Sudamérica redefine sus desafíos tras 15 años de progresismo
Ricardo Forster. Fue un alto funcionario del gobierno de la presidenta argentina Cristina Kirchner. Llegó al país para ofrecer una serie de charlas académicas sobre las transformaciones que se hicieron en varios países de Latinoamérica a partir de liderazgos de izquierda, aunque ahora sin perder de vista el nuevo escenario político marcado por la llegada de Mauricio Marcri al poder y la inestabilidad política que provocó en Brasil la salida de Dilma Rousseff. Asegura que en esos países existe una fuerte movilización social.
Está listo para viajar hasta el El Alto, pues fue invitado para ofrecer una charla en la UPEA, la universidad pública de esa urbe. Conoce bien La Paz; ha estado en varias ciudades de Bolivia y por eso es capaz de comparar los escenarios de los años 90 con lo que se pueden ver estos días.
Ricardo Forster se toma unos minutos antes de dejar el hotel en el que se hospeda para compartir con Animal Político reflexiones y visiones sobre los escenarios actuales a partir de un libro que escribió con varios intelectuales del continente.
— ¿En qué consiste Las vías abiertas de América Latina? ¿Cómo surge este texto?
— Las vías abiertas de América Latina (2017) surgió en 2016 a partir de debates y discusiones sobre lo que fue la derrota electoral en Argentina del Frente
Para la Victoria (de Cristina Kirchner), el triunfo de Mauricio Macri y, en Brasil, el golpe destituyente contra Dilma Rousseff. Un grupo de académicos, intelectuales y líderes de izquierda veíamos la necesidad de, primero, hacer un repaso de los gobiernos democráticos y populares de este siglo XXI para ver si había o no un fin de ciclo, y qué significaba que países como Argentina y Brasil comenzaran a girar hacia una restauración liberal
Es una reflexión de varias voces sobre el camino recorrido, los desafíos del presente y las vías que siguen abiertas en América Latina.
— ¿Qué se rescata de estas ‘vías’?
— La transformación económica y social; institucional y jurídica; cultural que se operaron en nuestros países. La ampliación de derechos civiles, de derechos sociales; notables las transformaciones en países como Bolivia, Ecuador, como Venezuela. Una lectura de más de 15 años, si tomamos el punto de partida la llegada de Hugo Chávez.
Cualquiera que conozca bien la región y que haya estado en América Latina en los años 90 y volvió luego en 2008, en 2011, incluso ahora, se encuentra con un cambio notable.
Así, uno de los puntos nodales de este proyecto fue plantear la crítica a la idea de fin de ciclo de gobiernos progresistas y sí, señalar que hoy Sudamérica está atravesando por un momento de redefinición de pautas centrales, de objetivos y desafíos luego de los resultados de los últimos 15 años.
— ¿A qué atribuye “el retroceso progresista” en América Latina?
— Varios elementos. La aparición de nuevas clases medias ha significado que ciertos sectores sociales que en años anteriores vivían en condiciones de pobreza y exclusión ahora vieron notablemente cambiada su realidad. Y, al cambiar su realidad, cambió su manera de ver las cosas, de mirar a la sociedad; se sintieron más atraídos por los usos del mercado, del neoliberalismo.
Al mismo tiempo, el crecimiento exponencial de los grandes medios de comunicación en nuestras sociedades. Se da un fenómeno que es la concentración en pocas empresas de las redes de información y comunicación, como es el caso de México, Brasil y Argentina, claramente el grupo Clarín, por ejemplo, o el grupo Globo en Brasil o Televisa en México que marcan una influencia muy poderosa sobre las sociedades. Eso significa que hay una disputa, que las mayorías van cambiando (…). Hay una propaganda por el cambio que, paradójicamente, significa que aquellos votantes que están ilusionados con eso y a los que les ha ido bastante bien con los gobiernos anteriores, votan para quienes se van a convertir en sus verdugos.
Además, com ampliación de derechos, crecen las demandas y a veces los gobiernos progresistas se encuentran en un embudo; con problemas para seguir ampliando la base de sustentación social y para satisfacer las demandas que son múltiples y que introducen derechos se segunda y tercera generación.
— ¿Y cómo cree que los gobiernos progresistas pueden atender estas nuevas expectativas?
— Quedan muchas otras cosas para resolver. La problemática ambiental es una pieza clave en cualquier política de crecimiento y de desarrollo económico.
En las sociedades contemporáneas hay reclamos genuinos de cuidado, protección del medio ambiente. También existe una cuestión no menor que es la relación entre la economía social, las formas cooperativas; las economías que están siempre en las fronteras, las economías de los grandes mercados populares en nuestros países (…), sin descuidar el rol clave del Estado que fue recuperado en este siglo.
Así que lo queda claro es que los gobiernos de restauración neoliberal en América Latina no tienen ninguna propuesta diferente o nueva a lo que efectivamente se hizo en los años 90. Endeudamiento, cercenamiento de derechos, caída del salario real de los trabajadores, caída del consumo, búsqueda desesperada de una meta de inflación que se vincula sobre todo al gran negocio del giro neoliberal que es la especulación financiera. Hoy, Argentina se ha convertido de nuevo en un país de especulación financiera.
Entonces, no existe una vía abierta hacia un progreso social a través de las políticas neoliberales, ni en Argentina ni en el mundo. Hoy, el neoliberalismo a nivel global está siendo golpeado en lo político y simbólico.
— Pero en política están los pactos. ¿Cree usted en ellos? ¿No es un desafío renovar liderazgos?
— Sin construcción de frentes ni bloques de unidad es muy difícil tener un camino exitoso hacia la recuperación de gobiernos de mayoría popular. Eso está claro. Es muy difícil gobernar cuando uno representa a un solo sector político, hay que construir lazos.
Si le queda claro a un sector de la oposición que la gran disputa es entre el neoliberalismo y las políticas anti o posneoliberales, a partir de un programa es posible general confluencias. Obviamente que en el caso argentino y brasileño existen liderazgos muy potentes: El de Lula en Brasil y el de Cristina Kirchner en Argentina. Los liderazgos no nacen de una probeta. Los líderes nacen de fenómenos históricos y políticos, de memorias colectivas, de situaciones reales de nuestras sociedades. El problema de los liderazgos es que les cuesta mucho trasferir (poder), una vez que las propias dinámicas de los proceso políticos, los límites de procesos jurídicos y constitucionales plantean formas de sucesión; cuesta porque los pueblos se identifican con sus líderes. Esto es así, y hay una cultura.
A su vez, América Latina cobra un precio que el sistema parlamentario europeo no paga. Ángela Merkel está en Alemania más de una década y podrá seguir mientras su coalición siga ganando las elecciones. Paradójicamente, nuestros países son antijurídicos medio totalitarios si se desarrollan gobiernos con mayoría popular por un tiempo prolongado y los gobiernos neoliberales europeos, que pueden estar el tiempo que quieran son un dechado de virtudes, pero que a su vez van vaciando la democracia (…). En América Latina los indicadores de participación son muy altos y eso repercute en la estabilidad. En Estados Unidos y en Europa no.
En Argentina va a haber elecciones este año y es muy probable que Cristina Kirchner se presente como candidata a senadora de la provincia de Buenos Aires, que es la más significativa del país, y si llega a hacer una buena elección va a implicar que los dos años siguientes del gobierno de Mauricio Macri serán complejos.
— ¿Y qué dice sobre la corrupción? ¿También golpea a los gobiernos progresistas?
— La corrupción es un tema sobre el que hay que insistir todos los días. No es unilateral, no es la corrupción de algunos funcionarios de algún determinado gobierno. Por supuesto que funcionarios corruptos tienen que estar presos, como con el Fondo Indígena de Bolivia.
El problema surge cuando se quiere borrar todo un proceso de transformación estructural poniendo en el centro el problema de la corrupción y al mismo tiempo olvidarse de la corrupción sistémica que funde a nuestros países, que provoca la fuga de capitales y destruye al Estado, que daña socialmente y de eso no se habla.
Datos:
Nombre: Ricardo Forster
Nació: Buenos Aires, 26 de septiembre de 1957
Cargo: Profesor universitario
Pérfil:
En 2014 fue designado por el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner como titular de la Secretaría de Coordinación Estratégica para el Pensamiento Nacional, dependiente del Ministerio de Cultura, cargo que mantuvo hasta el 10 de diciembre de 2015. Es filósofo y ensayista. Doctor en filosofía por la Universidad Nacional de Córdoba; profesor de grado y docente de posgrado en numerosas universidades argentinas y del exterior.
‘Integración, debilitada por una ofensiva neoliberal’
El análisis de Ricardo Forster no pierde de vista el papel de Estados Unidos en el actual escenario de América Latina y cree que la “restauración neoliberal” golpeó los proyectos de integración que en estos últimos 15 años avanzaron especialmente en el ámbito político.
— ¿Cómo ve la integración en América Latina? ¿Qué percibe?
— Estados Unidos se había olvidado de la región cuando la cosa ya estaba definida, cuando se había acabado la historia y se habían muerto las ideologías y la economía global del planeta era la panacea. De repente, se encontraron que hoy en día se buscan otros horizontes, están pensando en la unidad; construyen la Unasur (Unión de Naciones Suramericanas), la Celac (Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe). Nunca América Latina inició un proceso de construcción de instituciones de unidad como en los últimos años. Hoy, eso está debilitado por la ofensiva de los distintos modos de restauración neoliberal y alguno de los exponentes de ese proceso de unidad ya no están: Hugo Chávez y Néstor Kirchner; y Lula luchando en condiciones desiguales en Brasil.
— ¿Cómo ve la crisis de Venezuela? ¿Qué perspectiva tiene?
— Es una situación muy compleja y no cabe duda de que desde hace mucho tiempo hay una dinámica desestabilizadora, golpista, vinculada a una derecha muy dura venezolana, al papel que ha cumplido Estados Unidos. También ha habido errores del gobierno de Nicolás Maduro, pues no ha sido fácil reemplazar en Venezuela a alguien de la estatura de Hugo Chávez.
La problemática de la renta petrolera es grave cuando se vuelve parasitaria, pero hay que aclarar que no es que Maduro se sostiene solamente porque construyó mecanismos represivos. Hay una parte mayoritaria del mundo popular que sabe que su vida cambió de una manera impresionante con las políticas de ampliación de derechos sociales y civiles que inició Hugo Chávez. Para todos, una salida dialogada en Venezuela es fundamental. Que se encuentre un acuerdo como para que se logre salir de una situación que es horrible.
Pero se habla poco del desastre que provocó Estados Unidos y Gran Bretaña en Libia, Siria e Irak, en cambio Venezuela es el horror del planeta. Los mismos que inventaron Al Qaeda se colocan en el lugar del pedestal democrático y le dicen al planeta que el problema es Venezuela, la principal reserva de petróleo del mundo.