Icono del sitio La Razón

Estado boliviano y ayllu andino

Estado boliviano y ayllu andino, del antropólogo inglés Tristan Platt, recientemente reeditado por la Biblioteca del Bicentenario de Bolivia (BBB), ha permeado el tiempo. Su temática —la larga relación entre el Estado y los ayllus— no deja de ser actual, aunque la institución del Ayllu esté ausente de la actual Constitución Política del Estado y representantes indígenas estén a la cabeza del país.

La obra nos seduce, permitiéndonos comprender, desde adentro, la naturaleza segmentaria de los ayllus de Chayanta organizados como cajas chinas superpuestas para el ejercicio de la reciprocidad, pero también preparados para la confrontación con el gobierno republicano boliviano entre los siglos XIX y XX. La obra nos agarra con una narración que oscila entre las adaptaciones de los ayllus al mercado de cereales, las presiones del Estado republicano y la acción beligerante como forma de respuesta a las dos reformas agrarias destinadas a individualizar la tierra y destruir la tenencia colectiva y el sistema de gobierno indígena. La obra nos convence, a través de un despliegue de garantías, de que la historia de los ayllus todavía está por escribirse y demuestra el importante aporte económico de éstos al presupuesto de la nación en los primeros 50 años de vida republicana.

Hace tiempo que se esperaba la reedición de esta obra, tan didácticamente concebida, para introducirnos a los prósperos ayllus de la provincia colonial de Chayanta, una provincia que abastecía la demanda de cereales y harina incluso fuera de los límites de la nueva República de Bolivia. En ese sentido, es un acierto en esta nueva reedición la presentación de mapas reelaborados —cuya construcción es un desafío cartográfico—, pues permiten visualizar la jurisdicción de los ayllus en los diferentes pisos ecológicos y las franjas étnicas del norte de Potosí. Además, los mapas dialogan con varios anexos documentales sobre los linderos y mojones de las tierras que poseían los ayllus de Chayanta.

A lo largo de los capítulos se puede seguir el transcurso de la acción en Chayanta, el centro de producción triguera más importante de Bolivia a principios del siglo XIX, donde se intentó aplicar las nuevas políticas agrarias modernizadoras para disolver a los ayllus. Empero, ese intento que duró un siglo no se pudo alcanzar, debido a una masiva resistencia indígena. De hecho, el autor señala que la resistencia no fue “una explosión ciega, desprovista de objetivos claros”, se trataba más bien de una defensa crecientemente airada de un orden “tradicional” que reposaba en el pago del tributo indígena para mantener relaciones normativas con el Estado que le brindara las condiciones necesarias para el desarrollo del gran comercio de cereales y harinas. A esta relación se la denominó “pacto de reciprocidad”, el cual se remonta al periodo colonial, cuando fue instituido el tributo monetario, y permite explicar las relaciones de los ayllus con el Estado. De tal suerte que el pacto habría pervivido por varios siglos de manera inmutable, gracias a su recreación a lo largo de un calendario fiscal y ceremonial.

El “pacto de reciprocidad” sufrió varios embates a lo largo del tiempo —por ejemplo cuando se trató de imponer una gran reforma rentística que apuntaba a la apropiación estatal de las tierras comunales (Ley del 5 de octubre de 1874)— complementada con reformas en el cobro del tributo. Este momento histórico, denominado primera reforma agraria, permite visualizar un quiebre de la concepción de reciprocidad entre comunidad y Estado. La primera reforma agraria es presentada de manera detallada gracias al Informe de Narciso de la Riva, juez revisitador de la provincia Chayanta en esa época. En efecto, gracias a ese documento podemos enterarnos de la ideología que sustentaba esa iniciativa estatal y el detalle de las medidas que teóricamente quisieron tomarse; al mismo tiempo, nos permite entender la expansión de la propiedad privada de la tierra sobre los territorios de los ayllus en el norte de Potosí entre 1881 y 1918, además de narrarnos los entretelones de las alianzas que se realizaron con diversos grupos y el desenlace fatal de un arrinconamiento de ayllus norpotosinos en momentos de ruina económica y acorralamiento político.

Esta situación crítica fue la antesala de la segunda reforma agraria de 1953. La misma que prolongaría, a su manera, el pensamiento positivista liberal, principalmente al plantear un modelo que reposaba en una multitud de pequeñas unidades campesinas que trabajarían con tecnificación en el marco de cooperativas. Las contradicciones internas en la redacción de la Ley de Reforma Agraria (2 de agosto de 1953) son señaladas a partir de datos de Chayanta que evidencian la clara desestructuración del sistema de tenencia “vertical” de tierras situadas en diversos pisos ecológicos y del sistema de herencia tradicional en el usufructúo de la tierra. A lo largo del último capítulo, se reviven los debates acerca de la intervención movimientista y el rechazo categórico de los ayllus.

Otro logro de esta edición es el estudio introductorio de la socióloga Silvia Rivera, quien presenta el contexto histórico de producción de la obra desde un enfoque testimonial, con el aditamento de realizar numerosas comparaciones con ayllus de otras regiones en el mismo periodo, lo cual enriquece sobremanera la perspectiva analítica. La obra y el estudio introductorio ofrecen información que plantea interrogantes acerca de los mecanismos que  permitieron la pervivencia del  antiguo “pacto de reciprocidad” como elemento explicativo. Este aspecto merece ser analizado a la luz de nuevas investigaciones a las que invita la reedición de la BBB.