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Entre revoluciones

La revolución de octubre de 1917 inaugura y marca poderosamente todo el siglo XX. En 1914, Rusia ingresaba a la Primera Guerra Mundial con las peores condiciones económicas y militares que se podían esperar. A la población descontenta con el gobierno, se sumaba una familia real desacreditada, un zar de limitada inteligencia que repetía a su Ministro de Asuntos Exteriores: “Procuro no pensar demasiado en ninguna cuestión”. Mucho antes de 1917, Rusia ya estaba al borde de la revolución.

Febrero. A finales de febrero de 1917 el ejército ruso reprimió una protesta en Petrogrado (San Petersburgo), a la misma se sumaron otras y en consecuencia se obligó al zar a abdicar. El zar quiso dejar el gobierno en manos de su hermano Miduma, lo cual creaba un complejo problema legal, que se solucionó con la idea de convocar para noviembre a una Asamblea Constituyente. Se empezaron a elegir delegados obreros para conformar el gobierno del soviet de Petrogrado, los marinos de Kronstadt se sublevaron y la revolución de febrero ya era una realidad.

Marzo. Stalin y Lev Kámenev, dos dirigentes bolcheviques, regresaban de Siberia y se hacían cargo del periódico socialista Pravda (la verdad), fundado por Trotsky en Viena y convertido desde 1917 en periódico oficial del partido bolchevique. En sus páginas se promovía un programa de guerra y se empezaba a cuestionar que la posibilidad de una Asamblea Constituyente, dispositivo eminentemente liberal, llevaría a la formación de una república burguesa. El periódico Pravda apostaba por un socialismo no en el futuro, sino en el presente.   

Abril. El 3 llegaba en un tren desde Zúrich, Suiza, Vladimir Uliánov, más conocido como Lenin, el líder más destacado del partido bolchevique. Se organizó una solemne recepción en la estación de Finlandia. Lenin, ni bien llegó, dio un discurso en el que caracterizó la revolución de febrero como el comienzo de una revolución socialista mundial.  

Julio. “Todo el poder a los soviets” fue el lema que se gritó en julio en Petrogrado. El gobierno provisional tuvo que llevar a cabo una represión, Lenin tuvo que huir a Finlandia. El conflicto llevó a que se nombrara a un nuevo gobierno presidido por Kerenski, que prometía resolver los conflictos en el Ejército.  
Agosto. El Ejército ingresa en negociaciones con el gobierno de Kerenski. La figura intimidante del general Kornilov y las actuaciones del Ejército a finales de agosto, llevaron a Kerenski a temer que Kornilov pretenda derrocarlo, por ello a finales de agosto optó por destituir al general. Las preocupaciones del gobierno de Kerenski se concentraron en un posible golpe de Estado del ala conservadora.

Octubre. Entre septiembre y octubre, Lenin había redactado el texto El Estado y la revolución, partiendo de una lectura de Marx y Engels se preguntaba sobre el rol del Estado en la revolución y la posibilidad de pensar en una dictadura del proletariado.

En cuanto Lenin volvió de Finlandia, Kerenski declaró el estado de sitio y en muy poco tiempo las unidades de la mayoría bolchevique tomaron bajo su control a Petrogrado. Depusieron al gobierno provisional y se nombró al Comité Militar Revolucionario. Se tomaron los puentes, los trenes, los telégrafos, los teléfonos, el correo, las estaciones y se controló a lo que quedaba del Ejército. La revolución era una realidad.

Estos acontecimientos marcaron al siglo XX, y este 2017 en Bolivia, entre el 7 y el 9 de noviembre, la Vicepresidencia del Estado desarrollará el encuentro internacional a 100 años de la revolución rusa, con la presencia de Andrei Schelchkov (historiador de la Academia de Ciencias de Rusia), Horacio Tarcus (investigador del Cedinci Argentina), Emir Sader (investigador de la Universidad de Sao Paolo), Eugenia Bridikhina (docente de la carrera de Historia UMSA), Pablo Iglesias (secretario General del Partido español Podemos), Irene Montero (diputada del Congreso español), además de la presencia de sus pares bolivianos, tanto académicos como dirigentes políticos: Gabriela Montaño, Édgar Ramírez, Ascencio Cruz, Guillermo Dalence, Magdalena Cajías, Gustavo Rodríguez, Alberto Echazú, Marcos Domic, y los comentarios del vicepresidente Álvaro García Linera. Será una magnífica oportunidad para pensar desde la experiencia soviética el presente de la izquierda en el siglo XXI.

Pensar 1917 desde 2017, es decir a 100 años, es pensar el presente de esta revolución. Por ello, más allá del hermoso libro de Lenin, que la editorial Siglo XXI tituló: Entre dos revoluciones, en referencia a la revolución de febrero y de octubre, lo que este evento convoca es a pensar la revolución de 1917 desde 2017, es también un pensar entre revoluciones, entre dos revoluciones, como titulamos a este texto.