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Milenio y su decadencia

En pasados días se presentó el informe sobre el desempeño de la economía en 2016 de la Fundación Milenio, una entidad que en el último tiempo muestra una decadencia académica y falta de rigurosidad al momento de trabajar sus cifras y presentar resultados. Bajo una mirada ortodoxa realiza una descripción de los datos, llegando a conclusiones y recomendaciones que no presentan un sustento creíble.

Las conclusiones de la Fundación eran previsibles ante un cambio en el contexto externo. Así, no es casual esperar sugerencias de medidas como la reducción de gasto y la devaluación del tipo de cambio y otras que fueron aplicadas por varias economías de la región en los últimos años y lo único que lograron es ahondar sus problemas económicos.

Hay que recordar que este tipo de medidas aplicadas en países como Brasil y Argentina provocaron la contracción económica con crecimientos negativos del 3,6% y 2%, respectivamente. O como en el caso de Brasil, donde las devaluaciones recomendadas provocaron un fuerte incremento de la inflación en desmedro de la población más vulnerable.

Mientras gran parte de las economías de la región —ante el cambio del contexto internacional— aplicaban de forma disciplinada las sugerencias del Fondo Monetario Internacional (FMI), relacionadas principalmente con la reducción del gasto público que trae consecuencias directas en la contracción de la actividad económica, Bolivia mantuvo altos niveles de inversión pública, lo que permitió liderar el crecimiento de la región. ¿A qué se debe este comportamiento?

Esto se debe a que desde 2006 se puso en marcha el Modelo Económico Social Comunitario Productivo, que tiene como una de sus bases la recuperación de los recursos naturales y un Estado protagonista en la economía nacional. En ese año, se comenzaron a construir los colchones financieros necesarios y se inició el proceso de aprovechamiento de los recursos naturales para posteriormente pasar a la fase de industrialización. Esto permitió al país afrontar de mejor manera la crisis internacional. En este marco, la inversión pública es el principal motor de nuestra economía y, por ende, la que explica el comportamiento fiscal de los últimos años. La inversión estatal está orientada a la vertebración caminera, la generación de energía y la industrialización de recursos naturales, todo en el marco del Plan de Desarrollo Económico y Social 2016-2020.

Por estas razones, el sector fiscal no es un problema en este momento para nuestro país, puesto que la inversión pública comienza a dar sus resultados en cuanto a la generación de nuevas fuentes de recursos como la Planta de Amoniaco y Urea en Cochabamba y la generación de energía.

Todo esto se diferencia de lo que sucedía en el periodo neoliberal, cuando el déficit fiscal era persistente y explicado por los altos niveles de gasto corriente, los cuales no generaban ningún rendimiento y que llevaron a Bolivia a sobrellevar una crisis económica y social a inicios de siglo.

Lamentablemente, el informe de la Fundación Milenio es una copia de las recomendaciones del FMI, sin ningún sustento científico. Se observa que sus conclusiones no reflejan la realidad económica que atraviesa el país, gracias a la aplicación del Modelo Económico Social Comunitario Productivo. Por tanto, no existe una propuesta alternativa a dicho modelo, el cual en los últimos casi 12 años ha permitido que Bolivia lidere el crecimiento económico en Sudamérica y se reduzca la extrema pobreza y las desigualdades sociales.

En ese sentido, la Fundación Milenio bajo una mirada política, nada económica, continúa en decadencia y esto se refleja cada vez que leemos cada uno de sus informes.