Que la mujer lidere más alcaldías es la deuda pendiente
La discriminación positiva en favor de las mujeres sigue siendo necesaria, porque persiste la desigualdad social.
Amediados de octubre estuvo en Santa Cruz Luiza Carvalho, directora de ONU Mujeres para las Américas y el Caribe; asistió al II Encuentro de la Asociación de Magistradas Electorales de las Américas. En una pausa de su intensa actividad, platicó con Animal Político sobre la importancia de la presencia femenina en el quehacer político, resaltando que la igualdad entre varones y mujeres es el mejor mecanismo para garantizar una auténtica democracia en la región.
— En general, ¿cuál es la situación de la paridad y alternancia de género en las candidaturas?
— Dependiendo del nivel [de gobierno, nacional, regional o local], la situación cambia mucho. Hace unos tres años había cinco mujeres presidentas en Latinoamérica, ahora no tenemos ninguna. En el Caribe hay cinco mujeres consideradas Jefas de Estado, pero esta zona tiene un sistema diferenciado de América Latina, pues se rige bajo la legislación del antiguo imperio británico. Sin embargo, hay vicepresidentas muy activas en la región, como en Costa Rica, que salió una y entró otra muy buena; Panamá, con una autoridad muy activa, y Ecuador, muy eficiente, no solamente en temas de género sino también en términos de bienes públicos, de desarrollo humano y tratando de jalar agendas que fortalezcan las democracias. Ahora, cuando bajamos a los niveles legislativos, ahí la situación mejora bastante en nuestra región: tenemos el placer de detentar el segundo lugar del mundo (Bolivia), compartido con Cuba, el primero es Ruanda, pero este país tiene una situación muy excepcional y es que llegó al proceso de paridad producto de una guerra. Lo que se implantó fue el acuerdo de que las mujeres iban a ser desde el inicio 50% y hoy son casi 60%. Las Américas tienen un rol fenomenal en los parlamentos, con la excepción de tres países que no demuestran crecimiento como Belice, Brasil y, el caso más observado, Haití, que solo cuenta con una senadora. Tenemos de 8% a 10% de alcaldesas ocupando este puesto, es una deuda pendiente que los países encuentren en los tribunales electorales mecanismos de promocionar el liderazgo femenino.
— ¿Falta mayor promoción?
— Yo creo de todo el panorama.
— ¿En qué medida es necesaria aún la llamada ‘discriminación positiva’ en el ámbito político?
— En la medida en que la sociedad sigue siendo muy desigual. Suelen decir que las mujeres deben llegar por mérito, pero se olvidan de que ese mérito es socialmente construido, porque hay una sociedad desigual que construye desigualdades de acceso, de oportunidades, de información y de recursos. En las sociedades más igualitarias se puede a través de la meritocracia, pero en sociedades desiguales necesitamos mecanismos que puedan ecualizar oportunidades. Es por eso que Argentina en 1991 aprueba la primera Ley de Cuotas mundial que era el 30%, recientemente hace cuatro meses aprobaron la paridad. Aquí hay seis países que tienen ley de paridad.
— Parece que la presencia de las mujeres políticas es más en espacios locales y regionales, y cada vez menos en el ámbito nacional. ¿Esto sigue siendo así? ¿Por qué?
— En términos de las Asambleas las mujeres tienen una participación mejor, lo que cambia no son los espacios, sino las áreas de poder. En el Ejecutivo es donde tienen una mínima presencia y en el Legislativo se observa un crecimiento de la participación femenina, independientemente de lo local o regional. En Costa Rica hicimos un estudio con algunas alcaldesas, un acompañamiento en los últimos tres años y observamos que varias mujeres de gran éxito no competían para seguir con la función de alcaldesa. El motivo es que sienten que pasan por un proceso de violencia, que nosotros denominamos violencia política muy fuerte, con acosos, amenazas y sistemas partidarios que no las apoyan.
— Uno de los temas más importantes en los partidos es su democracia interna, ¿qué aportan las mujeres en esto y en qué medida se ven beneficiadas?
— Me gusta la palabra democracia, aunque muchas veces la usamos para justificar elecciones que no tuvieron fraudes y son consideradas democráticas; pero es mucho más que eso. La democracia es comprendida en su integralidad como un sistema que incluye, protege, promociona y avanza la solidaridad entre las clases sociales. La igualdad [de género] es la piedra fundamental para asegurar una democracia verdadera, donde todos puedan tener acceso y oportunidades, pero la desigualdad es la piedra fundamental para torcer y amenazar la democracia.
— Parece que procesos de negociación (como por la paz, por ejemplo) son más efectivos y duraderos cuando lo llevan adelante mujeres. ¿Sigue siendo así?
— En 1995, Naciones Unidas, en una reunión del Consejo de Seguridad, recibió a un grupo de mujeres africanas de movimientos organizados; estaban cansadas de que en los acuerdos de paz no se las tomara en cuenta. Esta movilización dio pie a la Resolución 1326, que cuida a la mujer en situaciones de conflictos y de paz. Durante el conflicto, las mujeres sufren de explotación, son obligadas a prestar servicios y a ocuparse de procesos en la gestión del conflicto, hasta la degradación y explotación sexual. Muchas veces en varios países la mujer sufre la limpieza étnica, que es el intento de predominio de un grupo étnico sobre otros, además de embarazarlas, para que puedan nacer más niños. Por eso, ahora en los acuerdos de Colombia tuvieron un gran empuje los temas de igualdad de género, porque con esto se presta atención al funcionamiento de las vocaciones económicas que puedan tener las mujeres en la guerra y en la paz.
La alternancia y paridad siguen siendo deuda
El rasgo más persistente de la violencia política contra las mujeres es que los partidos políticos fomenten la invisibilización del rol que pueden desempeñar en los ámbitos democráticos, tanto en el Legislativo como en el Ejecutivo, remarca la Directora de ONU Mujeres para las Américas y el Caribe.
“Las agrupaciones partidarias hacen los esfuerzos para que haya paridad y alternancia, ya que no solamente es el hecho de incluir en las listas a las mujeres, sino también en la posición de los escaños”, remarca.
La autoridad de Naciones Unidas afirma que esa actitud de los partidos es violencia política simbólica; sin embargo, hay otro tipo de agresiones más claras como son las amenazas y los ataques específicos.
“En nuestra reunión de Cuencas, en Ecuador, con las alcaldesas, éstas nos enseñaban marcas de machetes en varias partes del cuerpo; nos contaban sobre los ataques que sufrieron; una madre perdió un ojo y su hermano perdió la vida por defenderla”, cuenta Carvalho.
Comenta que es necesario pensar que la violencia hacia las legisladoras es muy fuerte, principalmente en los actos de rendición de cuentas de los alcaldes; hay varios casos de concejalas en Bolivia que además de no recibir la suficiente información sobre determinado caso, tuvieron que soportar amenazas e intimidaciones.
Carvalho dice que hay casos recogidos por ONU Mujeres en la región, el hecho, por ejemplo, de que algunas alcaldesas pudieron asumir su cargo solo después de su tercera elección, porque las dos anteriores habían sido amenazadas.
Esta autoridad también tocó estos temas en el II Encuentro de la Asociación de Magistradas Electorales de las Américas que tuvo lugar en Santa Cruz de la Sierra.
Luiza Carvalho. La promoción de la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres ha sido una orientación constante a lo largo de la dilatada carrera de la socióloga brasileña en el sistema de Naciones Unidas, tanto en el sector público como en la academia, destaca ONU Mujeres.
Datos
Nombre: Luiza Carvalho
Profesión: Socióloga.
Ocupación: Directora Regional para las Américas y el Caribe (desde noviembre de 2014).
Perfil
Antes de ONU Mujeres fue Coordinadora de Naciones Unidas en Filipinas (2012-2014), desde donde dirigió la respuesta del sistema humanitario ante el tifón Haiyan.