El regreso de Donald Trump a la Casa Blanca ha generado un abanico de expectativas y preocupaciones en el escenario internacional. Su primer mandato estuvo marcado por decisiones disruptivas, un enfoque transaccional en política exterior y una retórica populista que resonó tanto entre sus seguidores como entre sus detractores. Ahora, con una administración renovada y un contexto global más complejo, el segundo gobierno del republicano promete cambios significativos en economía, comercio, energía y relaciones internacionales, con implicancias de gran alcance para América Latina.
El proteccionismo de Trump
Uno de los puntos más destacados de la agenda económica de Trump es su promesa de revitalizar la industria manufacturera estadounidense mediante reducciones fiscales y una política comercial agresiva. Se anticipa una renovada guerra arancelaria con China, lo que podría llevar a Beijing a intensificar sus represalias económicas. «Estados Unidos es prácticamente soberano en este continente, y su mandato es ley sobre los sujetos a los que limita su intervención», escribió Richard Olney en 1895, anticipando la doctrina Monroe y el enfoque proteccionista que Trump busca revivir.
En este contexto, las tensiones podrían impactar a América Latina, una región que ha visto cómo China se convierte en un socio comercial clave en las últimas dos décadas. Además, Trump planea endurecer las reglas del T-MEC, utilizando el comercio como herramienta de presión sobre México para frenar la inmigración indocumentada y combatir el narcotráfico. Como advirtió recientemente Brian Winter, editor en jefe de Americas Quarterly, «podríamos ver que la relación entre Estados Unidos y México se vuelve hostil. Es hora de escuchar y repensar».
En términos fiscales, Trump ha propuesto reducir el impuesto corporativo federal al 20% y crear incentivos fiscales adicionales para los fabricantes, con una tasa tan baja como el 15% para algunas industrias. Si bien estas medidas podrían atraer inversiones y fomentar la reindustrialización en EEUU, también podrían provocar un aumento en el déficit fiscal, generando presiones inflacionarias que afectarían a los mercados financieros globales.
Energía
El segundo gobierno de Trump busca explotar al máximo los recursos energéticos de América del Norte, especialmente los combustibles fósiles. Esto contrasta marcadamente con las políticas climáticas de la administración Biden y podría desencadenar un aumento en las emisiones globales de carbono. «Trump abraza plenamente la generosidad de los vastos recursos energéticos de América del Norte», destacó Kurt Bauer, titular de la Cámara de Comercio de Wisconsin, subrayando el enfoque pragmático de la administración entrante.
Para América Latina, rica en recursos naturales, estas políticas podrían traducirse en un aumento de las inversiones estadounidenses en minería y energía, aunque también podrían intensificar los conflictos socioambientales en la región. La prioridad de Trump de garantizar cadenas de suministro seguras incidirá en oportunidades para los países que se alineen con sus objetivos geopolíticos.
Renegociar el mundo
Trump ha manifestado su intención de renegociar acuerdos internacionales y buscar soluciones rápidas para los conflictos en Ucrania y Medio Oriente. Su enfoque en Ucrania parece inclinarse hacia una solución negociada que implique concesiones territoriales por parte de Kiev, algo que podría polarizar a la comunidad internacional y fortalecer la posición de Rusia. Según Thomas Fazi, columnista de UnHeard, «Occidente tiene una responsabilidad importante por desperdiciar oportunidades anteriores para lograr la paz, cuando las demandas de Rusia eran mucho menos severas».
En el contexto latinoamericano, Trump podría intentar reactivar una versión modernizada de la doctrina Monroe, buscando limitar la influencia de potencias extranjeras, especialmente de China y Rusia, en la región. Esto podría significar una mayor presión sobre los países de la región para alinearse con las prioridades de Washington, afectando su autonomía política y económica.
Trump y América Latina
Para América Latina, el segundo mandato de Trump representa un escenario de riesgos y oportunidades. Por un lado, la región podría beneficiarse de una relocalización de cadenas de suministro (nearshoring), particularmente en sectores como manufactura y minería. México, en particular, podría consolidarse como un actor clave en las cadenas de valor regionales, aunque esto dependerá de su capacidad para gestionar las crecientes tensiones migratorias y comerciales con EEUU.
Por otro lado, las políticas migratorias de Trump, que incluyen deportaciones masivas y una militarización de la frontera sur, podrían agravar las crisis humanitarias en Centroamérica y el Caribe. Países como El Salvador, Guatemala y Haití enfrentarán presiones significativas para absorber a los migrantes deportados, exacerbando las desigualdades y la inestabilidad social. La politóloga Cecilia Farfán-Méndez apunta que «la violencia no sería la misma sin armas de fuego ilícitas de grado militar fácilmente disponibles para los actores criminales de la región».
En Brasil, el liderazgo de Luiz Inácio Lula da Silva está en curso de colisión con la retórica y las políticas de Trump, especialmente en temas ambientales y de derechos humanos. Al mismo tiempo, líderes populistas como Javier Milei en Argentina y Nayib Bukele en El Salvador procuran ver afinidades ideológicas con el enfoque de Trump, lo que tiende a fortalecer su influencia política interna de estos países.
Un mundo más polarizado
El segundo gobierno de Trump promete intensificar la polarización global, con implicaciones profundas para el orden internacional y las economías emergentes. La tendencia hacia un mundo multipolar, con Estados Unidos, China y Rusia compitiendo por influencia, podría poner a prueba la capacidad de América Latina para navegar en este entorno.
En este contexto, los países de la región enfrentan el desafío de construir una postura unificada que les permita defender sus intereses comunes en áreas como el comercio, el cambio climático y la seguridad regional. La capacidad de América Latina para actuar como un bloque cohesionado será clave para mitigar los riesgos y aprovechar las oportunidades que surjan bajo el liderazgo de Trump.
El retorno de Trump a la presidencia de EEUU marca el inicio de una nueva etapa en las relaciones internacionales, caracterizada por un enfoque más pragmático y unilateral. Así, América Latina debe prepararse para un entorno internacional más competitivo y polarizado, donde la cooperación y la unidad serán esenciales para garantizar su desarrollo y estabilidad.
Las advertencias de Steve Bannon
En una reciente entrevista con la periodista Megyn Kelly, Steve Bannon, exestratega jefe de la Casa Blanca, dio su perspectiva sobre los retos que Donald Trump enfrenta en su segundo mandato presidencial. Bannon enfatizó la importancia de los primeros meses en el poder, describiéndolos como críticos para implementar las políticas clave de la administración.
“Tiene entre 100 días y seis meses para avanzar”, afirmó Bannon, subrayando que ese período será determinante para cuestiones fundamentales como la crisis fronteriza, la seguridad nacional y la estabilidad económica. “No me tomaría ni un solo día de descanso. Estaría trabajando cada segundo porque los opositores están al acecho”, dijo.
Desafíos políticos y legislativos
Bannon destacó que una de las prioridades sería la gestión de la inmigración ilegal a través de la reconciliación presupuestaria. Este mecanismo legislativo permitiría implementar cambios con una mayoría simple en el Senado. “Con 51 votos, puedes lograr el cambio que necesitas”, explicó, refiriéndose a la necesidad de utilizar órdenes ejecutivas y legislar para fortalecer la seguridad fronteriza y acelerar las deportaciones.
Según Bannon, el enfoque también incluiría negociaciones con países de América Latina para gestionar el regreso de migrantes. “Hay que sentarse con ellos y llegar a acuerdos que incluso puedan ser beneficiosos económicamente”, señaló. Sin embargo, también advirtió que, si estos países no cooperan, podrían enfrentarse a aranceles y restricciones económicas.
Las urgencias de Trump
Para Bannon, el panorama político estará definido por una lucha constante con la oposición. Advirtió sobre los esfuerzos demócratas liderados por Hakeem Jeffries para recuperar la Cámara de Representantes en 2026. “Van a poner mil millones de dólares detrás de Jeffries para cambiar un puñado de escaños”, afirmó, y agregó que, si logran su objetivo, lo primero que harán será “promover un juicio político contra Trump”.
Bannon también señaló la necesidad de abordar los retos internacionales, como la guerra en Ucrania, las tensiones en el Medio Oriente y las amenazas del Partido Comunista Chino. “Estamos en el principio de una guerra política. Los enemigos, tanto internos como externos, harán todo lo posible para obstaculizar a Trump”, aseveró.
Una lucha larga
Otro punto destacado por Bannon fue la importancia de las investigaciones sobre lo que describió como una “vasta conspiración criminal” contra Trump. Según él, el Departamento de Justicia y el FBI deben ser objeto de una revisión exhaustiva para evitar futuros abusos de poder. “Esto no se trata de venganza personal, sino de asegurar que nunca vuelva a suceder”, declaró.
En cuanto a las prioridades domésticas, Bannon argumentó que Trump debe enfocarse en restablecer la economía, detener las guerras y asegurar la frontera. “Tienes que golpear fuerte y rápido. Si en seis o nueve meses no has logrado avances, habrás perdido la oportunidad”, advirtió.
Bannon concluyó subrayando que el camino hacia un segundo mandato exitoso será arduo y estará lleno de obstáculos. “Esto es una guerra política y estamos lejos de estar fuera de peligro”, afirmó. Sus palabras reflejan la intensidad del entorno político actual y los enormes desafíos que Trump podría enfrentar si regresa a la Casa Blanca.
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