Los años electorales son años ocupados. Nos llenamos de encuestas, entrevistas, escándalos y analistas; todos intentando descifrar cómo las elecciones cambiarán el rumbo del país. Sin embargo, se siente la ausencia de visiones estructurales, alejadas de la mirada de corto plazo, que nos ayuden a ver el bosque y no solo el árbol.

Quisiera, entonces, proponer otra mirada sobre las elecciones que se vienen en octubre, planteando una analogía tecnológica: el software y el hardware político en Bolivia son incompatibles. Para empezar, ¿qué son el software y el hardware? El hardware son los componentes físicos y materiales de nuestros aparatos tecnológicos y el software son los elementos no físicos necesarios para que los aparatos funcionen. Es importante que el desarrollo de ambos vaya de la mano: no podemos pretender ver videos de YouTube con un VHS, por ejemplo.

Lo mismo sucede en Bolivia. Tenemos, o aspiramos a tener, lo último en materia de software, sin molestarnos por actualizar nuestro hardware. Nuestro software serían las reglas del juego de la política: las leyes y las políticas públicas. Pero, ¿en qué ambiente está operando nuestro software?, ¿en una Smart Tv o en un VHS? El hardware sería la base social en la que opera la política: las personas reales que hacen y se ven afectadas por la política, su idiosincrasia, sus costumbres. Es decir, nuestra cultura política, nuestras nociones de sentido común sobre la política. ¿Qué sucede en Bolivia? Nuestros hardware y software no se desarrollaron juntos. No coinciden. Tenemos normas y procedimientos que están diseñados para un tipo de espíritu democrático que no coincide con nuestra cultura política.

Un ejemplo claro son las elecciones primarias. En teoría, constituyen una herramienta que ayuda a los partidos con muchos militantes y políticos activos a escoger a sus candidatos. En Bolivia, los partidos políticos no funcionan así. Aquí existen unas cuantas personalidades con cierta influencia en la vida política que son “presidenciables”. Lo que necesitan estas personas es un partido que les ayude a cumplir con los requisitos formales para participar en las elecciones. El candidato busca al partido político, no el partido político al candidato. Las primarias trabajan bajo el supuesto de que los partidos políticos son instituciones sólidas en las que los posibles líderes deben hacer carrera; pero en Bolivia, los líderes hacen carrera política independientemente de su sigla política, y en ocasiones a pesar de ella.

Es fundamental que ganemos conciencia que en Bolivia pasamos mucho tiempo hablando de software y virtualmente ignoramos nuestro hardware. Es una discusión pendiente de los bolivianos. ¿No necesitamos un nuevo hardware? O por lo menos, ¿no necesitamos un software que coincida con nuestro hardware?

¿Cómo es la cultura política en Bolivia? Tiene cuatro características. 1. Caudillista: votamos por personalidades, no por partidos políticos, por lo que las campañas siempre están dirigidas a glorificar o destruir al candidato como persona (el candidato es la propuesta electoral). 2. Patrimonialista: no vamos a las elecciones a escoger administradores del Estado, sino a personas que se harán titulares del patrimonio estatal y lo repartirán según sus lealtades. 3. Nepotista: para participar de la repartición de este patrimonio debemos formar parte del círculo de confianza del caudillo, lo cual se logra confeccionando nuestra identidad política a su medida, para así convertirnos en parte de su “familia” (como acaba de reafirmar el dirigente nacional de los choferes: “si no estamos al lado del Gobierno, ¿alguien nos dará…?”). 4. Corporativista: en Bolivia, si no estás asociado a algún grupo, no existes. Los programas y promesas electorales no ganan las elecciones, sino los pactos corporativos. Al final del día, independientemente de sus simpatías, en Bolivia rige el voto útil, cada ciudadano se pregunta qué candidato podrá dar mayores beneficios a su grupo y le da su voto.

Quedan entonces preguntas que debemos hacernos como bolivianos de manera urgente con miras a los comicios del 20 de octubre: ¿Qué tan sostenibles y justos son los gobiernos corporativistas y patrimonialistas? ¿Habrá llegado la hora de cambiar de hardware? La propuesta tecnócrata de Mesa y Pedraza es lo más cercano a una propuesta electoral en el actual escenario, pero no deja de ser una propuesta de software. ¿Es realista pensar que la cultura política del país cambiará milagrosamente?

(*) Este y el texto de enfrente son versiones sintéticas de exposiciones hechas en el Foro de Análisis Político de la Fundación Friedrich Ebert (FES), que se realizará mensualmente.