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Los caminos del diario del Che

En un primer momento, los militares creen que el Diario del Che tan solo está compuesto por la agenda alemana, vale decir, las anotaciones que van del 1 de enero al 7 de octubre de 1967. Pierden de vista el cuaderno anillado donde están anotados noviembre y diciembre de 1966, además de otros documentos en el reverso de aquel. Las dos partes del Diario quedan finalmente en custodia de Federico Arana Serrudo, jefe de Inteligencia del Ejército, después de haber pasado por varias manos. Primero por las de los oficiales que hicieron el inventario en La Higuera. El mismo 9 de octubre, cuando todavía el Che estaba con vida, el agente de la CIA, Félix Rodríguez, sin que nadie se lo impida, sacó fotografías con un minúsculo equipo especial que portaba, ayudado por un soldado cuyos dedos aparecen en algunas páginas (¡significa esto que Estados Unidos y la CIA tenían la primicia!).

A continuación, el documento fue transportado por Joaquín Zenteno Anaya, comandante de la VIII División en su viaje de retorno en helicóptero de La Higuera a Vallegrande, luego de haber transmitido la orden de ejecución de los prisioneros. No se sabe si esperó que la orden se cumpliera antes de partir, pero cuando llegó a la capital provincial coincidió en el aeródromo con el comandante en jefe, general Alfredo Ovando Candia, a quien le hizo entrega del documento. A los pocos días pasó a manos del jefe de Inteligencia, quien dice haberlo guardado en una modesta caja de zapatos al interior de la caja fuerte de su despacho.

Golazo desde media cancha. Hacia afuera se decía que el documento era un secreto de Estado celosamente guardado y no se permitiría a nadie conocerlo. Sin embargo, las filtraciones fueron muchas por dos razones principales: primero, porque buscaban encontrar en el texto nuevos elementos de incriminación contra los dos enjuiciados en Camiri, (Régis) Debray y (Ciro) Bustos, como puede apreciarse en la edición facsimilar que hizo el Ministerio de Culturas del Estado Plurinacional de Bolivia en octubre de 2009. En ésta, las partes del Diario en que se los menciona como Dantón y Pelado, respectivamente, aparecen subrayadas con lápiz rojo. Ambos no tenían calidad de combatientes, pero eran tan evidentes sus vínculos con la guerrilla que se habían convertido en chivos expiatorios en un aparatoso tinglado judicial montado en la capital petrolera de Bolivia. Y, segundo, surgieron ofertas millonarias de editoriales extranjeras interesadas en publicar el diario y para vender algo es inevitable mostrar la mercadería, habría dicho uno de los jefes militares. Muchos periodistas y agentes publicitarios tuvieron el privilegio de revisar durante varios días y semanas los originales en las oficinas del Gran Cuartel de Miraflores con el compromiso verbal de no publicar nada hasta no tener cerrado el trato.

(…) El presidente Barrientos, picado por la curiosidad, mandó pedir los manuscritos originales y los tuvo en su poder más de cinco días, cuenta el general Federico Arana Serrudo en Che Guevara y otras intrigas. La versión inédita del jefe de la Inteligencia militar boliviana en 1967. Precisamente en ese lapso Barrientos confió a uno de sus edecanes, Norberto Buby Salomón, la tarea de sacar una copia en el Ministerio de Gobierno, ya que solo allí se disponía del equipo adecuado gracias a los aparatos montados por la CIA. Ricardo Aneyba, suboficial de la Fuerza Aérea asignado en esas funciones, relató en Alas al viento. Memorias de un suboficial de la FAB que, como el copiado tomaba su tiempo, el ministro Antonio Arguedas invitó a Salomón a cenar y, al momento de salir, le hizo una seña imperceptible con los dedos, para que hiciera no una, sino dos copias.

Una de ellas llegó a poder de Fidel Castro, al decir de él “sin mediar remuneración alguna” (Introducción de Castro, 1968). En medio de una inmensa expectativa mundial el Diario del Che fue publicado en Cuba el 1 de julio de 1968, precedido de una “Introducción necesaria” del líder cubano. De manera casi simultánea apareció en grandes tirajes en diversos países e idiomas.

(…) El personaje clave de esta historia es Antonio Arguedas Mendieta. Abogado, capitán de servicios de la Fuerza Aérea, ministro de Gobierno y amigo personal de René Barrientos Ortuño. No hay evidencias de que haya estado entre los fundadores del PCB (Partido Comunista Boliviano), como él mismo alguna vez lo sostuvo. Pero es seguro que militaba en el PIR (Partido de la Izquierda Revolucionaria). (…)

Ya convertido en abogado y capitán de servicios de la Fuerza Aérea, fue elegido diputado en las elecciones de 1964 por el sector barrientista del MNR (Movimiento Nacionalista Revolucionario).

(…) Arguedas fue designado subsecretario del Ministerio de Gobierno de la Junta Militar presidida por Barrientos. La CIA expresó su disgusto por este nombramiento, pues consideraba a Arguedas un “marxista encubierto”.

(…) El 6 de agosto de 1966, Antonio Arguedas fue nombrado ministro de Gobierno en el gabinete de Barrientos. (…)

Todavía el 20 de abril de 1968, cuando faltaban solo tres meses para su espectacular huida a Chile, Arguedas ocupaba las primeras planas de los periódicos al denunciar el desmantelamiento total de las redes de enlaces que actuaron “antes, durante y después de la intentona guerrillera y que evidencian ampliamente la injerencia de Fidel Castro en la asonada guerrillera que fracasó en Bolivia” (Presencia, 20 de abril de 1968). (…) Lo que nadie podía imaginar entonces es que Arguedas, para esas fechas, ya había mandado a Cuba copias fotostáticas del Diario del Che a través de su amigo y correligionario de las épocas del PIR, Víctor Zannier Valenzuela.

(*) Fragmento del estudio introductorio de la segunda edición de la Biblioteca del Bicentenario de Bolivia del Diario del Che en Bolivia, que será presentado este martes 9 de octubre en el atrio de San Francisco con un espectáculo audiovisual y un homenaje musical.