Thursday 18 Apr 2024 | Actualizado a 15:41 PM

El puño izquierdo no es de Ateos

El antropólogo recuerda algunos pasajes de la huelga de hambre que marcó el fin de la dictadura de Banzer, sin dejar de mirar el futuro.

/ 17 de septiembre de 2017 / 04:00

Aunque la casa esté en el ajetreado corazón de la capital cochabambina, un soleado patio recibe a los visitantes con la calidez y el cariño que se respira en el campo. Allí vive Xavier Albó, el sacerdote jesuita que en abril de 2016 recibió de manos del propio presidente Evo Morales la presea del Cóndor de los Andes por su aporte a la democracia y a la revalorización de los indígenas.

“Toma una foto de mi trepanación que eso me hace inca”, le dice el clérigo al fotoperiodista Fernando Cartagena, tras señalar una cicatriz en su cabeza, la huella de una reciente operación que permitió la extracción de un tumor. Está tranquilo, no perdió el sentido del humor. “Aquí estoy, aquí los recibiré”, señala con tono de invitación.

Animal Político conversó con el sacerdote jesuita, quien dentro de dos meses cumplirá 83 años. Rescatamos aquí su opinión sobre la formación de la Comisión de la Verdad, la huelga de hambre de 1977, la mirada sobre las Judiciales y el futuro del MAS.

— ¿Cómo ve el Proceso de cambio, el proyecto político del MAS, de aquí a los próximos 10 años?

— Soy profeta menor y siempre me equivoco. No me animo a decir hasta dentro de 10 años, pero hablar de 2019, el año de la elección, eso dependerá mucho de qué desgaste hayan tenido Álvaro (García) y Evo (Morales); según ese desgaste no podrían ni plantear sensatamente la reelección. Pero, este análisis es a nivel de lo que pasa en todo el continente; todos (los gobiernos de izquierda) se han desgastado, incluido el de Bolivia (…). Ahora, Evo podría aprender de lo que ha hecho Ecuador, primero dar paso a otro; el propio Evo lo ha pensado y ese era David Choquehuanca, pero ya lo ha sacado dándole un nuevo cargo en el Alba (la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América) que es una cosa que ya se está disolviendo.

— ¿Hay mecanismos para la reelección? La oposición cree que los magistrados que sean elegidos en diciembre ayudarán

— Siempre podrán ayudar, pero yo creo que en este tema (reelección)  tendrían que hacer como en Ecuador, poner a otra persona y luego reelegirse pasado un periodo. Eso habría sido muy bueno para el MAS.

— ¿Y qué opinión le merecen estas elecciones judiciales?

— Creo que esto seguirá con problemas. Llegarán a votar los electores y no conocerán a la gente por la que votarán, aunque (esta vez) se hizo con más cautela, se ha hecho mejor la selección.

La propia oposición se ha marginado, en la última parte se retiraron y así quedan solo los dos tercios del MAS. Eso de automarginarse, siendo minoría, siempre tiene sus defectos. La primera elección judicial también tuvo este problema, pero de esto quisiera hablar menos porque creo que seguiremos trabajando mal en ello y no será simplemente porque es un sistema malo, sino porque se automarginó la oposición en vez de trabajar y poner algunas personas buenas. Han preferido no participar.

— Así es la democracia y eso lo sabe usted porque participó de aquella huelga que acabó con el régimen de Hugo Banzer (1977)

— La persona clave fue Lucho Espinal; yo estaba encargado de repartir dibujos. Cuando organizamos la huelga pensamos en un templo y él dijo: “No, vamos a Presencia”. Llegamos al periódico todos menos uno, teníamos que ser 12 y solo fuimos 11, el que faltó se empachó y ya no pudo entrar, debió ser cochabambino. Domitila Chungara (1937-2012), es curioso, no entró en el grupo de las cuatro mujeres, se quedó a coordinar en la mina y las mujeres ya habían entrado en huelga con sus hijos, era la tarde del 28 de diciembre, Día de Inocentes.

— ¿Fue difícil esa huelga?

— La única que tenía cierta experiencia en huelgas de hambre era la Domitila (que entró después), los demás no teníamos ni idea, pero ahí nos comprometimos (…).  Recuerdo que venía Javier Hurtado (1954-2012) y decía: “Ahora políticamente conviene que coman”. Lucho le respondía: “Más bien, políticamente, conviene una baja”.

— Fue una experiencia que marcó la vida política del país, la de los huelguistas y la suya…

— Nos marcó y acabó con el triunfo. La Domitila era más astuta; pensó que nos querían poner una trampa para que dejásemos la huelga y no descansó hasta que no se convenció de que estábamos libres. Cuando nos sacaron del ayuno, nos metieron a la clínica Copacabana, que es de la Policía. A Lucho y a Pastor Montero, que era otro sacerdote, los mandaron a una clínica privada. Esto me llamó la atención porque de los curas que estábamos a mí me pusieron con las bases.

Aun así vino el obispo Ademar Esquivel, yo le había dado un papelito porque no supe dónde estaba Domitila, después me enteré de que estábamos todos en la clínica.

Pero allí, hasta para ir al baño nos custodiaban, unos eran tiras; gente que estaba trabajando con el Gobierno. A mí me pusieron dos tiras y me querían sacar alguna información y una enfermera venía y decía: “¿Qué le damos de desayunar?” Yo le respondí: “Nada, porque estoy en huelga”, y ahí la seguía. Al día siguiente le dije que para desayunar me traiga papel y lápiz y me lo trajo, después supe que la enfermera era de las minas y que había conseguido esa pega en la clínica.

Pero fue un triunfo total cuando terminó. Recuerdo que después me llamaron para ser parte de una comisión que exploraría la conformación de una asamblea constituyente. A mí me tocó delante del arzobispo de La Paz y tenía que hacer la señal de la cruz, pero ya tenía preparado tener levantado mi puño izquierdo en alto; sin embargo, a la hora de la verdad no nos pidieron que juráramos nada y me ahorré este trabajo.

— ¿Por qué el puño levantado?

— El puño izquierdo, por si acaso, es señal de izquierda, no necesariamente comunista. Decían de todo sobre los nuevos ministros (que juraban para Evo Morales), que hay cristianos y otros ateos por (levantar) el puño y yo, en una entrevista con radio Fides, puse como ejemplo que cuando resistíamos en la huelga de hambre todos estábamos con el puño izquierdo levantado; tenemos la foto del encuentro en San Calixto y prácticamente todos estábamos con el puño en alto. Eso no quería decir que fuésemos ateos ni comunistas ni marxistas porque el grupo era muy diverso: tres curas, cuatro monjas, también estaba la compañera de Guillermo Lora. (…). Era un grupo mixto.

— Una movilización como ésa ¿cree que se pueda repetir?

— Nunca digas que no se volverá a repetir una cosa de ésa. Según lo que pase, se puede repetir algo así.
Las FFAA no abrirán mucho sus archivos
Para Xavier Albó, la Comisión de la Verdad, formada para investigar los crímenes de las dictaduras militares, tendrá un papel clave, aunque no tiene mucha esperanza sobre lo que puedan llegar a aportar los archivos militares.  

— ¿Cómo ve a esta comisión?

— Puede funcionar. Lo que no creo es que los militares quieran abrir muchos archivos, muchos dijeron que ya los quemaron. De la comisión conozco a Nila Heredia, que ya fue ministra dos veces; le tengo mucho aprecio y también tengo bastante aprecio por Isabel Viscarra con la que teníamos incluso una misa, que algunos la llamaban la misa del MAS porque a veces acabábamos diciendo: “Más, más”. Ella siempre rezaba para que el hermano Evo y el hermano Álvaro no se engolosinen con el poder. Cuando la vi, le pregunté: “¿No se han engolosinado ya con el poder?”. Me dijo: “No, creo que no”.

— ¿Realmente cree que las Fuerzas Armadas no tengan la disposición de abrir archivos?

— Si hubiera archivos que son muy peligrosos, o los quemarían o los ocultarían, porque no les interesa mucho eso, y a lo mejor Evo y Álvaro tampoco insistirían; les interesa estar bien con las Fuerzas Armadas, lo que está muy bien y es valorable.

— Sin la información de los militares, ¿se podrá avanzar?

— Yo creo que sí. Incluso pueden abrir todos los archivos porque aquí no pasó lo que ocurrió en Argentina o Chile, donde se agarraron de un poder muy dictatorial y en Bolivia hemos tenido presidentes militares pero no han llegado a tener tanta animadversión contra la población, aunque estaba en el país el Plan Cóndor. Pero, lo que creo es que tanto Álvaro como Evo intentarán evitar un enfrentamiento frontal con las Fuerzas Armadas en este tema.

Xavier Albó Corrons vive desde hace un mes en Nuestra Señora de la Esperanza, la casa de retiro de los jesuitas, en Cochabamba. Aunque viajó en dos ocasiones a Sucre, está alejado de la actividad pública. Su vida está marcada por investigaciones sobre las naciones indígenas y la lucha por la democracia.

Nació: el 4 de noviembre de 1934 en La Garriga (Catalunya, España). Está en Bolivia desde 1952. Profesión: Antropólogo. Ocupación: Sacerdote desde 1951. Es parte de la Compañía de Jesús.

Doctor en Lingüística y Antropología por la universidad de Cornell, Nueva York. Profesor universitario; ha sido parte de varias organizaciones no gubernamentales de desarrollo.

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El antropólogo recuerda algunos pasajes de la huelga de hambre que marcó el fin de la dictadura de Banzer, sin dejar de mirar el futuro.

/ 17 de septiembre de 2017 / 04:00

Aunque la casa esté en el ajetreado corazón de la capital cochabambina, un soleado patio recibe a los visitantes con la calidez y el cariño que se respira en el campo. Allí vive Xavier Albó, el sacerdote jesuita que en abril de 2016 recibió de manos del propio presidente Evo Morales la presea del Cóndor de los Andes por su aporte a la democracia y a la revalorización de los indígenas.

“Toma una foto de mi trepanación que eso me hace inca”, le dice el clérigo al fotoperiodista Fernando Cartagena, tras señalar una cicatriz en su cabeza, la huella de una reciente operación que permitió la extracción de un tumor. Está tranquilo, no perdió el sentido del humor. “Aquí estoy, aquí los recibiré”, señala con tono de invitación.

Animal Político conversó con el sacerdote jesuita, quien dentro de dos meses cumplirá 83 años. Rescatamos aquí su opinión sobre la formación de la Comisión de la Verdad, la huelga de hambre de 1977, la mirada sobre las Judiciales y el futuro del MAS.

— ¿Cómo ve el Proceso de cambio, el proyecto político del MAS, de aquí a los próximos 10 años?

— Soy profeta menor y siempre me equivoco. No me animo a decir hasta dentro de 10 años, pero hablar de 2019, el año de la elección, eso dependerá mucho de qué desgaste hayan tenido Álvaro (García) y Evo (Morales); según ese desgaste no podrían ni plantear sensatamente la reelección. Pero, este análisis es a nivel de lo que pasa en todo el continente; todos (los gobiernos de izquierda) se han desgastado, incluido el de Bolivia (…). Ahora, Evo podría aprender de lo que ha hecho Ecuador, primero dar paso a otro; el propio Evo lo ha pensado y ese era David Choquehuanca, pero ya lo ha sacado dándole un nuevo cargo en el Alba (la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América) que es una cosa que ya se está disolviendo.

— ¿Hay mecanismos para la reelección? La oposición cree que los magistrados que sean elegidos en diciembre ayudarán

— Siempre podrán ayudar, pero yo creo que en este tema (reelección)  tendrían que hacer como en Ecuador, poner a otra persona y luego reelegirse pasado un periodo. Eso habría sido muy bueno para el MAS.

— ¿Y qué opinión le merecen estas elecciones judiciales?

— Creo que esto seguirá con problemas. Llegarán a votar los electores y no conocerán a la gente por la que votarán, aunque (esta vez) se hizo con más cautela, se ha hecho mejor la selección.

La propia oposición se ha marginado, en la última parte se retiraron y así quedan solo los dos tercios del MAS. Eso de automarginarse, siendo minoría, siempre tiene sus defectos. La primera elección judicial también tuvo este problema, pero de esto quisiera hablar menos porque creo que seguiremos trabajando mal en ello y no será simplemente porque es un sistema malo, sino porque se automarginó la oposición en vez de trabajar y poner algunas personas buenas. Han preferido no participar.

— Así es la democracia y eso lo sabe usted porque participó de aquella huelga que acabó con el régimen de Hugo Banzer (1977)

— La persona clave fue Lucho Espinal; yo estaba encargado de repartir dibujos. Cuando organizamos la huelga pensamos en un templo y él dijo: “No, vamos a Presencia”. Llegamos al periódico todos menos uno, teníamos que ser 12 y solo fuimos 11, el que faltó se empachó y ya no pudo entrar, debió ser cochabambino. Domitila Chungara (1937-2012), es curioso, no entró en el grupo de las cuatro mujeres, se quedó a coordinar en la mina y las mujeres ya habían entrado en huelga con sus hijos, era la tarde del 28 de diciembre, Día de Inocentes.

— ¿Fue difícil esa huelga?

— La única que tenía cierta experiencia en huelgas de hambre era la Domitila (que entró después), los demás no teníamos ni idea, pero ahí nos comprometimos (…).  Recuerdo que venía Javier Hurtado (1954-2012) y decía: “Ahora políticamente conviene que coman”. Lucho le respondía: “Más bien, políticamente, conviene una baja”.

— Fue una experiencia que marcó la vida política del país, la de los huelguistas y la suya…

— Nos marcó y acabó con el triunfo. La Domitila era más astuta; pensó que nos querían poner una trampa para que dejásemos la huelga y no descansó hasta que no se convenció de que estábamos libres. Cuando nos sacaron del ayuno, nos metieron a la clínica Copacabana, que es de la Policía. A Lucho y a Pastor Montero, que era otro sacerdote, los mandaron a una clínica privada. Esto me llamó la atención porque de los curas que estábamos a mí me pusieron con las bases.

Aun así vino el obispo Ademar Esquivel, yo le había dado un papelito porque no supe dónde estaba Domitila, después me enteré de que estábamos todos en la clínica.

Pero allí, hasta para ir al baño nos custodiaban, unos eran tiras; gente que estaba trabajando con el Gobierno. A mí me pusieron dos tiras y me querían sacar alguna información y una enfermera venía y decía: “¿Qué le damos de desayunar?” Yo le respondí: “Nada, porque estoy en huelga”, y ahí la seguía. Al día siguiente le dije que para desayunar me traiga papel y lápiz y me lo trajo, después supe que la enfermera era de las minas y que había conseguido esa pega en la clínica.

Pero fue un triunfo total cuando terminó. Recuerdo que después me llamaron para ser parte de una comisión que exploraría la conformación de una asamblea constituyente. A mí me tocó delante del arzobispo de La Paz y tenía que hacer la señal de la cruz, pero ya tenía preparado tener levantado mi puño izquierdo en alto; sin embargo, a la hora de la verdad no nos pidieron que juráramos nada y me ahorré este trabajo.

— ¿Por qué el puño levantado?

— El puño izquierdo, por si acaso, es señal de izquierda, no necesariamente comunista. Decían de todo sobre los nuevos ministros (que juraban para Evo Morales), que hay cristianos y otros ateos por (levantar) el puño y yo, en una entrevista con radio Fides, puse como ejemplo que cuando resistíamos en la huelga de hambre todos estábamos con el puño izquierdo levantado; tenemos la foto del encuentro en San Calixto y prácticamente todos estábamos con el puño en alto. Eso no quería decir que fuésemos ateos ni comunistas ni marxistas porque el grupo era muy diverso: tres curas, cuatro monjas, también estaba la compañera de Guillermo Lora. (…). Era un grupo mixto.

— Una movilización como ésa ¿cree que se pueda repetir?

— Nunca digas que no se volverá a repetir una cosa de ésa. Según lo que pase, se puede repetir algo así.
Las FFAA no abrirán mucho sus archivos
Para Xavier Albó, la Comisión de la Verdad, formada para investigar los crímenes de las dictaduras militares, tendrá un papel clave, aunque no tiene mucha esperanza sobre lo que puedan llegar a aportar los archivos militares.  

— ¿Cómo ve a esta comisión?

— Puede funcionar. Lo que no creo es que los militares quieran abrir muchos archivos, muchos dijeron que ya los quemaron. De la comisión conozco a Nila Heredia, que ya fue ministra dos veces; le tengo mucho aprecio y también tengo bastante aprecio por Isabel Viscarra con la que teníamos incluso una misa, que algunos la llamaban la misa del MAS porque a veces acabábamos diciendo: “Más, más”. Ella siempre rezaba para que el hermano Evo y el hermano Álvaro no se engolosinen con el poder. Cuando la vi, le pregunté: “¿No se han engolosinado ya con el poder?”. Me dijo: “No, creo que no”.

— ¿Realmente cree que las Fuerzas Armadas no tengan la disposición de abrir archivos?

— Si hubiera archivos que son muy peligrosos, o los quemarían o los ocultarían, porque no les interesa mucho eso, y a lo mejor Evo y Álvaro tampoco insistirían; les interesa estar bien con las Fuerzas Armadas, lo que está muy bien y es valorable.

— Sin la información de los militares, ¿se podrá avanzar?

— Yo creo que sí. Incluso pueden abrir todos los archivos porque aquí no pasó lo que ocurrió en Argentina o Chile, donde se agarraron de un poder muy dictatorial y en Bolivia hemos tenido presidentes militares pero no han llegado a tener tanta animadversión contra la población, aunque estaba en el país el Plan Cóndor. Pero, lo que creo es que tanto Álvaro como Evo intentarán evitar un enfrentamiento frontal con las Fuerzas Armadas en este tema.

Xavier Albó Corrons vive desde hace un mes en Nuestra Señora de la Esperanza, la casa de retiro de los jesuitas, en Cochabamba. Aunque viajó en dos ocasiones a Sucre, está alejado de la actividad pública. Su vida está marcada por investigaciones sobre las naciones indígenas y la lucha por la democracia.

Nació: el 4 de noviembre de 1934 en La Garriga (Catalunya, España). Está en Bolivia desde 1952. Profesión: Antropólogo. Ocupación: Sacerdote desde 1951. Es parte de la Compañía de Jesús.

Doctor en Lingüística y Antropología por la universidad de Cornell, Nueva York. Profesor universitario; ha sido parte de varias organizaciones no gubernamentales de desarrollo.

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