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Precarnaval electoral

Los últimos días se han producido dos hechos políticos que parecen el inicio del Carnaval 2019. Con disfraces, pepinos, demonios sueltos, y quienes creen que la democracia es su mingitorio. Pocos son los sensatos. Veamos los hechos: 1) La incapacidad del Órgano Electoral de administrar las primarias.

El OEP (Órgano Electoral Plurinacional) presentó la Ley de Organizaciones Políticas recomendando que las primarias se apliquen desde el 2024 y el oficialismo aceleró el proceso para conocer de una vez a su adversario, y tratar de legitimar por ley lo que está prohibido por Constitución (la habilitación del Ego). El OEP advirtió que no había tiempo suficiente. ¡Tal cual! renuncias, lío con los padrones de los partidos, militancia no consentida de miles de ciudadanos, colapso del sistema de consulta de militancia, y la conclusión de que el “árbitro” está cada vez más lejos de la supuesta meritocracia de la elección de vocales de 2015 y más cerca de la ineficiencia y descrédito de la “banda de los 7”, cuya renuncia fue exigida hasta por el oficialismo.

¿Quién va a creer que pueden administrar un padrón de más de 6 millones si no pueden con los padrones partidarios, alguno de millón y medio, otros de pocos miles? ¿Quién va a creer que nueve partidos decidieron falsificar la inscripción de ciudadanos, incluido el MAS, que tiene a Rafael Quispe de militante? ¿Alguien duda de que el brincoteo de nombres de un padrón a otro no es posible con un virus o el hackeo del sistema? Explicaciones estratocantinflescas de algún desconocido vocal titular decían que revisaron de manera aleatoria el 5% de los libros de los partidos, y se invalidaban si encontraban más del 5% de irregularidades o sea… el 5% del 5%. Es un chiste. Hay que ponerle la lupa al ¡Órgano Electoral!

2) Los binomios partidarios y las alianzas.

La inscripción de binomios fue una chanfaina: desfile de patriarcas —de 18 candidatos, solo tres son mujeres— ¡si no hay ley que los obligue no pasa nada!; solo el MNR presentó dos binomios y es probable que con ninguno alcance el umbral y pierda la personería jurídica. Todos los demás presentan un solo binomio, o sea… ¿para qué primarias si no hay de dónde elegir?

El MAS le hizo una afrenta al pueblo boliviano, el que en su mayoría dijo NO a su repostulación, yendo a inscribirse con su corte de adláteres y esbirros y, claro, con funcionarios públicos obligados, y se hizo pipi en la CPE. Cuando se le salió el Zapato me acordé de cuando salió lo de la Zapata. Mal augurio.

La candidatura de la oposición que polarizará la elección es la del binomio de Carlos Mesa y Gustavo Pedraza —Comunidad Ciudadana—, con candidatos que no vienen de partidos y proponen la renovación de la política con participación ciudadana. Si cumplen su oferta con listas de candidat@s seleccionad@s por su capacidad, honestidad, idoneidad e integridad, son una gran oportunidad para mejorar la calidad del sistema político. De yapa, no tienen detrás estructuras partidarias que presionen por la repartija de cargos. Ojalá no se equivoquen como Tuto en 2005, que bajó su intención de voto por la composición de sus listas con políticos mal vistos.

Las otras siete candidaturas no tienen ninguna oportunidad y no ameritan ser analizadas porque la tendencia es clara: en las elecciones presidenciales de 2005 la concentración del voto en los dos primeros fue del 82,34% (MAS 53,72% y Podemos 28,62%); el 2009 fue de 90,68% (MAS 64,22% y PPB-CN 26,46%); y el 2014 fue de 85,59% (MAS 61,36% y UD 24,23%). En otras palabras el MAS y CC compiten por el 87% o 90% del voto, mientras los otros siete binomios se reparten el saldo, añadiendo además que normalmente hay al menos un 3% de votos blancos.

Debo felicitar la decisión de Samuel Doria Medina que se comprometió a apoyar a quien tenga mejores opciones —Carlos Mesa— respondiendo a una persistente demanda ciudadana. El 2014 fue él quien tenía más oportunidades, había que apoyarlo. Para el 2019 el único con posibilidades de ganarle al MAS es Mesa, lo responsable es que los demás lo apoyen. Pero al mismo tiempo que UN disolvía la alianza, los demócratas de Rubén Costas inscribían un binomio de dos senadores casi desconocidos y de vieja data. El OEP rechaza la disolución por ser “unilateral” e inscribe al binomio presentado solo por MDS ¿Raro no? Si para la disolución deben presentarse los delegados de ambos partidos —UN y MDS—, para inscribir binomios debería ser igual, pero no. ¿Casualidad? ¡Claro que al MAS le conviene una oposición dividida! Al fin y al cabo… ¿a quién le hacen el juego los otros
siete binomios?