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La hora de la cautela con Brasil

En el recuento de los “grandes temas” que Bolivia y Brasil desarrollaron en los últimos tres años, el ahora exembajador de ese país Raymundo Santos Rocha Magno afirmaba que acaso este sea uno de los mejores momentos en la relación bilateral, y lo hacía a plena conciencia del distanciamiento ideológico de los presidentes Michel Temer y Evo Morales: “el pragmatismo adoptado por los dos gobiernos favorece a la superación de diferencias ideológicas y programáticas, propiciando relaciones dinámicas y fluidas”.

No es poco lo que se hizo, recordaba el entonces embajador Rocha Magno: en energía se vino discutiendo la construcción de una hidroeléctrica binacional, la interconexión eléctrica y la venta de gas natural; en infraestructura caminera, principalmente el avance de estudios técnicos y económicos del futuro Corredor Ferroviario Bioceánico de Integración (CFBI); en Comercio, el desarrollo de la Cámara de Comercio Boliviano-Brasileña; mutuas misiones empresariales, la participación de Brasil en la Expocruz después de 18 años; en cooperación técnica, 18 proyectos, en distintas fases, en agricultura, seguridad pública, metrología, recursos hídricos y medio ambiente.

En cooperación en seguridad pública, la consolidación de una sola estrategia de lucha contra la criminalidad transfronteriza, especialmente contra el narcotráfico, además de cooperación en inteligencia, llegándose al primer gabinete binacional de seguridad en 2017; está en agenda la creación de un laboratorio boliviano contra el lavado de activos.

ORGANISMOS. Incluso en el tema político multilateral, según el embajador Rocha Magno había o aún hay una buena perspectiva en cuanto al apoyo brasileño a las gestiones de presidencia pro témpore de Bolivia tanto de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), como (en 2019) de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (Celac).

Pero si con el liberal de centroderecha Michel Temer se pudo llegar a entendimientos con una actitud pragmática, el punto está qué se puede hacer ahora con la derecha extrema de Jair Bolsonaro.

“Hay que tener mucha responsabilidad” ante el nuevo gobierno, remarca la diputada Sonia Brito, del Movimiento Al Socialismo (MAS).

Por el “peso específico” que tiene Brasil en la región; peso que para Bolivia es incluso mayor que juntos todos los países que nos rodean, afirma el analista internacional Franklin Pareja, quien insiste en que todo irá según lo “inteligente, práctica y profesional” que pueda ser la diplomacia boliviana, ya no solo con relación a Brasil sino con el resto de la región.

A lo que apunta el sociólogo boliviano radicado en Sao Paulo Eduardo Schwartzberg (página 9 de esta misma edición), es que más que el Partido de los Trabajadores (PT), el gran perdedor en la Cámara de Diputados es el Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), que bajó de 49 a 29 representantes. Hay que señalar que esta cámara está compuesta por 513 diputados. Según el Tribunal Superior Electoral (TSE) de Brasil, tras las recientes elecciones ahora tienen presencia 30 organizaciones políticas, de las cuales dos detentan las mayorías relativas: el Partido de los Trabajadores (PT) con 56 escaños, y el Partido Social Liberal (PSL) con 52 representantes (siendo éste un triunfo espectacular, como hace notar Schwartzberg, pues en 2014 tenía apenas un diputado). Con todo, a dichos partidos les siguen seis que tienen sobre 30 diputados cada uno; tres sobre 20; y cinco sobre 10 legisladores. 15 organizaciones políticas están representadas cada una por menos de 10 diputados.

En el Senado Federal brasileño, que está compuesto por 81 legisladores, las cosas tampoco dan para “mayorías aplastantes”. En esta instancia hay 20 organizaciones políticas con representación parlamentaria. Allí, la primera mayoría la detenta el Movimiento Democrático Brasileño (MDB), con 12 senadores; siguiéndole con ocho el PSDB (del presidente Temer), con siete la agrupación Demócratas; y con solo seis el PT, lo mismo que el Partido Social Democrático y el Partido Progresista. El triunfante PSL del electo Jair Bolsonaro apenas logró cuatro legisladores en el Senado.

De modo que en ambas cámaras, mucho ha de jugar la política de alianzas que los dos grandes frentes, el PSL y el PT, logren articular.

ESCENARIO. Será en este complejo escenario de dispersión política que se decidirá, por ejemplo, el futuro de la adhesión de Bolivia al Mercosur. Como informó el embajador Rocha Magno en este mismo suplemento (14 de octubre), la adhesión boliviana estaba a punto de ser considerada en el plenario de Diputados (ya había superado las fases de comisiones, de Justicia y Relaciones Exteriores); luego debe ira al Senado, donde, según el diplomático, “es un proceso más rápido y sencillo”. Está por verse.

Con relación al megaproyecto del Corredor Ferroviario Bioceánico de Integración, el embajador Rocha Magno destacaba la condición material de años de integración ferroviaria entre Bolivia y Brasil: “Actualmente, Brasil es el único país con el cual Bolivia ya dispone de una integración ferroviaria efectiva, con condiciones de operar y con registro de transporte de carga entre los dos países”; por esta misma razón pudo desarrollarse, por ejemplo, la exportación de urea, destacaba Rocha Magno. De ahí que dijera que “la prioridad de Brasil es agilizar el flujo ferroviario de mercaderías entre las dos naciones”. A la fecha, sobre el CFBI, con Brasil se tiene firmado el Memorándum de Entendimiento entre el Ministerio de Transportes, Puertos y Aviación Civil de Brasil y el Ministerio de Obras Públicas, Servicios y Vivienda de Bolivia, pacto suscrito el 5 de diciembre de 2017 en Brasilia, en presencia de los presidentes Evo Morales y Michel Temer. Brasil ha estado participando, apuntaba el embajador Rocha Magno, “en un alto nivel no solo de las reuniones presenciales del CFBI en La Paz, Cochabamba y Lima, sino también de las reuniones técnicas periódicas, que se realizan por videoconferencia”.

El proyecto, como se sabe, también incluye la participación (a través de adhesiones oficiales) de Perú, Paraguay y Uruguay. De aquí que el anuncio del presidente chileno, Sebastián Piñera, de que había hablado con Bolsonaro de un “corredor bioceánico que unirá el Atlántico con puertos chilenos del Pacífico” que, además, según el periódico La Tercera, “excluiría a Bolivia” fuese respondido por el canciller boliviano Diego Pary, haciendo referencia a la “solidez” del proyecto boliviano. “Bolivia tiene un proyecto serio, muy bien organizado, que no nace en este momento, sino que se viene gestando hace varios años. Un proyecto que está ya consolidado, coordinado con varios de los países de Sudamérica, que lo hemos encabezado Perú y Bolivia, y hemos ido sumando a varios de los países de Sudamérica y también, actualmente, varios de Europa”, destacó en su oportunidad Pari.

GAS. En lo relativo al gas, el embajador Rocha Magno había precisado que en 2019 se venía una nueva “fórmula de contrato”, por la que “se va a dar más libertad a las empresas de los estados de Brasil, para que negocien y demanden el gas a YPFB”; será por Estados y ya no entre las empresas nacionales Petrobras-YPFB.

Aquí, el experto en hidrocarburos Mauricio Medinacelli no deja de hacer algunas prevenciones: “El volumen (de venta de gas) va a ser menor, probablemente los precios sean más bajos, pero no debido a este nuevo presidente; sino porque el mercado de gas natural de Brasil es distinto; si ganaba uno u otro (candidato), la situación iba a ser la misma; probablemente ahora sea un poco más agresiva la participación del sector privado, las negociaciones sean más duras, pero no creo que sea él (Bolsonaro) el causante de un menor (volumen vendido), pues Brasil tiene más gas natural, hay más LNG, y no tenemos las reservas como para asegurar un gran volumen por largo tiempo”.

En lo relativo a que se tratará más de negocios con los Estados, Medinacelli apunta que en realidad las protagonistas serán más las “empresas distribuidoras de los Estados, y probablemente sean contratos más de corto plazo. Pero de que seguiremos vendiéndole gas a Brasil, lo vamos a seguir haciendo; además falta pagar el ducto; entonces, para pagar el ducto hay que mandar gas”.

En cuanto a la perspectiva de los bloques regionales como la Unasur o la Celac, en los cuales precisamente Bolivia estará al frente, si bien Rocha Magno adelantó que la visión de Brasil es desideologizar ambos organismos, “preservar el instrumento de cooperación y ser un mecanismo de discusión que dé soluciones para gestiones concretas”. El politólogo Pareja considera que el Alba, Unasur y la propia Celac “están completamente debilitados porque se han creado en un momento en el que la región tenía afinidad ideológica, cuando gobernaban Chávez, Correa, Kirchner, Bachelet, Lugo, Evo (Lula); hoy, Venezuela está interpelada por la comunidad regional y Bolivia queda aislada. No hay ninguna perspectiva de que se pueda operar eficazmente desde estos espacios de la integración regional”.

Al respecto, la diputada Brito insiste en que no hay que adelantarse: “No tenemos datos concretos para tener una idea de cómo reaccionará (el gobierno de Bolsonaro). A todos los países nos conviene participar en instancias multilaterales, sea de la naturaleza que fueren. Unasur, el Mercosur no son instancias ideológicas, son instancias económicas, comerciales y políticas; Brasil no se puede quedar solo en los acuerdos internacionales, necesita de otros países, incluso como mercados. No debemos alarmarnos, y no creo que el futuro presidente de Brasil asuma una posición que vaya a perjudicar estas relaciones internacionales, que fundamentalmente son comerciales”.

Con todo, Pareja advierte de la posibilidad de que las relaciones que menos tengan que ver con la visión ideológica de cada quien, igual puedan ser incididas por el antagonismo ideológico con el nuevo Presidente brasileño.

“En el sentido geoestratégico, económico”, el gas, la seguridad en frontera, la migración, el narcotráfico serán vistos en el marco de una nueva visión gubernamental. “Bolsonaro, por ejemplo, anunció una lucha frontal contra el narcotráfico, lo que podría derivar en la militarización de las fronteras por parte de Brasil, y eso provocará un tensionamiento. Hay la probabilidad de que Brasil añada esto a cualquier negociación”.