Frente a la interrogante de lo bien que se hizo y de lo que no se hizo para la economía boliviana en el periodo que terminamos, 2018, las respuestas son varias. Un amplio abanico de asuntos que tienen que ver con las responsabilidades que los actores o agentes económicos asumen, se predisponen para aportar o se niegan a sumarse a las oportunidades que se les presenta. En este último caso, dichos agentes: no quieren, no saben o no pueden aprovechar las oportunidades que les ofrece el despegue que ha emprendido la economía y el desarrollo nacional en los últimos 12 años, no obstante al cerrarse el modelo que confiaba en los agentes externos y abrirse un modelo que ensancha las oportunidades para las fuerzas productivas nacionales.

Lo bueno de este periodo, desde los indicadores macroeconómicos, fue el desempeño del PIB, por cinco años consecutivos liderando el crecimiento entre todos los países de Sudamérica.

La política económica y el crecimiento. El promedio del crecimiento está muy cerca del potencial de la economía boliviana, el mismo que se estima alrededor del 5% (Estimación oficial BCB). La economía boliviana ha crecido, en los últimos cinco años, de 2014 a 2017, en un porcentaje mayor al resto de los países sudamericanos. Esperando que esta fortaleza se repita para 2019, este último dato está confirmado por organismos internacionales, como el FMI, BM, CEPAL. La continuidad del crecimiento sostenido de la economía permitió elevar el PIB de 9.574 millones de dólares, en 2005, a 40.500 millones de dólares para 2018. Un incremento de 4,5 veces más.

El estudio de la economía no se queda en considerar solo el crecimiento del producto, de un país o región, es necesario abordar la distribución del ingreso, preguntándose: ¿A cuántos sectores de la población benefician los frutos del  crecimiento económico?, y ¿los frutos del progreso se concentran en élites que detentan el poder económico?, o por el contrario, las políticas implementadas, ¿tienden a favorecer a capas más amplias de la sociedad?

Crecimiento y distribución. Los frutos del crecimiento deben ser distribuidos y redistribuidos de manera que se aspire a estrechar las brechas existentes entre ricos y pobres, esta es la decisión que toma un modelo económico inclusivo.

Los instrumentos que utiliza para generar ingresos los ejecuta a través de su política tributaria y de endeudamiento que permitió un desempeño agresivo de la inversión pública, registrando cifras récord y en permanente crecimiento, cuya fuente de financiamiento es mayormente interno.

Los déficit, tanto fiscal como de la balanza comercial fueron disminuyendo con relación al periodo anterior.

La distribución y redistribución del ingreso continuó realizándose mediante la política salarial y los bonos sociales. Asimismo, el crecimiento del producto, según el modelo y datos proporcionados, nos permite verificar incrementos en el consumo de bienes y servicios por parte de la población y agentes empresariales. Los datos de 2018 también muestran crecimiento en el consumo.

La CEPAL, en su último informe sobre la economía boliviana, afirma que “la expansión de la economía de Bolivia se explica por la inversión pública y sostenimiento del ritmo del consumo”. Dicho organismo internacional reafirma las consideraciones que estamos tratando en este análisis, el correcto funcionamiento de un modelo que no concentra la riqueza, sino que la redistribuye.

Política monetaria y liquidez. La política monetaria del BCB también coadyuvó al desempeño de la economía. Estas políticas se caracterizaron por ser expansivas, evitando la falta de liquidez y se debilite la estabilidad financiera, permitiendo que los créditos otorgados por las instituciones de intermediación financiera (bancos) cumplieran con los requerimientos de la demanda. La política expansiva no ocasionó ningún efecto adverso en la subida de precios, la inflación se mantiene controlada y se prevé terminar con la más baja entre los países de la región.

La estabilidad del tipo de cambio permitió frenar las expectativas de la población sobre el valor del dólar, favoreciendo la orientación expansiva de la política monetaria y avanzando en el proceso de “bolivianización”, que permite una mayor confianza en nuestra moneda.

Los logros de la economía boliviana, en 2018, son de conocimiento y admiración internacional.

Lo malo de 2018. Lo negativo viene del contexto externo, uno adverso, de los principales socios: Brasil y Argentina que ocasionaron bajas en los pedidos de gas. La baja en el precio del petróleo es ocasionada por maniobras norteamericanas. En lo interno, la actitud de la mayor parte del empresariado privado que, con sus análisis microeconómicos, no se disponen a dar más fuerza al despegue económico del país.