Saturday 7 Sep 2024 | Actualizado a 10:31 AM

Un ajuste a la CPE es posible para el nuevo sistema penal

El oficialismo fijó en noviembre el plazo máximo para aprobar el nuevo Código. La idea es que los magistrados elegidos inicien su gestión con este instrumento.

/ 13 de agosto de 2017 / 04:00

El salón Movimientos Sociales tuvo otro nombre antes de 2006. Es un sitio muy elegante e iluminado con paredes sembradas de espejos, sobrios adornos de bronce y mesitas de madera y mármol, que seguramente los imaginó el célebre arquitecto paceño Emilio Villanueva en 1926 cuando dirigió el proyecto para erigir el edificio donde hoy funciona la Vicepresidencia del Estado.

Son otros tiempos. Álvaro García Linera, que aceptó esta entrevista con Animal Político, se sienta, mira el girasol que forma parte de un adorno floral del salón y dirige sus respuestas al futuro; el político, el social, proyectos y sueños. La justicia. 

— ¿El Legislativo trabaja en el nuevo sistema penal. ¿Qué plazos hay? ¿Lo entendemos como parte de la reforma judicial?

— La revolución de la justicia va a tener dos pilares. La renovación meritocracia del personal; vamos a elegir nuevos jueces. Los que se eligieron antes no respondieron y no podemos mantener la justicia con ellos (…). Hemos sustituido el amiguismo de élite oligárquica, que funcionó hasta 2010; por el amiguismo sindical y estos amiguismos no funcionaron. Ahora, hemos tomado examen para buscar a los mejores.

El otro pilar es la transformación institucional; hay que eliminar un conjunto de males estructurales: el tiempo. Uno de los temas que fomentó la corrupción fueron esos tiempos indefinidos. El juez, fiscal y el abogado eran soberanos del tiempo del litigante. Se están acortando plazos procesales; si juez y fiscal no los cumplen, serán juzgados.

— ¿Y la carga procesal?

— Se están quitando muchos procesos que iban a la Justicia Ordinaria  innecesariamente. Estamos sacando casi el 40% de las causas que están en los juzgados para que vayan a jueces de conciliación. En el ámbito civil ya lo hemos sacado. El doctor Eduardo Rodríguez Veltzé los llamaba ‘jueces de paz’.

También estamos limitando la chicanería, que extiende los juicios para hacerlos indefinidos. Ahora, como acusado o acusador habrá solo cuatro o tres recursos. Hay que usarlos bien. Hoy, las recusaciones a jueces tienen carácter indefinido. Eso terminará. Más o menos estamos copiando el mecanismo del Servicio de Impuestos. Cuando se tiene un problema con Impuestos, existe una apelación. Luego de eso, la maquinaria te tritura. Así será el sistema judicial; será una maquinaria ciega, en el sentido de que funcione con plazos precisos, con recursos limitados de chicanas y tanto el fiscal como el juez están obligados a cumplir los plazos.

— ¿Igualdad de derechos?

— Vamos a sacar toda la basura colonial que hemos heredado desde Toledo, del politeísmo, de la chicanería, de la especulación con el tiempo (…), para establecer un modelo expedito, moderno y transparente. El tiempo va a ser el dueño, el privilegiado, con juicios rápidos, transparentes y donde se respeten los derechos de todos y no mande el dinero.

— ¿Qué otros aspectos destaca en este proyecto que es como muy potente, muy grande?

— Vamos a hacer una modificación de tipos penales. Teníamos un código que con leyes distintas iba metiendo otras tipificaciones; lo estamos ordenando bien. Estamos haciendo una revolución judicial en forma. Nueva gente, nuevo procedimiento y nuevas tipificaciones penales para que Bolivia, cuando tengamos nuevos jueces, tenga también un nuevo código de aplicación inmediata. Los nuevos jueces que van a ser elegidos por voto popular van a ejercer sus funciones, cargando una nueva wawa, un nuevo Código, un nuevo procedimiento moderno al servicio de la gente.

— ¿Para cuándo cree que esté listo el Código del Sistema Penal, tomando en cuenta las tensiones que ya se ha provocado?

— Es normal. Es el Código más importante. En verdad, de los juicios en Bolivia, el 80% son los que tienen que ver con el ámbito penal, entonces es el más importante. Ya estamos trabajando dos años y está bien que haya debate, que se preocupen, que se aclaren las cosas. Eso no me preocupa tanto. Estoy seguro de que este año, ojalá en septiembre, ya lo podemos estar aprobando, pero nos hemos puesto como meta máxima tener hasta noviembre el nuevo Código para que las nuevas autoridades judiciales también tengan un nuevo procedimiento normativo a partir de enero del próximo año.

— ¿Usted cree que como producto de este nuevo instrumento legal se requiera ajustar la Constitución?

— En algunos casos podría darse. Por ejemplo, hice una propuesta que en el caso de violación de niños y niñas con muerte se introduzca la detención indefinida, la cadena perpetua. Eso no lo puede aplicar una ley, tiene que ser por una modificación a la Constitución. Posiblemente, en el debate salgan otros elementos que requieran de otros para una modificación a la Constitución. De un artículo constitucional; de momento, éste es el primero.

— Entonces, usted mantiene su propuesta…

— La mantengo, pero no es algo que esté deteniendo el debate en la Asamblea Legislativa. La mantengo y cada vez mucho más convencido de la necesidad de una señal dura y fuerte contra esta violencia infame contra los niños y las niñas. Esta es una posible modificación que podríamos abordar el próximo año (2018), pero ya con el Código aprobado. Solo que este artículo quedaría en observación para ser sometido a un referéndum que podría ser el siguiente año.

— ¿Incluido en este mecanismo la repostulación del Presidente?

— No hemos tomado una decisión sobre el camino. Hemos dicho que se la tomará en 2018. Había cuatro opciones. Una renuncia anticipada, la interpretación constitucional, un nuevo referéndum (y una ley interpretativa). No hemos decidido y nos dedicamos a la gestión, porque el país necesita enfrentar el siglo XXI.

Hay seis países grandes que nos piden préstamos

El Vicepresidente del Estado percibe que luego de la hegemonía política que logró el Movimiento Al Socialismo (MAS) en el plano político se pudo instaurar una hegemonía económica que no tiene un modelo alternativo. Está convencido de que la fórmula aplicada desde 2006, que combina el libre mercado con el protagonismo del Estado, fue clave para la estabilidad actual. “Este es un modelo hegemónico”, asegura.

—¿Eso a pesar de la caída de los precios de materias primas?

— Es un buen momento. Podía ser mejor si hubiéramos tenido un precio del petróleo mayor. Pero, mientras los demás países están rascando la olla para financiar sus proyectos o nos están pidiendo crédito a los bolivianos (…), Bolivia crece.

— ¿Qué países son?

— No le voy a decir qué países, pero son seis de América Latina que han pedido crédito a Bolivia. Son países grandes que han pedido crédito.

— ¿No lo puede decir?

— No. Porque ellos se van a sentir mal. Me acuerdo que hace un año Rafael Correa (que fue presidente de Ecuador) le decía al presidente Evo que Bolivia se había convertido en el nuevo FMI de América Latina. Pero nuestro país, sin mucho aspaviento, ha construido el modelo económico más sólido, más resistente, más duradero y con mayor futuro del continente.

— Pese al nuevo proteccionismo…

— Esto es nuevo y es importante. En un tiempo de turbulencia mundial, donde globalización y desglobalización están peleando, hay proteccionismo de los países altamente desarrollados. El candidato Jeremy Corbyn (del partido Laborista) casi gana las elecciones proponiendo nacionalizar la energía eléctrica y los ferrocarriles en el Reino Unido. Pues Bolivia puso en marcha 10 años atrás lo que ahora el mundo debate.

Álvaro García Linera

Es optimista. Asegura que el Estado está cimentando la estructura tecnológica de los próximos años. Además se confiesa devoto de la integración de América Latina y pone al país como modelo de ese proceso que comenzó a construirse hace algo más de una década.

Datos:

Nombre: Álvaro Marcelo García Linera Nació: 19 de octubre de 1962

Pérfil:

Político. Es el intelectual más cercano del presidente Evo Morales. Estudió matemáticas y sociología. Autor de una docena de libros sobre política y economía. Es parte del MAS

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Estados Unidos: entre neocons y wokes

Una mirada al panorama actual de la política en la potencia del norte, donde muchas cosas estarán en juego en las próximas elecciones presidenciales de noviembre.

Por Pablo Deheza

/ 1 de septiembre de 2024 / 06:19

El punto sobre la i

En los últimos años, dos corrientes ideológicas aparentemente opuestas han jugado un papel central en la configuración del panorama político y cultural de Estados Unidos: el neoconservadurismo y la cultura woke. Por un lado, los neocons, con sus raíces en la Guerra Fría y su visión de una política exterior agresiva, han influido significativamente en la postura internacional de la potencia del norte. Por otro, la cultura woke, nacida de movimientos por la justicia social, ha ganado prominencia en el debate público, desafiando normas establecidas y promoviendo una mayor conciencia sobre temas de desigualdad y discriminación.

A continuación, exploramos la evolución y el impacto de ambos fenómenos en la sociedad estadounidense contemporánea. Desde el ascenso de los neoconservadores en la política exterior hasta la controversia generada por la cultura de la cancelación vinculada a la cultura woke, se analizan las complejidades y contradicciones de estas dos fuerzas que, aunque diferentes en sus orígenes y objetivos, han llegado a definir gran parte del discurso político actual estadounidense.

Neocons

El neoconservadurismo es uno de los movimientos ideológicos más influyentes en la política estadounidense contemporánea, con raíces que se remontan a la Guerra Fría. A lo largo de las últimas décadas, los neocons han jugado un papel central en la formulación de políticas exteriores de Estados Unidos, particularmente en lo que respecta a su postura militarista y su relación con Israel. A continuación, exploraremos qué es el neoconservadurismo, quiénes son los neocons, su evolución dentro del panorama político estadounidense y su situación actual en relación con los partidos Republicano y Demócrata.

El neoconservadurismo se originó en los Estados Unidos durante las décadas de 1960 y 1970 como una reacción contra la corriente dominante del liberalismo, particularmente en contraposición a lo que sus adherentes percibían como una respuesta débil al comunismo y una actitud permisiva hacia el desorden social. Según Hammad Ahsan y sus colegas académicos del Departamento de Política y Relaciones Internacionales de la Universidad de Sargodha, «el neoconservadurismo tiene sus raíces en familias inmigrantes judías de Europa del Este, muchas de las cuales eran antiestalinistas y trotskistas durante las décadas de 1930 y 1940». Este grupo de intelectuales, que incluía a figuras como Irving Kristol y Norman Podhoretz, comenzó a distanciarse de la izquierda política debido a sus desacuerdos en cuestiones de política exterior y valores culturales.

Irving Kristol, considerado uno de los padres fundadores del neoconservadurismo, justificó este movimiento indicando sentirse como «un liberal al que la realidad le ha asaltado». Esta frase encapsula la transición de muchos liberales desencantados hacia una postura más conservadora, especialmente en temas de política exterior. Los neoconservadores creen firmemente en la primacía militar de Estados Unidos y en su deber moral de liderar el mundo en la lucha permanente contra el mal. Más aun, una creencia firmemente asentada al interior de este grupo es el excepcionalísimo, a nivel de las relaciones internacionales, tanto de EEUU como de Israel. Así las cosas, lo que hagan estos dos países bajo el liderazgo neoconservador es definido como lo bueno y todo aquello que se oponga es lo malo.

Evolución

A medida que el neoconservadurismo se consolidaba, comenzó a influir en la política exterior de Estados Unidos. Durante la Guerra Fría, los neocons se posicionaron como fuertes defensores del anticomunismo, apoyando políticas que promovieran un enfrentamiento directo con la Unión Soviética y otras potencias comunistas. Esta postura les llevó a rechazar cualquier forma de apaciguamiento o negociación con los adversarios de Estados Unidos, abogando en cambio por una política exterior agresiva y militarista.

La influencia neoconservadora alcanzó su apogeo durante las administraciones de Ronald Reagan y George W. Bush. Reagan, por ejemplo, adoptó muchas de las ideas neoconservadoras, incluyendo el incremento del gasto militar y la intervención en conflictos extranjeros para contrarrestar la influencia soviética. Sin embargo, fue durante el mandato de George W. Bush cuando el neoconservadurismo realmente definió la política exterior de Estados Unidos.

Paul Wolfowitz desempeñó un papel fundamental en la consolidación de los neoconservadores y en la promoción de su agenda dentro de la política exterior de Estados Unidos. Su influencia es particularmente notable durante las décadas de 1980 y 2000.

Uno de los aportes más influyentes de Wolfowitz fue la formulación de la doctrina que lleva su nombre, en 1992, que proponía un enfoque unilateral en la política exterior estadounidense. Este documento, oficialmente conocido como «Defense Policy Guidance», abogaba por una estrategia de «Pax Americana» donde Estados Unidos debía asegurar su dominio global a través de la disuasión militar, sin depender de instituciones internacionales o alianzas que pudieran limitar su capacidad de acción.

Israel

Una de las características más notables del neoconservadurismo es su fuerte apoyo a Israel. Desde sus inicios, los neocons han visto a Israel no solo como un aliado estratégico en el Medio Oriente, sino también como un Estado moralmente excepcional que merece la defensa incondicional de Estados Unidos. Jim Lobe, un periodista norteamericano y veterano observador del neoconservadurismo, sostiene que «la defensa de Israel ha sido un pilar central de la cosmovisión neoconservadora desde el principio».

Este apoyo inquebrantable a Israel se refleja en la postura neoconservadora hacia los conflictos en el Medio Oriente. Los neocons han abogado repetidamente por políticas que aseguren la seguridad de Israel, incluso si esto implica desafiar las normas internacionales o emprender acciones unilaterales. Por ejemplo, durante la Guerra de Irak, los neocons promovieron la idea de que derrocar a Saddam Hussein no solo sería beneficioso para Estados Unidos, sino también para la seguridad de Israel. Este respaldo incondicional se observa igualmente con la situación bélica en Gaza en la actualidad.

Presente y porvenir

Hoy, el movimiento neoconservador enfrenta un panorama político complejo. Aunque su influencia ha disminuido en comparación con su apogeo durante los gobiernos de Reagan y Bush, los neocons siguen siendo una fuerza influyente en la política estadounidense.

Desde la perspectiva del columnista sobre temas de sociedad y política estadounidense, Mark Lessereaux, “a mediados de la década de 2010, gigantes neoconservadores como William Kristol y Victoria Nuland habían migrado del Partido Republicano al Partido Demócrata. Aunque esta migración se debió en gran parte a la aceptación del Partido Republicano por parte de Donald Trump, estos mimados neoconservadores también se dieron cuenta astutamente de que los halcones de guerra dependientes de los donantes, como los futuros candidatos presidenciales Hillary Clinton y Joe Biden, no harían nada para desafiar los objetivos de política exterior neoconservadora. A todos los efectos, Clinton, Biden y una parte significativa del resto del establishment del Partido Demócrata ya estaban neoconizados a principios y mediados de la década de 2010”.

Prosigue y sostiene que “ahora, en la década de 2020, la neoconización de la posición del Partido Demócrata en materia de política exterior es tan completa que incluso demócratas progresistas como Bernie Sanders y Alexandria Ocasio-Cortez han estado votando (casi) en sintonía con los republicanos y sus correligionarios demócratas en cuestiones como el aumento del ya exorbitante presupuesto de defensa de Estados Unidos de 825 mil millones de dólares y la aprobación de cientos de miles de millones de dólares en armas y ayuda monetaria que se envían a Israel y Ucrania entre 2022 y 2024”.

El ascenso de Donald Trump marcó un desafío significativo para los neocons. Trump, con su retórica aislacionista y su escepticismo hacia las intervenciones militares, se distanció de la ortodoxia neoconservadora, generando fricciones dentro del Partido Republicano.

En las primarias de 2016, Trump ganó haciendo campaña contra el intervencionismo estadounidense, que está en el núcleo de las creencias neoconservadoras, e interpretando una fuerte crítica nacionalista que se sintetizaba en el slogan “hacer grande a Estados Unidos otra vez”. Aunque los neocons siguieron ocupando espacios al interior de su gestión, la relación no fue tan fluida como con los últimos gobiernos demócratas, incluido la actual gestión de Biden.

Cabe recordar que los neocons y el complejo militar industrial estadounidense están intrínsecamente relacionados a través de sus intereses compartidos en la política exterior y la defensa nacional.

El complejo militar industrial hace referencia a la relación entre el gobierno de EEUU, las fuerzas armadas y la industria de defensa. Este término fue popularizado por el presidente Dwight D. Eisenhower, quien, en su discurso de despedida, en 1961, advirtió sobre la influencia desproporcionada que podría ejercer este ente sobre la política y la economía del país.

“Nunca debemos permitir que el peso de esta combinación ponga en peligro nuestras libertades o nuestros procesos democráticos. No debemos dar nada por sentado. Sólo una ciudadanía alerta e informada puede obligar a que la enorme maquinaria industrial y militar de defensa se combine adecuadamente con nuestros métodos y objetivos pacíficos”, dijo Eisenhower en ese tiempo, algo que resuena con mucha claridad en el presente.

Cultura Woke

En los últimos años, el término woke ha ganado una enorme relevancia en la vida política y cultural de Estados Unidos. Originado como una expresión de conciencia social, particularmente en relación con las injusticias raciales, la cultura woke ha evolucionado hasta convertirse en un fenómeno complejo y actualmente es un nudo central de una auténtica batalla cultural. Comprender la cultura woke es esencial para entender algunas de las tensiones actuales en la política y sociedad estadounidense.

El término woke proviene del inglés wake, que significa despertar; es el participio de ese verbo. Originalmente era una expresión utilizada en las comunidades afroamericanas para describir un estado de alerta frente a las injusticias raciales y sociales. Esta frase se popularizó en el siglo XX, particularmente durante el movimiento por los derechos civiles en la década de 1960. Sin embargo, fue en el siglo XXI cuando el concepto de wokeness comenzó a expandirse más allá de la lucha racial, abarcando temas como el feminismo, los derechos LGBTQ+, y la justicia social en general.

La cultura woke tiene raíces en diversas corrientes filosóficas, entre las que se destacan el postmodernismo y el marxismo. Estas corrientes cuestionan las narrativas dominantes y enfatizan la importancia del poder y la identidad en la estructura social.

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Como señala el profesor de filosofía Matthew Sharpe, «el postmodernismo socava las certezas universales, promoviendo una visión del mundo donde las experiencias subjetivas y las identidades tienen prioridad». Esta base filosófica ha dado forma al discurso woke, enfocándose en cómo las estructuras de poder perpetúan la opresión y la desigualdad.

Durante la primera década del siglo XXI, el concepto de wokeness se mantuvo relativamente limitado a círculos académicos y activistas. Sin embargo, a partir de la segunda década del siglo, especialmente con el surgimiento del movimiento Black Lives Matter en 2013, el término comenzó a ganar popularidad. Las redes sociales jugaron un papel central en esa expansión, ya que permitieron a activistas y ciudadanos comunes compartir sus experiencias y preocupaciones sobre la injusticia social a una escala sin precedentes.

El ascenso de figuras públicas que adoptaban un discurso woke, como la activista y académica Angela Davis, y la creciente visibilidad de movimientos sociales, llevaron a que lo woke se convirtiera en un símbolo de conciencia y compromiso social. En un principio, ser woke era visto como algo positivo, un estado deseable de conciencia en el que se reconocían y enfrentaban las desigualdades sistémicas.

Reacción

A medida que la cultura woke se consolidaba, también comenzaron a surgir críticas. En la década actual, el término empezó a ser utilizado de manera peyorativa por algunos sectores políticos y sociales en Estados Unidos. Aquello que en un inicio era visto como un movimiento necesario para combatir la desigualdad, comenzó a ser percibido como excesivamente dogmático e intolerante hacia cualquier visión divergente.

Según explica el filósofo alemán Hans-Georg Moeller, profesor del Departamento de Filosofía y Estudios Religiosos de la Universidad de Macao, “el término wokeísmo se utiliza ampliamente hoy en día como una etiqueta polémica y a menudo peyorativa en América del Norte y Europa. Generalmente se refiere a un nuevo tipo de ‘política de identidad’ y ‘corrección política’ que promueve la equidad y la diversidad de las identidades raciales, sexuales y de género ‘marginadas’. Es especialmente sensible al uso del lenguaje y, por ejemplo, exige la abolición de la terminología racista y la distinción de género ‘sexista’ en el lenguaje, así como el uso ‘correcto’ de los pronombres personales”.

“Los políticos e intelectuales conservadores suelen describir el wakeismo como una nueva forma de izquierdismo radical. El intelectual público Jordan Peterson, por ejemplo, lo considera una combinación diabólica de marxismo y posmodernismo. Sin embargo, una minoría significativa de académicos de izquierda, entre ellos Walter Benn Michaels y Adolph Reed, no está de acuerdo y lo ve como un nuevo tipo de neoliberalismo que apoya al capitalismo y al individualismo y tiende a restar importancia a la lucha de clases. Después de todo, las grandes corporaciones y los principales partidos políticos neoliberales, como los demócratas en los Estados Unidos, lo emplean mucho en el marketing”.

El fenómeno conocido como la cultura de la cancelación (cancel culture) se convirtió en una de las manifestaciones más controversiales de la cultura woke. La cultura de la cancelación se refiere al rechazo público y la censura de individuos u organizaciones que son percibidos como ofensivos o contrarios a los valores progresistas. Esto a menudo implica campañas de boicot en redes sociales, la pérdida de empleo o la exclusión de espacios públicos y profesionales.

Este enfoque ha llevado a acusaciones de autoritarismo y ha generado un profundo debate sobre la libertad de expresión en Estados Unidos y Europa Occidental. Críticos de la cultura woke argumentan que su insistencia en la corrección política y la cancelación de aquellos que no se alinean con sus ideales crea un clima de temor y autocensura. En palabras del politólogo Andrew Sullivan, «el problema con la cultura woke es que, en lugar de promover el diálogo, instaura una nueva forma de dogmatismo».

Moeller asevera que “el wokeismo comparte numerosas similitudes con las religiones y, en particular, con el cristianismo. Es sumamente dogmático al centrarse en unos pocos valores morales ‘absolutos’ relacionados con la justicia social que solo se pueden afirmar, pero no negar. De esta manera, no invita a la argumentación ni al debate, sino que, en cambio, fomenta el sentimiento moral y los sentimientos de rectitud. Promete una absolución secular de la maldad heredada y ‘cancela’ a los herejes”.

Mientras el debate continúa, importantes figuras de Hollywood comienzan a verse presionados por la cultura woke y deciden manifestarse en contra de ésta, argumentando que atenta contra la libertad necesaria para hacer arte y para comunicar ideas libremente. No es tema relegado a las calles y redes sociales, la realeza cultural de Occidente está sintiendo los pinchazos.

(*)Pablo Deheza es editor de Animal Político

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Cornel West, el candidato independiente

El bipartidismo en Estados Unidos oculta las barreras que enfrentan los partidos minoritarios, excluidos de debates y limitados por leyes restrictivas.

/ 1 de septiembre de 2024 / 06:10

Dibujo Libre

En Bolivia hay gente que reclama por los numerosos partidos políticos que participan en las campañas electorales. Aquí debería ser como en los Estados Unidos de América (EUA), que exista sólo dos partidos, dicen. Según ellos, el bipartidismo reduciría el despilfarro innecesario en los proselitismos. Los opinólogos y sobre todo los políticos de la oposición boliviana ven a los EUA como la luminaria de la democracia a ser imitada. Pero desconocemos que allí los partidos pequeños están coartados de participar en los debates presidenciales. Aquí creemos que Trump y Harris son los únicos candidatos para las próximas elecciones estadounidenses de noviembre de 2024: esa verdad es relativa.

Candidatos que desisten carrera electoral. El pasado 23 de agosto, el matutino The New York Times detalló a los cinco aspirantes presidenciales. La demócrata Kamala Harris; el republicano Donald J. Trump; el independiente Cornel West; la del Partido Verde, Jill Stein; y el del Partido Libertario, Chase Oliver. Para esa fecha, el actual presidente Biden, catorce aspirantes, dos candidatas y el ex demócrata Robert F. Kennedy Jr habían retirado sus candidaturas. Kennedy es sobrino de un expresidente que incluso optó apoyar al republicano Trump. ¿Será porque los partidos hegemónicos son dominantes y demoledores? ¿Será porque la admirada democracia de los EUA desincentiva a los candidatos de las minorías?

Los candidatos de los partidos minoritarios no participaron del debate televisado por CNN el 27 de junio. Para estar presentes deben recibir al menos un 15% en cuatro encuestas nacionales y encuadrarse a otras restricciones.

El bipartidismo omite a las minorías. En agosto del 2020, el politólogo Lee Drutman le dijo a la Voz de América que, en EUA siempre hubo una dinámica de dos partidos y eso tiene mucho que ver con la naturaleza de “el ganador se lleva todo” — el método llamado winner takes all— y que sólo haya una ronda de votación. Drutman acotó, las leyes electorales en muchos estados imponen barreras significativas a los partidos minoritarios o independientes, condicionan con requisitos de firmas para registrar candidatos en la boleta y restringen a participar en los debates presidenciales.

En octubre del 2023, otro profesor de ciencias políticas de la American University, David Malet, también le dijo a la VOA que, en los EUA no existe ningún incentivo para votar por partidos más pequeños.

Por lo visto es adverso en EUA para que un tercer partido capture una mayor proporción de votos y que obtenga escaños. Como muchos, también, creí que sólo existía el bipartidismo. Ignoraba que habían desistido diecisiete precandidatos. Y me sorprendí que el autor al que leí había sido candidato, el profesor Cornel West de origen afro, el prominente profesor de filosofía que impartió clases en Harvard, en Yale, en Princeton y en el Theological Seminary.

Hablando de este candidato ndependiente, en Porto Alegre, Brasil, el profesor de postgrado nos pidió leer Questão de Raça de Cornel West. Me costó entender el libro en un idioma que aprendía y por su contenido teórico novedoso. En Brasil para comprender el racismo se estudia la cuestión de la negritud, así como en los EUA. En cambio, en Bolivia estudiamos la cuestión indígena para discernir el racismo.

West despertó optimismo en los líderes socialistas y comunistas. Supera en coherencia al excandidato Bernie Sanders. Los líderes de la izquierda internacional consideraban a Sanders como la esperanza del Partido Demócrata, decían que tenía ideas progresistas, humanas, socialistas, pero cuando le tocó contrastar sus dichos con sus actos, Sanders siempre terminó votando junto a sus colegas demócratas del Senado mismo aprobando guerras.

Cornel West es crítico acérrimo de Barack Obama. Obama era un presidente negro, pero con todos los códigos, hábitos y modismos aceptados por las élites americanas. En términos del crítico literario español Juan Manuel de Prada, Obama es posible que sea más: un moderadito que agrada a los poderosos, el hombre que siempre nada a favor de la corriente. Al contrario, Cornel es el hombre que no oculta ni disfraza lo que piensa, es vehemente con sus ideales, radical, sólido, congruente.

West candidato y su postura pro palestino. El 14 de noviembre de 2023 lanzó su candidatura en un acto frente a la oficina de las Naciones Unidas en Nueva York. Pronunció un poderoso discurso inaugural contra la ocupación israelí en Gaza. Exigió que se detengan los ataques israelíes. El profesor habitualmente viste de pantalón, chaleco, chaqueta y corbata negras y camisas blancas, sus cabellos rizados canosos no son manipulables a peine, en su barba y los bigotes expone más canas, tiene diastema. Sus lentes le aparentan sumar a su extraordinaria sabiduría.

West al lanzar su candidatura discurseó apasionado desde una tarima improvisada. Martilleó con sus índices izquierdos y derechos de arriba abajo, osciló sus brazos hacia los costados mientras aparentaba desenmascararlos apuntándoles de frente y sin temor a los que desataron la matanza en Gaza contra indefensos palestinos. Mientras combustionaba refiriéndose a las víctimas de Gaza parecían erizarse más sus cabellos. Las cámaras muestran a Cornel como el gran orador idéntico a sus excamaradas líderes negros del pasado siglo dirigiéndose a multitudes que reivindicaban la causa irrenunciable de sus derechos civiles.

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Aquella ocasión nocturna arengó, diciendo que nosotros detestamos, odiamos la cruel ocupación israelí y lo menos que podemos hacer en este momento de vulgaridad sobrecogedora, es pedir un alto al fuego. Mientras reclamaba al imperio americano por su descaro de maniobrar el veto a la pausa humanitaria, las fuerzas de West parecían acelerarse para apuntar en la mira a los administradores de la Casa Blanca. Mientras nuestros queridos hermanos y hermanas palestinas están siendo bombardeados, ¿qué clase de país somos? ¿qué clase de personas somos?, les dice con impotencia bajando de tono. Les recomienda a sus partidarios a no dejarse que nadie les diga que, porque aman a los palestinos y los bebés palestinos, es que también odian más a alguien. Cornel les advierte, nosotros no odiamos a los hermanos judíos, no odiamos a las hermanas judías, no odiamos a los niños judíos, nosotros detestamos, odiamos la cruel ocupación israelí. El profesor expuso con nitidez sus posicionamientos.

Críticas a West. En enero del 2024, en entrevista para The Businessweek Show, West se refirió a sus concepciones y a sus deudas. Al ser consultado, cuál era su concepto sobre la ambición, en qué casos debería dar vergüenza y cuándo debería ser algo digno de generar orgullo. Él respondió llevando el torso hacia delante y apoyándose en la mesa circular dijo, mientras la ambición tenga una dimensión espiritual y moral es algo realmente hermoso. A West le desprestigiaron por sus deudas impositivas. Afirmó tener deudas desde que costeó sus estudios universitarios y pese a gozar de buenos sueldos continúa cumpliendo sus planes de pago.

En la entrevista habló sobre su postura con la autocrítica. Para hacerlo se necesita cierto coraje, no solo en privado sino también en público, soy un ser humano, tengo defectos, tengo potencial revolucionario y también soy algo matón y lidio todos los días, dice mientras forma espirales con sus dos brazos.

En la red X dijo, lucharé para acabar la pobreza y el encarcelamiento masivo, pondré fin a las guerras y el colapso ecológico, garantizando vivienda, atención médica, educación y salarios dignos para todos. Cornel West es un prominente filósofo, vivo. Cultiva su vocación más que a su profesión. Los que acentúan la profesión, dice, siempre son atrapados por las fuerzas dominantes: los mercados, la compra, la venta, el espectáculo, la imagen, la fama. ¡Jallalla hermano Cornel West!

(*)Wilbert Villca López es docente de la UPEA

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Censos y otras leyendas bolivianas

Las controversias en torno al conteo poblacional revelan una profunda desconfianza en las instituciones y exponen un país dividido por cálculos políticos y temores infundados.

El director del INE, Humberto Arandia.

/ 1 de septiembre de 2024 / 06:02

Dibujo Libre

Cuando la grave crisis política que atravesamos y su principal secuela, la pérdida de confianza social en las instituciones públicas y privadas, nos tiene al borde del colapso, el país sigue en pie porque la gente redobla esfuerzos, estoica mira para adelante y rechaza a los jinetes del apocalipsis y los cantos de sirena. Pero, como para los políticos en ejercicio y los que van preparándose no hay que dejar pasar nada y menos algo de tanta sensibilidad como los datos preliminares del Censo 2024, se desatan las tormentas con frustraciones y expectativas no cumplidas.

La principal idea y frase es que se “robaron un millón de habitantes” y la explicaban es que el “robo” se hizo con el objetivo de no repartir mayores recursos de coparticipación y, otra vez, para dar trascendencia al brulote, preparando un fraude electoral. Los alcaldes, entre los más sorprendidos, que esperaban los datos censales con cara de financiamiento extraordinario y POAs, reclaman. Las afirmaciones y las suspicacias salieron de control porque la disputa política no solo es contra el gobierno y en la perspectiva de las elecciones generales del próximo año, en el caso de Santa Cruz, hay una áspera interna regional y el tema sirve para arremeter contra los no camachistas. Desde la prensa, un periodista de radio paceña, entre cándido y convencido, decía que los resultados han decepcionado y que no puede ser que todos hayan estado equivocados esperando otros datos. Otro grupo se estrellaba contra las proyecciones del 2014 y del 2020, como si las proyecciones valieran más que el censo; aunque, evidentemente, fue el INE el que alentó expectativas con sus equívocos cálculos. Bueno, hay para todas las innúmeras pretensiones, desde la básica militancia política que reacciona a tropel hasta para los más finos intrigantes.

Frente a tanta palabrería, aseveraciones temerarias y no poca paranoia, pocos preguntan a los expertos. Tengo la suerte de estar en un grupo internet con varios de ellos y quedé impresionado por la contundencia técnica con la cual explican los resultados censales. Sobre las proyecciones que propagó el INE y que fueron un grave error. Rolando Morales Anaya, dice: “Las proyecciones fueron calculadas con la tasa de crecimiento de los dos censos anteriores. Técnicamente, fueron criticadas hace mucho”. Y, en cuanto a los resultados globales, que de forma indubitable hablan de un estancamiento demográfico. Morales dice: “El bajo crecimiento poblacional de Bolivia se explica por la caída de la tasa de fecundidad (hijos por mujer) y por la importante migración. No hay misterio ni secreto alguno. Pretender otra cosa es dar curso libre a esa fastidiosa tendencia de muchos bolivianos conspirativista”. Otro experto, Iván Velásquez, indica que hay varios factores interrelacionados: 1. Reducción de la tasa de natalidad (métodos anticonceptivos, educación sexual y preferencias por menos hijos). 2. Urbanización creciente (mayores oportunidades laborales y educativas, pero costo de vida más alto y las familias tienen menos hijos). 3. Mejora en la educación y la participación de las mujeres en la fuerza laboral (posponen el matrimonio y la maternidad, menor tasa de fertilidad). 4. Migración (reduce el crecimiento poblacional al disminuir el número de personas en edad reproductiva). 5. Mejoras en la salud y mayor esperanza de vida (la estructura poblacional envejece, lo que puede ralentizar el crecimiento demográfico). 6. Factores económicos (En tiempos de incertidumbre económica, las tasas de fertilidad tienden a disminuir). Y concluye, de forma taxativa: Estos factores combinados han contribuido a una desaceleración en el crecimiento poblacional en Bolivia, similar a lo que ha ocurrido en otros países de la región. O sea, ni siquiera somos una rareza entre los países de la región, estamos dentro la tendencia general.

Confirmando estas explicaciones y aseveraciones técnicas, el Banco Mundial, en su sección de seguimiento demográfico indica que: “La población en América Latina y el Caribe crecen 0.7 % anual. Bolivia un poco más 0.74”. O sea, otra vez, un poquito mejor, pero nada más. Todos los países están creciendo poco y nosotros no somos la excepción, en absoluto.

De este recuento básico, la primera impresión es que las vitriólicas expresiones y cálculos antojadizos sobre los resultados del Censo muestran un país y una sociedad enfrentada de una forma enfermiza y que hay un riesgo para la estabilidad y la gobernabilidad del país. Por supuesto, los principales agentes de estas aguas turbias son nuestros políticos, que antes que líderes de opinión y propuestas hacen de pandilleros para arrojar lo que tengan en las manos o enfrentar a quien se cruce por el camino de su jefe. Uno se pregunta si siquiera tienen amigos en lo intelectual a quién recurrir por explicaciones u orientaciones o, peor, si alcanzan a preguntarse por la gravedad y complejidad del tema y entonces proponerse averiguar.

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Otra cuestión grave surge de la pregunta sobre cómo una institución tan importante y estratégica como el INE, no puede manejar las proyecciones con el mínimo de solvencia técnica y con esa confianza brindar la seguridad que el estado y la sociedad esperan de la institución que lleva el registro de nuestra existencia como individuos y colectivos. Por la cantidad de errores en las proyecciones uno se pregunta si además de la incompetencia alguien sugirió promocionar el aumento poblacional buscando apoyo al censo y de ahí que todos aumentaban y esperaban entusiastas los resultados. Es delicado y complejo el asunto, lo único que tranquiliza es que organismos internacionales como UNFPA y CELADE acompañaron el desarrollo del censo. Sin embargo, como un ejercicio de transparencia y pedagogía social el INE debe abrirse a que cada departamento y municipio acceda a las más amplias explicaciones sobre los resultados censales.

Finalmente, tres cuestiones. Una, el Censo puede haber sido un proceso técnicamente inobjetable y los resultados los que son, independientemente de que cuesten aceptar las magras cifras demográficas, pero, independientemente de aquello, sus datos ponen en cuestión al Padrón Electoral porque, en la comparación, éste queda sobredimensionado. Lo que tampoco es extraordinario porque el Padrón, a cargo del Tribunal Electoral Plurinacional (igual que el SERECI), debería ser más eficiente en el registro de nacimientos, el depurado de las defunciones, el registro de los migrantes en el país dónde se encuentren, etcétera. ¿Este trabajo de saneamiento se hace? ¿Es posible realizarlo antes de las elecciones del próximo año? Segunda, preguntarnos porque seguimos usando dos bases de datos: la del Padrón Electoral y la del Censo. ¿Acaso no habría que pensar en una única base de datos demográfica regularmente actualizada y que la validamos con un Censo cada diez años? La tercera, la cuestión que quizá tiene la mayor capacidad de recomposición de lo político y lo institucional: El Pacto Fiscal que, por mandato de la Ley de Autonomías, debe hacerse luego de la entrega de los datos finales del censo. Este será un momento, un proceso, que puede permitir los acercamientos y los consensos que tanta falta hacen al país. Ojalá, sumemos voluntades.

(*)José de la Fuuente Jería es abogado e investigador social

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El retorno de Brasil al multilateralismo

Desde su regreso a la presidencia en 2023, Lula da Silva ha revitalizado la política exterior brasileña, equilibrando alianzas tradicionales con nuevas iniciativas en el Sur Global.

Luiz Inácio Lula da Silva, Xi Jinping Cyril Ramaphosa en la Cumbre BRICS de 2023

Por Devika K

/ 1 de septiembre de 2024 / 05:50

Dibujo Libre

Brasil ha demostrado su apoyo al multilateralismo bajo la dirección del presidente Luiz InácioLula da Silva, que enfatizó el papel de Brasil en su lucha por convertirse en miembro del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas para ser un país desarrollado que muestre la autonomía del Estado y su lugar en el orden internacional en desarrollo. El trabajo de Lula en materia de multilateralismo se alinea con el compromiso histórico de Brasil de promover los principios universales, el desarrollo nacional y la influencia internacional.

Lula promovió la reputación de Brasil participando activamente en diferentes tratados multilaterales y organizaciones internacionales. Fue fundamental en la formación de BRICS (Brasil, Rusia, India, China, Sudáfrica) e IBSA (India, Brasil, Sudáfrica) durante sus dos primeros mandatos como presidente (2003- 2010), mejorando significativamente la posición e influencia global de Brasil. Desde que asumió el cargo en enero de 2023, ha revivido con éxito su política exterior al lograr un equilibrio entre las alianzas de larga data y la agenda del Sur a través de visitas al extranjero programadas estratégicamente.

El enfoque multilateral de Brasil es evidente en la cumbre COP27 celebrada en Egipto en 2022, al colaborar en la protección del clima y el medio ambiente para brindar una solución a una causa global con el apoyo y la cooperación del Sur Global, América Latina, el eje Rusia-Asia y Occidente. Lula ha hecho de la reparación de los lazos de Brasil con sus aliados extranjeros una máxima prioridad. Al tener estrechos vínculos con sus Estados vecinos como Argentina y mantener relaciones equilibradas con Estados Unidos y China, Brasil ha demostrado sus esfuerzos multilaterales para mantener una relación pacífica en este complejo orden mundial.

Los líderes de todo el mundo han elogiado sus esfuerzos y han acogido con satisfacción el regreso de Brasil a importantes debates diplomáticos. Sus visitas a Washington durante los últimos tiempos y sus políticas afirmativas con el presidente Joe Biden promovieron los valores democráticos de Brasil. Su visita a China para las relaciones comerciales y la iniciativa de paz para Ucrania fue vista como un reflejo de los problemas del mundo y sus esfuerzos diplomáticos para alinear la política exterior de Brasil con Oriente y Occidente.

El alcance global de Lula alcanzará su punto máximo si el expresidente Donald Trump vuelve al poder y se vuelve más popular en Europa, y el autoritarismo se afianza en China, India y Rusia. Los vínculos de Brasil con nuevas naciones, especialmente con la antigua historia de colonialismo y explotación, y un enfoque equilibrado de las relaciones con aliados de larga data hicieron de Brasil un Estado al que se debe prestar atención. Esta estrategia es compatible con los objetivos de política exterior de Brasil desde la década de 1960, que han sido forjar nuevas alianzas internacionales y expandir la influencia de Brasil y su defensa de una mayor democracia en las relaciones internacionales.

Un ejemplo notable es la iniciativa contra el hambre y la pobreza, ahora parte del programa de trabajo de la ONU. Esta iniciativa puede verse como una extensión del «Programa Hambre Cero» nacional implementado por el gobierno de Lula. Estos esfuerzos de la diplomacia brasileña han atraído al mundo y han ganado fuerza en campañas globales a gran escala.

Dada su trayectoria histórica, importancia económica y tradición diplomática, Brasil está bien posicionado para mediar entre los países occidentales, América Latina, el bloque ruso-asiático y el Sur Global. Mantener esta dirección en el contexto global polarizado de hoy es un desafío. Sus ideas de promover el Sur Global en el G20, abogar por las reformas del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas junto con las instituciones multilaterales del FMI y el Banco Mundial como representante de las naciones del G4 han llevado a Brasil a un nuevo multilateralismo bajo su liderazgo.

A diferencia de las administraciones anteriores, en particular la de Jair Bolsonaro, Lula está reviviendo el compromiso de Brasil con los acuerdos comerciales multilaterales. Sus predecesores, que con frecuencia se concentraron en los acuerdos bilaterales con los EE. UU., no priorizaron la integración regional con América del Sur a través del Mercosur. Su iniciativa al hacerlo ayudó a unir a la región y fortalecer el poder de negociación colectiva en el comercio internacional, que recuperó al regresar al poder en enero de 2023.

A pesar de las dificultades que presenta el actual orden mundial, Brasil es un líder en el multilateralismo. Antes de la Guerra Fría, Brasil era una potencia regional con una influencia global limitada cuyo principal foco eran los problemas de América Latina, pero después de la presidencia de Lula da Silva, Brasil emergió como un líder global fortalecido por reformas económicas, una diplomacia multilateral activa y un liderazgo ambiental, expandiendo significativamente su posición e influencia internacionales.

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Si Lula logra un equilibrio entre los amigos tradicionales de Brasil y los aliados recientemente conectados, su enfoque multilateral demostrará ser una herramienta de política exterior exitosa. Bajo su liderazgo, Brasil ha crecido significativamente a lo largo de los años como una potencia emergente en el actual orden mundial. Brasil también se ha restablecido como un líder global autónomo bajo la dirección de Lula, especialmente en las áreas de desarrollo sustentable y cambio climático.

El liderazgo de Brasil en diplomacia ambiental al proteger la selva amazónica ha posicionado a este Estado como un líder global en cambio climático y conservación del medio ambiente, lo que le ha valido apoyo internacional y alianzas multilaterales. Lula ha priorizado la gestión ambiental y la cooperación Sur-Sur, logrando un equilibrio entre la lucha contra la deforestación y otros programas destinados a la reducción de la pobreza y el crecimiento económico, así como las iniciativas de energía sostenible.

Lula ha trabajado para fortalecer el Mercado Común del Sur (Mercosur) como plataforma para la cooperación regional y las negociaciones comerciales. Su liderazgo en la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) como bloque regional ayudó a Brasil a contrarrestar la influencia de los EE. UU. y, al mismo tiempo, promover la integración regional con otros Estados. Dada la postura no alineada de Brasil y su compromiso con el multilateralismo, existe potencial para que el país desempeñe un papel más importante como mediador de paz en los conflictos globales.

El enfoque multilateral de Lula revive la visión tradicional de Brasil de no alineamiento, al mismo tiempo que se adapta al orden global del siglo XXI. Mantuvo a Brasil como un puente entre el Sur Global y las comunidades internacionales. En un mundo en el que el autoritarismo, el liderazgo autocrático, la desigualdad económica y la inestabilidad política están en aumento, el liderazgo de Brasil bajo Lula da Silva ofrece una visión común del multilateralismo que defiende la inclusión, la igualdad y la cooperación con el orden global. Si este liderazgo avanza y tiene éxito, puede sentar un precedente para todas las demás potencias emergentes y reforzar la condición de Brasil como líder autónomo para un futuro justo y sostenible.

(*)Devika K es investigadora académica en St. Joseph University, India

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Fragmentaciones e ilusiones electorales

Una conversación con el politólogo Carlos Saavedra sobre la encrucijada política actual en Bolivia y cosas peores.

/ 25 de agosto de 2024 / 06:20

El punto sobre la I

En un momento de profunda polarización y con una crisis política en ciernes en Bolivia, resulta esencial contar con análisis lúcidos y perspectivas informadas sobre la compleja realidad del país. En este contexto, tenemos el privilegio de conversar con Carlos Saavedra, destacado politólogo e intelectual tarijeño, cuya aguda mirada sobre el escenario político boliviano nos ofrece valiosas reflexiones para comprender mejor los desafíos que enfrenta la nación.

Carlos Saavedra, con su experiencia y conocimiento de la historia política y social de Bolivia, nos brinda una perspectiva detallada de la actual coyuntura, desentrañando las dinámicas de poder, las estrategias de los diferentes actores políticos y las posibles consecuencias de la dinámica en curso.

En esta entrevista, el politólogo aborda temas cruciales como la fragmentación del MAS, la reconfiguración de la oposición, el pragmatismo político imperante y los riesgos de una mayor polarización. Sus respuestas no solo describen la situación actual, sino que también ofrecen una reflexión crítica sobre los desafíos que Bolivia deberá enfrentar para mantener su estabilidad y avanzar hacia un futuro más cohesionado y democrático.

– ¿Cuál es la situación política actual en Bolivia y cómo se han configurado los diferentes bloques?

– Bolivia está viviendo una multipolarización destructiva caracterizada por un pragmatismo utilitario muy marcado. Si bien se mantienen los clivajes políticos de los bloques populares versus los bloques conservadores, las fronteras de articulaciones utilitarias entre unos y otros parecen desaparecer al calor del pragmatismo político.

El primer elemento para analizar este momento de multipolarización destructiva es la fractura del bloque popular, que a través del MAS logró durante los últimos 20 años consolidarse en una representación partidaria mayoritaria de las fuerzas de izquierda, los movimientos indígenas y campesinos. El MAS logró durante todo este siglo ser una simbiosis de esas fuerzas populares que hoy están siendo consumidas por disputas fratricidas que parecieran estar derrumbando la expresión política-partidaria más consistente del pasado y el presente siglo de los movimientos populares.

Pareciera que la implosión interna del MAS ha fracturado no solamente las fuerzas que lo componen, sino también la posibilidad de proyectar el horizonte de futuro en la construcción del Estado Plurinacional.

La implosión del MAS llegó a profundizar tanto su intensidad que las articulaciones políticas con las fuerzas más radicales del bloque conservador fueron cada vez más frecuentes y permanentes. La discusión hoy no pasa por cómo se proyectan las nuevas causas y aspiraciones en la construcción de lo Plurinacional, sino que pareciera que el ala radical sólo busca el derrumbe económico y el cataclismo político del país para proyectar la figura del ex presidente Evo como el «salvador» ante el caos.

Por otro lado, al ala renovadora- arcista le queda la tarea de ver cómo defiende la estabilidad del país ante el ataque político del evismo y el bloque conservador, que están empeñados en profundizar una situación de crisis multidimensional que hoy marca la opinión pública del país.

Ante la fractura expuesta del masismo, el segundo elemento que configura el escenario opositor es la configuración del bloque opositor al MAS. Si bien la oposición no tuvo la capacidad de articular un horizonte político, un discurso y un liderazgo alternativo al de la construcción del Estado Plurinacional, hoy está aprovechando muy bien el quiebre del MAS, usando las disputas internas para intentar instalar la idea del fin de ciclo del MAS en el poder e impulsar la idea de la necesidad de un cambio político al interior del mismo.

La oposición también está dividida en al menos tres grandes bloques: el primero, que representa la oposición tradicional al masismo de los últimos 20 años, está conformado por una articulación entre Comunidad Ciudadana, Creemos, Unidad Nacional, MNR y algunos líderes como Vicente Cuellar y autoridades locales de diferentes departamentos.

El segundo bloque de la articulación opositora es Manfred Reyes Villa, quien pareciera que ha decidido construir un perfil distinto al de la oposición tradicional, intentando ocupar ese difícil espacio del centro que es muy complejo de mantener en sociedades que presentan altos grados de polaridad política.

El tercer bloque de oposición al MAS, que todavía lucha por posicionarse, es el de los outsiders que buscan representar una posición alternativa a toda la política convencional. En este tercer bloque hay economistas que intentan emular a Milei, o figuras tan potentes como María Galindo, aunque hay dudas sobre su decisión de incorporarse como candidata del sistema político. También están los grupos de activistas de redes sociales que buscan consolidarse como partido político desde la radicalidad de su oposición al MAS.

– ¿Qué caracteriza el debate político actual en Bolivia y cuáles son los consensos que unen a distintos sectores?

– La política en Bolivia hoy no discute con prioridad horizontes de futuro, posiciones ideológicas sobre el devenir de la sociedad, la economía, las culturas u otros temas que son vitales de reflexionar y proyectar en los países.

Pareciera que todas las fronteras de alianza política coyuntural son flexibles. Si algo caracteriza el momento político es el alto pragmatismo en las alianzas coyunturales de los actores en juego, quienes se acusaban mutuamente de fascistas se pueden dar la mano con el objetivo común de generar un escenario económico y político de convulsión donde el evismo y las oposiciones tradicionales buscan erigirse ante la opinión pública como los «salvadores de la patria».

La materialización de grandes consensos que unen a las alas del masismo con las oposiciones, más allá de sus supuestas diferencias ideológicas, se expresan en dos temas que marcan la opinión pública nacional.

El primer consenso que une al ala evista con las oposiciones al MAS es el trabajo coordinado que existe para exacerbar un sentimiento de crisis multidimensional en la economía, la política, la institucionalidad, la sociedad, entre otros. Es indudable que el ala radical y la oposición trabajan para profundizar la incertidumbre en la sociedad con la finalidad de inviabilizar políticamente al actual Presidente en cualquier aspiración de reproducción del poder.

No sólo lo discursivo une al ala radical del MAS con la oposición sino acciones como el bloqueo a créditos en la Asamblea Legislativa Plurinacional que significarían el ingreso de divisas para paliar la actual situación económica del país.

El segundo consenso que rompe fronteras ideológicas y genera consenso entre disímiles es la decisión coordinada de la oposición al MAS y del ala renovadora de no permitir la repostulación del ex presidente Evo Morales a una nueva candidatura presidencial.

– ¿Cuáles son las principales narrativas políticas del evismo y del arcismo en el contexto actual?

– El evismo, como uno de los bloques políticos del oficialismo, construye una narrativa política basada en la hiperpersonalización del liderazgo de Evo Morales, planteando que sólo su liderazgo será capaz de «salvar Bolivia» de la crisis. En su construcción discursiva no se vislumbran cuáles serían los ejes conductores de un nuevo momento del Estado Plurinacional.

Para que el discurso del evismo funcione, trabajó desde hace mucho tiempo una narrativa de crisis en el país, atacando la estabilidad de la economía, la fragilidad de la institucionalidad ante la corrupción, acusando de falta de liderazgo al presidente Arce.

El Gobierno Nacional y el ala arcista en la gestión intentan posicionar la narrativa de preservar la estabilidad ante el complot político articulado entre el evismo y la oposición; y en términos políticos el arcismo logró posicionar que tuvo la capacidad de articular a las organizaciones sociales que hacen parte central del MAS y que han decidido luchar por la democracia interna ante el abuso de poder por parte del caudillo histórico del MAS.

– ¿Cuáles son las estrategias discursivas de los diferentes bloques opositores en Bolivia?

– El bloque de oposición tradicional conformado por CC, Creemos, Unidad Nacional, MNR entre otros intenta posicionar la vieja fórmula narrativa de unidad en contra del MAS, y enuncia la necesidad de un cambio, aunque sin una propuesta política que supere todavía la consigna discursiva.

Manfred Reyes Villa intenta tomar el centro, mostrando viabilidad política a partir de sus credenciales de gestión pública que son altamente valoradas en Cochabamba. Reyes Villa trabaja en desmarcarse del bloque tradicional de oposición al MAS, dejando entrever la idea política de que es necesario un «cambio responsable» en el país donde se haga un giro de 180 grados en las cosas que no están bien en el país, pero que se rescaten algunas banderas discursivas del masismo como la inclusión política y social de los grandes sectores populares.

Entre los outsiders existen diversas líneas discursivas que tienen en común el rechazo furibundo a todo el sistema político, desde los libertarios que emulan a Milei intentando calcar el escenario boliviano al argentino, el anarquismo explosivo y potente de María Galindo, el activismo radicalizado en las redes sociales de actores que a pesar de su esfuerzo sostenido que realizan continúan siendo marginales en la configuración del escenario político.

– ¿Qué factores están afectando la estabilidad política en Bolivia y cuál es el papel del referéndum propuesto por el presidente Arce?

– Definitivamente juega en contra de la estabilidad del país la ambición de poder que tienen varios actores, que buscan en el desmoronamiento del MAS y del Gobierno una oportunidad para tomar el poder en las urnas como no lo hicieron desde hace más de 20 años.

La necesidad de poder en Bolivia de algunos actores que apuestan al caos e intentan incendiar el país para gobernar aunque sea sólo las cenizas del mismo genera altos niveles de conflictividad y han posicionado un sentimiento de crispación y estrés colectivo en la sociedad boliviana.

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El referéndum planteado por Arce, que dadas las observaciones del Tribunal Supremo Electoral se quedará sólo en dos temas: reelección indefinida y subvención de carburantes, parece haber terminado de electoralizar el país, con la apuesta elevada del oficialismo gubernamental a que los bolivianos puedan encontrar en las urnas los consensos que no logró la clase política en los espacios institucionales.

Sólo el tiempo dirá si el referéndum planteado por el Presidente logró ser una válvula de escape al sentimiento de crispación colectiva o más bien terminó de encender la chispa de la conflictividad radicalizada.

– ¿Cuáles son las perspectivas para el futuro político de Bolivia?

– No hay buenos escenarios prospectivos para el futuro político del país. La polarización destructiva que estamos viviendo genera un vacío muy grande de pensamiento de horizontes de futuro compartidos para la nación boliviana; pareciera que el canibalismo político se está imponiendo, en una lógica de tribalización de la política que amenaza permanentemente con destruir la pluralidad e imposibilita pensar en la construcción de consensos mínimos para la estabilidad del país.

Los esfuerzos de mantener estabilidad y de retomar los centros políticos pueden ser fácilmente absorbidos por un escenario de ultrapolarización que elimina cualquier posibilidad de acuerdo racional o bases de un pacto social y político mínimo de convivencia en la pluralidad.

– ¿Cuál es el riesgo de un crisis mayor en Bolivia y qué podría desencadenarla?

– Cuando la política no puede resolver los escenarios de conflictividad a través de los espacios institucionales o de la democracia directa vía voto popular, son las calles las que terminan siendo el espacio de toma de definiciones.

El estallido social es una posibilidad que está latente ante la incapacidad del sistema político en general. Si la política formal no es capaz de construir acuerdos mínimos de convivencia y consensos básicos para afrontar lo que viene en términos políticos, sociales y económicos, estaremos ante el escenario ideal para una crisis sistémica de representación en Bolivia.

(*)Pablo Deheza es editor de Animal Político

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