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Almaraz y el texto ‘oculto’ del sindicato petrolero

Probablemente no se lleguen a encontrar todos los textos que dejó Sergio Almaraz (1928-1968), uno de los intelectuales más notables de una generación que aportó, desde su obra, a la construcción de “una conciencia nacional” que fuera capaz de edificar una sociedad más justa y, en ese camino, defender los recursos naturales estratégicos para la soberanía del país.

Para la edición de Sergio Almaraz. Obra reunida (2017), publicada por la Biblioteca del Bicentenario de Bolivia (BBB), el equipo editorial de esta institución halló un escrito “oculto” o que tuvo poca divulgación en su época a pesar de la actualidad que su contenido proponía para los lectores. Se trata de Hacia una política nacional del petróleo publicada por Almaraz a fines de 1958 como parte del libro Petróleo. Soberanía o dependencia que escribió junto a René Rocabado.

“Fue hallado de una forma bastante espontánea, porque cuando estaba terminando de hacer la edición, incluyendo una bibliografía —de y sobre el autor— con la idea de que a partir de estos documentos salgan nuevas investigaciones, me doy cuenta de que habían cosas que no cuadraban o que faltaban (…). Me fui a ver a la biblioteca de Derecho de la UMSA (Universidad Mayor de San Andrés) y efectivamente encontré este documento que era completamente diferente a aquellos que pude manipular”, relató a Animal Político Kurmi Soto Velasco, quien estuvo a cargo del cuidado de edición del libro más reciente sobre el legado de Almaraz.

Soto, literata de profesión, aseguró que entre los pocos estudios que existen sobre el pensamiento de Almaraz, ninguno mencionó este trabajo, hallado con el tiempo justo para completar la edición de la BBB.

La obra, que apareció cinco meses después de Petróleo en Bolivia, fue escrita a pedido del Sindicato de Trabajadores Petroleros de Cochabamba para el Quinto Congreso Petrolero celebrado en diciembre de 1958. El texto complementa y actualiza las cifras presentadas en ese primer gran trabajo que publicó Almaraz.

“Este es quizás el aspecto desconocido de su personalidad; su relación con los sindicatos. Fue un trabajo para este público en particular. Lo que dice mucho de Almaraz por esa voluntad de vulgarizar sus ideas y de hacerlas llegar a la mayor cantidad de público”, complementó Soto.

Almaraz, nacido de una familia de clase media en Cochabamba, vivió el proceso político que en 1952 activó el Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR). 

Reflexionó a partir de las visiones de varios ideólogos de esa revolución, como cuando asimiló los principios sobre los que trabajó Carlos Montenegro en Nacionalismo y coloniaje (1843), y de este modo, su obra estuvo marcada por una crítica a las medidas que asumió el gobierno de Víctor Paz Estenssoro sobre la explotación de los recursos naturales, especialmente el gas y petróleo.

En 1956, cuatro años después de aquellas jornadas de abril, se aprobó el Código de Petróleo o Davenport. La norma le restó competencias a la estatal Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB), que había sido fundada en 1937 luego de que el gobierno de David Toro (1936-1937) nacionalizó las concesiones de la compañía norteamericana Standard Oil, tras la Guerra del Chaco. La norma, validada por Paz Estenssoro, aprobaba las operaciones de la Gulf; fijó utilidades del 19% para el Estado y 80% para la empresa, que en realidad era la misma que salió en 1937.

Precisamente, la obra “oculta” de Almaraz planteó el desafío de anular este Código con la perspectiva de generar una política que permita el desarrollo digno del país. Propuso una serie de medidas para que YPFB retome su papel en la cadena de producción de hidrocarburos; además de la posibilidad de que los ciudadanos bolivianos adquieran “acciones populares” para fortalecer la empresa. “He aquí la razón suprema para decidirse a imponer por la fuerza del pueblo lo que el derecho le reconoce: el pleno disfrute de sus riquezas”, manifestó Sergio Almaraz en Hacia una política nacional del petróleo para dirigirse al sindicato petrolero de Cochabamba.

El manifiesto complementa, en cierta medida, la reflexión que salió en el texto más conocido Petróleo en Bolivia: “No queremos que Bolivia se convierta en un país petrolero, como en el pasado los bolivianos honestos no quisieron un país estañífero; no queremos un país cuyo dilema vital se exprese en la fórmula ‘explotar o morir’ (…). El petróleo representa hoy la herramienta histórica del porvenir boliviano, su defensa es la defensa de la patria misma”, escribió Almaraz.

Sin embargo, este trabajo “en un primer y relativamente largo momento después de su aparición fue condenado al absoluto silencio por los medios de prensa”, escribió Alejandro Almaraz, el segundo y último hijo del intelectual en el Retrato biográfico que se incluyó en la Obra completa (2009) que editó Plural y en la que no se mencionó el texto “oculto” que ocupa a esta nota. Complementó que entre los primeros periodistas que se interesó por el trabajo de su padre estuvo Marcelo Quiroga.

“La obra de mi padre fue planteada desde la realidad del país; tiene valor por su carácter crítico de su realidad y de su momento. Rescata los principios de la esencia nacional de Bolivia. También recoge conceptos y principios generales de política como la necesidad de nacionalizar a nuestro propio gobierno y, luego, cuando caracteriza a René Barrientos (1964-1969) como el ‘presidente boina verde’, apunta a una democracia participativa y revolucionaria”, señaló a Animal Político Pablo Almaraz, el primogénito del ensayista que falleció en 1968 en una clínica a la temprana edad de los 39 años.

Además de sus primeros trabajos vinculados con reflexiones acerca del petróleo, Almaraz publicó El poder y la caída (1967) y Réquiem para una república (1969). Está última aparece cuando ya había muerto.

“De la misma manera en que el impacto de Petróleo en Bolivia tuvo importante y directa influencia en la segunda nacionalización del petróleo (…), El poder y la caída influyó en la instalación de la fundición de estaño en Vinto”, afirma Alejandro Almaraz en el escrito sobre la vida de su padre.

Adicionalmente, el periodista Mirko Orgaz también rescata varios de los postulados de Almaraz en La guerra del gas (2002) que se publicó en un momento en el que la Ley de Hidrocarburos era ampliamente beneficiosa para la inversión extranjera y estaba en ciernes un proyecto para vender gas a Estados Unidos a través de un puerto chileno. Este episodio de la historia alentó en 2003 una aguda crisis política que provocó la renuncia de Gonzalo Sánchez de Lozada de la presidencia y la nacionalización en 2006.

Soto prefiere ser más cauta en la proyección de sus análisis; asegura que el pensamiento de este intelectual está vigente y considera que pasa precisamente por la capacidad que tuvo de hacer análisis “honestos”,  alejados de los intereses empresariales. “No puso su pluma al servicio del poder”, puntualizó la joven editora.

Quizá haya mucho más por descubrir sobre el aporte de Sergio Almaraz. Se sabe, según una entrevista que concedió antes de morir, que quiso hacer una historia sobre las ideologías. Su hijo Pablo supo de “un esbozo” sobre la cuestión agraria. Entretanto queda esta Obra reunida de la BBB.