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¿Qué significa cochabamba para Rubén Costas?

En la parte final de la entrevista que María Galindo le hizo a la diputada del partido demócrata por Cochabamba Claudia Mallón se responde a esta pregunta. Interrogada sobre el proyecto demócrata para Cochabamba responde que no existe, que no hay debate interno, que esa organización no tiene ideología y que, además, a pesar de haber ganado las elecciones municipales en la capital valluna nunca hubo interés en construir un proyecto.

Pero Claudia Mallón no es una anécdota. Otros altos dirigentes del partido verde cruceño como Sergio Coca o José M. Padilla, íntimos amigos y colaboradores del exalcalde José María Leyes, han dicho cosas parecidas. Han denunciado la pésima gestión de su, a estas alturas, exíntimo amigo Leyes y la injerencia desde la cúpula demócrata de Santa Cruz sobre la Alcaldía y sobre el inexistente partido en Cochabamba. Hace muy pocos días, de hecho, desapareció el Ejecutivo Departamental y sus miembros fueron presionados para renunciar o los renunciaron sin haber tenido previa notificación. Hay una gestora temporal, de menos de 10 miembros: leales todos a Rubén Costas, acusados de malos manejos y destituidos de la Alcaldía de Cochabamba bajo mando de la demócrata Karen Suárez.

En diciembre del año pasado Rubén Costas presentó 11 tesis que, según él, eran el esqueleto de su visión de país. Incorporaba, con la debilidad intelectual que caracteriza a esta organización, cierta idea republicana prestada de su amigo Mauricio Macri…, que no vive su mejor momento. El esqueleto resultó bastante precario ya que a partir de entonces nadie más ha tenido noticia de esta propuesta. No es difícil ver que lo que es una anécdota en el partido demócrata es Bolivia y que una de las ficciones que la desastrosa gestión en Cochabamba derrumba es que el partido de Rubén Costas es un partido nacional, nunca lo ha sido y, probablemente, nunca ha querido serlo.

Gobernar la tercera capital del eje central era una oportunidad inmejorable para extender y fortalecer el proyecto, ampliar sus apoyos, demostrar que fuera de Santa Cruz había algo que decirle al país. Rubén Costas sabe que, a pesar de estar en política más de 20 años y casi 15 como Gobernador del departamento más grande del país y puntero del crecimiento económico, nadie en este país lo ve como un líder nacional. Ni siquiera en su feudo le gana a Evo Morales cuando las encuestas preguntan quién puede conducir mejor Bolivia; fuera de Santa Cruz los porcentajes de apoyo superan con dificultad el 5%. Esos números ya mostraban de manera constante la falsedad de la hipótesis nacional de Demócratas y el aquelarre de corrupción de la Alcaldía de Cochabamba le pone un epitafio.

¿Qué hacer? Rubén Costas y su núcleo de poder cruceño se estarán preguntando lo mismo que Lenin. Tienen una emergencia nueva, por primera vez su proyecto tiene problemas en el único territorio que les importa, Santa Cruz. No tienen concejales ni figuras fuertes en la capital, Costas no va a repetir como candidato a la Gobernación y no asoma sucesor potable, Percy amenaza con apostar al departamento y se va conformando una fuerte crítica promovida por figuras como Branko Marinkovic con buen predicamento en la juventud, asediándolos desde esa orilla. ¿Qué hacer ante ese escenario? ¿Apostar por una candidatura propia nacional y terminar de mostrarle a los bolivianos que no tienen nada que decirle al país? O bien, algo mucho más astuto y que les permite esconder los cimientos frágiles en los que se asienta su organización, ¿encontrar, de nuevo, un candidato paceño al que venderle el humo de que son el único partido opositor nacional para asegurar así el control político de las listas parlamentarias y de la alianza?

El partido demócrata de Santa Cruz cada elección nacional espera a Godot. Siempre llega alguien, pero no a quien esperan en vista de los resultados obtenidos. Sin embargo, de todas esas alianzas siempre es el otro quien sale perdedor y son ellos los que mantienen su ficción nacional viva. Eso no habla bien de la inteligencia política del liderazgo paceño en la oposición. Creen que saltar a lo nacional sin la red demócrata es temerario, luego saltan y la red se retira oportunamente; que se lo pregunten a Samuel Doria Medina.

Esta elección no es distinta en cuanto a la espera, pero sí lo es por la urgencia antes mencionada: el horizonte de poder en Santa Cruz peligra si no se logra antes un éxito nacional a través de algún liderazgo externo del que ellos manifiestamente carecen. Sin embargo, parece que en esta ocasión ocurre algo distinto, se asoma Godot por una esquina de la representación teatral de la oposición nacional. Habrá que ver si el esperado protagonista se cree el cuento nacional de Rubén Costas, y termina siendo rehén de esa trama Frankenstein que se está urdiendo, o bien le es fiel al texto de Samuel Beckett y simplemente se hace esperar.