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Indecisos, La Paz y Santa Cruz al frente

Otro de los hallazgos de la encuesta que efectuó la empresa Tal Cual para     La Razón es que los más altos índices de “indecisos” se encuentran en los departamentos de La Paz, Santa Cruz, Beni y Pando. Tal como se ve en la gráfica 3, el primer lugar de indecisión es Beni, con 31,67%; luego Pando, con 18,67%; Santa Cruz, con 18,57%; y La Paz, con 17,08%. Aquí se destaca Santa Cruz y La Paz específicamente por su peso en el Padrón Electoral: en la última elección nacional (2014), mientras La Paz y Santa sumaban el 54% de las personas habilitadas para votar, Beni y Pando juntos apenas llegaban a 4,7%.

Cierto, se debe aclarar que esta categoría de encuestados formalmente es la denominada “No sabe/No responde”, y que si bien allí pueden estar efectivamente los que no decidieron su voto, también se pueden albergar en el sitio quienes no quieren revelarlo. En cualquier caso, por lo menos para el momento de la encuesta, se trata de un voto impredecible. 

Como asegura el analista en temas electorales Armando Ortuño, la indecisión también puede tener que ver con otros factores extraelectorales, como la apatía ante la política: “Hay que tener cuidado en considerar como indecisos a todas las personas que no responden a la pregunta de intención de voto en una encuesta. Muy posiblemente en ese grupo hay quienes no están interesados en la política y que no irán a votar o lo harán en blanco”. También puede haber otras personas desconfiadas a la hora de manifestar su orientación política a un desconocido; pero además caben los “auténticos indecisos que quieren participar pero que están dudando el sentido de su voto; en las elecciones de 2014, la suma de personas que no fue a votar más los blancos y nulos representaba el 16% del padrón. Por tanto, es posible que el porcentaje real de indecisos sea bastante más pequeño que el 16 o 18% que aparece en las encuestas”.

MADURACIÓN. Metodológicamente —añade el analista electoral Francisco Canedo— no es lo mismo el electorado indeciso (reflejado como tal en una encuesta) que el electorado que simplemente no responde o el que responde “ninguno”. “En el caso de los primeros, los indecisos, la decisión está en proceso de construcción; en tanto que el segundo caso, el del electorado que no responde o responde “ninguno”, la decisión puede ya haber sido tomada, pero podría estar reflejando voto vergonzante o sencillamente temor de hablar sobre su posición electoral. Esto es importante a la hora de proyectar la votación electoral y, en segundo lugar, a la hora de hacer hipótesis sobre cómo se repartirán esos votos”.

Ahora, como sugiere el analista Canedo, el voto indeciso o no revelado puede adquirir un valor especial cuando el escenario político está polarizado hacia dos grandes candidaturas, como es el actual caso (entre Evo Morales y Carlos Mesa): el electorado indeciso ha sido siempre objetivo de análisis, más cuando como en el caso particular del país, su decisión respecto a por quién votar puede afectar definitivamente el resultado final de la elección”.

El hecho de que Beni, Pando, Santa Cruz y La Paz —apunta Canedo—   concentren un mayor porcentaje de indecisos, da pautas de cuáles son los espacios territoriales donde se deben concentrar los esfuerzos electorales, “pero Santa Cruz y La Paz resultan particularmente importantes por su densidad demográfica y, por ende, por su peso específico sobre el Padrón Electoral”.

Ahora bien, añade, hay que tener muy claro que la “indecisión” no solo refleja la indeterminación sobre si el voto irá por el oficialismo o la oposición, “en parte también refleja al electorado que no tienen claro a qué oposición asignará su voto. Es decir, el análisis no solo es oposición-oficialismo, sino también oposición-oposición”.

En lo relativo a bajos porcentajes de indecisos o “No sabe/No responde”, es llamativo que en este margen estén Cochabamba (10,18%) y Chuquisaca (10,27%) (gráfica 3). Tal cosa si bien puede representar una toma de decisión “madura”, opina el analista Canedo, en todo caso hay que pensar en su carácter relativo, que puede cambiar con el tiempo y con las campañas; lo mismo se puede decir del voto ya decidido, que no siempre es el ‘voto duro’ por tal o cual opción.

“Al contrario, un bajo nivel de ‘indecisos’ refleja un electorado que ha madurado su posición electoral. Pero no significa, necesariamente, que esa posición electoral vaya a mantenerse estable en el tiempo. Las campañas electorales tienen un efecto no solo de asentar o reforzar una posición electoral, sino también de capturar nuevo electorado —en desmedro de alguna otra candidatura—. Es decir, el electorado no indeciso no refleja un voto duro directamente, existe margen para el cambio de postura y por tanto, parte de ese electorado que afirma tener una posición constituye aún un electorado en disputa”.

GÉNERO. No es de echar de menos el que (gráfica 1) del total nacional de personas “No sabe/No responde” (16,20%), el mayor porcentaje sea el de las mujeres (17,80%), en relación a los varones (14,50%).

Asimismo, es por demás llamativa la distribución que Tal Cual ofrece (gráfica 2) de los indecisos en tres ámbitos geográficos: las capitales de departamento más El Alto, las localidades intermedias, y las localidades rurales. Resulta que el porcentaje de las poblaciones rurales casi dobla al de las capitales más El Alto: 23,49% frente a 13,66%; quedando a medio tramo las localidades intermedias, con 17,57% de indecisos.

Al respecto, apunta el analista electoral Ortuño: “Parecería que el alto porcentaje de no respuestas en zonas rurales tiene bastante que ver con la mayor desconfianza de esos pobladores ante encuestadores que vienen de fuera, actitud que es menos frecuente en las ciudades, donde hay más relación, por ejemplo, con los medios de comunicación. Y el alto nivel de No sabe/No responde en el Oriente quizás deba ver con una relativa menor politización de esas poblaciones o por la presencia de varias localidades rurales relativamente alejadas de los grandes centros urbanos”.

En todo caso, complementa Canedo, entre los porcentajes distantes entre capitales más El Alto versus localidades rurales, no hay que ver mecánicos “clivajes” (término que viene de la minería que denota quiebre, disociación o segmentación) entre mundo urbano-mundo rural.

“En cuanto a las diferencias sobre el voto urbano y rural, hay que tener claro que se trata de eso, de diferencias electorales solamente. Es decir, sería equivocado pensar que hay un clivaje campo/ciudad que esté operando en la distribución del electorado o que se trata del reflejo de alguna polarización. Al final del día, lo que opera es lo emocional y lo racional: por un lado una mayor/menor identificación con las candidaturas, y por otro lado, cálculos desplegados en función de los intereses/ventajas de votar por tal o cual candidatura”.

En lo relativo a la comparación que se ofrece entre las encuestas de Ipsos de octubre de 2018, Celag de marzo de 2019, y Tal Cual de mayo de 2019 (gráficas 4, 5 y 6), de primera, no deja de llamar la atención la similitud de las distancias entre las intenciones de voto para Evo Morales y Carlos Mesa (39-25, 37-28 y 38-27), y la relativa estabilidad del porcentaje de indecisos: 16-18-16.

Al respecto, es ilustrativo el apunte metodológico de Ortuño: “Acerca de la estabilidad de las intenciones de voto desde octubre, esto quizás indica algo que muchos estudios electorales alrededor del mundo han demostrado y que no se suele tomar en cuenta: las orientaciones políticas suelen variar poco hasta pocos meses antes de un evento electoral, mucha gente recién se conecta con la discusión política en los últimos meses antes de una elección y ahí es cuando toma decisiones. Antes de esa fase intensa de campaña, por lo general las encuestas muestran los posicionamientos de los segmentos más movilizados y militantes de la población, los cuales responden a razones casi estructurales que se mueven poco”.

MUESTRAS. Aquí es bueno recordar la magnitud de la muestra que usa cada una de las tres entidades encuestadoras: Ipsos, 9 ciudades y El Alto, 6 localidades intermedias y 14 localidades rurales; Celag, 9 ciudades y El Alto, 7 localidades intermedias y 9 localidades rurales; y, Tal Cual, 9 ciudades y El Alto, 18 localidades intermedias y 31 localidades rurales. 

Sobre el porcentaje relativamente estable del MAS, entre 35 y 37%, afirma Ortuño, “sería una suerte de bloque de electores muy leales a esa fuerza en cualquier escenario, y en el otro lado hay alrededor de 30% que siempre votaron por la oposición al masismo desde hace años. El resto de la población no alineada intensamente irá entrando en la campaña poco a poco a medida que la elección se acerque. Muchos analistas y políticos suponen que las mayorías tienen un involucramiento e interés en la política coyuntural parecido al que ellos tienen, eso es, por lo general, falso”.

De la misma manera, Canedo llama a la precaución, por dos cosas: primero, que al menos formalmente no arrancó la campaña electoral: “Es aún prematuro sacar conclusiones sobre qué significa que el candidato Presidente no supere el 38% y que el candidato Mesa no supere el 28%. Prematuro porque la campaña aún no ha iniciado y porque hay un alto porcentaje del electorado cuya posición no está determinada (16%). Entonces la pregunta es qué efectividad tendrán las estrategias que desplegarán oposiciones y oficialismo para cautivar ese electorado no determinado y para seducir al electorado que ya eligió una candidatura”.

Y, segundo, seguir de cerca la distancia de 10 puntos porcentuales entre Morales y Mesa, pues de mantenerse ya se puede pensar en una victoria efectiva. “Ahora bien, no deja de ser importante que sistemáticamente la distancia entre las dos primeras candidaturas supere el 10% pues, de concretarse esta distancia el día de la votación, estaríamos frente a un escenario de victoria de una mayoría relativa en primera vuelta; lo que por supuesto tendría efectos no solo en la densidad de la legitimidad de origen, sino también en términos de distribución de recursos de poder, lo que va más allá de cómo quede ‘repartida’ la Asamblea, sino también en términos de oxígeno electoral para encarar el siguiente proceso electoral: las elecciones subnacionales (municipales y gobernaciones)”.