extremos contradicen sin duda esta reflexión simplista como lo hacen los miles de estudios científicos que forman parte de la base de datos del Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) que trabaja bajo el mandato de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático.

Es notable el hecho de que el ascenso de la temperatura ha implicado: el aumento del nivel del mar, los cambios en las pautas eólicas (incidiendo en el recorrido de tempestades), la elevación de la temperatura, la intensificación de las olas de calor, la expansión de la superficie afectada por sequías y el aumento de las lluvias y el empeoramiento de los fenómenos como El Niño o La Niña.

Según el informe del IPCC, entre 1979 y 2016 la extensión del hielo ártico decreció en un rango entre el 3,5% y el 4,1% por década. La tasa de crecimiento del nivel del mar a mediados del siglo XIX ha sido mayor que la tasa media de los últimos dos milenios previos.

El 18 de noviembre de 2013, el Banco Mundial (BM) informó, a través de un comunicado de prensa, que en los países de ingreso medio el impacto de los desastres naturales tuvo un costo equivalente al 1% del Producto Interno Bruto (PIB) en el periodo 2001-2006. El impacto en los países de ingreso alto fue 10 veces menor en el mismo periodo.

Por ejemplo, el huracán Tomás generó pérdidas equivalentes al 43% del PIB de la isla caribeña Santa Lucía en 2010. La sequía en el Cuerno de África en el periodo 2008-2011 provocó que 13,3 millones de personas sufran escasez de alimentos.

En la región andina, casi 115.000 muertos dejaron los eventos climáticos entre 1992 y 2006 sin considerar los impactos del fenómeno de El Niño. Aproximadamente 3 millones de hectáreas fueron afectadas por 5.000 eventos hidroclimatológicos.

Entre 1970 y 2007 los eventos extremos y los fenómenos de El Niño y La Niña provocaron más de $us 80.000 millones en pérdidas, generando una grave vulnerabilidad de los asentamientos humanos, además de la migración climática.

Si persiste el incremento de temperatura y éste es superior a los 2 grados centígrados respecto a la temperatura preindustrial, África y Asia podrían ver reducidos su PIB en más del 4%. Hacia fines del siglo, cerca del 70% de las líneas costeras sufrirán el aumento del nivel del mar en 20%. Ante este panorama surge entonces una pregunta obvia: ¿A qué se debe el calentamiento global? ¿Dónde está la mano del hombre?

Lo cierto es que las actividades industriales, la quema de combustibles fósiles, el cambio de uso del suelo, entre otros, han impactado severamente en el clima. Entre 1750 y 2010 las emisiones globales de dióxido de carbono ascendieron a 2.000 gigatoneladas de dióxido de carbono (GtCO2). De este total, más de 1.160 GTCO2 corresponden a países desarrollados y 840 GTCO2 corresponden a países en vías de desarrollo.

Del total de emisiones hasta 2011, 1.155 GTCO2 han sido absorbidas por los océanos (causando la acidificación de éstos) y los ecosistemas terrestres, y 880 GTCO2 se han acumulado en la atmósfera generando precisamente el calentamiento global.

El 78% de las emisiones correspondientes al periodo 1970 y 2010 corresponden a combustión de combustibles fósiles y procesos industriales. ¿El Acuerdo de París: un acuerdo que castiga a EEUU? ¿De castigador a castigado?

“El Acuerdo de París es simplemente el último ejemplo de que Washington entra en un acuerdo que desventaja a los Estados Unidos para el exclusivo beneficio de otros países, dejando a los trabajadores americanos, a quienes amo, y a los pagadores de impuestos, absorber el costo, en términos de pérdidas de trabajo, bajos salarios, fábricas cerradas y vasta disminución y reducción de la economía…”. “No puedo apoyar un acuerdo que castiga a los

Estados Unidos…”, indicó Trump en una parte de su discurso emitido el 1 de junio de 2017 (traducción propia)

En 2005, Estados Unidos aportaba a las emisiones mundiales de dióxido de carbono equivalente (CO2eq) con 18,29% de las emisiones totales. Este país es un emisor con “responsabilidad histórica”. El país del norte emitió más del 28% de las emisiones históricas globales entre 1850 y 2008, y casi el 40% de las emisiones totales de los países desarrollados. En términos de emisiones per cápita, en 2014 Estados Unidos ocupó el primer lugar con 16,2 toneladas métricas de CO2. Es decir, que es uno de los mayores causantes de la acumulación de gases de efecto invernadero en la atmósfera. De tal modo que si su presidente expresa que se siente hoy castigado por un acuerdo al que voluntariamente se adhirió, debería también incluir en la lista de castigados por eventos extremos a todos aquellos países y pueblos que sufren injustamente el impacto de las emisiones históricas de países desarrollados como el suyo.
Estados Unidos comprometió de manera voluntaria reducir sus emisiones para 2025 entre 26% y 28% respecto de sus emisiones de 2005.

Con la salida del Acuerdo de París, este país retira su compromiso y continuará emitiendo gases e incluso los aumentará desmantelando sus políticas de mitigación climática tal como lo anunció su presidente.

En este escenario, las emisiones de EEUU para 2025 serán de 6,7 GTCO2eq anuales. Si EEUU cumpliera su compromiso, estas emisiones se bajarían a 5,3 GTCO2 anuales con el riesgo de que una escalada de alzas de emisiones añada 0,3 grados al calentamiento global hacia el año 2100.

De esta manera el presidente de EEUU lleva a su país por el tortuoso y díscolo camino de constituirse como dice John Kerry —exsecretario de Estado de los Estados Unidos en el gobierno de Barack Obama— en un “paria ambiental del mundo” y como señala el presidente Evo Morales en una amenaza a la humanidad y a la Madre Tierra.