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Primarias sí, Evo no

Un síntoma del continuo deterioro de la democracia que desgraciadamente sufre nuestro país puede verse en el contenido y en la forma en que se aprobó la nueva Ley de Organizaciones Políticas. Que una ley que intenta regular la competencia democrática entre los partidos se haya redactado y aprobado por voluntad exclusiva de un solo partido, en contra de la opinión de todos los demás, ya indica mucho. Para hacer una analogía sencilla de entender, podemos decir que ha sido como si el reglamento de un campeonato de fútbol, en lugar de haber sido elaborado por un comité imparcial, de manera que no beneficiara en particular a ningún equipo, y en cambio le diera a todos las mismas oportunidades, habría sido redactado por uno de estos equipos en contra de los otros, para perjudicarlos, “hacerles pisar el palito”, quitarles capacidad de reacción, debilitar sus estrategias de actuación. Pensemos un momento qué opinión nos merecería una competencia deportiva guiada por un reglamento de estas características: ¿la encontraríamos justa?, ¿la veríamos legítima?, ¿creeríamos que los resultados de la misma dependerían del verdadero desempeño de los equipos, o creeríamos más bien que las posibilidades de triunfo del equipo redactor del reglamento serían mucho mayores que las del resto?

Basta plantear las cosas desde esta perspectiva para entender el rechazo de la oposición boliviana a la Ley de Organizaciones Políticas. Esta no se debe, como algunos intelectuales filomasistas plantean, a que tengamos algo contra la institucionalización de los partidos, contra las primarias como método de selección de candidatos presidenciales, contra la imposición de medidas que den mayor representación a las mujeres en la democracia interna, contra la regulación del financiamiento partidario, etc. Todo esto es positivo y algunos partidos, como Unidad Nacional (UN), ya lo habíamos incorporado parcialmente en nuestro estatuto antes de la nueva ley. Nuestro partido reconoce la paridad de género y las primarias como una opción de definición de los candidatos desde su mismo nacimiento.

Pero el punto desgraciadamente no es este, porque para el Movimiento Al Socialismo (MAS) nunca se ha tratado de perfeccionar la democracia, ni ahora ni tampoco a lo largo de todos los años de dominio político de este partido. El MAS ha usado sistemáticamente su mayoría en el sistema de decisiones, sobre todo los dos tercios con que cuenta en la Asamblea Legislativa, pero también su infiltración en el Poder Judicial, para favorecer la extensión de su poder, tanto en el espacio como en el tiempo. La Ley de Organizaciones Políticas no es más que uno de los elementos que ha usado dentro de su estrategia general que, por un lado, es característica de este partido y, por otro, es el principal problema que debe enfrentar el país en este momento histórico.

Para hacerlos funcionales a su estrategia, el MAS ha usado a los expertos a los que se convocó a redactar esta ley y al Tribunal Electoral, no sabemos si con su complicidad o forzándolo y abusando de su confianza: también ha usado sanos principios democráticos, como el empoderamiento de los militantes a través de las primarias, distorsionándolos. No es la primera vez ni tampoco será la última mientras no seamos capaces de sanar el sistema democrático nacional de la enfermedad que lo está carcomiendo. Esta dolencia le quita su condición de arreglo institucional objetivo, creado para resolver las diferencias políticas, formar gobiernos siempre transitorios, no quedarse con los malos gobernantes y asegurar una convivencia pacífica en el largo plazo.

Esta curación del cáncer de la dictadura depende en gran medida de la capacidad de que las fuerzas democráticas tengamos para defender el resultado del referéndum del 21 de febrero de 2016 y la Constitución, frente al deseo inconstitucional y arbitrario del presidente Morales de perpetuarse en el poder.

Seguramente tendremos que encontrar espacios dentro de la propia legislación aprobada en estos años, y quizá dentro de la propia Ley de Organizaciones Políticas que acaba de promulgarse, para impulsar nuestra lucha. Esta posibilidad será considerada por la Dirección de Unidad Nacional en el momento oportuno. Entretanto, nuestra principal tarea no será otra que seguir impulsando el movimiento del 21F y movilizarnos para que el Tribunal Electoral, cumpliendo su deber histórico, impida que Evo Morales se inscriba en las primarias del MAS para entrar por la ventana a unas elecciones en las que no le corresponde participar.