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Democracia censitaria

El ejercicio democrático se realiza en varias esferas y abarca un espectro mucho más amplio que la “democracia de la Antigua Grecia”. Sin embargo, hay quienes hoy, anacrónicamente, ignoran hasta los preceptos liberales más elementales de la democracia; ni qué decir de la democracia como noción ampliada. Armado el escenario para las primeras elecciones primarias institucionalizadas en Bolivia, incluidos los binomios habilitados, es preciso analizar la coyuntura que deviene.

Asambleas ciudadanas deliberativas, potestad y derecho sobre lo público, universalización del acceso a los servicios básicos, al uso de tecnologías o a la vivienda, por nombrar algo, hacen a la democracia como noción ampliada. En esta definición, que urge ser estudiada por los defensores del conservadurismo, también se ubica la necesidad de profundizar el ejercicio democrático en las organizaciones políticas. Ahora salen de la paleontología los partidos que durante el neoliberalismo, cuando la “democracia pactada”, se convirtieron en nada parecido a lo que teóricamente debieran ser: mediadores entre ciudadanía y Estado. Por eso la necesidad del análisis.

Las organizaciones políticas, definidas en la Ley 1096, debieran ser estructuras de construcción y decisión colectiva en torno a cuáles directrices son las más indicadas para posicionarse ante lo público. Cada organización —partido o alianza— se constituye y sostiene a través de la afinidad y acuerdos de las y los ciudadanos que la componen. Hay partidos, por tanto, producto de la heterogeneidad de ideas y objetivos. Esta puntualización, a priori elemental, es clave para entender el derecho que tienen las y los ciudadanos, expresado en su mediador-partido, de acordar posiciones y tomar determinaciones dentro de su estructura. Si el partido A pretende intervenir en determinaciones y directrices del partido B, se extingue la posibilidad de sostener la esencia y/o afinidad que reunió en un momento a los miembros de B. En democracia, el sistema de partidos debe garantizar la no intervención de un partido en otro.

Ambas descripciones —de democracia como noción ampliada y de organizaciones políticas— son angulares para rebatir dos consignas de la oposición: que “la democracia ha muerto”, y los criterios que tienen otros partidos respecto de las decisiones internas del Movimiento Al Socialismo (MAS), específicamente sobre el binomio Morales-García.

La democracia censitaria boliviana hoy atraviesa un proceso de vigorización directamente vinculado a la celebración de las primarias de enero, elemento que suma a la progresividad de la garantía y ejercicio de los derechos, en clave de universalización, que vive este país, evidenciado por organismos internacionales tales como la Organización de Naciones Unidas, la CEPAL o el Banco Mundial. La falsa sentencia sobre la muerte de la democracia no se sostiene en pie ni un minuto cuando se mira a cualquier familia boliviana de la que uno de sus miembros milita en alguna organización política o en una causa; cuando los padres ya no deben escoger al hijo varón para que continúe estudiando, en desmedro de la hija, por carencias económicas; cuando existe la posibilidad de ver en la teve el noticiero que más afinidad tenga con uno; cuando se puede usar el espacio público como territorio de protesta; o, simplemente, cuando se tiene constituido multipartidariamente el Parlamento.
La conducción del país por Morales y García, por lo tanto del MAS, ha garantizado el estado de bienestar que hoy vive Bolivia. Es esta la razón por la que la estructura del MAS IPSP ha determinado mantener su binomio hacia los comicios de 2019.

Las otras organizaciones políticas tienen sus razones para haber escogido a sus binomios. Y aunque muchos de éstos no parecen satisfacer a la totalidad de sus militantes —caso de la alianza de Demócratas con Unidad Nacional y el binomio Ortiz-Rodríguez, que dejó fuera de juego a Doria Medina—, ni la militancia ni la dirigencia del MAS cuestiona sus determinaciones internas. Las ideas se disputan entre los partidos cuando se compite por el voto de la gente, no cuando al interior de éstos se toman decisiones de carácter orgánico.

Partidos y alianzas competirán por obtener la confianza de la gente. La oposición tiene dos salidas: mantener la línea de acción que ahora sigue, que no logró plantearle ninguna certeza a la gente respecto a su vida cotidiana y, la segunda, empezar a ser serios y plantear abierta y públicamente el destino que quieren para Bolivia, para el bolsillo de las y los bolivianos. Del otro lado, el MAS con Evo y Álvaro continuará arando la tierra para sostener la cosecha de éxitos, entre lo que se puede mencionar la reposición de la dignidad del históricamente discriminado, la olla llena a la hora de las tres principales comidas y el hecho de que hoy las mujeres vivan en una sociedad que está resolviendo la sumisión en la que el patriarcado las ha tenido.