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‘Cerrar heridas’ a 50 años del CHE en Bolivia

Probablemente uno de los relojes Rolex que llevaba Ernesto Che Guevara cuando fue capturado en la Quebrada del Churo aún marque esa hora fatal, un día como hoy hace 50 años. Ese artefacto está en La Habana desde 1984 cuando Gary Prado, el militar que lo capturó, lo devolvió a través de dos investigadores cubanos —Adys Cupull y Froilán González—, quienes aún hoy recuperan testimonios sobre qué pasó hace medio siglo.

“Prado conservaba el reloj del Che. Por esa razón vine a verlo a Santa Cruz. Nos recibió a pedido del Ministro de Relaciones Exteriores (Marcial Tamayo Saenz en 1984) y fue amable con nosotros y no puso objeción a que fuéramos a Vallegrande, sí nos puso condiciones. Teníamos que ir en jeep del Ejército, con chofer del Ejército, uno que hablaba inglés, bastante inteligente, y que no investigáramos nada. Luego abordamos el tema de que él tenía el reloj del Che y lo entregó”, señala González tras la presentación en La Paz del libro El asesinato del Che en Bolivia. Revelaciones (2017), que escribió junto a su esposa, Adys Cupull.

Está en silla de ruedas desde 1981 debido a un disparo accidental; el general Gary Prado, que era capitán cuando combatió a la guerrilla, tiene hoy 79 años; asegura que fue en 1983 cuando devolvió la pulsera a un agente consular de Cuba. El militar, que recibió una carta de agradecimiento remitida desde Cuba por el gesto, cuenta que además había un segundo Rolex que estaba en poder del combatiente cubano-argentino; el objeto le pertenecía a Carlos Coello (Tuma), un guerrillero cubano caído en junio de 1967.

Espere…

El gesto de Prado y la persistencia de los dos investigadores cubanos activaron un diálogo, inédito hasta entonces, aunque hoy, los veteranos que se movilizaron hasta Camiri, Vallegrande y La Higuera para combatir a la guerrilla del Che reclaman ser homenajeados por el Gobierno y no hay, en este caso, palabras para valorar algún legado histórico de Guevara. “El Che vino a sembrar luto y dolor en la familia boliviana”, afirma Mario Moreira, presidente de la Confederación de Beneméritos de Bolivia, en contacto con Animal Político. La organización tiene 320 afiliados en el país y, según anticiparon sus dirigentes, no participarán de los actos que organiza hoy y mañana el Gobierno en ocasión de los 50 años de la muerte del guerrillero.

“En ese acto, lo que se quiere hacer es más bien cerrar esas heridas y así como alguna vez entre Paraguay y Bolivia nos dimos la mano por una guerra cruenta, después de una guerrilla, donde la mayoría eran bolivianos, se pueda hacer una reconciliación y reconocer el valor militar”, dice el ministro de Defensa, Reymi Ferreira.

“Nosotros no tenemos que cerrar ninguna herida, porque esto pasó hace 50 años. Tan solo es una historia. Hoy vivimos otra situación y los bolivianos nunca hemos sido enemigos de nadie, pero siempre nos hemos defendido, en ese contexto debemos comprender esto. Respetamos cada opinión. Existen héroes nacionales a quienes se les debe rendir homenaje y son los que dieron su vida ante una invasión extranjera”, responde Moreira.

Para Carlos Soria Galvarro, el periodista e historiador que ha dedicado su vida a reconstruir, sobre la base de fuentes documentales, el paso del Che Guevara por Bolivia, una posible “reconciliación” debería ser resultado de un largo proceso que además permita al país reflexionar sobre estos hechos. “¿Por qué 50 años después de esos acontecimientos seguimos hablando de eso, más que de la Guerra del Chaco? La magnitud del hecho no se mide solo por la cantidad de caídos, sino por la significación histórica y los nexos internacionales de este fenómeno. Fue un hecho internacional que ocurrió en Bolivia, pero para cerrar este capítulo hace falta una reflexión conjunta”.

Esta reflexión, remarca el periodista, pasa “por cambiar los lenguajes”. “No es posible ignorar el carácter de los caídos bolivianos, su condición de expresión popular, eran soldados, gente muy joven, además de los guías campesinos. No hay que ignorarlos y tampoco a los guerrilleros que fueron por voluntad propia a entregar sus vidas, pensando en una solución estructural a los problemas de Bolivia y de América Latina. Eran 21 bolivianos, 13 cubanos, tres peruanos y Tania, la ciudadana argentina alemana”.

Espere…

En 2016, el Gobierno inauguró el Centro Cultural Che Guevara y un museo. En la puerta de esas instalaciones están anotados los nombres de guerrilleros y militares bolivianos que cayeron en combate. “Este es un buen comienzo”, apostilla Soria Galvarro.

Legados. El Che fue ejecutado el 9 de octubre de 1967 en el poblado rural de La Higuera del departamento de Santa Cruz. Un día antes cayó preso en momentos en que el resto de sus compañeros estaban diezmados. El conflicto estalló en marzo de 1967 y se saldó con 49 fallecidos por parte de las Fuerzas Armadas, según datos publicados en el libro Guerrilla inmolada (1987), de Gary Prado.

De haber triunfado Guevara con la instalación de un foco guerrillero desde Bolivia, Moreira cree que el actual sistema democrático no existiría. “Gracias a nuestra acción, los bolivianos votamos y elegimos a nuestras autoridades, por eso deberían valorar a los verdaderos héroes de la patria”.

El puñado de soldados bolivianos que combatió al Che fueron declarados héroes nacionales, según el Decreto Supremo 8113 y beneméritos de la patria con la Ley 3327 aprobada el 17 de enero de 2006, pocos días antes de la llegada del presidente Evo Morales a la presidencia. “Estaba en segundo año de la Escuela Militar de Sargentos, tenía 16 años. Fuimos (a la guerrilla) con otro pensamiento, porque ese tipo de lucha no existía en Bolivia”, remarca Moreira.

En criterio de González, “el Ejército boliviano no era homogéneo como se pudiera pensar (…). Tenemos testimonios de algunos que merecen ser analizados. Por ejemplo, el del coronel Rubén Sánchez Valdivia, que fue prisionero de los guerrilleros y recuerda: ‘Estaba convencido de que ellos defendían a los pobres y que querían algo nuevo para Bolivia. ¿A quién defendíamos nosotros?, ¿por qué nos enviaron?, ¿qué intereses defendíamos?’”.

El autor cubano dice estar convencido de que el Ejército estaba “intervenido” por los intereses de Estados Unidos que al final influyeron en la decisión que asumió el presidente René Barrientos de ejecutar al combatiente. “Luego hizo ver al mundo que fueron los bolivianos salvajes quienes los asesinaron”, remarca y valora los actuales “avances” de Bolivia en acceso a la infraestructura y el desarrollo como consecuencia de la toma de conciencia sobre un mundo más justo, como postulaba el Che.

Loyola Guzmán, la boliviana que se unió a la causa del argentino-cubano, discrepa al respecto: “50 años después no ha cambiado mucho la situación, en Bolivia no hay la sociedad que se pensaba, con igualdad para todos, libertad, justicia. Aunque el Gobierno indique que eliminó la extrema pobreza, en las calles y el campo vemos otra realidad”.