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Las 250 agresiones de Chile

Parecería una cifra contrapuesta al consciente colectivo que cree que Chile nos agredió solo en 1837 y 1879. Esta es una concepción errónea si se toma en cuenta el repaso historiológico de 4.500 eventos desde el incario hasta junio de 2017 vinculados especialmente con el uso del recurso agua.

El tercer tomo de la Enciclopedia del problema marítimo (2017) —de mi autoría— refleja agresiones en 14 ámbitos principales, diplomático, la seguridad estatal, uso del poder militar, agresiones económicas, verbales, agua dulce, invasiones, amenazas, jurídicas, territoriales, interés en el gas boliviano, usurpación de soberanía, mediático y discriminación, comprobando que Chile siempre fue un Estado agresor y expresa que existen conceptos a los que nos tuvo acostumbrados, por ejemplo:

La guerra comenzó el 14 de febrero de 1879. Falso, pues la guerra es un hecho político y las operaciones militares solo son parte de ella. El 31 de octubre de 1842, Chile inició la conflagración con la publicación de la Ley Renjifo, por la que se apropió de las covaderas de Mejillones, la invasión derivó en la explotación de recursos naturales (1842, 1857 y 1863). Luego se produjeron compromisos de respeto al límite en el paralelo 24 (1866, 1874 y 1875) y las operaciones navales militares a partir de enero de 1879 protagonizadas por los navíos Cochrane y Banco Encalada que el 14 de febrero de ese año materializaron la invasión al puerto de Antofagasta.  

A partir de esa fecha se activaron las operaciones terrestres. El afirmar que la guerra comenzó el 14 de febrero implica creer que el embate comenzó ese mismo día, soslayando las múltiples agresiones que se dieron desde 1825 hasta 1879, en beneficio de la imagen de Chile, lo que es muy importante para sus gobiernos.

Ahora bien, las desviaciones de estos recursos, las expresiones de interés sobre ellas, la demanda por el manantial del Silala y los condicionamientos para efectuar negociaciones a cambio del líquido dulce, Gabriel Gonzales (1950), Salvador Allende (1971) Augusto Pinochet (1975) y, sobre todo, el desvío del río Lauca (1962), sin olvidar el usufructo unilateral del Silala, ni el trasvase de los ríos Uchusuma, Mauri y Quetena constituyen las mayores expresiones del interés por estos recursos.

Las agresiones en el ámbito diplomático se reflejan en 134 eventos, incluyendo 92 burlas, chantajes, presiones, negación a recibir a diplomáticos del país y discriminación. La dilación, la estrategia que le permitió ganar tiempo y mantener a Bolivia en ascuas, se evidenció cuando Santiago mostró interés en negociar cuando un nuevo presidente del país se aprestaba a jurar al cargo, pero luego retardar el tema hasta la finalización del periodo constitucional.

Chile dijo que siempre estuvo dispuesto a negociar, pero nunca a solucionar el problema, 29 escenarios, en los que se podría haber resuelto este problema, incluyendo las negociaciones anteriores a 1904 y 1940, muestran este patrón de conducta con respecto a la demanda boliviana.

Chile siempre llevó la iniciativa. Se demuestra que, hasta el 24 de abril de 2013, esta nación decidía cuándo, cómo negociar, suspender las tratativas y guiar el conflicto, mas al llegar al momento de las decisiones, evitó asumir determinaciones (1926, 1941, 1950, 1962, 1975, 1986, 2010), sin descartar los compromisos oficiales (1895, 1920, 1926, 1950, 1961, 1975, 1986, 2006) y las más de dos decenas de manifestaciones de intención de establecer una mesa de negociación. En 2013 se cambió esta tradicional forma de relación bilateral, con la demanda boliviana planteada ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ).

Imposición de condiciones. Soberbio vencedor, condicionó las negociaciones para que Bolivia reconozca la legitimidad del asalto a Mejillones (22 de febrero de 1884), varias exigencias en la reunión del buque Lackawana (22 de octubre de 1880), resarcimiento de daños a M. Tórrez (1863), suspensión de la decisión boliviana del 5 de junio de 1863, autorización para declarar la guerra (1864), posesión de Tarapacá, Tacna y Arica para ofrecerlas a Bolivia (marzo de 1882) y las llamadas “aristas” del 12 de diciembre de 1975.

Bolivia siempre tuvo libre tránsito hacia al océano Pacífico. Este argumento es tan trillado como falso, porque el Estado vecino vulneró sus compromisos en 1904, 1912, 1921, 1928, 1937, 1939, 1953, 1956 y 1963.

Falsas tesis de Chile. Además de estas contradicciones, se llegó a afirmar que Bolivia nunca tuvo mar. Se emitió una circular afirmando la reivindicación de territorios (1 de febrero de 1879), otra señalando que “Chile cedió generosamente a Bolivia el territorio por los tratados de 1866 y 1874 violados por Bolivia” de abril de 1879.

El libro, presentado en el Palacio Quemado el pasado 13 de octubre, constituye un preámbulo para los siguientes tomos, Las 92 burlas de Chile y Chile, compromisos e incumplimientos, los cuales constituyen un aporte importante por la información sistematizada que se ofrecerá al gentil lector e investigador.demanda marítima.