Sunday 16 Feb 2025 | Actualizado a 21:58 PM

José Pimentel Castillo: El MAS debería fortalecer a quienes lo crearon

Hace unos días se encontraron ex y actuales altos dirigentes de la COB.

/ 27 de marzo de 2019 / 04:00

A mediados de marzo en la ciudad de La Paz tuvo lugar una peculiar reunión: el encuentro entre exaltos dirigentes de la Central Obrera Boliviana (COB) “que cumplieron funciones hasta 1987” y las actuales dirigencias nacional y departamentales. El orden del día incluía tan solo dos puntos: el “rol político histórico de la COB” y el análisis de la actual coyuntura. ¿Por qué “hasta 1987”? Ese el año del VII Congreso de la COB, posterior a la derrota de la Marcha por la Vida, cuando se impone, dice nuestro entrevistado, “una tendencia antilechinista”, “ahí creo que la COB nació y murió con don Juan”; es el inicio de la “práctica dispersión de la COB (cuando) había entrado en una etapa de sobrevivencia, antes que de proyección histórica. Yo creo que hay que partir de la crítica si queremos sacar experiencias. En ese sentido hemos hecho una rememoración histórica de lo que había sido la COB”.

— Solo había dos puntos: el rol histórico de la COB y el análisis de la coyuntura. Da la idea como de refundacional…

— Yo creo que sí. Este gobierno, este proceso es de los movimientos sociales, y el gran articulador de los movimientos sociales ha sido la COB; pero también vemos que hoy la COB no es lo que era antes. Hay sectores que han salido de la COB, choferes, cooperativistas, y también han emergido nuevos actores, las juntas de vecinos y otros. Entonces, vale la pena hacer una reflexión: cuál era la potencialidad de la COB y cómo en el proceso actual se podría fortalecer; la conclusión central es que hay que apoyar este proceso, y la única manera de hacerlo es profundizándolo. Hay tareas que desde nuestra lógica histórica no se están cumpliendo.

— ¿Cómo está la corriente de la independencia sindical, incluso ante el MAS?

— La independencia de clase siempre la hemos sentido, independencia ante las otras clases, no ante nosotros mismos; tenemos un programa, una doctrina, unos principios; y esa es nuestra línea; en la medida en que un gobierno coincida con nuestro principio, naturalmente se tiene que apoyar; si se debe participar en ese gobierno que hace lo que nosotros queremos, la independencia es del gobierno, no de nosotros.

— ¿Está mal entendido eso de la independencia sindical?

— Eso ya es un juego para decir que el sindicalismo es apolítico, que no debe meterse en política o finalmente en un gobierno. Pero la COB desde su nacimiento lo ha hecho, la razón de ser de la COB es disputar el poder; no es una organización sindical tradicional que pelee por salarios, por reivindicaciones económicas; le interesa la transformación del país.

— ¿Cómo se debate la relación con el Pacto de Unidad, con los indígenas, campesinos?

— Hay que pensar que el Pacto de Unidad, CSUTCB y colonizadores son parte de la COB, y si ellos han buscado un espacio político es porque la COB no les respondía. En la medida en que la COB tenga un discurso nacional, para todos los sectores, pienso que ellos van a volver con una nueva dinámica a la COB; en el caso del Conamaq, de la Cidob, son elementos nuevos que hay que tomar en cuenta, realidades que hoy están saliendo, que podrían si no integrarse a la COB, tener una participación conjunta.

— Pero siendo la COB la entidad matriz…

— No. Es un proceso dialéctico; en la medida en que la COB tenga un discurso incluyente, reivindique a todos los sectores, puede volver a ser la entidad matriz, como se decía antes; pero en la medida en que no articule todos esos intereses diversos, de las clases y los sectores, tal vez vale la pena ir separados, hacer alianzas coyunturales, circunstanciales.

— Una peculiar resolución del encuentro es la formación de ‘Comisiones permanentes’ de monitoreo…

— Lo que no puede ocurrir es que haya una propuesta, unos candidatos que nunca estén sometidos al control, fiscalización y orientación de la organización sindical; eso ocurre, por ejemplo, con muchos senadores y diputados, que viniendo de sectores sociales no responden al interés o dan informes a sus sectores; esa dinámica hay que romperla. En general, con los dirigentes antiguos, los planteamientos venían desde las asambleas, y la continuidad o revocatoria era automática en una asamblea; ahí no había el estatuto ni nada: si se decidía, se lo cambiaba.

— Una tradición sindical…

— Yo creo que el modelo neoliberal ha hecho que las organizaciones sindicales se sientan limitadas en el debate político, hayan sido constreñidas a una actividad casi gremial; y cuando hay tareas de gran responsabilidad, como la conducción del país, naturalmente hay que hacer un gran esfuerzo para superar, recuperar, fortalecer a las organizaciones sociales.

— En esa línea va lo de las comisiones…

— Sí. Pensamos que el dirigente, esté en la COB, en el parlamento, en el ejecutivo, debería informar, y la clase obrera naturalmente fiscalizar, orientar la acción de cualquiera que sea su representante.

— Parece que como nunca, ahora sí es un momento especial, pues cabe la posibilidad de que el MAS no gane con contundencia y hasta pierda en una segunda vuelta. ¿A esto se refieren con profundizar el cambio?

— Yo creo que tenemos que volver al discurso de 2005, 2006; hemos logrado la Asamblea Constituyente, hacer una valoración de cuánto se está ejecutando; somos un estado plurinacional, ¿qué tipo de democracia tenemos, es la misma parlamentaria o es la democracia participativa? Repensar el proyecto histórico va a lograr cohesionar a los sectores sociales. Si la gente no percibe que se va a profundizar, que se va a avanzar, creo que el riesgo es muy grande.

— ¿Se ha hablado de candidaturas obreras para las elecciones?

— Lo que creo es que sí la COB debería tener un programa de gobierno claro, para plantear al Gobierno, si es que va en alianza con el Gobierno; y hacer que ese programa, la acción gubernamental responda al interés de todos los afiliados a la COB.

— Usted dirá, pero una cosa parece ser el proceso de cambio y otra el MAS, que pueden estar más o menos en sintonía.

— El MAS es el instrumento político, tú lo has dicho, del Pacto de Unidad; el MAS no es un partido, qué ideología tiene; es un instrumento electoral para llevar adelante los planteamientos de los movimientos sociales; el MAS se debilita en la medida en que los movimientos sociales se debilitan (cuando) no tienen planteamientos; eso es lo que está ocurriendo, no hay una dirección política, que a veces es pretendidamente suplantada por el aparato estatal; por eso creo que el gran dilema del MAS es fortalecer a quienes lo han creado.

— ¿Eso significa tener mayor presencia de la COB o del Pacto de Unidad en la gestión misma?

— Tal vez hay que plantearse objetivos, metas, tareas, y eso a veces no lo vemos en los congresos de los sectores sociales. ¿Quién recuerda el congreso de la CSUTCB o los planteamientos del congreso de la COB en Santa Cruz? Esta reunión ha tratado precisamente de redimensionar los objetivos, que no se reduzcan a problemas economicistas, gremiales, sino de transformación estructural de la sociedad.

— Fue una cita de reflexión…

— Retrotraerse a los viejos tiempos de la COB. Ésta era la única organización que representaba los intereses populares, hoy la COB no es eso, pero deberían ser los movimientos populares en su conjunto los que den la dirección del proceso. Se ha hablado, tal vez con cierta dureza, de la presencia en el Gobierno no de los sectores populares; si la COB, el Pacto de Unidad lograran representar eso, los planes del Gobierno coincidirían de pleno con las aspiraciones del pueblo.

— Mayor presencia popular, tal vez se reclama.

— Sí.

José Pimentel Castillo. “En 1952 las masas armadas tuvieron la capacidad de imponer un programa de gobierno al MNR, la nacionalización de las minas y la reforma agraria; hoy, los movimientos sociales lograron imponer el tema de hidrocarburos, la Asamblea Constituyente”.

Datos

Nombre: José Antonio Pimentel Castillo.

Nació: 23 de agosto de 1949 en Catavi, Potosí.

Ocupación: Es docente en la Universidad Nacional Siglo XX, ubicada en Llallagua, Potosí.

Perfil

Dirigente de la Federación Sindical de Trabajadores Mineros de Bolivia (FSTMB), fue diputado por el MAS entre 2006 y 2010; ministro de Minería de 2010 a 2012.

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Santa Cruz, entre lo local y lo nacional

Reymi Ferreira y Daniel Valverde analizan las proyecciones cruceñas en el marco de la carrera tras las elecciones presidenciales 2025.

/ 15 de febrero de 2025 / 22:27

Las elecciones presidenciales de 2025 encuentran al departamento de Santa Cruz en un momento político complejo. A pesar de su relevancia actual, por su economía y peso poblacional, los liderazgos cruceños de cuño tradicional aparecen fragmentados y sin una proyección clara más allá de lo local. La persistencia de discursos regionalistas y la irrupción de nuevas figuras políticas están reconfigurado el escenario.

Para entender esta situación, Animal Político, de La Razón, entrevistó a dos conocedores de la realidad boliviana y cruceña en particular. Reymi Ferreira, abogado y exministro de Defensa, y Daniel Valverde, exdiputado y exdirector del Observatorio Político Nacional de la Universidad Autónoma Gabriel René Moreno, nos presentan sus perspectivas. Ambos analizan la situación del liderazgo cruceño, los discursos que se vienen desplegando y las nuevas dinámicas políticas que emergen en el departamento.

La limitación del discurso regionalista

Según Ferreira, la política cruceña ha estado marcada por un enfoque localista que impide la consolidación de un liderazgo nacional. «Los candidatos son bolivianos, la elección es nacional, no regional», enfatiza. Añade que figuras como Luis Fernando Camacho y los liderazgos cívicos han construido su discurso sobre la base del victimismo frente al centralismo, lo que les impide trascender más allá de Santa Cruz. «No tienen un discurso nacional porque no pueden, no lo entienden ni lo saben construir», sostiene.

Por su parte, Valverde, exdiputado y exdirector del Observatorio Político Nacional, coincide en que el localismo ha sido una traba para la proyección de liderazgos cruceños. Discursos como el de “le damos de comer a Bolivia” puede ser atractivo dentro de Santa Cruz, pero fuera de ella genera rechazo. El también abogado señala que Santa Cruz sigue atrapada en una «microcultura política» que impide una mayor integración nacional.

Esta limitación discursiva ha impedido que los políticos cruceños logren generar una agenda nacional con propuestas claras y articuladas. En lugar de posicionar un proyecto integrador que dialogue con el resto del país, muchos de ellos continúan apelando a una retórica de confrontación con el gobierno central. Esto, según Ferreira, «se convierte en un arma de doble filo, ya que refuerza la identidad cruceña, pero limita el apoyo fuera del departamento». Como resultado, los candidatos cruceños que buscan proyección nacional suelen verse marginados en las elecciones generales, donde la mayoría del electorado se encuentra en el eje central del país.

División en Santa Cruz

Valverde destaca que la falta de un discurso incluyente también ha generado fracturas internas dentro de Santa Cruz. «El regionalismo extremo ha llevado a que muchos sectores de la población, especialmente aquellos de origen migrante, no se sientan representados por las élites políticas tradicionales», afirma. Esto ha dado lugar a un desencanto con la clase política y ha abierto espacio para nuevos actores que intentan llenar ese vacío con propuestas más integradoras o, en algunos casos, con discursos populistas.

El desafío para los políticos cruceños radica en trascender la narrativa del agravio y construir una visión de país que conecte con la diversidad del electorado. «Si Santa Cruz quiere influir en Bolivia, debe pensarse como parte del país y no como una isla», asevera Ferreira. La clave estará en desarrollar un liderazgo que entienda la complejidad del país y que logre articular una propuesta nacional sin perder de vista las particularidades de la región.

El impacto del paro de los 36 días

Uno de los eventos más significativos en la política cruceña reciente fue el paro de los 36 días entre octubre y noviembre de 2022. La movilización, que exigía censo poblacional en 2023, tuvo como su protagonista más visible al gobernador Luis Fernando Camacho. Ferreira califica el hecho como «una medida absurda e irracional que solo dañó a Santa Cruz». Aunque reconoce que el electorado más fiel de Camacho sigue respaldándolo, sostiene que el apoyo empresarial y de sectores menos radicales se ha debilitado. «Los empresarios podrán ser de derecha, pero son empresarios. No van a seguir alentando acciones que les perjudican económicamente», argumenta.

Valverde complementa esta visión destacando que la detención de Camacho a finales de 2022 reconfiguró el escenario político. «El camachismo sigue teniendo una base leal, pero el paro evidenció sus limitaciones», dice. Añade que la falta de una estructura partidaria consolidada hizo que la influencia de Camacho dependiera más de la emotividad que de una visión política estructurada.

Tuto Quiroga y la disputa por el electorado cruceño

En la carrera electoral en la que ya está involucrado el país, Jorge «Tuto» Quiroga ha intentado posicionarse como el heredero del capital político de Camacho en Santa Cruz. Ferreira sostiene que «Quiroga representa a la vieja derecha cruceña, el legado de Banzer, y eso le da cierto atractivo para el sector conservador». Sin embargo, advierte que el electorado cruceño también ha cambiado y que el precandidato podría no ser capaz de capturar el apoyo que Camacho tenía en su momento más fuerte.

Valverde refuerza esta idea. «Los sectores tradicionales se sienten cómodos con Quiroga, pero no está claro que pueda movilizar el mismo nivel de respaldo que tuvo Camacho en 2019 y 2020». Añade que el desgaste de los partidos tradicionales hace que muchos votantes busquen alternativas fuera de la derecha clásica. Precisa que el camachismo “tiene un componente tradicional y otro popular en su votación. Tuto va recibir el componente tradicional. Sin embargo, Tuto no tiene la chispa o llegada espontánea de Luis Fernando Camacho para conectarse con el conglomerado popular”.

Quiroga enfrenta un reto significativo en su intento por consolidarse como el líder indiscutible de la derecha cruceña. Su imagen, fuertemente vinculada a los gobiernos neoliberales de finales del siglo XX, genera tanto simpatías como rechazo. Mientras que para algunos representa estabilidad y experiencia, para otros es símbolo de una política agotada y poco innovadora.

Desafíos en Santa Cruz

Además, la fragmentación del electorado cruceño dificulta su consolidación. «Tuto no solo compite contra el desgaste natural de su figura, sino también contra una base de votantes que, aunque tradicionalmente conservadora, busca renovación», explica Valverde.

Otro desafío es la competencia con nuevos actores políticos que han emergido en Santa Cruz y que apelan a sectores populares desencantados con la política tradicional. «El voto joven y el voto migrante, que han sido cruciales en recientes elecciones, podrían no inclinarse fácilmente hacia Quiroga», señala Ferreira. En este sentido, su éxito dependerá de su capacidad para ampliar su discurso y conectar con un electorado más heterogéneo.

Quiroga busca capitalizar el vacío dejado por Camacho, que fue candidato presidencial en 2020, pero su éxito no está asegurado en Santa Cruz. Si bien cuenta con el respaldo de sectores tradicionales, su desafío será demostrar que su liderazgo puede trascender el pasado y adaptarse a las nuevas dinámicas políticas.

La irrupción de Chi Hyun Chung

Una de las figuras que ha ganado relevancia es la del pastor evangélico Chi Hyun Chung. Según Ferreira, «Chi ha tenido la inteligencia de evitar el discurso regionalista y enfocarse en un mensaje nacional». Valverde, sin embargo, ve con escepticismo su proyección. «Chi es un improvisador, su discurso es desestructurado, pero juega con la imagen de outsider», sostiene.

La popularidad de Chi Hyun Chung radica en su capacidad para atraer a un electorado desencantado con la clase política tradicional, tanto oficialista como opositora. Su perfil, que combina religión y política, ha resonado especialmente entre los sectores más conservadores de las clases populares y en aquellos que demandan un cambio radical. Su mensaje se apoya en una narrativa antisistema, apelando a la idea de que los políticos tradicionales han fracasado en la administración del país.

A diferencia de otros candidatos, Chi ha logrado captar la atención tanto en Santa Cruz como en otras regiones del país, particularmente en sectores populares que se sienten marginados. Su estrategia se basa en un discurso moralista y en la promesa de algo nuevo y diferente.

Sin embargo, su falta de experiencia y conocimiento en la administración del Estado puede jugarle en contra. «No basta con ser una figura novedosa; tarde o temprano, tendrá que demostrar que tiene un plan viable para gobernar», advierte Valverde. Además, su postura conservadora y su fuerte vinculación con el evangelismo pueden limitar su crecimiento en sectores más progresistas o con posturas laicas.

Otro factor que podría influir en su futuro político es la incertidumbre sobre la legalidad de su candidatura. Al haber nacido en Corea del Sur, algunos sectores han puesto en duda si cumple con los requisitos constitucionales para postularse a la presidencia. «Esto podría convertirse en un obstáculo clave en su campaña, si se presentan impugnaciones», advierte Ferreira.

El MAS en Santa Cruz

El Movimiento al Socialismo (MAS) sigue siendo una de las fuerzas políticas más influyentes en Bolivia, y Santa Cruz no es la excepción. A pesar de los desafíos que enfrenta, el partido oficialista mantiene un respaldo sólido en el departamento, particularmente entre los sectores populares y migrantes. Ferreira sostiene que «hay un 25% o 30% del electorado cruceño que votará por el MAS, sin importar la sigla o el candidato». Esta base de apoyo proviene principalmente de trabajadores, comunidades indígenas y sectores urbanos empobrecidos que han sido beneficiados por las políticas sociales implementadas durante los gobiernos del MAS. La cifra citada por el exministro es consistente con los resultados electorales de los últimos ciclos electorales desde 2005 en adelante.

Sin embargo, el MAS enfrenta una creciente fragmentación interna que podría afectar su desempeño. La disputa entre Evo Morales y Luis Arce ha generado incertidumbre dentro del partido y ha debilitado su capacidad de movilización. Valverde señala que «el MAS tiene que reconstruir sus pactos con sectores productivos y empresariales si quiere mantener su influencia». A pesar de estos conflictos, la estructura organizativa del MAS sigue siendo una de sus mayores fortalezas, permitiéndole mantener una presencia constante en el territorio.

Mientras los liderazgos cruceños se encuentran divididos entre distintas facciones, el MAS sigue apelando a su electorado con una estrategia basada en la estabilidad y la continuidad de sus políticas. «Los sectores que apoyan al MAS ven en el partido una opción predecible frente a la incertidumbre que presentan otras alternativas», explica Ferreira.

Si bien el voto leal al partido representa una porción significativa del electorado, ganar nuevos adeptos sigue siendo complicado debido a la percepción de que el MAS es un partido centralista y ajeno a los intereses cruceños.

Tiempos complejos

Las reflexiones de Ferreira y Valverde evidencian un momento harto complejo y complicado para los liderazgos en Santa Cruz. El regionalismo ha limitado la proyección nacional de sus figuras políticas, el camachismo se ha desgastado tras el paro de 2022, y el MAS viene herido por una lucha interna fratricida. Mientras tanto, Chi Hyun Chung canaliza el descontento con la política tradicional, aunque con un proyecto incierto.

Santa Cruz, con su peso económico y su diversidad social, podría desempeñar un rol clave en las elecciones de 2025. Sin embargo, para que sus líderes trasciendan el ámbito local, necesitarán articular un discurso verdaderamente nacional. Como concluye Ferreira, «aquello que nace con una visión regionalista se queda en lo local. Si Santa Cruz quiere influir en Bolivia, debe pensarse más allá de sus fronteras”.

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El manejo de las encuestas electorales y su regulación

La normativa actual solo controla la difusión de encuestas durante períodos electorales, dejando un vacío en fases preelectorales.

/ 15 de febrero de 2025 / 22:15

En los últimos años, las encuestas de opinión han cobrado una gran relevancia en Bolivia, desempeñando un papel crucial en la medición de las preferencias ciudadanas, la percepción de los candidatos y el clima político del país. Sin embargo, aunque representan una herramienta útil para la democracia, también han generado preocupaciones respecto a su credibilidad y transparencia. En muchos casos, las encuestas se realizan sin seguir metodologías rigurosas, lo que puede distorsionar la percepción pública y debilitar la confianza de la población en estos instrumentos.

El Tribunal Supremo Electoral (TSE) es la entidad responsable de garantizar la transparencia y equidad de los procesos electorales en Bolivia. Por ello, tiene la obligación de establecer normativas claras para que las encuestas se lleven a cabo con seriedad y confiabilidad, evitando su manipulación con fines partidarios o mediáticos. No obstante, la regulación actual se centra principalmente en la difusión de encuestas durante el período electoral, dejando de lado la proliferación de encuestas en fases preelectorales, donde no existe un control estricto y se pueden generar tendencias artificiales que influyen en la opinión pública.

Las encuestas en democracia

Las encuestas funcionan como un termómetro que mide la «temperatura» de la opinión pública. A través de ellas, se pueden conocer las preocupaciones y preferencias de la ciudadanía, así como proyectar posibles resultados electorales. En Bolivia, son utilizadas por partidos políticos, medios de comunicación y la sociedad en general para evaluar tendencias y niveles de aceptación de los candidatos.

No obstante, si las encuestas no se realizan con rigor metodológico, pueden distorsionar la realidad y manipular la opinión pública. Esto resalta la necesidad de contar con una regulación efectiva que garantice su calidad y veracidad.

Las encuestas también juegan un papel importante en la toma de decisiones políticas y en la formulación de políticas públicas. Al reflejar las necesidades y preocupaciones de la ciudadanía, permiten a los gobernantes y legisladores ajustar sus propuestas y estrategias. Además, proporcionan información clave para el sector académico, que puede analizar tendencias sociales y políticas a largo plazo.

Marco normativo en Bolivia

La Constitución Política del Estado, en su artículo 26, establece el derecho de los ciudadanos a participar en los asuntos públicos de manera libre e informada. En este sentido, el acceso a información veraz y transparente es un pilar fundamental para la toma de decisiones democráticas.

Por su parte, la Ley 018, del Órgano Electoral Plurinacional, en su artículo 4, numeral 10, otorga al Tribunal Supremo Electoral (TSE) la atribución de regular y fiscalizar la elaboración y difusión de estudios de opinión en materia electoral, pero únicamente durante la ejecución de un proceso electoral. Esto significa que, en períodos preelectorales, la difusión de encuestas no está sujeta a una regulación estricta, lo que deja abierta la posibilidad de manipulación y difusión de datos sin control alguno.

Asimismo, la Ley N.° 026 del Régimen Electoral establece en su artículo 130 que la difusión de encuestas preelectorales solo está permitida a partir del vencimiento del plazo de inscripción de candidaturas y hasta el domingo anterior a la votación. Además, se exige que los estudios de opinión publicados incluyan información detallada sobre su metodología, como el universo de encuestados, el tamaño y tipo de muestra, el margen de error y el período de realización del estudio.

Un vacío importante en la regulación actual es que solo se enfoca en los períodos estrictamente electorales, dejando sin control la proliferación de encuestas en fases preelectorales, como la que Bolivia atraviesa actualmente. En este período, diversos actores políticos y mediáticos difunden encuestas contradictorias sin parámetros metodológicos claros, lo que puede generar desinformación, inducir tendencias artificiales y manipular la percepción ciudadana mucho antes de que se oficialicen las candidaturas o las campañas formales.

Problemas en el manejo de las encuestas

Uno de los principales problemas es la falta de estándares estrictos sobre cómo deben realizarse las encuestas. Muchas veces, las empresas encuestadoras no revelan información crucial como el tamaño de la muestra, la metodología de selección o el diseño de las preguntas, lo que afecta la credibilidad de los resultados.

Otro problema es la publicación de encuestas en momentos inadecuados, como en la etapa previa a las elecciones, sin ninguna fiscalización efectiva. En la actualidad, Bolivia se encuentra en un período preelectoral y ya se están difundiendo encuestas con resultados contradictorios, sin transparencia en su financiamiento ni en sus criterios de aplicación. Esto genera confusión en el electorado y puede ser utilizado estratégicamente para posicionar ciertos candidatos o debilitar a otros.

Asimismo, algunas encuestas han sido utilizadas como herramientas de propaganda, con el fin de favorecer a ciertos candidatos o influir en la opinión pública de manera engañosa. La falta de regulación efectiva permite que estas prácticas continúen sin consecuencias significativas.

Importancia de la regulación y mejores prácticas

Para garantizar la transparencia y fiabilidad de las encuestas, es necesario establecer criterios rigurosos para su realización y difusión, no solo en períodos electorales, sino también en etapas preelectorales. Algunas medidas clave incluyen:

1.         Normativas claras sobre metodología: Se debe exigir que todas las encuestas publiquen detalles sobre la metodología empleada, el tamaño de la muestra, el margen de error y la formulación de preguntas.

2.         Supervisión por parte del TSE: El Tribunal Supremo Electoral debe implementar un sistema de certificación para las encuestas que cumplan con criterios científicos y estadísticos.

3.         Sanciones a encuestas fraudulentas: La legislación debe establecer sanciones para aquellas empresas que publiquen encuestas manipuladas o sin bases técnicas sólidas.

4.         Regulación en la difusión preelectoral: Se deben definir plazos adecuados y requisitos técnicos para la publicación de encuestas en períodos preelectorales, evitando que sean usadas como herramientas de manipulación.

5.         Transparencia en la financiación: Se deben establecer mecanismos para conocer quién financia las encuestas y evitar posibles conflictos de interés.

Conclusión

Las encuestas políticas son herramientas fundamentales para la democracia, ya que permiten medir la opinión de la ciudadanía y proporcionar información clave para los procesos electorales. Sin embargo, su credibilidad y utilidad dependen de que se realicen de manera rigurosa y transparente.

En Bolivia, la regulación actual presenta vacíos que permiten la difusión de encuestas sin criterios técnicos claros, lo que puede derivar en manipulaciones y desinformación. Especialmente en períodos preelectorales, la falta de control ha permitido la publicación de encuestas contradictorias que generan confusión en la ciudadanía y afectan la equidad del proceso electoral. Sin embargo, lo que no está prohibido está permitido; en aplicación de este precepto, me parece que el Tribunal Supremo Electoral tiene que establecer reglas para este tipo de encuestas preelectorales y así evitar su uso indiscriminado que distorsiona la realidad del momento. Por ello, es urgente fortalecer el marco normativo, garantizando la aplicación de buenas prácticas en la realización de encuestas, para asegurar su confiabilidad y contribuir al fortalecimiento del sistema democrático del país.

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La política como el arte de la ilusión y la destrucción

"La guerra es el arte de destruir hombres, la política es el arte de engañarlos", Jean Le Rond D'Alembert.

/ 15 de febrero de 2025 / 21:03

Jean Le Rond D’Alembert, uno de los grandes pensadores de la Ilustración, nos dejó una frase lapidaria: «La guerra es el arte de destruir hombres, la política es el arte de engañarlos». En estas palabras resuena la crudeza del poder, una verdad que atraviesa los siglos y sigue latiendo en cada discurso, en cada promesa incumplida, en cada simulacro de democracia donde la voluntad popular es una marioneta en manos de hábiles titiriteros.

La política, desde sus albores, se ha nutrido tanto de la guerra como del engaño. En sus inicios, fue una herramienta de orden, un intento de superar la violencia primitiva mediante reglas, pactos y representaciones. Sin embargo, con el tiempo, dejó de ser un campo de ideas para convertirse en un escenario de estrategias, manipulaciones y ficciones cuidadosamente construidas.

Los antiguos griegos, padres de la democracia, lo sabían bien. Platón desconfiaba de los demagogos y advertía sobre el peligro de los sofistas, aquellos hábiles retóricos que moldeaban la verdad a conveniencia. Aristóteles, más pragmático, veía la política como el arte de gobernar para el bien común, pero aceptaba que la corrupción de este ideal llevaba inevitablemente a la tiranía.

D’Alembert nos confronta con una idea inquietante: así como la guerra destruye cuerpos, la política destruye almas. La guerra es brutal y directa; sus efectos son inmediatos y visibles. La política, en cambio, es sutil, persuasiva, seductora. No necesita ejércitos ni cañones para doblegar a las masas; solo precisa de discursos bien elaborados, de promesas que suenen creíbles y de símbolos que despierten emociones profundas.

La modernidad perfeccionó este arte del engaño. La propaganda política, tal como la conocemos hoy, nació con los regímenes totalitarios del siglo XX, pero su esencia ha sido adoptada incluso por las democracias más sofisticadas. Edward Bernays, pionero en relaciones públicas, comprendió que la opinión pública podía ser moldeada con la misma eficacia con la que se vende un producto. Y es que, en nuestra era, la política es un espectáculo: los líderes son actores, los debates son guiones ensayados y la verdad es una mercancía intercambiable.

En este contexto, la política no solo engaña: crea realidades alternativas. Los populistas han entendido esto mejor que nadie. Con discursos emocionales, con la construcción de enemigos imaginarios y con una retórica que apela más a las pasiones que a la razón, han logrado convertir la política en una suerte de religión secular, donde la fe ciega en el líder sustituye al pensamiento crítico.

Las elecciones se han convertido en una batalla de narrativas, no de propuestas. Los candidatos no compiten con ideas, sino con eslóganes; no con principios, sino con estrategias de marketing. Lo que importa no es la verdad, sino lo que parece verdad. Vivimos en la era de la posverdad, donde los hechos son secundarios frente a la percepción, donde la indignación es moneda de cambio y la manipulación emocional es la clave del éxito.

El filósofo alemán Arthur Schopenhauer advertía que «la política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después los remedios equivocados». Hoy, esa afirmación sigue vigente. Los políticos no resuelven problemas; los administran. Si un problema se soluciona, pierden una bandera de campaña. La política del engaño consiste en hacer creer a la gente que sin ciertos líderes todo colapsará, que solo ellos poseen la solución mágica, aunque en el fondo sean los responsables del caos.

Pero no todo está perdido. Si bien la política ha sido el arte de engañar, también ha sido el arte de emancipar. No olvidemos que las grandes revoluciones nacieron de ideas políticas, que los derechos y libertades que hoy disfrutamos fueron conquistados en el terreno de la política. Es cierto que el poder tiende a corromper, pero también es cierto que existen hombres y mujeres que han hecho de la política un servicio y no una farsa.

D’Alembert nos desafía a no ser ingenuos. Nos advierte que la política, en su forma más perversa, puede ser un arma de manipulación. Pero también nos invita, indirectamente, a elevar el estándar, a exigir más, a recuperar la política como un verdadero espacio de construcción colectiva.

Porque, al final del día, la política no es un ente abstracto. La política somos nosotros. Y si dejamos que el arte de engañar nos consuma, terminaremos por aceptar la mentira como nuestra única verdad.

Es aquí donde la educación y la conciencia ciudadana juegan un papel crucial. No se trata solo de votar cada ciertos años, sino de ser partícipes activos de la construcción de la sociedad. Debemos aprender a cuestionar, a no dejarnos seducir por discursos vacíos ni por promesas sin sustento. La democracia es frágil, y solo sobrevive si la gente se apropia de ella con responsabilidad.

Si la política ha sido históricamente el arte del engaño, entonces la resistencia debe ser el arte de la lucidez. Hay que devolverle a la política su propósito original: ser un instrumento de cambio, no un teatro de ilusiones.

Es nuestra responsabilidad, como ciudadanos, como votantes, como actores sociales, romper con la apatía y el conformismo. Si permitimos que la política siga siendo solo un juego de intereses, no podremos quejarnos cuando las decisiones de unos pocos definan el destino de todos. La verdadera democracia no se reduce a emitir un voto; se construye día a día, en el debate, en la exigencia, en la fiscalización del poder.

El engaño político solo prospera donde reina la indiferencia. Y la indiferencia, al final, es el verdadero enemigo de la libertad.

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La nueva cara de las protestas

Las protestas estudiantiles masivas que han barrido Serbia buscan crear las condiciones para una nueva política.

/ 15 de febrero de 2025 / 20:42

Protestas y algo más. Algo importante está sucediendo en China y debería preocupar a los dirigentes políticos del país. Los chinos más jóvenes exhiben cada vez más una actitud de resignación pasiva, capturada por la nueva palabra de moda bai lan (“dejar que se pudra”). Nacida de la desilusión económica y la frustración generalizada con las normas culturales asfixiantes, bai lan rechaza la carrera de ratas e insta a uno a hacer solo el mínimo indispensable en el trabajo. El bienestar personal tiene prioridad sobre el avance profesional.

La misma tendencia se refleja en otra palabra de moda reciente: tang ping (“tumbado”), un neologismo del argot que denota una sensación de resignación ante la incesante competencia social y profesional. Ambos términos señalan un rechazo a las presiones sociales para lograr más de lo esperado y al compromiso social como un juego de tontos con rendimientos decrecientes.

El pasado julio, CNN informó que muchos trabajadores chinos estaban cambiando trabajos de oficina de alta presión por trabajos manuales flexibles. Como explicó un joven de 27 años de Wuhan: “Me gusta limpiar. A medida que el nivel de vida mejora (en todo el país), también aumenta la demanda de servicios de limpieza… El cambio que esto supone es que ya no siento mareos, siento menos presión mental y estoy lleno de energía todos los días”.

Estas actitudes se presentan como apolíticas, rechazando tanto la resistencia violenta al poder como cualquier diálogo con quienes están en el poder. Pero ¿son estas las únicas opciones para los alienados?

Protestas en Serbia

Las protestas masivas en curso en Serbia sugieren otras posibilidades. Los manifestantes no sólo reconocen que hay algo podrido en el estado de Serbia, sino que también insisten en no permitir que la podredumbre continúe.

Las protestas comenzaron el pasado mes de noviembre en Novi Sad, tras el derrumbe de un tejado que dejó 15 muertos y dos heridos graves en una estación de tren recientemente renovada. Desde entonces, las manifestaciones se han extendido a 200 ciudades y pueblos serbios, atrayendo a cientos de miles de personas y convirtiendo a este en el mayor movimiento estudiantil en Europa desde 1968.

Obviamente, el derrumbe del tejado fue sólo la chispa que encendió la mecha de la insatisfacción reprimida. Las preocupaciones de los manifestantes abarcan muchos temas, desde la corrupción rampante y la destrucción ecológica (el gobierno planea invertir todo en la minería de litio) hasta el desprecio general que el presidente serbio Aleksandar Vučić ha mostrado hacia la población. Lo que el gobierno presenta como un plan para aprovechar los mercados globales, los jóvenes serbios lo ven como una artimaña para encubrir la corrupción, vender los recursos nacionales a inversores extranjeros en condiciones turbias y eliminar gradualmente a los medios de comunicación de la oposición.

Malestar

Pero ¿qué hace que estas manifestaciones sean únicas? El estribillo de los manifestantes es: “No tenemos demandas políticas y nos mantenemos a distancia de los partidos de la oposición. Simplemente pedimos que las instituciones serbias trabajen en interés de los ciudadanos”. Para ello, insisten, de forma estricta, en la transparencia sobre la renovación de la estación de tren de Novi Sad; el acceso a todos los documentos sobre el accidente; la desestimación de los cargos contra los arrestados durante la primera protesta antigubernamental en noviembre; y el procesamiento penal de quienes atacaron a los manifestantes estudiantiles en Belgrado.

De esta manera, los manifestantes quieren cortocircuitar el proceso que ha permitido al partido gobernante mantener al Estado como rehén al controlar todas las instituciones. Por su parte, el gobierno de Vučić ha reaccionado con violencia, pero también con una técnica conocida en el boxeo como “clinching”: cuando un boxeador envuelve a su oponente con sus brazos para impedirle golpear libremente.

Cuanto más pánico siente Vučić, más desesperado está por intentar llegar a un acuerdo con los manifestantes. Pero estos se niegan a dialogar. Han especificado sus demandas e insisten en ellas incondicionalmente.

Tradicionalmente, las protestas masivas se basan, al menos implícitamente, en la amenaza de la violencia, combinada con una apertura a la negociación. Sin embargo, aquí tenemos lo contrario: los manifestantes serbios no amenazan con la violencia, pero también rechazan el diálogo. Esta simplicidad causa confusión, como también lo hace la aparente ausencia de líderes obvios. En este sentido estricto, las protestas tienen algunas similitudes con el bai lan.

Nueva política

En algún momento, por supuesto, la política organizada tendrá que entrar en juego. Pero por ahora, la postura “apolítica” de los manifestantes crea las condiciones para una nueva política, en lugar de otra versión del mismo juego de siempre. Para lograr la ley y el orden, hay que limpiar la mesa.

Esta es razón suficiente para que el resto del mundo apoye las protestas incondicionalmente. Demuestran que un simple y directo llamado a la ley y el orden puede ser más subversivo que la violencia anárquica. Los serbios quieren el Estado de derecho sin todas las reglas no escritas que dejan la puerta abierta a la corrupción y el autoritarismo.

Los manifestantes están muy lejos de la vieja izquierda anárquica que dominó las manifestaciones de 1968 en París y en todo Occidente. Después de bloquear un puente sobre el Danubio en Novi Sad durante 24 horas, los jóvenes manifestantes decidieron extender su manifestación por tres horas más para poder limpiar la zona. ¿Puede uno imaginarse a los parisinos que lanzaban piedras en 1968 haciendo lo mismo?

Apoliticismo en las protestas

Si bien algunos pueden ver el apoliticismo motivado políticamente de los manifestantes serbios como hipócrita, es mejor entenderlo como una señal de su radicalismo. Se niegan a jugar a la política según las reglas existentes (en su mayoría no escritas). Están persiguiendo cambios fundamentales en el funcionamiento de las instituciones básicas.

El mayor hipócrita en esta historia es la Unión Europea, que se abstiene de presionar a Vučić por temor a que se incline hacia Rusia. Aunque la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, ha expresado su apoyo al pueblo georgiano que “lucha por la democracia”, ha permanecido notablemente callada respecto del levantamiento en Serbia, un país que oficialmente ha sido candidato a la membresía en la UE desde 2012. La UE está permitiendo que Vučić se salga con la suya porque prometió estabilidad y exportaciones de litio, un insumo clave para los vehículos eléctricos.

La falta de críticas de la UE, incluso ante las acusaciones de fraude electoral, ha dejado repetidamente a la sociedad civil serbia al margen. ¿Debería sorprendernos que haya tan pocas banderas de la UE ondeando entre los manifestantes? La idea de una “revolución de colores” del tipo iniciado en Ucrania hace 20 años para “unirse al Occidente democrático” ya no tiene ningún asidero. La UE ha tocado fondo político.

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Trump se mueve en Ucrania y deja a Europa sin aire

El líder republicano aseguró que Ucrania no será miembro de la OTAN y que no habrá despliegue de tropas estadounidenses.

/ 15 de febrero de 2025 / 20:26

Los líderes europeos que han apoyado firmemente la continuación de la guerra en Ucrania han recibido un duro golpe por parte del presidente Trump y el secretario de Defensa, Pete Hegseth. La mayoría de ellos deben estar en estado de shock, sin aliento.

Empecemos por Hegseth, que hizo las siguientes declaraciones:

1. La adhesión de Ucrania a la OTAN está descartada. Ucrania no será invitada a unirse a la OTAN.

2. Estados Unidos no enviará tropas a Ucrania por ningún motivo, incluido el mantenimiento de la paz.

3. Estados Unidos ya no suministrará ni pagará armas ni apoyo a Ucrania. Corresponderá a los miembros europeos de la OTAN brindar apoyo a Ucrania.

4. Si bien Estados Unidos apoya a la OTAN, la participación estadounidense debe ser justa y equitativa, lo que significa que los miembros de la OTAN tendrán que aumentar significativamente sus contribuciones.

5. Ucrania no podrá volver a las fronteras que tenía antes de 2014, lo que significa que Estados Unidos espera importantes concesiones territoriales de Ucrania.

Trump conversa con Putin

Mientras tanto, el presidente Trump mantuvo una reunión telefónica de una hora y media con el presidente ruso Putin. La conclusión principal es que Putin dijo que está dispuesto a iniciar negociaciones con Estados Unidos sobre Ucrania y otras cuestiones de seguridad.

La conversación entre Trump y Putin abarcó muchos temas, por ejemplo, cuestiones de seguridad, energía, inteligencia artificial, “el poder del dólar” y “varios otros temas”.

Tras la llamada, Trump aparentemente hizo una llamada “para informar” al presidente ucraniano Zelenski de su conversación con Putin. También creó de inmediato su equipo negociador. Designó al secretario de Estado Marco Rubio, al director de la CIA John Ratcliffe, al asesor de seguridad nacional Michael Waltz y al embajador y enviado especial Steve Witkoff para dirigir las negociaciones.

Cabe destacar que en la lista de participantes no figuraba el teniente general retirado Keith Kellogg, quien había estado promoviendo abiertamente la idea de aumentar significativamente las sanciones a Rusia como una forma de obtener concesiones en Ucrania. Según sus propias palabras, en una escala del 1 al 10, las sanciones actuales a Rusia son sólo un 3. Propuso aumentarlas mucho más (suponiendo que esto pudiera hacerse). Estos comentarios socavaron directamente la actitud de Trump hacia Putin y Rusia, y parecen haber sido idea de Kellogg (entre otros) para asegurarse de que la guerra en Ucrania continuara. Queda por ver si Kellogg volverá a aparecer como un actor en Ucrania.

Europa sin aire

A los líderes europeos pro guerra, junto con la UE, les llevará tiempo contemplar el futuro, ahora que prácticamente se les ha quitado la alfombra de debajo de los pies.

Los europeos no tienen ni armas, ni tropas, ni dinero para continuar la guerra en Ucrania. Tampoco obtendrán mucho apoyo para continuar la guerra si Estados Unidos no participa en ella. De hecho, si Europa quiere continuar sola, sin Estados Unidos, pondrá en riesgo el futuro de la alianza de la OTAN.

Muchos de los líderes europeos atraviesan problemas internos. Alemania, Francia, Polonia e incluso Rumania, donde se cancelaron las elecciones presidenciales para impedir que el principal candidato de la oposición fuera elegido, son ejemplos de la creciente inestabilidad en la clase dirigente europea. Las revelaciones sobre la interferencia de los Estados Unidos y la Unión Europea en el proceso electoral de Georgia, Serbia y Eslovaquia, y quizás también de Moldavia, ponen de relieve la naturaleza sórdida de la política actual en Europa.

La perspectiva de Trump

La administración Trump está liquidando la USAID, que ha estado actuando como una especie de fachada de la CIA en muchos de los países mencionados, incluida Ucrania. Al cortarse esa fuente de dinero y apoyo, la UE se enfrenta a un serio problema que va mucho más allá de las finanzas: el falso argumento de que la UE (y con ella, la OTAN) defiende la democracia ha quedado al descubierto. La pérdida de legitimidad es una amenaza real para las élites gobernantes.

Trump tiene una perspectiva geopolítica importante. Se trata de algo así: la seguridad europea es importante, pero Rusia no la amenaza realmente. Estados Unidos se enfrenta a una China resurgente que tiene una base industrial muy moderna (proporcionada en gran medida por Occidente), una fuerza laboral enorme y un ejército cada vez mejor equipado y poderoso. Desde el punto de vista de Trump, necesita una Rusia más amistosa que pueda ayudar a equilibrar las relaciones de poder globales. Para llegar a esto, necesita encontrar formas de redefinir la relación entre Estados Unidos y Rusia, que está en un profundo caos y plagada de hostilidad mutua. En su conversación de 90 minutos con Putin, Trump se refirió a las capacidades económicas y tecnológicas que podrían, en el futuro, proporcionar una base para mejorar las relaciones.

Nadie puede decir por ahora si se podrá llegar a un acuerdo para Ucrania, pero hay motivos para ser más optimistas respecto a que ambas partes puedan llegar a algo.

Habrá que ver si los europeos contraatacan y tratan de sabotear un acuerdo sobre Ucrania. La realidad es que Europa tiene poco que hacer si Putin y Trump llegan a un acuerdo.

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