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Bolivia y Chile, El diálogo tras el fallo

El presidente Evo Morales dio una primera señal en Santiago poco después de participar de la segunda juramentación de Sebastián Piñera a la presidencia de su país. Felicitó a su colega y habló de la necesidad de iniciar negociaciones para lograr una salida soberana al océano Pacífico. La propuesta llegó poco antes de la polémica “del canje territorial” que activó en Chile el senador Alejandro Guillier, quien fue candidato en 2017 a la primera magistratura de la vecina nación.

De este modo, Evo Morales dio pistas de uno de los tres escenarios sobre los que se perfila la relación entre Bolivia y Chile una vez que la Corte Internacional de Justicia (CIJ) emita el fallo en atención a la demanda planteada en 2013 que está vinculada con la “obligación de negociar de buena fe” una salida al mar en función de las conversaciones efectuadas a lo largo de la historia bilateral, tras la Guerra del Pacífico (1879-1883). El gobernante se refirió a restablecer el diálogo, incluso, “al margen de los resultados” del litigio que se ventila en el alto tribunal de La Haya desde abril de 2013.

Guillier, quien está en la lista de políticos chilenos que viajó a La Haya para respaldar a los abogados que representan a su país en la presentación de los alegatos orales, reflotó como escenario posible las conversaciones que se dieron a partir del abrazo de Charaña de 1975. “Eso es lo que planteó (Augusto) Pinochet. Lo hemos planteado todos (…). Siempre hemos estado de acuerdo con buscar soluciones, pero con compensaciones territoriales, de manera que Chile no pierda patrimonio territorial ni marítimo”, afirmó el legislador el 12 de marzo, un día después de la propuesta de Morales. Horas después retrocedió por efecto de las críticas que emergieron desde su Cancillería y desde varios escenarios políticos de Chile. Piñera admitió que el político “quebró un poco la unidad” de su país sobre este asunto.

De hecho, el canciller chileno, Roberto Ampuero, reprodujo poco antes el criterio con el que Piñera llegó a La Moneda y que hasta antes de Guillier había generado adhesiones. “No está en juego ni un milímetro cuadrado de Chile”, aseguró de cara al proceso legal instalado en la CIJ que, en cambio, plantea una negociación posible, precisamente, sobre la base de las conversaciones e incluso actos unilaterales (ofrecimientos) que hizo Chile para que Bolivia recupere su cualidad marítima, es decir la posibilidad de que el país controle su acceso al litoral.

“Nuestro argumento es que no tenemos ninguna obligación, porque fue Bolivia quien puso fin a esa negociación (Charaña) y porque dijeron que no intercambiarían territorio”, anotó luego dede su cuenta en Twitter (@Insulza) José Miguel Insulza, actual senador por Arica y exagente de su país para la causa marítima que se ventila ante el tribunal de la CIJ.

POSTURAS. “Mucho se habla de las negociaciones de Charaña como un precedente a seguir. Habrá que evaluar el actual contexto, rescatar lo positivo y descartar lo que inviabilizó ese acuerdo. Indefectiblemente hay que pensar en la posición de Perú y las limitaciones que se derivan del Protocolo de 1929”, comentó la abogada internacionalista y docente de la UMSA Karen Longaric, en contacto con Animal Político.

Tras la Guerra del Pacífico, que estalló en 1879 con la ocupación militar chilena al antiguo puerto boliviano de Antofagasta, en 1929, Chile y Perú firmaron el Tratado de Lima que define sus actuales fronteras; allí existe un texto complementario que señala la obligatoriedad de una consulta en caso de que “una tercera potencia” —que no podría ser otra que Bolivia— acceda a territorios que antes de la contienda fueron de dominio peruano; en este caso Arica. Entre 1975 y 1977, La Paz y Santiago hablaron de una franja territorial por el extremo norte de Chile.

Espere…

“Respecto de las expresiones del presidente Piñera, hay que recordarle que Chile debe honrar sus compromisos, los que asumió formal y espontáneamente, en el entendido de que, cuando fueron asumidos, se estaba manifestando la libre voluntad política de Chile de negociar una salida soberana de Bolivia al mar, y, por lo tanto, no creemos que mediante tales compromisos Chile estuviera abandonando la defensa e integridad de su territorio y la soberanía de su país”, señaló el excanciller boliviano Javier Murillo de la Rocha (1997-2001) tras ser consultado por este rotativo.

A pesar de las críticas que recibió Guillier, la posibilidad de recuperar la agenda de 1975 está en los climas de opinión y de debate académico en Chile, aunque no necesariamente coincidan con las oportunidades políticas, marcadas ahora por el litigio.

“La oportunidad de diálogo depende de que el Gobierno boliviano asuma dos cosas básicas. Una, que sin relación diplomática normal no hay diálogo normal. La otra, que se dialoga para negociar y que negociar no es imponer. Sobre esas bases, un eventual diálogo debe partir de las condicionantes que estableció la realidad histórica y no del ímpetu irredentista de un gobernante. Entre esas condicionantes estaría, a mi juicio, la participación del Perú, si se consideran territorios, como Arica, que antes le pertenecieron. Es algo que ha sabido reconocer un boliviano tan calificado y versado en la historia como el expresidente Carlos Mesa”, precisó el abogado José Rodríguez Elizondo, profesor de la Universidad de Chile, en una conversación con Animal Político.

“Negociar implica diálogo, negociar implica voluntad política y negociar implica una decisión para llegar a un destino que sea positivo para dos naciones; en este caso, el objetivo es que Bolivia y Chile lleguen a una solución negociada que sea beneficiosa para el país en el tema del acceso soberano al mar y que sea adecuada para Chile porque cierra un momento histórico (…). Hay que entender que las palabras del presidente Morales muestran que hay voluntad de diálogo de parte de Bolivia para con Chile pensando en la eventualidad, que ojalá se dé, de un fallo favorable para Bolivia”, remarcó Mesa a este medio. La exautoridad estará en la presentación de los alegatos orales como portavoz del criterio del país sobre la demanda que busca una negociación por el acceso al mar.

Entre 2006 y 2010, Bolivia y Chile acordaron tramitar el temario bilateral a merced de la agenda de 13 puntos que incluyó la posibilidad de conversar sobre el mar.

Para ello, se activó una estrategia que se planteó la recuperación de la confianza y, durante esos cuatro años, se ejecutaron actividades orientadas al acercamiento entre las sociedades de ambos países. Esta iniciativa quedó inconclusa y Piñera no ha dado, hasta el momento, ninguna señal para restituirla; tampoco se ha mostrado abierto a establecer un diálogo por “cuerdas separadas”, aunque existe la posibilidad de “conversaciones empresariales”, dada la actividad y la dinámica del sector privado, según  fuentes políticas en La Paz y Santiago.

ESCENARIOS. Bolivia también ha perfilado, además del diálogo, la posibilidad de posicionar el reclamo marítimo en todo el mundo y, así, generar una mayor sintonía con el Papa. De hecho, fue Francisco quien llamó al “diálogo” durante la visita que cumplió en el país en 2015. En Chile rechazaron la mediación del sacerdote, pero existe un ambiente marcado por la posibilidad de una derrota en el litigio, un criterio opuesto al “optimismo” boliviano.

Morales espera, además, que la secretaría general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) haga un seguimiento al fallo que emita la CIJ, probablemente hasta septiembre. En Chile se rechazó esta mediación, aunque, en el caso de Naciones Unidas, está vigente el mandato del Consejo de Seguridad, que es el órgano encargado de hacer cumplir los dictámenes del alto tribunal de La Haya.

El viernes 16 de marzo, las Fuerzas Armadas (FFAA) celebraron un seminario para perfilar la estrategia tras el fallo de la Corte. La iniciativa busca recoger los criterios de diversos estamentos de la entidad armada y, en ese marco, una visión que permita al país acceder y gravitar en el mar.